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Año 7· Número 13 · Enero de 2018, ISSN 1851-5851 - Una publicación de www.elhistoriador.com.ar, dirigida por Felipe Pigna
El Historiador
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Sinfonía (Reyes Magos), por Eustaquio Pellicer
Compartimos aquí una poesía a los Reyes Magos en clave de humor que publicó en el año 1900 el periodista, poeta y humorista español Eustaquio Pellicer...¡
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Descifrar la Gran Pirámide, por Philippe Delorme(Fragmento del libro Teorías locas de la historia)

“La historia es una disciplina rigurosa para establecer la realidad de los hechos...
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Los que hacen reír, por Joaquín V. González
Joaquín Víctor González nació en Nonogasta, pequeño pueblito de Chilecito, en La Rioja, el 6 de marzo de 1863.
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Edmundo Rivero: El último trovador

El 18 de enero de 1986 murió Edmundo Rivero, el popular  guitarrista, compositor y cantor de tango que, tras un enérgico rechazo del público, cautivó a su audiencia con su inconfundible y atípica voz gruesa.

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La salud de Belgrano, San Martín, el “Che”, Evita y Perón en la mirada de Daniel López Rosetti
En esta entrevista, Daniel López Rosetti,  especialista en Clínica Médica y...
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La Gaceta Estival

Los invito a recorrer esta Gaceta, un viaje para entrever entre los pliegues del tiempo diversos artículos de nuestro pasado con curiosidades, anécdotas y entrevistas a personajes memorables de nuestra historia.

Encontrarán aquí una carta en clave de humor a los reyes magos que Eustaquio Pellicer publicó en Caras y Caretas en 1900 pidiendo “menos impuestos y menos alquileres” lo mismo que inflamaciones en los dedos para poetas mediocres. También compartimos una carta que envió Joaquín V. González a la misma revista, donde destacaba la importancia del arte de hacer reír.

También compartimos aquí una entrevista a Edmundo Rivero, en la que recorre parte de su trayectoria, y un fragmento del libro Teorías locas de la historia, de Philippe Delorme, que describe con lucidez algunas de las más insólitas divagaciones en torno a episodios de la historia, que van desde la teoría de que Juana de Arco era varón o de que Hitler se escondió en el Polo Sur hasta que “los judíos vienen del espacio”.

Por último, encontrarán una entrevista al doctor Daniel López Rosetti,  especialista en Clínica Médica y Cardiólogo Universitario, sobre las enfermedades que padecieron algunos de los grandes protagonistas de nuestro pasado.

¡Que la disfruten!

Felipe Pigna
 
 
 
 
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Sinfonía (Reyes Magos), por Eustaquio Pellicer

Compartimos aquí una poesía a los Reyes Magos en clave de humor que publicó en el año 1900 el periodista, poeta y humorista español Eustaquio Pellicer, radicado en el Río de la Plata a finales del siglo XIX, fundador de las revistas Caras y Caretas y PBT.

Fuente: Revista Caras y Caretas, Nº 66, 6 de enero de 1900, pág. 20.

Por si resulta cierto y no es macana
que los tres reyes magos
van a venir mañana
en viaje de placer por estos pagos,
trayendo un gran surtido
de valiosos presentes,
para atender con ellos al pedido
que les hagan las gentes,
permitidme, lectores,
que ponga en una lista
lo que pienso pedir a esos señores
en cuanto yo les pueda echar la vista:

Rebaja del impuesto
que sobre el que tenía, le han cargado
al papel de imprimir, con el pretexto
de que aún no se halla bien remunerado
el aquí fabricado,
cuando se sabe ya que al fabricante
le deja una ganancia exorbitante.

Que los dueños de casa,
en bien de nuestra hacienda,
a su afán lucrativo ponga tasa,
y cumplan a conciencia con sus deberes
de modo que tengamos más vivienda
y  menos alquileres.

Que a todo el que con versos nos abruma
para hablar del arroyo “que va quedo”
y el lejano horizonte “que se esfuma”
(lo que a ningún lector le importa un bledo)
le salga un panadizo en cada dedo
en el instante de tomar la pluma.

Que supriman el pago de las cuentas,
Siendo de comestibles o de ropa.
Que impongan la calvicie a las sirvientas
para evitar los pelos en la sopa.

Que me dejen de carne algo repleto,
para que la flacura
no me señale tanto el esqueleto
ni me haga tallarín por la figura.

Que no haya en la ciudad malos olores,
ni en las calles del centro bicicletas,
y lleguen a cien mil los suscriptores
de CARAS Y CARETAS.
--
Esta es la lista de lo que he pensado
pedir a estos viajeros,
Y si no me lo dan, veré probado
que no son unos reyes verdaderos,
o que lo son de calidad tan baja
que para honor del gremio coronado
no deben figurar ni en la baraja.

Eustaquio Pellicer

 

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Descifrar la Gran Pirámide, por Philippe Delorme
(Fragmento del libro Teorías locas de la historia)

“La historia es una disciplina rigurosa para establecer la realidad de los hechos del pasado, para estudiar los mecanismos de su encadenamiento, y para aprender de ellos. Sirve para entender mejor el presente y preparar el futuro, no para formatear las conciencias dentro de un molde ideológico”, sostiene Philippe Delorme en el prólogo del libro Teorías locas de la historia. Delorme, periodista francés, doctor en Historia y autor del libro, deshilvana a lo largo del ensayo las más disparatadas, curiosas y alarmantes teorías en torno a los temas más diversos, como la teoría de que Juana de Arco era varón, que Cristo murió en Japón, que los ingleses se robaron el cadáver de Napoleón,  que Hitler se escondió en el Polo Sur o que “los judíos vienen del espacio”, “no son originarios de nuestra tierra”; son extraterrestres.

El autor, que mantiene un tono jocoso a lo largo del libro, termina con una nota grave al referirse a uno de los más alarmantes falseamientos del pasado: el negacionismo. “Los divagues de sus artífices, para quienes los seis millones de víctimas judías del nazimo jamás existieron, –sostiene el autor– son efectivamente chocantes. Pero sin duda viene bien terminar este libro, donde se conjugan la broma y el absurdo, con una nota grave. (…) Pues el negacionismo aplica los mismos métodos de deformación de la verdad… Este epílogo trágico confiere al estudio de todos los anteriores delirios extravagantes una utilidad práctica. Al fin de cuentas, las nocivas hipótesis del negacionismo resultan tan inconsistentes, aunque mucho más dolosas, que los de los iluminados que creen que Cristo murió en Japón o que los escultores de la isla de Pascua desembarcaron del planeta Venus”.

A continuación transcribimos el capítulo dedicado a la construcción, función y significado oculto de las pirámides de Egipto, que han desvelado a muchas generaciones de historiadores y pseudo investigadores, desde Heródoto de Halicarnaso hasta los cultores del movimiento New Age en el siglo XX.

Fuente: Philippe Delorme, Teorías locas de la historia, Buenos Aires, Editorial El Ateneo, 2017, pág. 45-57.

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Los que hacen reír, por Joaquín V. González

 

Joaquín Víctor González nació en Nonogasta, pequeño pueblito de Chilecito, en La Rioja, el 6 de marzo de 1863. Ensayista, narrador, político, educador y jurista, es considerado uno de los últimos exponentes de la llamada Generación del ‘80 del siglo XIX, pero además uno de los representantes más consecuentes de la línea “reformista” del régimen oligárquico, en la etapa de los conflictos sociales y las insurrecciones políticas durante los años del cambio de siglo.

Estudió en el tradicional colegio Monserrat de Córdoba. A los 18 años se inició en el periodismo, a los 23 era doctor en jurisprudencia y diputado nacional, y a los 26 ya había sido electo gobernador de La Rioja. Fue también profesor de historia, geografía y francés, y más tarde se desempeñó en cargos educativos de jerarquía nacional. Fue uno de los impulsores de la reforma electoral que permitió la elección de diputados socialistas en 1904. Ese mismo año, hizo lo mismo con la ley del trabajo, radicalmente novedosa, que fue rechazada tanto por las patronales como por el movimiento obrero. En aquellos años, además, fundó el prestigioso instituto pedagógico que ahora lleva su nombre y fue uno de los organizadores y rector de la Universidad de La Plata. En diciembre de 1923, falleció, a la edad de 60 años mientras se desempeñaba como senador nacional. Compartimos a continuación un artículo que dedicó a los humoristas que se dedicaban al arte de hacer reír en la Argentina de finales del siglo XIX.

Fuente: Revista Caras y Caretas, Nº 7, 19 de noviembre de 1898, pág. 7.

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Edmundo Rivero: El último trovador

El 18 de enero de 1986 murió Edmundo Rivero, el popular  guitarrista, compositor y cantor de tango que, tras un enérgico rechazo del público, cautivó a su audiencia con su inconfundible y atípica voz gruesa.

De formación clásica, estudió canto y guitarra con el rigor y la disciplina que imponía el conservatorio nacional del barrio de Belgrano. En 1935 se inició como cantante en la orquesta de Julio de Caro. Más tarde integró las orquestas de Horacio Salgán y de Aníbal Troilo. En su voz se inmortalizaron tangos como “Sur”, “Cafetín de Buenos Aires”, “El último organito”, “Yo te bendigo”, etc.

Compartimos aquí una entrevista publicada en la Revista Primera Plana en junio de 1968.

Fuente: Revista Primera Plana, Nº 284, 4 de junio de 1968, págs. 68-69.
 
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La salud de Belgrano, San Martín, el “Che”, Evita y Perón en la mirada de Daniel López Rosetti

Autor: Felipe Pigna

En esta entrevista, Daniel López Rosetti,  especialista en Clínica Médica y Cardiólogo Universitario, cuenta las enfermedades que padecieron algunos de los personajes destacados de nuestra historia.

Empecemos por el cuadro general de Manuel Belgrano. ¿Qué enfermedades lo aquejaron?
Belgrano, por las zonas por donde transitó, pudo haber padecido eventualmente mal de Chagas. El diagnóstico inicial, que está descripto en el Protomedicato del Río de la Plata por el doctor Miguel O’Gorman y el licenciado José Ignacio Arocha, habla de vicio sifilítico. ¿Pudo haber tenido sífilis un héroe? Y, claro, si es un hombre. Era pintón, venía de Europa. Uno de cada tres o cada cuatro tenía una enfermedad venérea. ¿Cómo no la iba a tener?

Además, en aquel entonces, no había prácticamente forma de cuidarse…
Había profilácticos hechos de intestino de carnero, sumamente incómodos, imagino. Estaban atados en una punta y en la otra tenían un piolín para ajustarlos. Obviamente se endurecían y entonces había que ablandarlos con leche tibia. Tenían la supuesta ventaja de ser reutilizables, pero obviamente no lo usaba nadie.

¿Cómo era la sífilis?
El diagnóstico que hicieron a Belgrano en el Protomedicato era de una enfermedad europea, que los médicos que se formaban en Europa –porque  todavía ahí los médicos no se formaban en el Río de la Plata– conocían muy bien, que era la sífilis. Y la sífilis tiene tres etapas: la etapa inicial, que tiene determinadas características y síntomas, que son variables. A la sífilis se la llama la gran simuladora. Vos tenés un paciente, que tiene dolor de oído y puede ser sífilis. Puede tener dolor intestinal, y puede ser por la sífilis. La segunda etapa de la sífilis, viene meses después, y después hay una tercera etapa, que puede tardar años: unos cinco, diez, treinta años, que es la que se supone que padeció el general Belgrano, con afectación cardíaca, con dilatación del corazón, con agrandamiento cardíaco y con una lesión de la válvula mitral y de la válvula aórtica, que están dentro del corazón.

¿Qué decía la autopsia del corazón?
El doctor Juan Sullivan, que le hizo la autopsia a Belgrano, termina diciendo que tenía un corazón grande como su espíritu. En términos médicos es una cardiomegalia por hipertrofia vascular cardíaca. Pero uno después llega a la conclusión a la que llega Felipe en su Historieta de Belgrano, que era un tipo con corazón grande.

Y también padeció hidropesía…
Sí. Es la acumulación de líquido, porque el corazón no bombeaba, y eso produce hinchazón en la panza, en las piernas, etc. La pasó mal, además sufrió una de las cosas más duras que hay que es no poder respirar. Le faltaba el aire. Murió muy joven, a los 51 años.

Contános un poco sobre José de San Martín.
Bueno, si te toca un San Martín en la guardia, no sabés por dónde empezar. ¿A dónde lo mandás? ¿A reumatología? ¿A gastroenterología? ¿A neurología? Eran hombres especiales,  que doblegaban su propio espíritu. ¿Te acordás de cuando hablábamos sobre si era drogadicto? Nos preguntábamos si había tomado exceso de opio… El opio es el láudano o adormidera, que es la planta de donde se saca la morfina. Del 1600 para acá existía un preparado que se llamaba láudano de Sydemham, elaborado por un médico inglés alrededor de 1630, Thomas Sydenham. Era un preparado que, si lo tomás, te caés en cuatro. ¿Qué tenía? Vino de Málaga, al 40% de alcohol, opio (Papaver somniferum), azafrán, especias y clavo de olor. Quien tome eso, entra en una narcosis profunda, que le permitía mover los músculos y las articulaciones, por ejemplo, a alguien con una enfermedad reumática o con gota, como San Martín. San Martín cruzó la Cordillera en parte con camilla, a una altura en la que a un paciente asmático, le cuesta respirar. Además,  próximo al cruce, presenta un síntoma más, que es insomnio. Pero él te da el diagnóstico.  El diagnóstico del paciente es: “lo que me quita el sueño no es el enemigo, sino cómo cruzar esas altas cumbres”.

¿Qué otras enfermedades tuvo?
Era evidente que San Martín tenía dolores reumáticos, porque los describió, porque tomaba el láudano de Sydenham, porque iba a los Cauquenes en Chile para hacer baños termales para aliviar los dolores. También padeció enfermedades gástricas, que fueron en definitiva las que lo llevaron a la muerte.

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