Autor: Felipe Pigna
Muchos caciques y naturales de “La Española” migraron a la vecina isla de Cuba. 1 Allí la rebelión la encabezó Hatuey, taíno como Anacaona. Su resistencia duró tres meses y causó muchas bajas a las huestes españolas.
Según Las Casas, Hatuey le dijo a su gente que se deshicieran de todo el oro que pudieran porque este es el Dios que los españoles adoran. Por esto pelean y matan; por esto es que nos persiguen y es por ello que tenemos que tirarlo al mar […]. Nos dicen, estos tiranos, que adoran a un Dios de paz e igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen sus esclavos. Ellos nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos, pero roban nuestras pertenencias, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas. Incapaces de igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro que nuestras armas no pueden romper. 2
Tras intensos combates, Hatuey fue capturado y condenado a muerte. Frente a la hoguera, a la que eran tan afectos los “civilizadores”, un sacerdote lo invitó a convertirse al cristianismo, lo que traería varias “ventajas”: no sería quemado con leña verde sino ahorcado, salvaría su alma e iría directo al paraíso. El cacique preguntó al sacerdote si en aquel paraíso prometido estarían también los cristianos españoles, a lo que el sacerdote contestó que, lógicamente, los cristianos españoles eran hijos de Dios y que por lo tanto ese era su reino. Hatuey dijo secamente: “entonces, leña verde”, para no volver a ver nunca más a un conquistador.
Referencias:
1 El nombre Cuba deriva de la palabra cubanacán, que significa parte central.
2 Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Eudeba, Buenos Aires, 1966.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar