ARTESANÍAS E INDUSTRIAS

El «industrialismo» de Belgrano tiene uno de sus mayores alegatos en la Memoria presentada al Consulado en 1802. En ella afirmaba:

Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus Estados a manufacturarse y todo su empeño es conseguir no sólo darles nueva forma, sino aun extraer del extranjero productos para ejecutar los mismos y después venderlos. Nadie ignora que la transformación que se da a la materia prima, le da un valor excedente al que tiene aquella en bruto, el cual puede quedar en poder de la Nación que la manufactura y mantener a las infinitas clases del Estado, lo que no se conseguirá si nos contentamos con vender, cambiar o permutar las materias primeras por las manufacturadas.

Fuente: Sobre el establecimiento de fábricas de curtiembre en el Virreinato, Memoria de 1802.

Belgrano fue el primero en privilegiar la industria por sobre las actividades tradicionales:

Ni la agricultura ni el comercio serían casi en ningún caso suficientes a establecer la felicidad de un pueblo si no entrase a su socorro la oficiosa industria; porque ni todos los individuos de un país son a propósito para aquellas dos primeras profesiones, ni ellas pueden sólidamente establecerse, ni presentar ventajas conocidas, si este ramo vivificador no entra a dar valor a las rudas producciones de la una, y materia y pábulo a la perenne rotación del otro; cosas ambas que cuando se hallan regularmente combinadas, no dejarán jamás de acarrear la abundancia y la riqueza al pueblo que las desempeñe felizmente”.

Fuente:En Correo de Comercio, números 2, tomo I, sábado 10 de marzo de 1810, pág. 14; en Documentos del Archivo de Belgrano, Tomo II, Museo Mitre, Buenos Aires, 1913, pág. 24.

Estaba en contra de la importación de productos que compitieran con los del país.

La importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación.

CONTRA LOS MONOPOLIOS

Yo espero que por aclamación se adopte el pensamiento para evitar los grandes monopolios que se ejecutan en esta capital, por aquellos hombres que, desprendidos de todo amor hacia sus semejantes, sólo aspiran a su interés particular, o nada les importa el que la clase más útil al Estado, o como dicen los economistas, la clase productiva de la sociedad, viva en la miseria y desnudez que es consiguiente a estos procedimientos tan repugnantes a la naturaleza, y que la misma religión y las leyes detestan.

Fuente: Memoria presentada al consulado en 1796; en Documentos del Archivo de Belgrano, Tomo I, Buenos Aires, Museo Mitre, 1913, pág. 71.