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La Gaceta histórica |
Llegó diciembre y como todos los años, la Gaceta Histórica se despide hasta marzo. Durante el verano continuaremos acompañándolos con nuestra Gaceta Estival, con notas recreativas y descontracturadas sobre las actividades de ocio de otros tiempos.
Agradecemos, como siempre, a nuestros lectores, que con preguntas y comentarios nos ayudan a crecer y a mejorar nuestra página.
Las casi tres millones de personas que visitaron el sitio durante el año nos llenan de satisfacción y constituyen un gran estímulo para continuar desarrollando contenidos que despierten interés y aporten a la reflexión sobre nuestro pasado.
¡Felicidades y buen 2013 para todos! |
Felipe Pigna |
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Sobre nuestra página |
El Historiador contiene infografías temáticas donde se desarrollan diversos temas (25 de Mayo, la Independencia, el 12 de octubre, el día de la tradición, Manuel Belgrano, José de San Martín y Domingo Sarmiento, 24 de marzo y Guerra de Malvinas) y una cronología multimedia animada que recorre la historia del país y del mundo entre 1776 y 2010, con fotos, mapas, videos, audios y fragmentos musicales. Constituye un paseo ágil y ameno a lo largo de más de doscientos años de historia. El Historiador también incluye una lista de los gobiernos y gabinetes del territorio nacional desde la fundación del virreinato del Río de la Plata hasta 2010, e información sobre instituciones terciarias y universitarias para estudiar historia.
La Galería del Bicentenario propone un recorrido por la historia del país, entre 1810 y 2010, a través de pinturas, ilustraciones y fotografías. Las secciones Publicidades y Humor histórico constituyen nuevas perspectivas para abordar la historia a lo largo del siglo XX. Pueden consultarse también las secciones de biografías, entrevistas, audios, filmografía, artículos, documentos, efemérides y estadísticas poblacionales. La sección La frase del día contiene frases relacionadas con las efemérides de cada día con una breve explicación del contexto en el que fueron articuladas. La página además ofrece un servicio gratuito de respuesta sobre temas relacionados con la historia del país.
El Historiador tiene su registro ISSN (International Standard Serial Number), otorgado por el Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica (CAICYT), un organismo creado por el CONICET para brindar servicios sobre información y documentación científica y tecnológica.
En el 2010, El Historiador obtuvo el premio Mate.ar de plata en la categoría “arte y cultura”, un reconocimiento a todo el trabajo que venimos realizando desde hace ya varios años. |
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ÍNDICE |
· Efemérides de diciembre
· El rescate
· Noticias
· Difusión
· Lanzamiento de libros
· Staff
Un producto de El Historiador |
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YA SALIÓ! |
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Evita, Jirones de su vida, la primera biografía de Felipe Pigna, la presenta en toda su complejidad, desde su infancia hasta su transformación en una de las personalidades de mayor trascendencia política... |
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FELIPE PIGNA EN TV |
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» "Qué fue de tu vida"
Este ciclo de entrevistas, conducido por Felipe Pigna, permitirá conocer los aspectos más destacados de la vida de personalidades del país y el exterior, con reconocida trayectoria en el ámbito cultural y político. Todos los viernes a las 22:30 Hs. en Canal 7 TV Pública.. |
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FELIPE PIGNA EN RADIO |
» "Historias de nuestra historia"
Radio Nacional AM 870.
El nuevo ciclo de Felipe Pigna en Radio Nacional 'La radio pública'. Todos los domingos a las 13:15 Hs.
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12 DE OCTUBRE |
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Esta entrega de Historias de nuestra historia, colección pensada escrita y dirigida por Felipe Pigna, te contamos los hechos que rodearon la llegada de los europeos a América y el inicio de la Conquista. |
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LA HISTORIETA ARGENTINA |
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La campaña del desierto, el decimo número de la colección, Editorial Planeta, se consigue en librerías. Con guión de Esteban D’Aranno, Julio Leiva y Felipe Pigna, e ilustraciones de Miguel Scenna. |
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Efemérides |
» Las destacadas del mes |
1º de diciembre
Se conmemora en esta fecha el día mundial de la lucha contra el SIDA.
1828: El general Juan Galo de Lavalle encabeza una sublevación contra el gobierno del coronel Manuel Dorrego a quien depone.
3 de diciembre
1805: Tiene lugar la batalla de Austerlitz, una de las más grandes victorias militares de Napoleón.
1905: Nace en Buenos Aires el pianista, director de orquestas de piano y compositor Osvaldo Pugliese.
1956: Tiene lugar el desembarco del barco Granma en las costas de Cuba.
1990: El coronel Mohamed Alí Seineldín encabeza un alzamiento militar carapintada contra el gobierno del entonces presidente Carlos Saúl Menem.
6 de diciembre
1820: Tiene lugar la batalla de Pasco entre las fuerzas emancipadoras y las tropas realistas, que fueron derrotadas completamente.
1866: Se produce una rebelión del general Felipe Varela contra el gobierno de Bartolomé Mitre.
1868: Nace el doctor Lisandro de la Torre, fundador del Partido Demócrata Progresista.
7 de diciembre
1941: Se produce el ataque japonés a la flota estadounidense en Pearl Harbor.
8 de diciembre
1829: El coronel Juan Manuel de Rosas es proclamado gobernador y capitán general de Buenos Aires.
9 de diciembre
1824: Tiene lugar la batalla de Ayacucho, donde quedó sellada la independencia de América del Sur.
10 de diciembre
1948: La Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la Declaración Universal de Derechos Humanos.
1983: El doctor Raúl Alfonsín asume como presidente de la Argentina, poniendo fin a una dictadura de más de siete años.
1991: El Consejo Europeo firma el Tratado de Maastricht, que transformó a la Comunidad Europea en la Unión Europea.
13 de diciembre
1828: El coronel Manuel Dorrego es fusilado en Navarro por orden del general Juan Galo de Lavalle.
1907: Se descubre oficialmente petróleo en Comodoro Rivadavia.
15 de diciembre
1983: El presidente Raúl Alfonsín aprueba el decreto 187, que estableció la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas de la Argentina (CONADEP).
17 de diciembre
1819: Simón Bolívar crea en Angostura la República de la Gran Colombia.
1830: Muere en Santa Marta, Colombia, el general Simón Bolívar.
1939: El acorazado alemán Admiral Graf Von Spee es hundido por su propio capitán frente a la costa de Uruguay, para evitar ser capturado por la escuadra británica, que lo tenía acorralado.
1996: El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) asalta la Embajada de Japón en Lima, toma casi un centenar de rehenes y solicita la liberación de los presos políticos de su organización.
20 de diciembre
1860: Carolina del Sur se separa de la unión con los Estados Unidos, dando origen a la Guerra de Secesión estadounidense.
2001: En medio de una crisis social, económica e institucional, el presidente argentino Fernando de la Rúa presenta su renuncia bajo una fuerte presión popular. El día anterior De la Rúa había decretado el estado de sitio, lo que originó una represión que dejó más de 20 muertos.
21 de diciembre
1631: Muere Hernando Arias de Saavedra, más conocido como Hernandarias, primer gobernador criollo de Buenos Aires.
1991: La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) dejó formalmente de existir.
22 de diciembre
1981: El teniente general Leopoldo F. Galtieri asume la presidencia de la Nación.
23 de diciembre
1951: Muere en Buenos Aires Enrique Santos Discépolo.
1986: Se sanciona durante el gobierno del doctor Raúl Alfonsín la Ley 23.492 de Punto Final.
25 de diciembre
La Iglesia Católica y la Iglesia Protestante celebran la Navidad, conmemorando el nacimiento de Jesús de Nazaret.
26 de diciembre
1778: Muere Pedro de Ceballos Cortés y Calderón. Fue el primer virrey del Río de la Plata.
1893: Nace el fundador de la República Popular de China, Mao Zedong
28 de diciembre
1990: El entonces presidente Carlos Saúl Menem anuncia los indultos de los ex comandantes de las Juntas Militares argentinas. Al día siguiente firmarían los decretos que pondrían en libertad a muchos de los responsables de las torturas y desapariciones.
29 de diciembre
1933: Se produce un intento de revolución en Santa Fe contra el gobierno del general Agustín P. Justo.
30 de diciembre
1922: El Congreso de los Soviets aprueba la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.). |
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El Rescate |
Esta sección está destinada al rescate de documentos históricos trascendentes tanto para la investigación histórica como para el estímulo de la reflexión presente. El material seleccionado –cartas, artículos, entrevistas– se encuentra en sintonía con algunas de las más destacadas efemérides del mes. |
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La batalla de Ayacucho y el fin del dominio español en América |
Antes de la batalla de Ayacucho, a finales de 1824, no era indefectible una victoria patriota. El reino español había enviado numerosos refuerzos, varios buques que habían vuelto a dominar las costas del Pacífico y habían tomado el puerto de El Callao, a la entrada de Lima. A finales de octubre, Simón Bolívar, entonces Dictador del Perú, y su gran aliado José Antonio de Sucre, se debatían sobrea cómo resistir los embates realistas, cuyas tropas buscaban cortar los caminos de los patriotas y disponerlos a combatir. Luego de algunos pocos encontronazos, las filas comandadas por el mariscal Sucre llegaron el 9 de diciembre a la pampa de Ayacucho, al sur del Perú, donde se detuvieron y tomaron posiciones. Eran unos seis mil hombres, los que esperaban hacer frente a unos diez mil, comandados por el virrey del Perú, José de la Serna, que componían el último ejército realista en América del Sur.
En el campo de batalla, desde el inicio de las operaciones, los patriotas desbarataron los planes del ejército realista. Pasado el mediodía, el virrey había caído prisionero y la bandera de Colombia flameaba sobre las faldas del cerro Condorkanqui. La acción había terminado y la independencia de América del Sur quedaba asegurada. En el campo de batalla quedaron 1.400 realistas y 309 patriotas muertos.
Al conocerse el rumbo de la batalla, las guarniciones realistas que quedaban en el territorio entregaron sus armas y sólo una, en El Callao, debió ser abatida, tiempo después. La victoria de Ayacucho fue el éxito del “plan sanmartiniano”.
Para recordarla reproducimos un fragmento de un libro sobre la batalla que selló la independencia de América tras más de catorce años de luchas. |
Fuente: Eduardo L. Colombres Mármol, La batalla de Ayacucho en la gestación de la Patria Grande, Universidad de Buenos Aires, 1974, págs. 12-28. |
Como todo acontecimiento, también el que ahora conmemoramos tiene sus antecedentes, que forman el marco dentro del cual se desarrolla. (...)
La campaña libertadora, jalonada de triunfos y reveses, de optimismos y desalientos, pero siempre iluminada por la segura esperanza del éxito final, lleva ya bastantes años de penurias y desastres. Las tropas están diezmadas por luchas y enfermedades, y los pueblos, empobrecidos por sus dolorosas consecuencias.
Estamos en 1822. San Martín, siente el peso de su responsabilidad por tantos sufrimientos y angustias. Comprende que es necesario acelerar las operaciones y coronarlas, cuanto antes, con un triunfo definitivo. Se perfila así su futura cita con el Libertador del Norte.
Bolívar, por su parte, entusiasmado con los triunfos obtenidos por San Martín, ansía que llegue el momento de conocer, personalmente, al gran caudillo argentino, estrechar su mano y manifestarle su admiración, idéntica a la que siente éste, por él. Y el momento tan esperado llega al fin; cuando ambos jefes realizan su anhelada entrevista. (...)
Es sabido que el “misterio” de aquellas conversaciones quedó plenamente descifrado, con las cartas escritas por San Martín a Bolívar desde Lima, luego de la entrevista, y con las que escribió, después, a Miller en 1827 y a Castilla en 1848, mediante las cuales queda comprobada su tentativa de convencer a Bolívar, de que sólo la reunión de sus ejércitos podría igualar el poderío de los realistas, a fin de librar contra ellos la batalla final. Y que de no hacerse esto, la lucha se prolongaría por tiempo indefinido, causando la ruina de los pueblos. (...)
Desdichadamente, la lucha se extendió hasta Ayacucho y aún después de Ayacucho, es decir, hasta tres años y cuatro meses luego del retiro de San Martín, cuando el último y valiente español, el brigadier José Ramón Rodil, rindió la fortaleza de El Callao en 1826. (...)
Lo cierto es que, autoeliminado San Martín del teatro de la guerra, mediante un renunciamiento sin par en la historia, Bolívar penetró con su ejército en el Perú, un año después.
En el capítulo “Última fase de la guerra de la Independencia” del libro “The Liberators”, editado en Londres en 1969, dice la escritora inglesa Irene Nicholson, lo siguiente: “En los días del retiro de San Martín era vitalmente necesaria la unidad de los hispanoamericanos, porque los realistas todavía no estaban plenamente derrotados.
Después del encuentro de los dos Libertadores, Bolívar se vio forzado a una posición defensiva; y, a pesar de… que luego fue investido de la suprema autoridad militar de 1824, cuando pudo reorganizar el Ejército…
En esta ocasión, contaba con la asistencia del general Miller, que había prestado –hasta 1822- leales servicios a San Martín…”
Con todo, no era fácil la empresa y su victoriosa coronación, pues, los realistas dominaban a Lima y El Callao, puntos importantes que habían recuperado y mantenían como fortalezas inexpugnables. Se requería, pues, atraerlos hacia otros escenarios, bien alejados de aquella capital, así como de su puerto y también del Alto Perú, donde Olañeta comandaba fuerzas nada despreciables. (…)
En noviembre de 1824 se acercaba el final, y Bolívar creyó necesario dirigir unos sabios consejos a Sucre. Fueron los siguientes: “…es preciso tener una extraordinaria circunspección y sumo tino en las operaciones para no librar la batalla… sin tener una absoluta seguridad de un suceso victorioso… Hay que tener en cuenta –agrega- que el Genio de San Martín nos hace falta y sólo ahora comprendo por qué se dio el paso, para no entorpecer la libertad que con tanto sacrificio había conseguido para tres pueblos… Esa lección de táctica y de prudencia que nos ha legado este gran General –le dice finalmente Bolívar a Sucre- no la deje de tomar en cuenta V.S. para conseguir la victoria”.
Esta carta revela la hombría de bien del Libertador de Colombia y su nunca desmentida admiración por San Martín. Fue remitida a Sucre dos años después de la partida de San Martín del Perú, y un mes antes de la Batalla de Ayacucho. (…)
En aquellos momentos de negra incertidumbre, a nadie puede extrañar que Bolívar pensara en la capacidad organizadora de San Martín y sintiera la falta de colaboración que el genio militar del argentino podría prestarle. Porque no hay nada más poderoso que los reveses de la vida, ni más dura maestra que la fatalidad, para abatir a los grandes hombres y hacerles recordar a sus pares en la gloria. Y aquellas eran horas fatales para Bolívar. En medio de tan tremenda circunstancia, aproximábase la hora definitiva...
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La ejecución de Dorrego, según José Tomás Guido |
Tras la sublevación de Juan Lavalle, el 1º de diciembre de 1928, el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, militar independentista de la primera hora y partidario del federalismo, Manuel Dorrego, se refugió en las afueras de la ciudad, más precisamente en Cañuelas. Allí, apenas tuvo tiempo de pensar lo que había ocurrido en los últimos tiempos: la disolución del gobierno nacional de Rivadavia, su asunción como gobernador, el arreglo del fin de la guerra con el Brasil y la independencia de la Banda Oriental, la crisis de recursos, los enemigos de la causa federal que reagrupaban sus fuerzas.
La rebelión inspirada por Lavalle, José María Paz y Salvador María del Carril, entre otros, había logrado rápidamente hacerse del gobierno porteño. No eran pocos los que seguían a Dorrego y buscarían recuperar el poder. El 9 de diciembre, se encontraron las tropas de Dorrego y las de Lavalle en Navarro, 100 kilómetros al sudoeste de la capital.
Las tropas de Dorrego eran tres veces superiores, pero las de Lavalle traían la amargura de la derrota con el Imperio de Brasil convertida en fuerza. Fueron, de hecho, las propias fuerzas del depuesto gobernador las que se rebelaron ante la derrota, tomando prisionero a su jefe.
En esas circunstancias, Dorrego solicitó el destierro a los Estados Unidos, propuesta que no desagradaba a muchos de los líderes rebeldes y que reclamaron diplomáticos ingleses y franceses. El mismo general y terrateniente Díaz Vélez había considerado en carta a Lavalle: “...estoy persuadido de que Dorrego no debe morir. Los males que ha causado son grandes, pero la dignidad del país, a mi ver, así lo exige”.
Pero hombres como Juan Cruz Varela y Salvador María del Carril empujaban en otra dirección, y Lavalle se encontraba entre ellos. El nuevo gobernador bonaerense ordenó la ejecución del líder federal al llegar al campamento, el 13 de diciembre de 1828. El mismo día, Lavalle informó a Buenos Aires: “Participo al gobierno delegado que el coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden, al frente de los regimientos que componen esta división. La historia, señor ministro, juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir… Quisiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires que la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que puede hacer en su obsequio”.
Recordamos las circunstancias de su ejecución, sus funerales, realizados un año después de su muerte, y algunos rasgos salientes de su personalidad con las palabras que publicara José Tomás Guido, uno de sus primeros biógrafos, más de cincuenta años después de aquellos luctuosos sucesos. |
Fuente: José T. Guido, Biografía de Manuel Dorrego, Buenos Aires, Imprenta y Librerías de Mayo, 1877, 44-50. |
Dorrego (…) pidió a La Madrid, compadre suyo, le acompañase al lugar de la ejecución. Éste contestó: “No tendré valor para presenciar la muerte de un amigo”. Quiso a lo menos cambiar de chaqueta con él. Hecho esto, y después de entregarle otras prendas de su uso, como memoria a sus dos hijas que iban a ser huérfanas, dijo: “Ya estoy pronto”. Se le instó subiese a un carruaje, porque había que andar alguna distancia, a lo cual replicó: “No: mis piernas están tan firmes como mi corazón”.
Pónese en marcha: ninguna insignia decoraba su traje. Una corbata negra ocultaba las gloriosas y antiguas cicatrices de su cuello.
Al llegar al cuadro formado en medio de todo el ejército, saluda cortésmente al oficial de la escolta que le acompañaba. Se postra para recibir del ministro de Dios su última absolución. En seguida, levantándose, pide un abrazo al oficial encargado de mandar el fuego, y le recomienda transmitir en su nombre esta señal de cariño a todos sus compañeros.
Se vendan sus ojos animados por la llama de un sentimiento sublime; y en el instante mismo en que se escondía el sol de aquella tarde, resonó la horrible detonación de las armas que arrancaron en su verdor la vida de Manuel Dorrego. El cadáver del Jefe supremo de la República permaneció arrojado por algunas horas, hasta que se le dio humilde sepultura, sin féretro, cerca de la capilla del pueblito.
La noticia cayó en Buenos Aires como un rayo. No se veía en todos los semblantes sino la consternación o el temor.
Unas modestas exequias anunciadas a los pocos días en San Francisco atrajeron un concurso extraordinario en que todos pagaron el tributo de la más viva sensibilidad.
Un año después, el pueblo entero asistía durante tres días a los funerales decretados por el gobierno del general Viamonte. (sic) Exhumados los restos fueron conducidos decorosamente a San José de Flores. Ese vecindario asistió a los sufragios religiosos, y al panegírico que produjo honda sensación. Siguió el convoy a Buenos Aires, depositando los despojos mortales en la iglesia de la Piedad, de donde fue a recibirlos el Gobierno para transportarlos a un salón del Fuerte convertido en capilla ardiente. En ella se dijeron misas desde las cuatro de la mañana hasta las diez. Las preces del clero y de los ciudadanos dieron a ese lugar el aspecto de una romería a la tumba de un mártir o de un apóstol en los orígenes del Cristianismo.
La Catedral recibió ese depósito en un catafalco donde fue colocado por cuatro generales. La pompa de la iglesia católica acompañó los ritos consagrados por ella a los difuntos. Nunca se elevaron bajo esas bóvedas augustas tantos suspiros envueltos en incienso. Se pronunció por el canónigo Figueredo una oración fúnebre que él empezó con las palabras del libro de los Macabeos sobre Jonatan. En el mismo tiempo se celebraba una misa de “réquiem” en todos los curatos de la provincia, y se había decretado un luto de tres días.
El gobernador Rosas, con todas las corporaciones del estado y con el hermano del finado, asistía a la ceremonia.
Nunca desde el tiempo en que las reliquias de germánico fueron llevadas a Roma por su viuda se había visto a un pueblo lamentar más sinceramente la pérdida de uno de sus hijos.
Después, un carro de forma antigua y arrastrado por los ciudadanos, atravesó lentamente la ciudad. Los inválidos, los ancianos, los mendigos, los niños de las escuelas, seguían las filas compactas de un cortejo brillante que parecía interminable. Todo el ejército hacía los honores prescriptos para los Jefes Supremos de las Naciones. Durante el trayecto, guirnaldas de flores eran arrojadas sobre el carro por las manos de la belleza. Las salvas de artillería de los fuertes y de las estaciones navales retumbaban cada cuarto de hora durante todo el día, y se mezclaban a las graves armonías de una música triunfal.
Disipábanse ya las últimas vislumbres de la tarde, cuando esa marcha terminó en el cementerio. Allí Rosas leyó al reflejo de una antorcha este discurso: “¡Dorrego! ¡Víctima ilustre de las disensiones civiles! Descansa en paz… La Patria, el honor y la religión han sido satisfechos hoy, tributando los últimos honores al primer magistrado de la República, sentenciado a morir en el silencio de las leyes. La mancha más negra en la historia de los argentinos ha sido ya lavada con las lágrimas de un pueblo justo, agradecido y sensible. Vuestra tumba, rodeada en este momento de los representantes de la Provincia, de la magistratura, de los venerables sacerdotes, de los guerreros de la independencia, y de vuestros compatriotas dolientes, forma el monumento glorioso que el gobierno de Buenos Aires os ha consagrado ante el mundo civilizado… monumento que advertirá hasta las últimas generaciones, que el pueblo porteño no ha sido cómplice en vuestro infortunio… Allá, ante el Eterno, árbitro del mundo, donde la Justicia domina, vuestras acciones han sido ya juzgadas: lo serán también las de vuestros jueces, y la inocencia y el crimen no serán confundidos… Descansa en paz entre los justos… Adiós, Dorrego, adiós para siempre”.
Las palabras que acaban de leerse eran dignas de la ocasión. Dominaba en ellas la razón de Estado; pero la historia, y aun la biografía, tienen la misión de dar a las acciones humanas su nivel, y austero culto a la verdad.
El examen atento del carácter y de los hechos de Dorrego no le presentan como un modelo del militar y del ciudadano en su significación más elevada. Faltó frecuentemente a uno de los primeros deberes del soldado, que es la subordinación. Como republicano, no tuvo la pureza que admiramos en otros ciudadanos. Halagó pasiones de la muchedumbre, y no fue escaso de promesas a sus amigos ni de sarcasmos a los que no lo fueron. Abusó de los resortes electorales, aprovechando los elementos que estaban más a mano. Alentó la vanidad de caudillos, que él miraba como instrumentos de su elevación. Su correspondencia con ellos deja traslucir el deseo inmoderado de suplantar a sus rivales. El elogio a esos corresponsales no podía ser sincero, y cuando en una de sus cartas ofrecía al gobernador vitalicio de Santiago, don Felipe Ibarra, enviarle una espada de oro, reiría interiormente del dudoso mérito del correligionario. Tales defectos magnificados por sus enemigos, prepararon quizás la catástrofe. Pero ésta es solamente una faz de su figura histórica. Sus talentos fueron sobresalientes. Tenía las mejores dotes del tribuno popular y del orador parlamentario. Nadie le aventajó en la claridad y en la rapidez de concepción entre sus colegas del Congreso General Constituyente. Su corazón simpatizaba con todo lo grande y con todo lo bueno. Sintió con vehemencia el amor, la amistad, la admiración. Ardiente en los combates tuvo horror a la sangre y clemencia con el vencido, llegando a cubrir con sus propios vestidos al enemigo caído. Pagó el mal haciendo todo el bien posible, y salvando a sus perseguidores. En fin, durante su gobierno, desplegó para con sus opositores de la víspera una moderación que hubiera debido desarmarlos.
Sorprendido por la muerte sentía en su pecho el fuego juvenil, la vio llegar con la serenidad de un soldado argentino, y con la mansedumbre de los héroes cristianos.
Parecía que entre un ser tan noble y el cadalso había la distancia inconmensurable del zenit al ocaso.
Hubo sin embargo quien osó arrebatar a la naturaleza sus derechos y a la justicia su balanza. Las leyes divinas y humanas fueron conculcadas por el general don Juan Lavalle en ese cruento sacrificio. ¿Qué víctima era ésta, coronada con los laureles de la independencia americana, y rodeada de primicias de la paz que acababa de ofrecer a su patria? Dorrego, glorioso e inocente, era inviolable. Jamás soldado alguno arrojó sobre su conciencia mayor responsabilidad que Lavalle. Su ignorancia del derecho público, o su odio inconcebible, no disminuyen la magnitud del atentado consumado por su rebelión.
Así, ni los antecedentes esclarecidos de este general, ni su empresa para derrocar la dictadura, bastarían a redimirle, si su arrepentimiento tardío y su fin lamentable no hubiesen convertido en tristeza el rubor de sus conciudadanos.
Hay algo en el fondo de este episodio lúgubre que puede modificar el criterio de la posteridad.
Existen razones poderosas para admitir que su fatal determinación le había sido sugerida en conciliábulos secretos por otros hombres cuyos principios le merecían absoluta confianza y por muchos de sus compañeros de armas.
Los nombres de aquellos conjurados fueron el tema de publicaciones en ambos mundos, pero no podemos, después de medio siglo, hacernos el eco de esas confidencias, cuando falta la evidencia perfecta, y cuando el error en éste casi sería la calumnia.
Hoy bajo un mismo cielo, testigo de esta inmolación, reposan eternamente casi justos, el ajusticiado de Navarro y el sacrificador. Sus urnas cinerarias, protegidas por la piedad, genio divino inclinado sobre los sepulcros, ofrecen lecciones más imperecederas que el cedro de que están fabricadas. |
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"Yira… yira…, el más mío de los tangos", por Enrique Santos Discépolo |
Siempre se ha dicho que la vida de Enrique Santos Discépolo fue un ir y venir. “Soy búmeran por temperamento”, solía bromear, mientras se comparaba con los criminales, los novios o los cobradores, para sentenciar: “Yo regreso siempre”. Y esta misma vida lo llevaba a conocer la soledad absoluta, por momentos, pero también, en otros, sentirse miembro de la más extensa familia: el pueblo argentino.
Nacido en el barrio porteño de Balvanera, el 27 de marzo de 1901, hijo de un músico de orquesta, quedó pronto huérfano y a cargo del mayor de sus cuatro hermanos, Armando, que fue quien lo encaminó por el mundo de la cultura popular: la música, el teatro, la literatura.
Con apenas 16 años debutó como actor y poco tiempo después se animó a escribir sus primeras obras de teatro y letras de tango: “El bizcochito” y la más conocida “Qué Vachaché” son letras de los años 20, en su más temprana juventud. En muy poco tiempo, sus letras serían interpretadas por grandes cantantes como Azucena Maizani, Tita Merello y el mismísimo Carlos Gardel, mientras continuaba su labor actoral, y en la década siguiente podría conocer el mundo artístico de Europa.
Cuando ya en su repertorio contaba con letras como “Yira y yira”, “Qué sapa señor”, “Malevaje” y “Soy un arlequín” y la más cruda descripción de la “Década Infame” con “Cambalache”, apareció el peronismo, con el que simpatizó fervorosamente y defendió desde las trincheras radiales, con su programa “Mordisquito”. En 1951, protagonizaría el recordado film “El hincha”, pero hacia fines de aquel año, el 23 de diciembre, un síncope al corazón terminaría con su vida.
Para recordarlo, transcribimos a continuación sus recuerdos sobre cómo escribió “Yira… yira…”, uno de sus tangos más emblemáticos, inspirado en un momento de su vida de “de trabajos, fatigas, luchas y contratiempos”, “de dificultades diarias, de la injusticia, del esfuerzo que no rinde, de la sensación de que se nublan todos los horizontes, de que están cerrados todos los caminos”. |
Fuente: Escritos inéditos de Enrique Santos Discépolo. Introducción y comentarios: Norberto Galasso, Buenos Aires, Ediciones del Pensamiento Nacional, 1986, págs. 28-30. |
Cómo escribí “Yira... yira...”
“Yira... yira...” surgió, tal vez, como el más espontáneo, como el más mío de los tangos, aunque durante tres años me estuvo “dando vueltas”. Porque sí está inspirado en un momento de mi vida. Venía yo, en 1927, de una gira en la que nos había ido muy mal. Y después de trabajos, fatigas, luchas y contratiempos regresaba a Buenos Aires sin un centavo. Me fui a vivir con mi hermano Armando a una casita de la calle Laguna. Allí surgió “Yira... yira...”, en medio de las dificultades diarias, del trabajo amargo, de la injusticia, del esfuerzo que no rinde, de la sensación de que se nublan todos los horizontes, de que están cerrados todos los caminos. Pero en aquel momento, el tango no salió. No se produce en medio de un gran dolor, sino con el recuerdo de ese dolor.
“Yira... yira...” nació en la calle. Me la inspiraron las calles de Buenos Aires, el hombre de Buenos Aires, la rabia de Buenos Aires... La soledad internacional del hombre frente a sus problemas...
Yo viví la letra de esa canción. Más de una vez. La padecí, mejor dicho, más de una vez. Pero nunca tanto como en la época en que la escribí. Hay un hambre que es tan grande como el hambre del pan. Y es el hambre de la injusticia, de la incomprensión. Y la producen siempre las grandes ciudades donde uno lucha, solo, entre millones de hombres indiferentes al dolor que uno grita y ellos no oyen. Londres gris, Nueva York gris, Buenos Aires..., todas deben ser iguales... Y no por crueldad preconcebida sino porque en el fárrago ruidoso de su destino gigante, los hombres de las grandes ciudades no pueden detenerse para atender las lágrimas de un desengaño. Las ciudades grandes no tienen tiempo para mirar el cielo... El hombre de las ciudades se hace cruel. Caza mariposas de chico. De grande, no. Las pisa... No las ve... No lo conmueven...
Yo no escribí “Yira... yira...” con la mano. La padecí con el cuerpo. Quizás hoy no la hubiera escrito porque los golpes y los años serenan. Pero entonces tenía veinte años menos y mil esperanzas más. Tenía un contrato importante con una casa filmadora que equivocadamente se empeñaba en hacerme hacer cosas que me desagradaban como artista... Como hombre digno. Y me jugué. Rompí el contrato y me quedé en la calle. En la más honda de las pobrezas y en la más honrada soledad...
“Yira... yira...” fue una canción de la calle, nacida en la calle cuando le mordía el talón a los pasos de los hombres.
Grité el dolor de muchos, no porque el dolor de los demás me haga feliz, sino porque de esa manera estoy más cerca de ellos. Y traduzco ese silencio de angustia que adivino. Usé un lenguaje poco académico porque los pueblos son siempre anteriores a las academias. Los pueblos claman, gritan, ríen y lloran sin moldes. Y una canción popular debe ser siempre el problema de uno padecido por muchos...
Yira… yira…
Cuando la suerte, que es grela,
fayando y fayando te largue parao;
cuando estés bien en la vía,
sin rumbo, desesperao;
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer
secándose al sol;
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que te haga morfar,
la indiferencia del mundo,
que es sordo y es mudo,
recién sentirás.
Verás que todo es mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa,
yira... yira...
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una ayuda,
ni una mano, ni un favor.
Cuando estén secas las pilas
de todos los timbres que vos apretás
buscando un pecho fraterno
para morir abrazao;
cuando te dejen tirao,
después de cinchar,
lo mismo que a mí;
cuando manyés que a tu lado
se prueban la ropa que vas a dejar
te acordarás de este otario
que un día, cansado,
se puso a ladrar. |
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Lucio Vicente López, y el pensamiento conservador |
Lucio Vicente López no podía menos que tener una vida política y social intensa. Su padre era nada menos que Vicente Fidel López, ministro, diputado y uno de los fundadores de la historiografía argentina, y su abuelo fue Vicente López y Planes, gobernador bonaerense, presidente de las Provincias Unidas y creador del Himno Nacional.
Nacido en Montevideo, el 13 de diciembre de 1848, durante el exilio rosista de su familia, Lucio V. López no faltó a su apellido. De joven mostró aptitud para la escritura, estudió Derecho en la Universidad de Buenos Aires y trabajó como secretario universitario de la mano del reconocido Juan María Gutiérrez, y alcanzó luego importantes cargos académicos.
Como escritor, es reconocido por su aporte a los orígenes de la novela nacional. Su obra emblemática fue escrita a comienzos de la década de 1880. La gran aldea, publicada primero como folletín y, posteriormente, como libro, describió con tonos sarcásticos y pesimistas la vida social y política porteña de dos épocas: el modesto escenario porteño de mediados de siglo XIX y la bullente ciudad de fin de siglo.
Al mismo tiempo, se destacó en las filas del periodismo, a través de las cuales se abrió camino en la vida política. Militante autonomista, seguidor de Adolfo Alsina, fue electo diputado para la legislatura porteña y, posteriormente, para el Congreso Nacional. En 1890, participó de la Revolución del Parque y más tarde, en 1893, fue designado interventor federal de la Provincia de Buenos Aires, tarea que cumplió por casi un año, hasta que aceptó un reto que sería final. Años atrás había denunciado al coronel Carlos Sarmiento por estafar al Estado nacional en un negocio de tierras. Al salir de la cárcel, Sarmiento lo retó a un duelo en público, que López aceptó. El 28 de diciembre de 1894, por la mañana, tras un primer intento sin aciertos, una bala le atravesó el hígado y los intestinos, poniendo fin a su vida.
Recordamos el día en que fue designado como primer catedrático de Historia Argentina en la UBA, en 1877, con una de sus frases, un fiel reflejo del pensamiento conservador de este protagonista de la historia nacional, atemorizado por una realidad cambiante, perturbadora de una tradición que instaba a recuperar. |
Fuente: Discurso pronunciado por el Dr. Lucio V. López en la colación de grados de la Facultad de Derecho el 24 de mayo de 1890; en Lucio Vicente López en el cincuentenario de su muerte (1894 – 1944), Comisión de homenaje, 1944, págs. 25-31. |
¿Cómo pretender formar, en una sociedad nueva, estanque inmenso en que se derraman todas las corrientes del mundo, una raza pura, selecta y letrada? … Lo sé; nosotros, los contemporáneos, vemos la ola invasora que nos anuncia la inundación por todas partes. Esos grupos de hombres, mujeres y niños, que pululan en las riveras de nuestras ciudades, llevando todavía sus trajes nacionales, hablando mil dialectos y ninguna lengua, vástagos de germanos y de italiotas, de galos y de godos, inmensa polenta humana, constituirán sin duda las familias patricias del porvenir…
Nuestras democracias sudamericanas corren el peligro de hacerse plebeyas e ignorantes; y los esfuerzos de los hombres de pensamiento deben dirigirse a prevenir los estragos de este género de democratización de la igualdad, de la libertad y del falso liberalismo; pero para detener la protesta en sus mismos labios, me bastará recordar que la democracia, como todo gobierno bien entendido, es el respeto a todos los derechos por todos los poderes; el gobierno de las clases intelectuales, de los varones justos y capaces de la república.
Entonces yo digo, señores, que es gran deber, gran virtud, gran imperio, volver al pasado, inspirarnos en la influencia clásica de la revolución argentina, defender a la América del materialismo que la amenaza, ser dignos para ser fuertes, ser fuertes para ser grandes. Volver al pasado quiere decir releer nuestra historia, respetar el talento, combatir la mediocridad, demoler el cosmpolitanismo y trazar de una vez con rasgos firmes el perfil definitivo de la patria.
Lucio V. López |
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Noticias |
El zorzal criollo con prontuario de estafador |
Una investigación criminalista da con el prontuario de Carlos Gardel, en el que aparece con el alias de “El pibe Carlitos” y con antecedentes de “estafador por medio del cuento del tío”. El facsímil es del 18 de agosto de 1915. Posteriormente Gardel habría logrado, por orden del presidente Marcelo T. de Alvear, la destrucción de sus prontuarios, pero en la provincia de Buenos Aires alguien logró conservar dos: el que se conoce ahora y uno de 1904, cuando Gardel se fugó del hogar. Mediante estudios forenses se compararon las huellas digitales de 1904, las de 1915 y las de un posterior expediente de 1923 y se determinó así que se trata de la misma persona. En 1904, cuando lo busca su madre, los datos filiatorios son Carlos Gardez, nacido en 1990 en Tolosa (Toulouse), Francia. Es muy probable que el policía que hizo el expediente se haya equivocado poniendo una zeta en lugar de la ese, que era el verdadero apellido de Berta. En 1923, cuando necesitaba sacar pasaporte para su gira al exterior, Gardel se presentó en el consulado uruguayo y dijo que era nacido en Tacuarembó en 1887, hijo de Carlos y Berta Gardel. Se ha dicho que Gardel habría eludido registrarse como ciudadano francés tras el comienzo de la Primera Guerra Mundial para evitar ser enviado al frente de batalla; sin embargo, el forense Raúl Torre asegura: “Los cambios de identidad de Gardel tienen que ver con sus antecedentes en el delito. Cambiaba una letra, lugar de nacimiento, para que no surgiera que era el mismo que figuraba como ‘El Pibe Carlitos, estafador por medio del cuento del tío’”. |
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Hallan elementos arqueológicos en el sitio del Combate de la Vuelta de Obligado |
Arqueólogos hallan una de las baterías que luchó contra ingleses y franceses en el combate de la Vuelta de Obligado, a 18 kilómetros de San Pedro, donde se estima murieron 250 locales y medio centenar de europeos. Fueron encontrados también más de diez mil elementos arqueológicos que permiten trazar una descripción de las condiciones humanas y militares con la que se defendió la soberanía aquel 20 de noviembre de 1845. Los trabajos comenzaron en 2000, cuando emprendieron la búsqueda de las cuatro baterías que enfrentaron a los invasores: Restaurador Rosas, General Brown, General Mansilla y La Manuelita. Tras años de búsqueda, pudieron dar con la batería número uno, especialmente con proyectiles y parte de las maderas robustas que conformaban las defensas. Dos de las baterías son complicadas de excavar: la tercera está tapada por el agua, y la cuarta yace debajo de una casa de familia. Se estima que en la batalla murieron 250 argentinos, y medio centenar de europeos. |
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Hallan documentos históricos en Recoleta |
Un hombre puso en venta por internet documentos históricos, presumiblemente robados de alguna dependencia oficial. Pedía entre 300 y 1000 dólares. Fue descubierto luego de que personal del Archivo General de la Nación (AGN) visitara el sitio web donde ofrecía el material. Efectivos de la Sección de Protección del Patrimonio Cultural del Departamento Interpol de la Policía Federal allanaron un departamento en Recoleta, ubicado en French 3050, y secuestraron 19 carpetas con 115 folios de documentos históricos de 1803 a 1848. |
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El tesoro de la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes será enviado al Museo ARQUA de Cartagena |
El gobierno español decidió el destino del tesoro rescatado por la empresa Odyssey en 2007 frente a la costa de Portugal, donde se encontraron los restos de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundida el 5 de octubre 1804. Se trata del mayor tesoro submarino jamás encontrado en la historia. Se estima que en el segundo semestre de 2013 será exhibido en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQUA), ubicado en Cartagena, España. Las 14,5 toneladas de la carga, entre las que se encuentran 574.553 monedas, llegaron a Torrejón de Ardoz el pasado 25 de febrero en dos aviones Hércules y el 2 de diciembre fueron trasladadas al ARQUA, donde se realizarán los trabajos técnicos correspondientes, que incluirán las labores de documentación, análisis, tratamiento y restauración del material recuperado. |
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Los sefaradíes podrían adquirir la nacionalidad española de manera automática |
Todos los sefaradíes, descendientes de los judíos que fueron expulsados de España en 1492, podrán adquirir la nacionalidad española de forma automática siempre que acrediten su condición con un certificado de la Federación de Comunidades Judías. Así, los solicitantes, sus cónyuges e hijos menores gozarán de todos los derechos de protección y asistencia consular en España. El nuevo procedimiento legal, según el ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, implica un avance sustancial respecto a la reforma del Código Civil de 1982, que ya permitía otorgar la nacionalidad por carta de naturaleza a los sefaradíes tras dos años de residencia en España. El ministro de relaciones exteriores, José Manuel García Gallardón, sostiene que la medida está dirigida a "los que han sido injustamente privados de su nacionalidad y han recreado a través del afecto una España que nunca se resignaron a perder y que a partir de ahora es tan suya como nuestra, en lo que al derecho se refiere". |
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Encadenan el Coliseo romano para protegerlo |
Cinco millones de visitas anuales ponen en riesgo este colosal monumento. Para evitar su deterioro, el anfiteatro será “encadenado” a fin de mantener a los visitantes a una distancia que permita evitar que sean alcanzados por un desprendimiento o que ellos mismos dañen a este ícono histórico. La superintendente de Bienes Arqueológicos, Mariarosaria Barbera recordó que el Coliseo suele ser agredido por los visitantes que escriben con incisiones sus nombres en las piedras milenarias y explicó que la valla de protección consistirá en unas pequeñas columnas unidas entre sí por unas cadenas. |
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Kefrén podrá volver a visitarse |
El interior de la segunda pirámide más grande de Egipto, construida a mediados del tercer milenio antes de Cristo por orden de Kefrén, cuarto faraón de la IV Dinastía, reabre sus puertas tras una larga restauración. Al interior de la Cámara Real se encuentra el sarcófago de granito. También se podrán visitar otras seis tumbas de la meseta de Gisa. |
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Difusión |
Muestras |
- El comercio y la industria en la argentina. Fotografías 1860-1960. La muestra curada por Abel Alexander y Juan Travnik, se compone de fotos históricas de la Argentina, integrada por imágenes de diferentes colecciones privadas. Podrá ser visitada hasta el 16 de diciembre de lunes a viernes desde las 12 horas y los sábados y domingos desde las 14 horas en el Teatro San Martín. Av. Corrientes 1530. (info)*
- Manuel Belgrano - Fondos documentales del Archivo General de la Nación. Un proyecto del Archivo General de la Nación, con curaduría de la Lic. Magdalena Insausti. Se exhiben por primera vez al público en originales y gigantografías el Oficio de creación de la Bandera, los partes de las batallas de Salta y Tucumán, la creación de la Academia de Dibujo y las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. El guión plantea un recorrido cronológico de la epopeya belgraniana transitado por documentos, cañones, fusiles, platería rioplatense, aperos, lanzas y peinetones. La participación de la mujer y de los indios se materializa a través de los documentos referidos a Juana Azurduy, primera Capitana del Ejército, y a la Declaración de la Independencia en idioma Aymará que recibe Manuel Belgrano. La muestra estará abierta al público hasta el 30 de diciembre de lunes a viernes de 11 a 17 hs, en la sede del Archivo General de la Nación, 25 de Mayo 263. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Teléfono: 4339-0800 interno 71037. (info)*
- Muchas voces, una historia. Argentina 1810-2010, una exposición permanente de la Casa del Bicentenario, que a través de una video-instalación, recorre la historia del país con imágenes y sonidos, intentando dar cuenta de las complejidades y ambigüedades del relato histórico, expresando la pluralidad de voces y perspectivas de la sociedad. Lugar: Riobamba 985; horarios: de martes a domingo y feriados de 14.00 a 21.00 hs. Ingreso permitido hasta 30 minutos antes del cierre. Entrada libre. (info)*
- Los porteños vuelven a jugar y a divertirse con los juguetes de ayer. Muestra de los juguetes de la colección del Museo de la Ciudad. En el museo se podrán ver desde un auto de lata, trenes eléctricos, una colección de soldaditos de plomo hasta diminutas máquinas de coser fabricadas entre 1915 y 1960. Lugar: Defensa 219 / 223; horarios: lunes a domingo y feriados de 11 a 19 hs. Sábados, domingos y feriados de 15 a 19 hs. Entrada general: $1. Miércoles, gratis. Tel. : 4343-2123 / 4331-9855 (info)*
- Museo Histórico Nacional. Se exhiben excelentes grabados, litografías, cuadros, imágenes religiosas y esculturas; banderas, estandartes, armas y uniformes de las guerras de la Independencia; muebles, relojes, partituras, instrumentos musicales y vajillas de las familias tradicionales del siglo XIX; recuerdos de la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, relicarios y miniaturas, daguerrotipos, fotos y tarjetas postales; aperos, ponchos, objetos de plata y prendas gauchas. Entre sus colecciones pictóricas resaltan los cuadros de José Gil de Castro; las pinturas de Cándido López, un valioso testimonio de la Guerra del Paraguay (1865-1870). También cuentan con los pianos y los forte pianos de la familia Escalada, de María Sánchez de Thompson y de Eduarda Mansilla. En el Museo puede visitarse la reproducción del dormitorio de José de San Martín en Boulogne-Sur-Mer (Francia), ambientado con objetos originales de acuerdo al bosquejo enviado por su nieta Josefa Balcarce. El archivo personal de Adolfo Carranza está abierto para los investigadores. Una valiosa biblioteca de alrededor de quince mil volúmenes, dedicada principalmente a la historia argentina y americana, puede ser consultada por el público general. Horario:
De miércoles a domingo, de 11 a 18 hs. Los docentes que deseen visitar el Museo con sus alumnos deben enviar un correo electrónico a educacion@mhn.gov.ar. Dirección: Defensa 1600. Informes 4307-1182. (info)*
- Museo Histórico Nacional del Cabildo y de la Revolución de Mayo. El museo cuenta con modernos sistemas interactivos de comunicación que favorecen la participación del público. Se puede acceder al balcón principal del edificio y visitar todas sus salas además de ver sus históricos túneles, a través de una cámara subterránea. Cuenta con dos pantallas que les permiten a los visitantes interactuar con la imagen del famoso cuadro del 22 de mayo y con un mapa con los puntos geográficos más importantes de la ciudad en los febriles días de la Revolución de Mayo. Dirección: Bolívar 65. Tel.: 4342-6729 y 4334-1782. Visitas guiadas: Miércoles y jueves a las 15.30; Viernes a las 15.30 (gratis); Sábados, domingos y feriados a las 12.30, 14 (gratis) y 15.30. Las visitas pagas incluyen un recorrido virtual en tiempo real de las construcciones subterráneas del Patio del Museo. Los establecimientos educativos deben solicitar turno a visitascabildo@cultura.gov.ar. Dirección: Bolívar 65. Informes: 4342-6729 y 4334-1782. (info)*
- Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco. En su colección permanente se encuentra el patrimonio público de platería colonial sudamericana más importante de Iberoamérica. Su pinacoteca abarca desde la época colonial hasta el período independiente. También exhibe piezas de mobiliario de los S. XVIII y S. XIX, documentos, libros, ornamentos religiosos, grabados, cerámica, indumentaria civil y accesorios femeninos. El edificio, conocido como Palacio Noel, es un excelente exponente del movimiento neocolonial y posee hermosos jardines de inspiración española. Más información en info. Dirección: Suipacha 1422. Tel.: 4327- 0228. Horario: martes a viernes de 14 a 19 hs. Sábados, domingos y feriados de 12 a 19 hs. Lunes cerrado. Entrada general $1.*
- El Museo Nacional de la Historia del Traje expone un recorrido por las diversas piezas de indumentaria. En sus salas se pueden ver colecciones como la moda desde 1850-1915; la moda en los años 20; trajes de baño (1890-1950); los 50's "Juventud y Rebeldía"; los 80's "Extravagantes y Glamorosos"; la moda infantil desde 1860 a 1960, etc. Dirección: Chile 832. Horarios: de martes a domingo de 15 a 19 hs. Visitas guiadas: sábados y domingos a las 17:00 hs. Informes: 4343-8427. (info)*
- Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio Saavedra, Sala Ricardo Zemboraín: Colección de platería urbana del Siglo XIX. Sala tertulias: Mobiliario, iconografía y artes decorativas correspondientes a la 1ª y 2ª mitad del Siglo XIX. Sala independencia: Testimonios del proceso que se inicia con la Invasiones Inglesas, la Revolución de Mayo y la Independencia Sudamericana. Confederación argentina: Aspectos políticos, sociales, y económicos de los gobiernos de Juan Manuel de Rosas. Lujos y vanidades femeninas del siglo XIX: Peinetones, alhajas, relojes, abanicos y otros accesorios de la moda femenina. Sala Leonie Matthis: La plaza de Mayo desde la fundación hasta el fin del Siglo XIX a través de las aguadas de la pintora francesa. Sala moda: Vestimenta masculina y femenina del Siglo XVIII y XIX. Emisiones, inflación y convertibilidad: La Economía Argentina a través de sus diferentes monedas. Sala de armas: Colección de armas de fuego y armas blancas. Sala Keen: Platería rural. Dirección: Crisólogo Larralde 6309. Horario: Martes a viernes de 9 a 18 hs. Sábados, domingos y feriados de 10 a 20 hs. Tel: 4572-0746 / 4574-1328. Visitas guiadas: sábados, domingos y feriados, 17 hs. (info)*
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Cine |
- Néstor Kirchner, la película, de Paula de Luque. Documental sobre el ex presidente argentino, Néstor Kirchner, que construye a partir de una narrativa íntima y de diferentes testimonios, su vida dentro de la política. Ver horarios en info
- Infancia clandestina. Es la historia de la difícil infancia de Juan, un niño que regresa con su familia a la Argentina en 1979, en plena dictadura militar, con una particularidad: sus padres son miembros de la organización político militar Montoneros y retornan al país en el marco de la contraofensiva. Aun bajo severísimas medidas de seguridad, Juan intentará conciliar su condición clandestina con las necesidades que su edad le marcan: la diversión, el primer amor, la escuela. La historia es una especie de autobiografía del director: Benjamín Ávila, hijo de desaparecidos, y cuyo hermano es uno de los 107 nietos recuperados por Abuelas. Apta para mayores de 13 años con reservas. Actores: Natalia Oreiro, César Troncoso, Cristina Banegas, Ernesto Alterio, Teo Gutiérrez Moreno. Director: Benjamín Ávila. Drama. Duración: 109 min. Varias funciones. (info)*
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Concursos |
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* Se recomienda constatar vigencia de los eventos y cambios de horario. |
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Lanzamiento de Libros |
Argentina, de Jorge Gelman (comp.), MAPFRE y Taurus. Con el lanzamiento de los últimos tres tomos, se completa esta nueva historia contemporánea del país dirigida por Jorge Gelman en el marco de la Colección de América Latina en la Historia Contemporánea. Los nuevos tomos son: tomo III, Argentina. La apertura al mundo. 1880-1930 (coord. Eduardo José Míguez); tomo IV: Argentina (1930-1960) Mirando hacia dentro (coord. Alejandro Cattaruzza) y tomo V: Argentina (1960-2000) La búsqueda de la democracia. (coord. Mariano Ben Plotkin). (info)
La Perla. Historia de un campo de concentración, de Ana Mariani y Alejo Gómez Jacobo, Aguilar, 2012, 480 págs. $129. El libro reúne testimonios inéditos sob56. Con documentos desclasificados del gobierno argentino, juicios por los derechos humanos y análisis de propaganda política, la investigación se centra en el estudio del consentimiento de la población civil y de las potencias extranjeras ante los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el estado. (info)
Consent of the Damned: Ordinary Argentinians in the Dirty War, de David M. K. Sheinin, University Press of Florida, u$s56. Con documentos desclasificados del gobierno argentino, juicios por los derechos humanos y análisis de propaganda política, la investigación se centra en el estudio del consentimiento de la población civil y de las potencias extranjeras ante los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el estado. (info)
El peronismo en clave rural y local. Buenos Aires, 1945-1955, de Alejandra Salomón, UNQUI, 336 págs. $80. Un libro que analiza el peronismo en los partidos de Chascomús, Pergamino y Coronel Pringles dando cuenta de la complejidad y la heterogeneidad del movimiento, y poniendo el foco en la génesis y la consolidación del peronismo en el interior bonaerense, básicamente rural y aún no marcado por la huella de la industrialización.. (info)
Un revisionismo histórico de izquierda. Y otros ensayos de política intelectual, de Omar Acha, Ediciones Herramienta, 208 págs. $75. El libro se propone, según su autor, poner en cuestión las condiciones básicas del pensamiento histórico y de las prácticas que le son inherentes. (info)
Los Quesada. Letras, ciencias y política en la Argentina 1850-1934, de Pablo Buchbinder, 245 págs. $95. El autor aborda en este libro las vidas de Vicente y Ernesto Quesada. A través de las biografías de padre e hijo el libro repasa las estrategias de supervivencia en el Buenos Aires de la década de 1850, la discusión sobre las políticas argentinas en el ámbito internacional, la vida social de las familias de la élite en la década de 1880, y los debates sobre el funcionamiento de las instituciones políticas y universitarias. (info)
Patrones y obreros. La ofensiva de la clase proletaria 1918-1930, de María Ester Rapalo, Siglo XXI Editores, 320 págs. El libro analiza la iniciativa de organización del grupo más poderoso de empresarios que se nuclearon en 1918 en la Asociación del Trabajo para enfrentar la oleada de conflictividad social y presionar al gobierno de Hipólito Yrigoyen, que apoyaba los reclamos sindicales. (info)
Historia de la Argentina 1852-1890, de Hilda Sábato, Siglo XXI. 352 págs. Una síntesis de este período clave de la historia argentina cuando las catorce provincias que en 1852 habían integrado una laxa Confederación constituyeron un estado en forma, con un régimen político representativo, republicano y federal. (info)
Porteños, provincianos y extranjeros en la Batalla de Tucumán, de Carlos Páez de la Torre (h) y Sara Peña de Bascary, Editorial EMECE, 490 págs. $99. Un libro sobre los oficiales que participaron en la batalla de Tucumán. Suman en total ciento treinta y seis las biografías analizadas y quedan sesenta y dos sin datos. Se incluye un apéndice documental con las listas de revista del Ejército de 1813, donde Belgrano puntualiza quiénes participaron en la batalla y otros documentos. (info)
William Carr Beresford, de Bernardo Pedro Lozier Almazan, Sammartino Ediciones, 352 págs. $110. Un libro sobre la vida de William Carr Beresford, efímero gobernador de Buenos Aires tras la primera Invasión Inglesa en 1806. (info)
Dios en el nuevo mundo, de John Lynch, Crítica, 535 págs, $150. Se trata de una historia religiosa de América Latina desde los tiempos en que la cruz llegó asociada a la espada del imperio, para sujetar a los indígenas con una combinación de humanitarismo y represión, hasta la teología de la liberación, que dio lugar a que autoridad y libertad se enfrentasen en el seno de la Iglesia. (info)
Emiliano Zapata, de Octavio Paz Solorzano, Fondo de Cultura Económica, 2012, $64. Octavio Paz Solórzano, padre del poeta y ensayista, participante activo en el proceso revolucionario mexicano, da cuenta de un pasado reciente en una narración situada entre la memoria y la crónica. (info)
La Segunda Guerra Mundial, de Winston Churchill, El Ateneo, 1500 págs. $285. Testigo de los grandes eventos del siglo XX, sobre todo de la Segunda Guerra Mundial, Churchill cuenta aquí en primera persona sus experiencias e impresiones. (info)
El mito de Hitler, de Ian Kershaw, Crítica, 374 págs. $149. El autor intenta demostrar el modo en que el culto creado en torno al Führer constituyó una fuerza integradora crucial para el Tercer Reich, así como un elemento vital para la consecución de los objetivos políticos nazis. (info)
Libro negro de la humanidad. Crónica de las 100 peores atrocidades de la historia, de Matthew White, Editorial Crítica, 800 págs. €39,90. Un estudio sobre las peores matanzas de la historia desde la segunda guerra persa y las campañas de Alejandro Magno hasta los genocidios de Ruanda y del Congo, que intenta establecer el número de las víctimas de cada uno de estos acontecimientos. Un intento por determinar las causas de los mayores sufrimientos humanos: las religiones, los tiranos, el capitalismo, el comunismo, la lucha por los recursos o por el territorio (info)
Los Borgia. Luces y sombras, de Guy Le Thiec, Editorial Paidós, 187 págs. $80. Se trata de una investigación sobre los Borgia, la familia valenciana que dio dos papas y reinó sobre la Roma del siglo XV. La historia ha retenido sobre todo la leyenda escabrosa: veneno, fratricidio, incesto y estupro bajo los oropeles del Vaticano. El autor intenta alejarse de la leyenda y enmarcar todos los avatares de la saga de los Borgia en la compleja realidad de los intereses políticos y religiosos de la época en la que vivieron. (info) |
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