Las Invasiones Inglesas, el periodismo y la amenaza de las rivalidades internas


El 25 de junio de 1806 más de mil quinientos ingleses desembarcaron en la costa de la actual ciudad de Quilmes con el fin de invadir Buenos Aires. Las disposiciones defensivas del virrey Sobremonte resultaron una burla para el avance del general William Beresford, quien encabezaba la expedición inglesa. Cuando las tropas británicas cruzaron el Riachuelo, Sobremonte huyó hacia Córdoba y Buenos Aires quedó bajo gobierno inglés durante casi dos meses.

Mientras tanto, desde Montevideo, el capitán de navío Santiago de Liniers organizaba las fuerzas para reconquistar Buenos Aires. La expedición al mando de Liniers salió el 3 de agosto. En su trayecto, fue sumando más milicias, algunas de ellas de los desbaratados intentos previos de reconquistar la ciudad. El 10 de agosto, desde los Corrales de Miserere (hoy Plaza Miserere), Liniers intimó a Beresford a rendirse, dándole un plazo de quince minutos. El general inglés respondió que defendería su posición. Pronto empezaría el combate. El 10 de agosto las tropas al mando de Liniers derrotaron a la guarnición inglesa del Retiro, y al amanecer del 12, entraron por las actuales calles Reconquista, San Martín y Florida. La lucha alcanzó entonces una ferocidad inusitada y los ingleses fueron forzados a retroceder hacia el Fuerte, donde no tardarían en rendirse.

Tras la invasión, el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, que había comenzado a circular en septiembre de 1802 dejó de editarse. Volvería a aparecer recién el miércoles 24 de septiembre de 1806 con una nota del líder de la reconquista, Santiago de Liniers, realzando la necesidad de su publicación para que “los moradores de esta ciudad, y sus dependencias se inflamen de nuevo celo para rechazar los esfuerzos de los enemigos empeñados en nuestra ruina”. A continuación, como veremos en el texto que aquí reproducimos- el periódico destacaba los esfuerzos de ancianos, mujeres y niños en la defensa contra el enemigo común y advertía con notable clarividencia sobre la amenaza que podía significar el surgimiento de rivalidades entre las distintas provincias: “Pero guardaos sobremanera, compatriotas, como del mayor de los males que pueda sobrevenir a un pueblo, de dar lugar a la detestable emulación, que en la sabia distinción de las provincias bajo las que habéis suscrito vuestro nombre, quiera alzar erguidamente el cuello para deprimir el mérito de las demás”.

Fuente: Hipólito Vieytes, Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, 24 de septiembre de 1806, en http://trapalanda.bn.gov.ar/jspui/handle/123456789/4848.

Palabras de Santiago de Liniers tras la reconquista
Uno de los más ilustres escritores españoles (Saavedra) en su inmortal obra de la República Literaria hace un parangón inimitable de la ventaja y perjuicio de la Imprenta; este fácil uso de propagar con la mayor prontitud las disposiciones y órdenes concernientes al mejor gobierno, e ilustración de los pueblos, puede igualmente ser con el abuso uno de los más fáciles medios de esparcir ideas perjudiciales al buen orden y tranquilidad pública. Pero constándome que los periódicos de Vm. lejos de ser de esta última clase, no respiran más que el más puro patriotismo, amor a las artes, y más acendradas ideas morales, en este momento los miro más necesarios que nunca, cuando acabada su reconquista, tememos con el más justo recelo de vernos de nuevo atacados, y necesitamos que los moradores de esta ciudad, y sus dependencias se inflamen de nuevo celo para rechazar los esfuerzos de los enemigos empeñados en nuestra ruina, deponiendo cualquiera otra mira que se oponga a este dicho y glorioso fin.

Espero que volverá Vm. a emprender este útil curso literario, por el cual procurará instruir al público de mis ideas enteramente decididas a su gloria, y ventajas, como así mismo espero que me impondrá de los hechos de beneficencia, y de patriotismo con que se han distinguido todos estos moradores en el feliz suceso de su reconquista, y no han llegado a mi noticia, para que todo el mundo los conozca, sirva de ejemplo a todos, y me proporciones el indecible gusto de elevarlas a los pies del trono de nuestro invicto monarca. Dios guarde a Vm. muchos años &c. Santiago Liniers.

Tales fueron, compatriotas, los elevados sentimientos que desde los primeros días que sucedieron a la gloriosa reconquista de esta plaza ocuparon la atención del héroe que supo arrancarla de las manos enemigas, y a los que no pudieron por entonces corresponder como quisieran mis deseos, por la natural indisposición de una salud muy quebrantada. Así pues, continuará ya sin interrupción el mismo semanario que ha podido por cuatro años sostener a la sombra de vuestro decidido patriotismo. Testigo sois que en todos ellos he hecho cuantos esfuerzos me han sido imaginables para cumplir en algún modo con la obligación a que me había ligado su prospecto, que fue algunas veces necesario el no ceñirme a su propósito, y que para transmitir desde hoy en adelante al mundo entero las glorias de nuestra patria, y los indecibles esfuerzos que hacen para sostenerla en todo su esplendor sus dignos habitantes, me es hoy, más que nunca indispensable el relajar una no pequeña parte de aquella estrecha obligación.

El observador de Buenos Aires a sus compatriotas

La gloria que habéis ganado al arrojar de vuestro suelo al ambicioso enemigo que había creído oprimirle sin zozobra, será (…) asunto de la admiración del mundo entero; pero lo será sin comparación mayor el entusiasmo con que después de haber coronado vuestras sienes de tan heroicos triunfos, habéis corrido ansiosos todos a alistaros entre el padrón honroso de los defensores de la patria.

Yo he visto una crecidísima porción de ciudadanos encorvado su cuerpo por el peso de los años, pero con un placer, y un regocijo que pintaba en sus rostros las gracias de la juventud, caminar con un paso trémulo a estampar su nombre para tomar a su cargo la fatiga del fuerte militar.

Yo he visto al tierno niño despreciar los entretenimientos inocentes de su edad, y ofrecer con alborozo sus servicios al lado del intrépido guerrero.

Yo he visto al sexo débil, a aquella preciosa mitad de nuestra especie, animar con un tesón imponderable al fiel esposo, y al tierno hijo, al diligente empeño de tomar las armas para el sostén de las glorias de su patria.

Yo he visto finalmente a un numeroso pueblo unir sus votos, y ofrecer el sacrificio de sus fuerzas para la común seguridad, y para mantener bajo el suave dominio del mejor de los monarcas al pueblo más esforzado, y más fiel de nuestra América.

Pero guardaos sobremanera, compatriotas, como del mayor de los males que pueda sobrevenir a un pueblo, de dar lugar a la detestable emulación, que en la sabia distinción de las provincias bajo las que habéis suscrito vuestro nombre, quiera alzar erguidamente el cuello para deprimir el mérito de las demás.

Acordaos que es uno el interés, uno el motivo, y uno el principal objeto que ha compelido vuestro esfuerzo a reuniros para la común defensa. Acordaos también que la alta fortuna no caracteriza a los sujetos sino en cuanto corresponden a ella sus obras dignamente, y que el artesano, el labrador, y el comerciante son recíprocamente interesados en la salud de la patria que los sostiene y alimenta, y que para los ojos de un monarca justo y generoso, y para los de la posteridad inexorable no hay otra distinción establecida que aquella que canoniza el mérito y la virtud.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar