Fuente: La Opinión, 26 de septiembre de 1971. Escribe Domingo Faustino Sarmiento.
En 1885, ya septuagenario, Sarmiento fundó El Censor. Desde esa trinchera de papel el viejo bruloteador radiografió sin sutilezas un momento crucial de la vida argentina. En la década del 80 el país renunció a la posibilidad de un desarrollo capitalista nacional, consolidó el dominio de una clase oligárquica parasitaria, cedió al capital extranjero los riesgos, y naturalmente los beneficios, de los grandes negocios industriales, enfeudó el futuro con todo tipo de empréstitos y atribuyó al heroico ejército de la independencia la función de preservar ese statu quo.
De ese origen provienen las crisis cíclicas que sacuden a la Argentina, porque entonces se decidió un proyecto nacional, un modelo de relaciones internas e internacionales.
La campaña de Roca al desierto sirvió para que en 1885 se entregaran casi 5 millones de hectáreas de tierra a 500 personas. Los empréstitos y las hipotecas de la tierra pública llevaron el déficit anual a 1.000 millones de pesos oro. Los intereses y ganancias del capital extranjero llegaron a superar el 50% del valor de las exportaciones. El Ejército creció desmesuradamente y tuvo un oficial por cada tres soldados. La adhesión política de esos oficiales se premió con tierras públicas. Los inmigrantes no tuvieron dónde instalarse.
Había en el país mucho dinero, pero sus propietarios no lo invertían en favor del desarrollo nacional, sino en consumos ostentosos, y la clase ganadera, ni siquiera tuvo visión para instalar un frigorífico. Tarea que quedó en manos del capital extranjero.
En la misma época en que Roca distribuía tierras entre sus familiares y preparaba la entrega del poder a su concuñado Juárez Celman, Estados Unidos, en condiciones de arranque similares, trabajaba con sentido nacional para convertirse en la potencia que hoy es.
Tal vez resulte sorprendente saber que ese proceso fue denunciado en el momento mismo en que ocurría. El revisionismo histórico ha denigrado a los próceres del liberalismo y ha exaltado en su lugar a los jefes nacionalistas. La historia argentina es más rica que eso. Los liberales de este país, en algún momento de sus vidas, casi siempre a la vejez, cuando estaban lejos del poder y carecían de esperanzas de recuperarlo, analizaron con lucidez el proceso nacional. Los fragmentos de Sarmiento que hoy publicamos lo demuestran.
El viejo bruloteador apunta sus cañones contra Roca y Juárez Celman
“Nosotros, los americanos del sur, hemos descubierto un modo de dar empleo a los ejércitos sin guerra, porque no hay enemigos, y es gobernar con ejércitos creándolos superiores a nuestros medios y sin proporción con la población. ¿Cuántos ejércitos en pie de paz tenemos? Casi no se interesa el público en estas bagatelas y mientras tanto se ha visto el domingo que para cada votante verdadero, había en plaza dos soldados de línea para amarrarlo, y que con votos falsos y todos había en la ciudad capital más soldados que ciudadanos activos.” (10 de febrero de 1886).
“Raro destino el de las instituciones humanas. Puede el lector imaginar las ilusiones que se haría el creador de las escuelas militar y naval. Llamada la República Argentina a ser por su colocación geográfica la segunda edición de los Estados Unidos, esperaba reducir el ejército a las estrictas necesidades de la frontera. No teniendo los conocimientos adquiridos aplicación digna en la guerra de indios de frontera, en se lucen otras cualidades, como las que la Tribuna Nacional atribuye al general Roca para motivar sus premios: “tener duras las nalgas para galopar”.
Maldones y Daza han sido enviados a practicar el arte de ganar elecciones, teniendo, se entiende, el mando supremo, recibiendo sueldo del tesoro nacional y siendo el candidato no irreconciliable enemigo del presidente” (25 de febrero de 1886).
“El ejército no ha servido durante la administración de Roca sino para avasallar las libertades públicas. Desde el primer año del gobierno del general Roca se hizo manifiesto el propósito de formar un ejército formidable, doblando su efectivo, precisamente cuando desaparecía por completo toda amenaza de conflicto exterior, cuando las fronteras no exigían sino fuerzas muy limitadas, y cuando la paz interna misma no podía ser perturbada. El ejército argentino tiene otra misión que la de avasallar las libertades públicas; pero sólo sirve para asegurar el gobierno de la familia Roca y pasarla a la de Juárez. Entró Roca al gobierno y entregó la policía de Buenos Aires a su primo, quien pidió en el acto un aumento de 700 plazas. De civil que era y lo es en todo país civilizado, la policía de Buenos Aires se ha hecho militar y ha sido dotada de armas de guerra. El Ejército de línea no ha tenido otra misión ni otro objetivo que el de avasallar las libertades públicas y cuando ha sido menos ofensivo se lo ha usado como el gaucho que pone el facón sobre la plata al tirar sus naipes marcados.” (1° de abril de 1886).
“Hace 20 años valía más una libra de manteca que una vaca con ternero. Esa es la síntesis de nuestro espíritu industrial, ésa es nuestra desidia y la índole de nuestra actividad nacional. Decidles a los ganaderos que votaremos una ley garantizando con 6% todo capital que se dedique a duplicar el valor de sus productos. La recibirán llenos de júbilo; pero decidles que esta duplicación se hará sobre un costo aleatorio que subiría en los peores casos a tres cobres por cabeza vacuna y a medio por cada cabeza lanar, y os harán los argumentos contra el ferrocarril, contra el monte y el cercado. Prefieren ir a pie a la loma del diablo que pagar 8 centavos por andar en coche cuatro leguas. Ahora están en ese afán. No quieren saber nada de derechos, de impuestos a la hacienda. Quieren que el gobierno, quieren que nosotros que no tenemos una vaca, contribuyamos a duplicarles o triplicarles su fortuna a los Anchorena, a los Unzué, a los Pereyra, a los Luros, a los Duggan, a los Cano, a los Leloir, a los Pelero y a todos los millonarios que pasan su vida mirando cómo paren las vacas. En este estado está la cuestión, y como resulta que las cámaras están también formadas por ganaderos, veremos mañana la canción de siempre, el payar de la guitarra a la sombra del ombú de la pampa y a la puerta del rancho de paja.” (9 de enero de 1886).
“La industria ganadera, la única verdaderamente nacional, carece entre nosotros del gran desenvolvimiento que tiene en otros mercados más perspicaces y previsores. Nos hemos limitado a la cría de ganado sin otro horizonte que el saladero, fuera de los canales de abasto. La cruza y mejora de razas cuenta muy pocos años en nuestros mejores establecimientos. El estanciero criollo no tiene iniciativas, obedece a la tradición colonial de las procreaciones naturales, a la explotación primitiva de cueros y lanas, que todavía se exportan tal como resultan de la esquila. Tenemos datos sobrados para demostrar que la exportación en condiciones frigoríficas asegura la prosperidad del comercio que se consagre a ella. Pero se nos preguntará ¿si ésta es una seguridad absoluta, por qué no se exponen los capitales interiores, los capitales excedentes de los mismos ganaderos, ricos, muy ricos, en su mayor parte? Nuestros hacendados no entienden jota del asunto y prefieren hacerse un palacio en la Avenida Alvear que meterse en negocios que los llenarían de aflicciones.” (21 de enero de 1886).
“La gloriosa República Argentina tiene cerca de 300 millones de deuda contraída, la mitad en plena paz, en la administración actual, con la promesa de continuarla y apurarla. Por ahora la República puede en materia de deudas exclamar con orgullo:
Calle Esparta su virtud,
sus hazañas calle Roma,
¡Silencio!, que al mundo asoma,
la gran deudora del sur.
Nadie debe más que ella. Es justicia que debe hacérsele”. (1° de diciembre de 1885)
“Para obtener un empréstito se ha necesitado cargar a nuestro hijos 15 millones de comisión y usura, no recibiendo sino el resto de los pretendidos 42 millones, pero reales, para pagarlos por su valor nominal a los acreedores, y a más de las usuras de 15 millones tenemos que mantener un ejército de 10.000 hombres y una marina formidable, y a los que lo contrajeron, y en menos de un año la Patria, agradecida a sus guardianes armados, ha desbaratado 100 millones de valores en tierras públicas adjudicadas al precio de 400 nacionales cuando valen 10.000 fuertes en unas regiones y hasta 3.000 en las menos favorecidas.” (1° de enero de 1866)
“Los que viven y merodean en torno del poder de Roca, ésos no tienen indignaciones, su oficio es roer, se llenan de regocijo al ver llegar aquí las piltrafas y se tapan los ojos, cierran sus oídos, a la sola noticia de los millones que embolsan los Baring y los Morgan, que a la hora presente reirán a carcajadas de South America a costa de nuestro porvenir y nuestros bolsillos.” (12 de enero de 1886)
“Tantas promesas hay hechas en participar en el maná de la tierra pública, que ya está prometido por los entusiastas más territorio que el de toda la república, y habrá que tomarlo a Paraguay, Uruguay y Bolivia, para ubicar esos boletos, que no son de sangre sino sin sangre, vista la poca vergüenza que es un mérito en estos tiempos. La prosperidad y grandeza a que ha llegado el país es el resultado del esfuerzo de un gran pueblo, y no de los maulas, de pretendidos héroes que no son capaces de hacer nada que recoja la historia, si no son títulos de tierras, que en otros países serían naciones o provincias, condados y marquesados, con habitaciones por millones.” (1° de diciembre de 1885)
“El pensamiento de un paseo en carruaje a través de la pampa cuando no había en ella un solo indio, fue pretexto para levantar un empréstito enajenando la tierra fiscal a razón de 400 nacionales la legua, en cuya operación la Nación ha perdido 250 millones de pesos oro. Pero si se puede explicar, aun cuando no se justifique, esta pérdida antieconómica y ruinosa para el Estado por la famosa expedición al desierto, después que ésta se realizó sin batallas ni pérdidas de ningún género para el gobierno, no hay razón, no hay motivo legítimo para que el tal empréstito continúe hoy abierto para los amigos del general Roca, máxime cuando la suscripción se cerró hace ya mucho tiempo. Es necesario llamar a cuentas al presidente y a sus cómplices en estos fraudes inauditos. ¿En virtud de qué ley el general Roca, clandestinamente, sigue enajenando la tierra pública a razón de 400 nacionales la legua que vale 3.000? El presidente Roca, haciendo caso omiso de la ley, cada tantos días remite por camadas a las oficinas del Crédito Público, órdenes directas, sin expedientes ni tramitaciones inútiles, para que suscriba a los agraciados, que son siempre los mismos, centenares de leguas. Allí están los libros del Crédito Público que cantan y en alta voz para todo el que quiera hacer la denuncia al fiscal. Al paso que vamos, dentro de poco no nos quedará un palmo de tierra en condiciones de dar al inmigrante.” (18 de diciembre de 1885).
Fuente: www.elhistoriador.com.ar