Jesús de Nazaret, de Paul Verhoeven (fragmento)


La existencia histórica de Jesucristo, que da origen al cristianismo, permanece envuelta en el misterio. Son pocos los datos que pueden afirmarse con certeza a más de dos mil años de su nacimiento y son escasas las fuentes que pueden consultarse sobre el tema. Sin embargo, Jesucristo es el personaje que cuenta con la mayor cantidad de representaciones artísticas y la Biblia, uno de los libros más vendidos de la historia de la humanidad. Además, la cantidad de textos que se han escrito sobre el tema es inconmensurable.

Compartimos aquí un fragmento de Jesús de Nazaret, de Paul Verhoeven,  el polémico libro del director cinematográfico holandés, célebre por películas como Robocop, El soldado de Orange, El cuarto hombre o el Vengador del futuro, que  intenta develar interrogantes como quién fue realmente Jesús, y en qué creía, procurando ofrecer un panorama de lo que se oculta detrás del texto de los evangelios, desde la mirada de un cineasta.

El fragmento que hemos seleccionado analiza diversas fuentes, como los evangelios de Marcos, Mateo,  Lucas y Juan, los libros apócrifos , las fuentes históricas y los libros teológicos, teniendo en cuenta la influencia que pudo tener el contexto político del momento en el que fueron escritos.

Fuente: Paul Verhoeven (en colaboración con Rob van Scheers), Jesús de Nazaret, Buenos Aires, Edhasa, 2016, pág. 15-47.

Mi búsqueda del Jesús histórico

La mirada de un dramaturgo
¿Por qué un cineasta creería que puede aportar algo a una discusión que ya lleva más de dos mil años? Esta pregunta (muy pertinente) surge a menudo cuando se menciona mi fascinación por la figura de Jesús. En general, respondo citando el ejemplo del escritor oriundo de Ámsterdam, Willem Frederik Hermans, quien, con su mirada de dramaturgo, supo entender mejor que muchos historiadores una serie de eventos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial. Desde el comienzo expresó sus dudas acerca de la figura de F. Weinreb, porque Hermans, como escritor, se dio cuenta de que su relato estaba demasiado bien armado para ser cierto.1 Faltaba el caos, fluía demasiado bien. Hermans también fue el primero que comenzó a hablar de las relaciones demasiado estrechas entre Bernardo, el príncipe de los Países Bajos, y el doble espía Christiaan Lindemans, más conocido como el traidor King Kong. Hubo que esperar hasta 1986 para que el profesor Loe de Jong reconociera que Hermans, sin ser historiador, había interpretado los hechos en forma más acertada que él.

Intento mirar el Nuevo Testamento con los ojos de un dramaturgo. Creo que es una buena manera de determinar qué detalles, modificaciones, metáforas y líneas narrativas se agregaron para mejorar la composición dramática. También el Nuevo Testamento es una suerte de espectáculo. Los evangelistas se preguntaban: ¿cómo hago para mantener atrapado al lector? ¿Cómo puedo convencer al oyente de mi idea? ¿Cómo puedo agradar a mi público? Y también: ¿Qué cosas debería dejar de lado porque “provocan malestar” o implican cierto riesgo desde el punto de vista político?

Es así como el texto del Nuevo Testamento llegó a ser el resultado de siglos de revisión cristiana: retocando, agregando, velando o, simplemente, borrando elementos. Motivado por una curiosidad personal, pero sobre todo porque sé que el cristianismo ha condicionado nuestra cultura occidental durante ya más de dos mil años, mi intención es eliminar del relato de la vida de Jesús todo spin, como suele decirse en el mundo de la política.

Además, hace mucho tiempo me gradué en matemáticas y física, y siempre que leo los evangelios tiendo a preguntarme: ¿es eso posible? Me pregunto si se puede caminar sobre el agua y resucitar a alguien que lleva cuatro días muerto, si una mujer puede quedar embarazada sin esperma (en ese caso, desde el punto de vista biológico, el bebé sería una suerte de clon, y por ende, Jesús sería una mujer).

Por último, como soy director de cine, además de los criterios usuales en teología, me dejé llevar por otro, menos habitual, para determinar qué es cierto y qué no lo es en los evangelios. Si se describe un acontecimiento que nunca podría imaginarme como real, es decir, si sólo lo puedo poner en escena mediante efectos especiales digitales o un montaje manipulado, entonces tampoco voy a creer que haya ocurrido realmente. Analizando el Nuevo Testamento de este modo, espero poder brindar un panorama de lo que se oculta detrás del texto de los evangelios, si es que acaso es posible averiguarlo. Estoy convencido de que –tal como dijo alguna vez Germaine Tillion2– “existe un abismo entre lo que ocurrió realmente y su representación incierta, a la que denominamos historia”.

No dudo de que Jesús haya existido. No sabemos con exactitud en qué año nació; en la actualidad se cree que esto ocurrió unos tres o cuatro años antes del “año cero”, e incluso el papa Benedicto XVI comparte esta idea.3 Otra cosa que sabemos es que Jesús murió a manos de los romanos durante el gobierno del emperador Tiberio.4 Eso se deduce de una anotación del funcionario e historiador Tácito, que en sus Anales5 escribe que un tal Christos “fue castigado con la pena de muerte” por Poncio Pilatos. Se cree que esta ejecución tuvo lugar entre los años 30 y 33 d. C.

Todo lo demás es discutible. Me he abocado a este asunto durante más de veinte años, siempre desde el mismo punto de partida: la pregunta acerca de qué queda si a los evangelios se los despoja de la técnica narrativa y el spin político. O dicho de otro modo, intentando responder a las siguientes preguntas: ¿quién fue realmente Jesús, y en qué creía?

(…)
Mirando de cerca las fuentes: 
Marcos 
Mi Evangelio preferido es el de Marcos. Es cierto que no menciona algunos elementos importantes que sí son descriptos por Mateo y Lucas, como las parábolas de Jesús, pero aquello que lo hace especial es que está escrito en un estilo muy cotidiano y popular. Su griego no es literario ni refinado, pero el autor tiene un buen ojo para los detalles. Se cree que escribió alrededor del año 70, y muchas de las cosas que encontramos en Marcos han sido eliminadas en Mateo y Lucas por razones políticas. Estos últimos compusieron sus evangelios quince o veinte años más tarde y conocían su texto, porque le copiaron pasajes enteros. Sin embargo, cuando no les gustaban algunos versículos de Marcos –lo cual significaba, en la mayoría de los casos, que temían ofender con ellos a los romanos– actuaban como verdaderos spin doctors, moderando las declaraciones de Jesús y modificando radicalmente sus acciones. Por ejemplo, se esfuerzan por no presentar a Jesús como un rebelde. Esto es muy comprensible: venerar a un hombre que había sido crucificado por subversivo en el Imperio romano significaba poner en riesgo la vida.

Marcos tiene la mirada más objetiva de todos los evangelistas, y parece ser quien tuvo un contacto más cercano con un testigo de Jesús. Los teólogos dudan mucho de que él mismo se haya encontrado con Jesús, pero es probable que haya hablado con quienes sí lo conocieron personalmente. El ilustre teólogo alemán Johannes Weiss (1863-1914) fue un paso más allá. Él cree que Marcos obtuvo la información directamente del discípulo Pedro, una hipótesis que se descartó por ser demasiado ideal y conveniente. Sin embargo, al parecer Marcos habló con alguien que estaba bastante informado acerca de lo que recordaba Pedro, veinte años después de la muerte de Jesús.

Siempre que quiero resolver alguna cuestión acerca de Jesús, acudo primero al Evangelio de Marcos. También debemos consultar los otros dos sinópticos, Mateo y Lucas,6 porque nos brindan información diferente, pero Marcos suele ser llamativamente honesto. Claro que también tenía su propia agenda teológica, pero es él quien nos cuenta que la madre y los hermanos de Jesús creían que él estaba poseído.7 Vienen de Nazaret a Cafarnaúm8 para llevárselo, como diciendo: “¡Ya basta! Ahora sí te internamos en una institución psiquiátrica”. Y Jesús no demuestra ningún interés por su familia. Ni siquiera les permite entrar, sino que pregunta: “¿Mi madre y mis hermanos? ¿Quiénes son?”, y señalando a sus seguidores, agrega: “Éstos son mi madre y mis hermanos”.9

Durante bastante tiempo, el Evangelio de Marcos estuvo muy desprestigiado. Eso se debe a que hasta 1850 se pensó, erróneamente, que era una versión abreviada de Mateo. Algo extraño, ya que cuando se los compara, Marcos es mucho más detallado.10 A pesar de ello, todas las biblias colocan el Evangelio de Mateo en primer lugar, incluso la nueva traducción al neerlandés, de 2004, aunque ya sepamos hace más de un siglo y medio que Marcos fue escrito unos quince años antes. Sólo las publicaciones del Jesus Seminar y la traducción al neerlandés de Warren y Molegraaf y la de Mr. Straat11 comienzan con Marcos.

El Vaticano siempre tuvo predilección por Mateo. A la Iglesia católica, el Evangelio de Marcos no le fue tan útil porque no decía nada explícito sobre la resurrección. Marcos escribe que una serie de mujeres se dirigen a la tumba tres días después de la crucifixión.12 Al llegar, ven que el cuerpo de Jesús ha desaparecido y “un hombre joven vestido de blanco” sentado en el sepulcro les cuenta que Jesús “ha resucitado de entre los muertos”. Las mujeres huyen aterrorizadas y: ¡Corte! No se mencionan las “apariciones” de Jesús ante sus discípulos ni ante las mujeres. Marcos simplemente interrumpe el relato, aunque desde el punto de vista de la técnica narrativa no arribamos a ninguna parte.

Algunos teólogos creen que Marcos murió al llegar a dicho punto y no pudo completar el Evangelio. Es posible, pero la mayoría de los comentadores defienden la idea de que el final es tan abrupto porque Marcos así lo quería. Eligió hablar poco y de manera indirecta sobre la resurrección. Se ha comprobado que los versículos 16:9-20 de Marcos fueron agregados dos siglos más tarde. Originalmente el Evangelio terminaba con “Ellas [las tres mujeres] no dijeron nada a nadie porque tenían miedo”. A los editores posteriores no les satisfizo ese final y le agregaron doce versículos, para que Jesús se le apareciera a los discípulos antes de ser recibido en el Reino de los Cielos. Éste es un buen ejemplo de un montaje posterior en el Nuevo Testamento. Como ya dije antes: también Marcos tiene una agenda teológica, que fue analizada en 1901 por W. Wrede y publicada como Messias Geheimnis [El secreto del mesías]. Wrede destaca que Marcos menciona a menudo cómo Jesús insiste en mantener en secreto que es el mesías.13 Según Wrede, sin embargo, Marcos inventó esos textos, poniéndolos en boca de Jesús, porque se había dado cuenta de que, aún en vida, no era considerado el salvador y tampoco se había manifestado al respecto. La idea surgió sólo tras su muerte y después de que (según sus discípulos) “había resucitado”. Para explicarles a los lectores por qué Jesús no parecía haberse identificado con dicho rol durante su vida, Marcos inventó que él mismo se había encargado de ocultarlo, ordenándoles a todos guardar ese secreto. La teoría de Wrede apenas ha sido discutida en los últimos cien años; los teólogos siguen considerando que estaba en lo cierto.

De todos modos, es necesario hacer una salvedad. En el capítulo 6 demostraré que durante gran parte de su carrera de exorcista y predicador del Reino de Dios, Jesús vivió huyendo, y procuraba que se mantuviera oculto su paradero. En ese sentido, era lógico que tras los espectaculares exorcismos les pidiera a sus “pacientes” que no difundieran las “sanaciones”: tenía que evitar que las autoridades lo localizaran.14 Creo que Marcos encontró justamente dicho aspecto de lo secreto en sus fuentes, y lo convirtió en el secreto del mesías.

Mateo y Lucas 
Lo que vuelve interesantes a Mateo y Lucas es, sobre todo, la llamada fuente Q. Ambos evangelistas parecen haberse servido del Evangelio de Marcos y, además, de otra fuente que los teólogos alemanes denominan Q, de Quelle (fuente, en alemán). La denominada “hipótesis de las dos fuentes” ya data del siglo XIX.15 Pero atención: la fuente Q es una fuente teórica, nunca fue hallada. Sin embargo, dado que Mateo y Lucas tienen tantos pasajes idénticos (a menudo, casi textuales) que no figuran en Marcos, los comentadores resolvieron denominar Q a estas secciones, suponiendo que se trataba de un códice que existió anteriormente. Al comienzo hubo un virulento debate, ya que dicho códice Q aparentemente sólo contenía dichos de Jesús, sin un verdadero relato, el cual sí encontramos en los cuatro evangelios. Muchos teólogos consideraron que esto era muy improbable, no se habían encontrado aún recopilaciones que “sólo contuvieran dichos” de los primeros siglos después de Cristo.

El hallazgo del Evangelio apócrifo de Tomás en diciembre de 1945 en la ciudad egipcia austral de Nag Hammadi, sin embargo, parece un fundamento sólido de la hipótesis de las dos fuentes, dado que Tomás consiste en una compilación de 114 dichos, sin un “relato” que los una. Esto demuestra que en esa época sí circulaban esas compilaciones de dichos de Jesús, haciendo plausible que Mateo y Lucas también hayan conocido un texto de ese tipo, que hoy denominamos Q. Ambos evangelistas incorporaron en sus evangelios dicha fuente, cada uno a su manera.

Ese es el motivo por el cual tanto en Mateo como en Lucas figuran algunas cosas que no se mencionan en Marcos. Un ejemplo conocido es la parábola del hijo pródigo que, por otra parte, sólo aparece en Lucas, al igual que la del buen samaritano. Podemos preguntarnos entonces si Lucas también tuvo acceso a una tercera fuente, además de Q y de Marcos. En la actualidad, se cree que Mateo y Lucas consultaron ambos a Marcos y a Q, y que cada uno tenía acceso a información adicional.16

En su texto, Mateo hace muchas más menciones a la doctrina judía que los demás evangelistas. Lucas parece tener una orientación más bien helenista, y su escritura es más literaria. Lucas a veces es muy inocente y está mucho más dispuesto a creerse tonterías, es decir, lo que yo denomino tonterías: aquello que no es posible que ocurra. En su texto aparecen detalles absurdos que encontraremos en La pasión de Cristo, de Mel Gibson, como la escena del arresto de Jesús, en donde uno de sus discípulos le corta la oreja al siervo de un sumo sacerdote con la espada y Jesús inmediatamente se la vuelve a pegar.

Juan 
Esto nos lleva al cuarto Evangelio, el Evangelio de Juan. Se trata de un relato muy místico, de una poesía maravillosa y una teología muy evolucionada. Está lleno de extensos monólogos de Jesús, en los que se presenta como la luz del mundo, el buen pastor, el hijo del hombre, la vid verdadera, etcétera. El Evangelio comienza con una oda al verbo (logos) o la palabra: “En el principio era la palabra, y la palabra era con Dios y la palabra era Dios”. Luego “la palabra llega al mundo” en la figura de Jesús, tras “abandonar a su Padre” y por propio movimiento “volverá a abandonar el mundo [a través de la crucifixión] y volverá con el Padre”.

Dado que todo en este Evangelio parece estar basado en la teología de Juan, los comentadores le negaron durante mucho tiempo cualquier valor histórico, en mi opinión, injustamente. Ahondaré en ello cuando hablemos de la denominada purificación del templo.17Ahora sólo quiero señalar un par de pasajes sorprendentes que luego consideraré hechos históricos.

Este Evangelio deja en claro, por ejemplo, que:

  • Jesús ya había conocido a los hermanos Pedro y Andrés en la época del Bautista, cuando los tres fueron bautizados en el Jordán y actuaban como discípulos de Juan.18
  • En algún momento, Jesús mismo comenzó a bautizar, lo cual provocó una gran pelea con Juan.19
  • En la “multiplicación de los panes” (cuando Jesús alimenta con cinco panes a cinco mil personas) una multitud quiere proclamar a Jesús como rey de Israel.20
  • Jesús fue unas cinco o seis veces a Jerusalén, lo cual contradice la opinión que sostienen los sinópticos, es decir, que Jesús sólo visitó una vez la ciudad.21
  • Jesús fue amenazado con ser lapidado un par de veces, y huyó.22

El “tribunal superior judío” había condenado a muerte a Jesús meses antes de su ejecución. Por último, quiero mencionar algo que falta en Juan: la oración en el Get­semaní, cuando Jesús se encuentra en un estado de enorme angustia.23 Descubrimientos arqueológicos han demostrado que la información geográfica utilizada en dicho Evangelio es más confiable de lo pensado. Como ejemplo, me referiré a Juan 5:2. Allí se describe un milagro de sanación que Jesús lleva a cabo en Jerusalén, en unos baños con cinco pórticos junto a la puerta de las ovejas, llamados Betesda en hebreo (Códice Alejandrino24). Dado que no se conocían esos baños, se supuso que Juan se había imaginado el edificio, utilizándolo como alegoría para señalar que los cinco libros de Moisés, el Pentateuco, habían perdido vigencia. Sin embargo, durante unas excavaciones se descubrieron estos baños con cinco pórticos, y en uno de los papiros descubiertos en el Mar Muerto (Qumran) se menciona una puerta llamada Beth Eshdathayin, lo cual se acerca bastante a la palabra Betesda.25

Pablo 
Si bien es cierto que Pablo no conoció personalmente a Jesús, tuvo contacto con varios de sus discípulos, sobre todo, con Pedro y con el hermano de Jesús, Jacobo (Santiago), quien después fue el líder de la Iglesia de Jerusalén. Las epístolas de Pablo dan un buen panorama del desarrollo y los problemas de las comunidades cristianas a mediados del siglo I d. C. Sin embargo, Pablo no escribe casi nada acerca de la figura histórica de Jesús, no menciona una sola palabra de las parábolas, no hay ninguna referencia a su uso de hipérboles, ni de los exorcismos ni las sanaciones.

Dado que Pablo no conoció a Jesús, para él fue muy sencillo despojarlo de las cualidades humanas y mitologizarlo por completo. Para el apóstol, sólo era importante la “reconciliadora” muerte en la cruz, que parece ser totalmente independiente de las implicancias políticas de sus acciones.

Libros apócrifos 
Hasta la fecha, se conocen unos treinta libros apócrifos.26 Me limitaré aquí a hablar de los más importantes. En primerísimo lugar, el ya mencionado Evangelio de Tomás. Cuando se lo descubrió en 1945, todo el mundo se abalanzó sobre él y parecía ser más importante que los cuatro evangelios canónicos que figuran hace ya unos mil setecientos años en la Biblia. (…) El Evangelio de Tomás comienza diciendo que contiene palabras secretas de Jesús. El encabezamiento es: “Éstas son las palabras secretas que pronunció Jesús el viviente y que ha consignado por escrito Judas Tomás, el mellizo”. En el Evangelio de Judas recientemente publicado, del cual hablaremos enseguida, ocurre lo mismo. Las primeras palabras son en ese caso: “El relato secreto de la revelación que Jesús le dijo en una conversación a Judas Iscariote”. Se han encontrado numerosos códices que afirman procurar un “conocimiento secreto” al lector.

Jesús le habría transmitido el conocimiento secreto, gnosis en griego, a personas “elegidas”: así es como este grupo especial se puede liberar de una creación fracasada, ya que en el pensamiento gnóstico el universo es concebido como un engendro creado por un semidiós o demiurgo maligno, imperfecto. El hombre está “atrapado” en esta creación horrible y sólo puede escapar y ascender al verdadero y perfecto Dios gracias a las palabras “secretas” de Jesús.

Este cristianismo gnóstico fue una corriente importante durante mucho tiempo, aunque finalmente la Iglesia lo rechazó como “herejía”, y cuando se reformó el Nuevo Testamento, en el denominado canon, no se incluyeron sus escritos. En mi opinión, una de las pocas cosas que hizo bien esta institución, porque en general esos textos no tienen nada que ver con el Jesús histórico. Sí se podría objetar que el Evangelio de Tomás debe integrar el canon, porque además de toda la gnosis contiene una gran cantidad de dichos de Jesús que son auténticos. Su importancia es igual o superior a la del Evangelio de Juan, que a fin de cuentas está bastante influenciado por el pensamiento gnóstico.

Por otra parte, opino que es una concepción errónea creer que Jesús haya pronunciado palabras esotéricas, “secretas”, que sólo estaban destina­das a un pequeño círculo de iniciados, siendo que Jesús ha querido expresarse siempre de manera clara e inequívoca para todos. Pensemos en su declaración: “… lo que han susurrado en las habitaciones interiores será proclamado desde las azoteas”.27

Atención: esto no significa que las “palabras secretas” puestas en boca de Jesús no tuvieran un sentido para el escritor original, o que en la actualidad no podamos atribuírselo. Véase, para ello, el trabajo del teólogo neerlandés G. Quispel28 –sobre todo, su comentario del Evangelio de Tomás–. Sin duda, los escritos gnósticos dan una visión muy interesante del cristianismo temprano, pero en general no tienen nada que ver con el Jesús histórico.

Hoy está muy de moda el Evangelio de María de Magdala. Es lógico que los teólogos de inspiración feminista se hayan abalanzado sobre él: ¡por fin tenemos a una mujer en el papel protagónico! Eso provocó un efecto muy liberador en el bastión predominantemente masculino de la Iglesia. Sabemos que este Evangelio fue escrito alrededor del año 100. El texto fue hallado en 1896 en El Cairo y reconocido como material histórico auténtico. Es muy fragmentario, y no llega a más de ocho páginas en total.

En lo que respecta al Jesús histórico, los pasajes más interesantes son los del final, cuando algunos discípulos se vuelven contra María de Magdala, que sostenía que había recibido el conocimiento (secreto) que Jesús no había transmitido a los doce discípulos. Pedro no le cree: “¿Es decir que él [Jesús] ha hablado en secreto con una mujer, de algo que no sabíamos? ¿Tenemos que darnos vuelta y escucharla a ella? ¿La eligió a ella antes que a nosotros?”. María se defiende y dice que no miente, y un tal Levi29 viene en su auxilio y le dice: “Ese es el motivo por el cual él [Jesús] la amó más a ella que a nosotros”. Por otra parte, en este Evangelio, Pedro también parte de la base de que María Magdalena es la amiga predilecta de Jesús, porque antes dice: “Hermana [María], sabemos que el Salvador te apreciaba más que a las demás mujeres”.

Estos textos inspiraron en muchos la teoría de que María de Magdala era la novia de Jesús y que quizá hubiera estado casado con ella –véase, por ejemplo, el Código Da Vinci de Dan Brown–. Esta teoría puede ser fundamentada con otro Evangelio apócrifo, el de Felipe, en donde leemos que Jesús besaba constantemente en la boca a esta María de Magdala y que ésta era su “compañera”. Quizá para sorpresa de todos –teniendo en cuenta algunas de mis películas–, no creo en la relación sexual entre Jesús y María de Magdala. Creo que Jesús estaba tan “poseído”30  por la idea del Reino de Dios venidero que volcó toda su libido en ello.31 En ese sentido, se puede comparar a Jesús con Ernesto Guevara. Cuando intentó exportar la revolución cubana a Bolivia y recorrió durante un año la selva acompañado de un pequeño grupo de hombres, tampoco tenía una novia, todo estaba orien­tado a la realización de la revolución marxista. Volveremos sobre el Che más adelante en este capítulo. Considero que el Evangelio atribuido a María es sobre todo un texto polí­tico, probablemente redactado por varias mujeres, con el que querían ganar terreno en la Iglesia cristiana en plena formación. Para darle más fuerza a sus argumentos, le otorgaron a María de Magdala una posición excepcional, colocándola más cerca de Jesús que todos los discípulos hombres: Jesús “la amaba más a ella” que a sus discípulos. A quien le interese leer más sobre la materia le recomiendo la teóloga Jane Schaberg.32

Es un hecho probado que en el grupo que rodeaba a Jesús había muje­res. Quizá tenían un papel más subordinado de lo que las feministas de nuestra época quisieran, pero indudablemente formaban parte del grupo. Los tres sinópticos consignan que durante la misión de Jesús y sus discípu­los en Galilea las mujeres “cuidaban de él” o “satisfacían sus necesidades”,33 lo cual puede entenderse como que les suministraban víveres. Es probable que también apoyaran económicamente el movimiento de Jesús. Además de María Magdalena, Lucas menciona una mujer llamada Susana. Tam­bién aparece una tal Juana, la mujer de Chuza, un mayordomo de la corte de Herodes Antipas.34 Lucas escribe que “ella –y un par más– contribuían al sostenimiento de ellos con sus bienes personales”. Al parecer, eran bastante adineradas.

También hay mujeres presentes durante la crucifixión de Jesús y cuan­do se descubre “la tumba vacía”. Según Marcos, se trataba nuevamente de María de Magdala, María madre de Jacobo el joven y José, y Salomé.35 Es probable que esta información histórica sea correcta, y que los evangelistas no pudieran ignorarla porque se sabía que en ese grupo no había hombres, no estaban presentes los discípulos. De lo contrario, los evangelistas, con la entonces tan usual predisposición contra las mujeres, seguramente les habrían cambiado el género. En los últimos años, también se escribió mucho sobre el Evangelio de Judas. Alrededor del 180 d. C., Ireneo de Lyon lo menciona en su libro Contra las herejías, y se presume que ha sido escrito entre el 130 y el 170 d. C. El Evangelio ha estado extraviado alrededor dieciocho siglos. Se desconocía gran parte del contenido hasta hace dos años, dado que la Iglesia consideraba heréticos esos manuscritos, que por eso fueron destruidos. En 1983, volvió a aparecer el Evangelio en un anticuario en Egipto. Tras incontables transacciones fracasadas (una serie de ellas debido a intrigas motivadas por la codicia, que se pueden leer en Los secretos de Judas, de J. M. Robinson), alrededor de 2004 lo adquirió la Maecenas Foundation; ésta hizo luego un trato muy lucrativo con National Geographic, que desde entonces explotan el documento, muy dañado debido a las negociaciones tan conflictivas.

El Evangelio tiene el siguiente punto de partida: el único discípulo que comprendió verdaderamente a Jesús fue Judas Iscariote, el archiconocido traidor. Por ese motivo, sólo él fue instruido en forma privada por Jesús acerca de los secretos (otra vez: “los secretos”) del Reino de Dios. Gracias a ello, Judas se da cuenta de que es el “elegido” para delatar a Jesús. Según este Evangelio, Jesús le dice a Judas que él es el “elegido para sacrificar el envoltorio humano que me encierra”. En otras palabras: delatando a Jesús, Judas se asegura que éste sea arrestado y crucificado, cumpliendo así con la intención de Dios. Al morir el cuerpo de Jesús, se liberará el alma de la cárcel del cuerpo inferior y se elevará al “Reino de la Inmortalidad” (no queda claro por qué Judas no le hunde el cráneo a Jesús y listo).

Por lo tanto, aquí la traición de Judas es algo positivo. Y de hecho, al leer los evangelios canonizados del Nuevo Testamento, se podría afirmar que si la voluntad de Dios realmente era que Jesús fuera crucifica­do para poder levantarse luego de su tumba, entonces Dios necesitaba a Judas para llevar a cabo la “voluntad” y entregar a Jesús a los enemigos. Con ello, Judas se convierte en una parte del “plan maestro divino”. Siguiendo este razonamiento, y si se le quiere otorgar a Jesús un mayor control sobre el plan divino, el siguiente paso es que Jesús mismo llegue a un acuerdo con Judas para que éste lo entregue a manos de los enemigos.
Esto también es lo que parece decirnos el Evangelio de Juan. En la última cena, Jesús señala a Judas como “el traidor”. Y, llamativamente, los demás discípulos no reaccionan ante esta revelación; ¿acaso se dan cuenta de que todo es parte de la “voluntad” de Dios? Y después Jesús le dice a Judas: “Lo que vas a hacer, hazlo de inmediato”, a lo cual éste efectivamente parte “de inmediato” (a contarle a las autoridades dónde pueden arrestar a Jesús).36

Un paso más y estamos en el Evangelio de Judas, quien va a ser completamente rehabilitado. Él es quien comprende a Jesús y es cons­ciente de que es el elegido para llevar a cabo la “voluntad” de Dios y entregar a Jesús al enemigo. Como recompensa por su colaboración en el plan divino, predice este Evangelio, será lapidado por los demás dis­cípulos, para que su alma también pueda ascender al “Reino de la Inmortalidad”.

Aunque quizá el lector se sorprenda, personalmente creo que toda esa construcción, tanto en el Evangelio de Judas como en el de Juan, es totalmente absurda. Si Jesús hubiera tenido tantas ganas de morirse, simplemente se podría haber entregado a las autoridades, no lo necesitaba a Judas para eso. Después voy a plantear que Dios no tenía ningún tipo de “voluntad” de realizar nada con Jesús, ni con su vida ni con su muerte. La llana realidad es que Jesús, que no se lo esperaba, simplemente fue delatado, así como muchos otros, como Ernesto “Che” Guevara o el héroe de la Resistencia francesa Jean Moulin. En el capítulo 11 volveremos sobre los detalles de la traición a Jesús.

Una vez más: el Evangelio de Judas no tiene nada que ver con el Jesús histórico, pero para quienes estén interesados en desarrollos que quedaron truncos en el cristianismo temprano es muy interesante. Véase, por ejemplo, el análisis que hacen del texto E. Pagels y K. King en Reading Judas [Leyendo a Judas]. Ellos también señalan que el Evangelio de Judas demuestra un fuerte rechazo a los mártires cristianos.37 El autor rebate la opinión de que sacrificando la vida a Dios o Jesús se puede “alcanzar el Reino de la Inmortalidad”. El Dios que nos pide eso no es más que un ángel caído que nos seduce con sus ilusiones. El “verdadero Dios” está muy lejos de ello, no quiere sacrificios humanos. Por último, quisiera mencionar un Evangelio muy especial: el Evangelio secreto de Marcos. Es tan especial porque no queda claro si alguna vez existió o no. En 1958, Morton Smith, profesor de la Universidad de Columbia, descubre un manuscrito en un convento retirado,28 en medio del desierto al sur de Jerusalén. Éste parece ser una copia de una carta de Clemente de Alejandría,39 escrita a fines del siglo II o comienzos del III, a un tal Teodoro, por lo demás, totalmente desconocido por nosotros. La copia misma data del siglo XVIII y fue hallada por Smith en la última página de un libro del siglo XVII. En dicha carta, Clemente sostiene que además del Evangelio de Marcos que conocemos, existió otro posterior. Este “Evangelio secreto” estaba destinado a iniciados45 y era bastante más extenso que el que figura ahora en el Nuevo Testamento. En su carta, Cle­mente cita dos pasajes de dicho Evangelio “extenso”.

El pasaje más importante es una versión resumida de la resurrec­ción de Lázaro, que conocemos del capítulo 11 del Evangelio de Juan. En el Evangelio “extendido” de Marcos no se menciona el nombre de Lázaro, pero cuando muere el joven que luego Jesús resucita, su herma­na, al igual que en Juan, acude a Jesús. Después de que Jesús lo “resu­cita de entre los muertos”, éste lo mira “y lo ama” (en Juan es al revés, Jesús ama al hermano). Seis días más tarde, el joven se reúne nuevamente con Jesús, “sólo envuelto en una sábana que cubre su cuerpo desnudo”. Pasó luego toda la noche con Jesús, porque éste le contó el secreto del Reino de Dios.40

Cuando Smith publicó el hallazgo en 1973,41 provocó reacciones virulentas tanto en los círculos cristianos como académicos. La tendencia homoerótica de los versículos citados generó una gran hostilidad respecto del descubridor del manuscrito, que se intensificaron con las conclusiones que Morton Smith mismo sacó de su hallazgo. Según Smith, el joven (desnudo, cubierto sólo por una sábana) había experimentado una unión mística con Jesús durante un ritual de bautismo nocturno. Pero esa unión no había sido solamente espiritual, sino también física. En otras palabras: Jesús y el joven habían tenido relaciones esa noche (ya sea copulación o masturbación mutua).

No es de sorprender que la autenticidad del manuscrito se haya puesto en duda casi desde el momento mismo de la publicación de Smith. Se sostuvo que era una falsificación, o bien del siglo XVIII (es decir: un monje había inventado la carta y la había escrito al final del libro) o del siglo XX, con la conclusión más lógica de que el falsificador era el mismo Morton Smith.

Todavía reinan las discusiones académicas en torno al asunto. En este momento no es posible determinar si el manuscrito es auténtico o una falsificación, ya que ¡ha desaparecido misteriosamente! Y mientras la tinta no pueda ser analizada químicamente, dicha comprobación es imposible.

El relato del descubrimiento de Smith, la desaparición del manuscrito y la controversia que ya lleva más de veinte años acerca de su autenticidad son fascinantes. Es por ello que en el Apéndice A resumí el relato para el lector interesado.

Fuentes históricas 
Una de las fuentes históricas más importantes de la época en la que vivió Jesús es la obra completa del historiador judío Flavio Josefo. Sus escritos son imprescindibles para una comprensión cabal de las circunstancias políticas y económicas del tiempo de Jesús, aunque él también le agregara bastante spin para demostrarles (sobre todo, a los romanos) que los judíos eran súbditos confiables. La autenticidad de algunos de estos pasajes también debe ser puesta en duda; especialmente, aquellos sobre Jesús.43

Entre los criticastros más vehementes del cristianismo podemos contar a Celso, un filósofo griego con formación científica, acerca del cual no se conocen muchos más datos biográficos. En el siglo II –alrededor del 180 d. C.–, publicó sus polémicos escritos en los que tacha a Jesús de “estafador” que hacía circular “mentiras infames” y realizaba “trucos de magia”, reuniendo a su alrededor grupos de “gente mala”.44 Compara a Jesús con un hechicero egipcio, alguien que estafa a la gente y le quita el dinero, un verdadero charlatán.

Celso quiso derribar al cristianismo, que aún no se había afianzado demasiado. La ira que despertaron sus escritos provocó la destrucción de la gran mayoría de ellos. Sin embargo, sabemos bastante bien lo que dijo Celso en su ataque al cristianismo, Alèthès logos,45 gracias a que, alrededor del año 246 d. C., el conocido exégeta bíblico Orígenes intentó hundirlo, para lo cual escribió ocho libros. En esta apología del cristianismo, llamada Contra Celsum, Orígenes cita punto por punto lo que Celso escribió, y lo refuta. Gracias a esa obra, conocemos gran parte de lo que éste había escrito setenta años antes.

Leyendo todos los argumentos, Celso suena bastante más sensato que Orígenes. Es un hombre instruido, un pragmático que no cree en milagros y tiene una mirada muy próxima a la del siglo XXI. Además, parece conocer una cantidad de detalles sobre Jesús que no se encuentran en los evangelios y que luego utilizaré en mi texto. Éstas son las principales fuentes históricas disponibles y que he consultado para mi investigación. Además, también hay libros que, aunque versen sobre acontecimientos más recientes, presentan coincidencias llamativamente similares a las de la vida de Jesús. Pienso, por ejemplo, en el denominado Diario del Che en Bolivia, de Ernesto Guevara. En la lectura se comprende cómo funcionan las relaciones en un grupo de hombres que podrían denominarse sus “discípulos”. Se pelean todo el tiempo, se empantanan, se pierden, se ahogan. Y algunos también desertan. Como lector, pensamos: “Pero, ¿no te das cuenta de que tu misión está condenada al fracaso?”. El Che igual sigue adelante, con la esperanza de que su revolución triunfe. Y así se encamina hacia su perdición. Todo se le vuelve en su contra, y finalmente es traicionado por uno de los cam­pesinos a los que intenta transmitir su ideal marxista. Es fusilado sin ningún tipo de juicio y bajo la mirada atenta de un agente de la CIA.

No es difícil establecer un paralelismo con los últimos años de Jesús. El Che anunciaba la utopía del marxismo; Jesús, la del Reino de Dios. El Che era médico y Jesús, en realidad, también: sus exorcismos funcionaban como sanaciones. Finalmente, ambos son traicionados, arrestados y ejecutados en el plazo de un día. Jesús, por los romanos, en colaboración con las autoridades judías; el Che, por el ejército boliviano en colaboración con los romanos de nuestro tiempo, los estadounidenses.

Libros teológicos 
La mayor influencia en mi trabajo es la de los pioneros del Jesus Seminar,46 Robert W. Funk, John Dominic Crossan y Marcus Borg. Entre los escritores católicos, me parecen interesantes, sobre todo, E. Schillebeeckx, John P. Meier y Raymond Brown. Es cierto que a ellos hay que quitarles el spin católico, pero se trata de personas muy eruditas. Además, son investigadores lo suficientemente honestos como para mencionar en sus notas al pie ideas con las que discrepan. Los teólogos protestantes fundamentales para mi trabajo son Joh. Weiss, D. A. D. A. Jülicher, R. Bultmann y G. Lüdemann. En lo que respecta al documento Q, es esencial J. Kloppenborg.

Los teólogos estadounidenses contemporáneos suelen estar obsesionados con lo que yo llamo “ideas modernosas” –lo explicaré con más detalle al analizar las parábolas y alegorías de Jesús–. Personalmente, me agrada más el libro Die Gleichnisreden Jesu [Las parábolas de Jesús] del mencionado D. A. Jülicher, del siglo XIX. Nunca ha sido traducido, pero considero que es el mejor libro sobre parábolas que existe. Benedicto XVI le dedica muchas páginas de su nuevo libro, Jesús de Nazaret, porque quiere demostrar que D. A. Jülicher está errado.47

(…)

Referencias:
1 A fines de los años setenta, Friedrich Weinreb escribió las tres partes de su epopeya bélica Collaboratie en Verzet 19401945 [Colaboración y Resistencia 1940-1945], partes 1-3, presentándolo como un informe de su valiente resistencia y socavamiento de la ocupación alemana y la política de holocausto llevada a cabo en ese período. Una gran cantidad de neerlandeses de renombre, como Renate Rubinstein, el profesor S. Presser y Adriaan van der Veen, estaban convencidos de que Weinreb había dicho “la verdad”; el novelista W. F. Hermans, no. En una investigación, publicada posteriormente por el instituto de documentación de guerra neerlandés, se descubrió que Weinreb había sido un delator y colaborador, y no el adversario astuto de los nazis por el que se había hecho pasar.
2 Germaine Tillion fue antropóloga y la cofundadora de la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Fue arrestada y deportada en 1942, pero sobrevivió al campo de concentración de Ravensbrück. Jugó un papel importante en la guerra de Argelia.
3 Jesús de Nazaret, p. 34.
4 Tiberio Claudio Nerón vivió del 42 a. C. al 37 d. C.
5 P. C. Tácito explica en los Anales, 15.44, que la denominación “cristianos” proviene del nombre de Christos, “quien en época de Tiberio fue condenado a muerte por Poncio Pilato”.
6 Marcos, Mateo y Lucas son los llamados sinópticos, y se suele hablar de los evangelios sinópticos. La expresión deriva de la palabra griega synopsis, que significa, literalmente, “ver en forma conjunta”: los evangelistas mencionados tienen aproximadamente la misma teología y concepción acerca de Jesús (K. Armstrong, De Bijbel, p. 231). Esto a diferencia del Evangelio de Juan, a menudo denominado el “cuarto evangelista”.
7 Marcos 3:21.
8 Jesús nació en Nazaret, pero se mudó a Cafarnaúm a la edad de treinta años. Esta ciudad se hallaba junto al mar de Galilea, unos kilómetros al este de Nazaret.
9 Marcos 3:31-35.
10 Marcos describe en 4:36-39 un viaje de Jesús y sus discípulos a través del mar de Galilea. Se levanta una tormenta “y las olas azotaban la barca, de tal manera que se anegaba”. Pero él, Jesús, “estaba atrás, durmiendo sobre una cabezal”. Que Jesús estuviera durmiendo atrás “sobre un cabezal” sólo lo relata Marcos. Mateo tomó la escena de Marcos, pero deja de lado ese detalle y solamente escribe que “Jesús estaba dormido” (8:24). Lucas lo convierte en: “… mientras navegaban, él se durmió” (8:23). Otro ejemplo: en 9:33-37, Marcos describe cómo los discípulos de Jesús discutían acerca de quién de ellos era el más importante. Leemos: “[Jesús] tomó a un niño, lo puso en medio de ellos; rodeándolo con los brazos les dijo…”, etc. Sólo Marcos describe el gesto cariñoso de Jesús de rodearlo con los brazos. Mateo solamente escribe: “Llamó a un niño y lo puso entre ellos” (18:2), y en Lucas leemos: “Tomó a un niño y lo puso a su lado” (9:47). Esta descripción detallada de Marcos puede servir asimismo para argumentar mi suposición de que Marcos tenía acceso a información original de un testigo ocular.
11 Mateo 11:19. En este libro utilizo casi siempre la nueva traducción neerlandesa de la Biblia (NBV por sus siglas en neerlandés: Nieuwe Nederlandse Bijbelvertaling) de 2004, salvo que no esté de acuerdo con ella. En ese caso, la traducción será mía o, en el caso de los cuatro evangelios, utilizaré la de Warren y Molenaar o la de Straat (De goede boodschap volgens Markus, Matthijs, Lukas en Jan)Y en algunas ocasiones, la traducción de la Biblia protestante neerlandesa de 1637. (N. del autor). En las traducciones de las citas de la Bi­blia se optó por hacer una traducción al castellano del texto en neerlandés. En varias oportunidades la traducción neerlandesa difiere bastante de la española, y la interpretación y comentarios del autor se refieren siempre a las formulaciones en dicha lengua. De no haber tenido en cuenta estas diferencias no se podría comprender el análisis de Verhoeven, por ello el lector encontrará a menudo citas que difieren de las traducciones conocidas. Sin embargo, en todos los casos se cotejaron las diferentes traducciones de la Biblia al castellano. La versión que más se acerca a la neerlandesa es la de La Nueva Biblia de los Hispanos y en segundo lugar, La Biblia de las Américas. (N. de T.).
12 Marcos 16:1-8.
13 En 1:34 leemos: “Sanó a muchos que padecían diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios, pero no dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era él [el mesías]”. Después de sanar a un hombre de lepra, dice Jesús: “No digas nada a nadie” y Marcos continúa diciendo: “Pero en cuanto se fue, comenzó a proclamar lo que había ocu­rrido y como consecuencia Jesús ya no podía aparecer públicamente en ninguna ciudad, sino que se quedaba afuera en lugares despoblados”. (1:44-45). En 3:11-12 figura: “Y siempre que los espíritus inmundos lo veían, caían delante de él y gritaban, diciendo: ‘Tú eres el Hijo de Dios’. Y él les advertía con insistencia que no revelaran su identidad”. Después de hacer re­sucitar una niña (la hija de Jairo) de entre los muertos, les dio órdenes estrictas a los padres de que “nadie se enterara de esto” (5:43). En 7:33-36, Jesús aleja de la multitud a un hombre sordo, que también hablaba con dificultad, lo sana y les ordena “a los que lo rodeaban que no le dijeran a nadie lo que había ocurrido”. Un ciego es conducido a las afueras de un pue­blo, donde es sanado por Jesús, que luego le dice: “No vuelvas al pueblo” (8:23,26). Un poco más adelante, Pedro le dice a Jesús: “Tú eres el mesías”, a lo cual Jesús “advirtió severamente que no hablaran de esto” (8:29-30). Después de la transfiguración en la cima de la montaña, Jesús les dice a los tres discípulos que lo acompañaban “que no contaran a nadie lo que ha­bían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara” (9:9).
14 Veremos más adelante que Jesús conducía a los enfermos a las “afueras” del pueblo y allí los “sanaba”.
15 La hipótesis Q fue expuesta por primera vez por C. H. Weisse en Die evangelische Geschichte kritisch und philosophisch bearbeitet (1838). Esta hipótesis tuvo más aceptación después de la obra de H. J. Holtzmann, Die Synoptischen Evangelien (1863).
16 La información se menciona en las fuentes M y L, respectivamente. https://es. wikipedia.org/wiki/Fuente_M y https://es.wikipwdia.org/wiki/Fuente_L.
17 Marcos 11:15-17.
18 Juan 1:29-42.
19 Juan 3:22-30.
20 Juan 6:15.
21 Juan 2:13, 5:1, 7:10, 12:12, 13:1 (en 12:36, Jesús vuelve a irse de Jerusalén: “des­pués de estas palabras Jesús se fue y se ocultó de ellos”).
22 Juan 8:59, 10:31, 39 y 12:36.
23 Compárese a Marcos 14:32-42 con Juan 18:1-11.
24 En otros códices se hace referencia a Bèthsaida o Bèdsaida (Vaticano y P66, respec­tivamente). En el Códice Sinaítico figura Bèhzatha, y en el Códice de Beza, Belzetha.
25 Véase J. H. Charlesworth, Jesus within Judaism, pp. 119-120.
26 Ésos son los escritos no recogidos en el “canon cristiano”, la lista oficial de los libros del Nuevo Testamento. Diferentes concilios (Laodicea, Hippo, Cartago) determinaron, en el siglo IV d. C., los veintisiete libros que lo conforman.
27 Lucas 12:3. Ídem Lucas 12:2: “nada hay encubierto que no será revelado, ni oculto que no haya de saberse”. También Marcos 4:21 apunta en esa dirección: “¿Acaso se trae una lámpara para dejar que se apague debajo de un almud u ocultarla debajo de la cama? No, es para ponerla en el candelero”. Casi textual figura en Mateo 5:15 y en Lucas 8:16. Véase asimismo Tomás 5.
28 G. Quispel jugó un papel importante en la adquisición del Códice gnóstico Jung y en la traducción del Evangelio de Tomás en 1956. Era un experto en el campo del pensami­ento gnóstico. Su obra es continuada en los Países Bajos por R. van den Broek y H. van Oort.
29 Magdala es un pueblo de pescadores en la costa oeste del mar de Galilea, cerca de Tiberíades.
30 Nótese que los coetáneos de Jesús también pensaban que éste estaba “poseído”. Véase, por ejemplo, Juan 8:52, donde “los judíos” dicen que “¡Ahora sí sabemos que estás poseído!”. Para más información, ver capítulo 5, “Jesús, el exorcista”.
31 Van Gogh le escribió a su amigo y colega Émile Bernard: “Si seguimos avanzando bien con nuestro trabajo, tenemos que conformarnos con que a veces cogemos poco y por lo demás, en la medida que nos lo exija el espíritu, vivir como un soldado o monje” (L. Jansen, H. Luyten y N. Baker, Painted with Words. The Letters to Emile Bernard).
32 Publicó en 2002 The Resurrection of Mary Magdalene: Legends, Apocrypha, and the Christian Testament, una lectura muy recomendable.
33 Marcos 15:40-41, Mateo 27:55, Lucas 8:2-3.
34
35 Marcos 15:40-41 dice que las tres mujeres acompañaron a Jesús en el viaje a Jeru­salén “al igual que muchas otras”. Lucas nombra a Juana en lugar de Salomé; probable­mente se trate de la misma que en 8:3 se nombre como “la mujer de Chuza”.
36 Juan 13:21-30.
37 Lo cual se puede comprender bien si se lee, por ejemplo, a qué aspiraba Ignacio de Antioquía, uno de los padres apostólicos. Cuando es conducido a Roma para su ejecución, escribe en su Carta a los romanos: “Que venga a mí el fuego, y las torturas con las fieras, huesos dislocados, miembros cercenados, que mi cuerpo entero sea triturado. Siempre y cuando pueda llegar a Jesucristo” (4:1-2 en 5:3). Ignacio espera convertirse en “pan puro” para Cristo y llegar así a Dios. Y en 110 d. C., muere martirizado en Roma.
38 El monasterio de Agios Savvas, en árabe, Mar Saba.
39 Según Clemente, Marcos agregó versículos a su “primer” Evangelio “que son útiles para avanzar por la senda del conocimiento” (Clemente, probablemente, se refería a la gnosis). Véase M. Smith, The Secret Gospel of Mark, p. 15.
40 Según Clemente, esto aún debe ser agregado entre 10:34 y 10:35.
41 Una publicación académica, Clement of Alexandria and a Secret Gospel of Mark, y una popular, The Secret Gospel of Mark.
42 Flavio Josefo vivió del 37 hasta aproximadamente el 100 d. C. Además de Josefo, también Filón de Alejandría, un seguidor de Platón, nos brinda buena información sobre la época. Véase sus Obras completas, sobre todo Embajada a Gayo.
43 Flavio Josefo, Antigüedades judías, 18.3.3.
44 Contra Celso, sobre todo, libro I, véanse, por ejemplo, caps. 62, 68 y 71.
45 Puede traducirse como “Doctrina de la verdad”.
46 Los títulos de los dos libros que editó el Jesus Seminar sobre el Jesús histórico se llaman The Five Gospels. The Search for the Authentic Words of Jesus The Acts of Jesus. The Search for the Authentic Deeds of Jesus.
47 J. Ratzinger, Jesús de Nazaret.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar