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EL HISTORIADOR - Gaceta histórica
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La Gaceta histórica

"Los que sirven a la patria, deben creerse felices, si antes de elevarles estatuas, no les levantan cadalsos." La frase, atribuida a Sócrates, ilustra muy bien lo que a menudo sucede a quienes ocuparon puestos ejecutivos en nuestra historia. Tanto peor cuando el sucesor del funcionario caído en desgracia pertenece al partido opositor, que al hacerse de los resortes del estado, acomoda en la prensa a sus acólitos, o crea sus propios medios de comunicación, para fustigar contra el personaje destronado y su obra.

Así, funcionarios en un tiempo todopoderosos que manejaron los destinos del país, caen presas de calumnias, persecuciones, exilios, cuando tienen suerte, o son víctimas del asesinato.

Esta nueva edición de nuestra Gaceta Histórica está destinada a reflexionar sobre el encumbramiento y caída de los hombres que sirvieron a la patria. Personajes como Rivadavia, San Martín, Pueyrredón y Rosas debieron alejarse del país. Dorrego corrió peor suerte y fue fusilado por Juan Galo de Lavalle, pero esta decisión perseguiría al líder unitario durante toda su vida. También Lavalle sufriría exilio, persecución y muerte. 

Como vimos en gacetas anteriores, las guerras civiles jalonaron nuestro pasado. La maldición de la formación de partidos antagónicos irreconciliables, desde la misma forja embrionaria de nuestra nación, que sólo conciben como éxito la anulación del otro junto a su obra, nos persigue hasta estos tiempos y constituye uno de los mayores obstáculos al progreso del país.

Con estas reflexiones nos despedimos hasta marzo. Seguiremos durante el verano con nuestra Gaceta Estival, con notas recreativas sobre la manera de disfrutar el tiempo libre en nuestro pasado.

Agradecemos, como siempre, a nuestros atentos lectores, a los más de cuatro millones de visitantes que recibió nuestra página durante este año y a los 80.000 suscriptores de esta Gaceta, que nos alientan con sus comentarios y entusiasmo.

¡Felicidades y buen 2014 para todos!

Felipe Pigna

Sobre nuestra página

El Historiador contiene infografías temáticas donde se desarrollan diversos temas (25 de Mayo, la Independencia, el 12 de octubre, el día de la tradición, Manuel Belgrano, José de San Martín y Domingo Sarmiento, 24 de marzo y Guerra de Malvinas) y una cronología multimedia animada que recorre la historia del país y del mundo entre 1776 y 2010, con fotos, mapas, videos, audios y fragmentos musicales. Constituye un paseo ágil y ameno a lo largo de más de doscientos años de historia. El Historiador también incluye una lista de los gobiernos y gabinetes del territorio nacional desde la fundación del virreinato del Río de la Plata hasta 2010, e información sobre instituciones terciarias y universitarias para estudiar historia.

La Galería del Bicentenario propone un recorrido por la historia del país, entre 1810 y 2010, a través de pinturas, ilustraciones y fotografías. Las secciones Publicidades y Humor histórico constituyen nuevas perspectivas para abordar la historia a lo largo del siglo XX. Pueden consultarse también las secciones de biografías, entrevistas, audios, filmografía, artículos, documentos, efemérides y  estadísticas poblacionales. La sección La frase del día contiene frases relacionadas con las efemérides de cada día con una breve explicación del contexto en el que fueron articuladas. La página además ofrece un servicio gratuito de respuesta sobre temas relacionados con la historia del país.

El Historiador tiene su registro ISSN (International  Standard Serial Number), otorgado por el Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica (CAICYT), un organismo creado por el CONICET para brindar servicios sobre información y documentación científica y tecnológica. En el 2010, El Historiador obtuvo el premio Mate.ar de plata en la categoría “arte y cultura”, un reconocimiento a todo el trabajo que venimos realizando desde hace ya varios años.

ÍNDICE

· Efemérides de diciembre
· El rescate
· Dolencias del ayer
· Noticias
· Difusión
· Lanzamiento de libros
· Staff
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Efemérides

» Las destacadas del mes

1º de diciembre
Se conmemora en esta fecha el día mundial de la lucha contra el SIDA.
1828: El general Juan Galo de Lavalle encabeza una sublevación contra el gobierno del coronel Manuel Dorrego a quien depone.

3 de diciembre 
1805: Tiene lugar la batalla de Austerlitz, una de las más grandes victorias militares de Napoleón.
1905: Nace en Buenos Aires el pianista, director de orquestas de piano y compositor Osvaldo Pugliese.
1956: Tiene lugar el desembarco del barco Granma en las costas de Cuba. 
1990: El coronel Mohamed Alí Seineldín encabeza un alzamiento militar carapintada contra el gobierno del entonces presidente Carlos Saúl Menem.

6 de diciembre
1820: Tiene lugar la batalla de Pasco entre las fuerzas emancipadoras y las tropas realistas, que fueron derrotadas completamente. 
1866: Se produce una rebelión del general Felipe Varela contra el gobierno de Bartolomé Mitre.
1868: Nace el doctor Lisandro de la Torre, fundador del Partido Demócrata Progresista.

7 de diciembre
1941: Se produce el ataque japonés a la flota estadounidense en Pearl Harbor.

8 de diciembre
1829: El coronel Juan Manuel de Rosas es proclamado gobernador y capitán general de Buenos Aires.

9 de diciembre
1824: Tiene lugar la batalla de Ayacucho, donde quedó sellada la independencia de América del Sur.

10 de diciembre 
1948: La Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la Declaración Universal de Derechos Humanos. 
1983: El doctor Raúl Alfonsín asume como presidente de la Argentina, poniendo fin a una dictadura de más de siete años.
1991: El Consejo Europeo firma el Tratado de Maastricht, que transformó a la Comunidad Europea en la Unión Europea.

13 de diciembre 
1828: El coronel Manuel Dorrego es fusilado en Navarro por orden del general Juan Galo de Lavalle.
1907: Se descubre oficialmente petróleo en Comodoro Rivadavia.

15 de diciembre
1983: El presidente Raúl Alfonsín aprueba el decreto 187, que estableció la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas de la Argentina (CONADEP).

17 de diciembre 
1819: Simón Bolívar crea en Angostura la República de la Gran Colombia.
1830: Muere en Santa Marta, Colombia, el general Simón Bolívar.
1939: El acorazado alemán Admiral Graf Von Spee es hundido por su propio capitán frente a la costa de Uruguay, para evitar ser capturado por la escuadra británica, que lo tenía acorralado.
1996: El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) asalta la Embajada de Japón en Lima, toma casi un centenar de rehenes y solicita la liberación de los presos políticos de su organización.

20 de diciembre 
1860: Carolina del Sur se separa de la unión con los Estados Unidos, dando origen a la Guerra de Secesión estadounidense.
2001: En medio de una crisis social, económica e institucional, el presidente argentino Fernando de la Rúa presenta su renuncia bajo una fuerte presión popular. El día anterior De la Rúa había decretado el estado de sitio, lo que originó una represión que dejó más de 20 muertos.

21 de diciembre
1631: Muere Hernando Arias de Saavedra, más conocido como Hernandarias, primer gobernador criollo de Buenos Aires.
1991: La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) dejó formalmente de existir.

22 de diciembre 
1981: El teniente general Leopoldo F. Galtieri asume la presidencia de la Nación.

23 de diciembre 
1951: Muere en Buenos Aires Enrique Santos Discépolo.
1986: Se sanciona durante el gobierno del doctor Raúl Alfonsín la Ley 23.492 de Punto Final.

25 de diciembre 
La Iglesia Católica y la Iglesia Protestante celebran la Navidad, conmemorando el nacimiento de Jesús de Nazaret.

26 de diciembre 
1778: Muere Pedro de Ceballos Cortés y Calderón. Fue el primer virrey del Río de la Plata.
1893: Nace el fundador de la República Popular de China, Mao Zedong

28 de diciembre 
1990: El entonces presidente Carlos Saúl Menem anuncia los indultos de los ex comandantes de las Juntas Militares argentinas. Al día siguiente firmarían los decretos que pondrían en libertad a muchos de los responsables de las torturas y desapariciones.

29 de diciembre
1933: Se produce un intento de revolución en Santa Fe contra el gobierno del general Agustín P. Justo.

30 de diciembre 
1922: El Congreso de los Soviets aprueba la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.).

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El Rescate

Esta sección está destinada al rescate de documentos históricos trascendentes tanto para la investigación histórica como para el estímulo de la reflexión presente. El material seleccionado –cartas, artículos, entrevistas– se encuentra en sintonía con algunas de las más destacadas efemérides del mes.

Felipe Varela y el manifiesto de enero de 1868

En 1863 el “Chacho” Peñaloza fue asesinado luego de levantarse contra el centralismo porteño del general Bartolomé Mitre. Dos años más tarde, a poco de iniciarse la Guerra del Paraguay,  los partidarios del federalismo comprendieron que se ponía en juego su destino y se levantaron en armas contra el gobierno nacional. Las provincias del Interior se negaban a pelear contra el Paraguay. Estaba claro que era una guerra fratricida. Los soldados argentinos marchaban al frente de batalla encadenados. En su libro sobre la guerra, León Pomer publica un sugestivo documento sobre las condiciones de los “voluntarios catamarqueños”. Se trata de un recibo extendido por un herrero de esa provincia cuyo texto dice: “Recibí del gobierno de la provincia de Catamarca, la suma de 40 pesos bolivianos por la construcción de 200 grillos para los voluntarios [sic] catamarqueños que marchan a la guerra contra el Paraguay”.

Pronto, la impopularidad de la Guerra de la Triple Alianza, llamada así en alusión a la coalición entre Argentina, Brasil y Uruguay, y los tradicionales conflictos generados por la hegemonía porteña desencadenaron levantamientos en Mendoza, San Juan, San Luis y La Rioja.

En noviembre de 1866, se produjo “la revolución de los colorados” en Mendoza, liderada por Carlos Juan Rodríguez y Juan de Dios Videla. Pronto se extendió por las provincias cuyanas.

Felipe Varela, caudillo catamarqueño y estanciero de Guandacol, en La Rioja, había peleado contra el gobierno de Juan Manuel de Rosas, pero debió exiliarse en Chile. A la caída de Rosas, se integró  a la confederación a las órdenes de Urquiza; sin embargo, tras la derrota de Pavón, que dio triunfo a Mitre, se unió en 1862 a las fuerzas federales al mando del Chacho Peñaloza. Tras el asesinato del caudillo riojano, Varela se puso a las órdenes de Urquiza en Entre Ríos. Más tarde regresó a Chile, donde adhirió a la Unión Americana, formada para repudiar los ataques europeos contra Perú.

Pero ante la situación que vivía su patria, decidió regresar y enfrentar al gobierno nacional. Ordenó comprar unas pocas armas con la venta de sus tierras y el 6 de diciembre de 1866, desde Jachal, San Juan, se sublevó contra el gobierno de Bartolomé Mitre con no más de 200 soldados montoneros, lanzando su célebre proclama a los pueblos americanos.

A su llamado acudieron centenares de hombres, principalmente gauchos, conformando un ejército de unos cuatro mil guerrilleros. A pesar de contar con un importante apoyo popular, Varela y sus hombres fueron derrotados por las fuerzas nacionales. La guerra concluiría en una total derrota para el Paraguay y las tropas nacionales no tardarán en sofocar la montonera del Interior. Varela se refugió en Bolivia y más tarde en Chile, donde murió enfermo de tisis el 4 de junio de 1870.

Reproducimos en esta oportunidad el manifiesto que lanzó Felipe Varela en enero de 1868 explicando los motivos que lo llevaron a apoyar la Unión Americana, denunciando las pretensiones anexionistas de Mitre respecto a países hermanos, el monopolio y la absorción de las rentas nacionales por Buenos Aires, y dando cuenta de las razones que lo impulsaron a apoyar al Paraguay en la guerra, sublevándose contra el gobierno central.

Fuente: Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, Felipe Varela contra el Imperio Británico, Buenos Aires, Shapire Editor, 1975.

¡Viva la Unión Americana! Manifiesto a los pueblos americanos sobre los acontecimientos políticos de la República Argentina en los años 1866 y 1867

Potosí, enero de 1868.

El desarrollo de los sucesos políticos de la República Argentina, en los años de 1866 y 67, ha sido objeto de la atención de los demás pueblos americanos, como que ellos envolvían una alta significación para los grandes destinos de la América Unida. (…)

Hay un gran principio social innegable que dice: LA UNIÓN ES LA FUERZA… (…) El Gobierno de Buenos Aires, sin embargo, por miras que se pondrán luego de relieve, negó solapadamente la justicia de esta grande idea, negándose también a tomar parte en la Unión que se consolidaba por medio de un Congreso Americano en Lima, so pretexto de ser inconveniente a los intereses argentinos, comprometidos en una alianza con la corona brasilera. (…)

Ese primer paso de la política de Mitre dio su fruto deseado: la anexión, que no tardará mucho, del Uruguay al Imperio, pues desde entonces le pertenece, y la guerra con el Paraguay, que envuelve por parte de Mitre aspiraciones más crecidas pero aún más criminales.

En efecto, la guerra con el Paraguay era un acontecimiento ya calculado, premeditado por el general Mitre. Cuando los ejércitos imperiales atraídos por él, sin causa alguna justificable, sin pretexto alguno razonable, fueron a dominar la débil República del Uruguay, aliándose con el poder rebelde de Flores en guerra civil abierta con el poder de aquella República, comprendió el gobierno del Paraguay que la independencia uruguaya peligraba de un modo serio, que el derecho del más fuerte era la causa de su muerte, y que por consiguiente las garantías de su propia libertad quedaban a merced del capricho de una potencia más poderosa.

Pesaron estas razones en la conciencia del general presidente López de la República paraguaya, y buscando una garantía sólida a la conservación de sus propias instituciones, desenvainó su espada para defender al Uruguay de la dominación brasilera a que Mitre lo había entregado.

Fue entonces que aquel gobierno se dirigió al argentino solicitando el paso inocente de sus ejércitos por Misiones, para llevar la guerra que formalmente había declarado el Brasil.

Este paso del presidente López era una gota de rocío derramada sobre el corazón ambicioso de Mitre, porque le enseñaba en perspectiva el camino más corto para hallar una máscara de legalidad con qué disfrazarse, y poder llevar pomposamente una guerra nacional al Paraguay, guerra premeditada, guerra estudiada, guerra ambiciosa de dominio, contraria a los santos principios de la Unión Americana, cuya base fundamental es la conservación incólume de la soberanía de cada República.

El general Mitre, invocando los principios de la más estricta neutralidad, negaba de todo punto al Presidente del Paraguay su solicitud, mientras con la otra mano firmaba el permiso para que el Brasil hiciera su cuartel general en la Provincia Argentina de Corrientes, para llevar el ataque desde allí a las huestes paraguayas.

Esta política injustificable fue conocida ante el parlamento de Londres, por una correspondencia leída en él del ministro inglés en Buenos Aires, a quien Mitre había confiado los secretos de sus grandes crímenes políticos.
Textualmente dice el ministro inglés citado: "Tanto el Presidente Mitre como el Ministro Elizalde, me han declarado varias veces, que aunque por ahora no pensaban en anexar el Paraguay a la República Argentina, no querían contraer sobre esto compromiso alguno con el Brasil, pues cualesquiera que sean al presente sus vistas, las circunstancias podrían cambiarlas en otro sentido".

He aquí cuatro palabras que envuelven en un todo la verdad innegable de que la guerra contra el Paraguay jamás ha sido guerra nacional, desde que, como se ve, no es una mera reparación lo que se busca en ella, sino que, lejos de eso, los destinos de esa desgraciada República están amenazados de ser juguete de las cavilosidades de Mitre.

Esta verdad se confirma con estas otras palabras del mismo Ministro inglés citado: "El Ministro Elizalde me ha dicho que espera vivir lo bastante para ver a Bolivia, el Paraguay y la República Argentina, unidos formando una poderosa República en el continente". (...)

Las provincias argentinas, empero, no han participado jamás de estos sentimientos, por el contrario, esos pueblos han contemplado gimiendo la deserción de un presidente impuesto por las bayonetas, sobre la sangre argentina, de los grandes principios de la Unión Americana, en los que han mirado siempre la salvaguardia de sus derechos y de su libertad, arrebatada en nombre de la justicia y la ley.

En el párrafo sexto (de la proclama) hago presente a los argentinos, el monopolio y la absorción de las rentas nacionales por Buenos Aires.

En efecto: la Nación Argentina goza de una renta de diez millones de duros, que producen las provincias con el sudor de su frente. Y sin embargo, desde la época en que el gobierno libre se organizó en el país, Buenos Aires, a título de Capital es la provincia única que ha gozado del enorme producto del país entero, mientras en los demás pueblos, pobres y arruinados, se hacía imposible el buen quicio de las administraciones provinciales, por falta de recursos y por la pequeñez de sus entradas municipales para subvenir los gastos indispensables de su gobierno local.

A la vez, que los pueblos gemían en esta miseria sin poder dar un paso por la vía del progreso, a causa de su propia escasez la orgullosa Buenos Aires botaba ingentes sumas en embellecer sus paseos públicos, en construir teatros, en erigir estatuas y en elementos de puro lujo.

De modo que las provincias eran desgraciados países sirvientes, pueblos tributarios de Buenos Aires, que perdían la nacionalidad de sus derechos, cuando se trataba del tesoro Nacional.

En esta verdad está el origen de la guerra de cincuenta años en que las provincias han estado en lucha abierta con Buenos Aires, dando por resultado esta contienda, la preponderancia despótica del porteño sobre el provinciano, hasta el punto de tratarlo como a un ser de escala inferior y de más limitados derechos.

Buenos Aires es la metrópoli de la República Argentina, como España lo fue de la América. Ser partidario de Buenos Aires, es ser ciudadano amante a su patria, pero ser amigo de la libertad, de las provincias y de que entren en el goce de sus derechos ¡oh! ¡eso es ser traidor a la patria, y es por consiguiente un delito que pone a los ciudadanos fuera de la ley!

He ahí, pues, los tiempos del coloniaje existente en miniatura, en la República, y la guerra de 1810 reproducida en 1866 y 67, entre el pueblo de Buenos Aires (España) y las provincias del Plata (colonias americanas).

Sin embargo, esa guerra eterna dio a fines de 1859 por resultado la victoria de los pueblos argentinos sobre el poder dominante de la Capital. Sus diez millones de renta estaban, por consiguiente recobrados, pero como no era posible despojar a Buenos Aires de un solo golpe de tan ingente cantidad, arreglada a la cual había creado sus necesidades, pues eso hubiera sido sepultarla en una ruina completa, tuvieron todavía la generosidad los provincianos, de celebrar un pacto, por el cual concedían a Buenos Aires el goce por cinco años más de las entradas locales para llenar su pomposo presupuesto.

Fue entonces que los porteños invocaron la hidalguía del que hoy llaman bárbaro, del presidente actual del Paraguay Mariscal Don Francisco Solano López, para que con su respetabilidad y talento interviniese en el pacto que celebraban las provincias argentinas con Buenos Aires vencida.

El Mariscal López accedió generoso, garantiendo el cumplimiento del tratado por ambas partes con su propio poder.

En noviembre de 1865 debían expirar estos tratados, y entrar las provincias en el goce de lo que verdaderamente les pertenece, las entradas nacionales de diez millones que ellas producen.

Cuando el sesenta y cuatro aun no llegaba, cuando Mitre aun no asaltaba la presidencia de la Nación, por un órgano público de Buenos Aires decía el futuro caudillo, sobre el pacto con el Paraguay: "Esos tratados serán despedazados y sus fragmentos arrojados al viento".

Por fin el General Mitre revolucionó a la provincia de Buenos Aires contra las demás provincias argentinas, cuyos dos poderes se batieron en Pavón.

La suerte estuvo del lado de aquel porteño malvado que se sentó Presidente sobre un trono de sangre, de cadáveres y de lágrimas argentinas.

Entre tanto los tratados garantidos por el Paraguay vivían, y llegado el término podía esta nación exigir su cumplimiento.

He aquí otra de las causas fundamentales de la guerra llevada por Mitre a la República del Paraguay, desarmando así a las provincias del poder aliado que garantía su felicidad, contra la infamia de un usurpador.
Después de este golpe maestro, el general Mitre desfiguró la carta democrática dada por las provincias vencedoras en Caseros, y la desfiguró a su antojo, después de haber jurado con lágrimas en los ojos respetarla, explotando así la generosidad de los pueblos, que entonces pudieron plantar la bandera de la humillación y del dominio en la misma plaza de Buenos Aires.

Esa reforma dio por fruto el regalo eterno de las rentas nacionales a la ciudad bonaerense, el despojo para siempre de la propiedad de los pobres provincianos, y aun algo más, el empeño de las desgraciadas provincias en más de cien millones, para sostener una guerra contra sus intereses, contra su aliado, contra el poder combatido por tener el crimen de haber garantido la paz argentina y la felicidad de todos los pueblos, en noviembre de 1859.

Es por estas incontestables razones que los argentinos de corazón, y sobre todo los que no somos hijos de la Capital, hemos estado siempre del lado del Paraguay en la guerra que, por debilitarnos, por desarmarnos, por arruinarnos, le ha llevado a Mitre a fuerza de intrigas y de infamias contra la voluntad de toda la Nación entera, a excepción de la egoísta Buenos Aires.

Es por esto mismo que es uno de nuestros propósitos manifestado en la invitación citada, la paz y la amistad con el Paraguay. (...)

Lea la nota completa

El fusilamiento de Dorrego, "un extravío irreparable" de Lavalle

El 13 de diciembre de 1828 el coronel Manuel Dorrego, gobernador y capitán general de la provincia de Buenos Aires, moría fusilado en Navarro por orden del general unitario Juan Galo de Lavalle sin proceso ni juicio previo. El mismo día, Lavalle informó a Buenos Aires: “Participo al gobierno delegado que el coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden, al frente de los regimientos que componen esta división. La historia, señor ministro, juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir… Quisiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires que la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que puedo hacer en su obsequio”.

Pero mucho antes de que el juicio de la historia cayera pesado sobre el autor del crimen de Navarro, el propio Lavalle debió enfrentarse con su propia conciencia. El texto que reproducimos en esta oportunidad contiene testimonios que recogen el remordimiento que torturaba al líder unitario doce años después del fusilamiento.

Manuel Dorrego, un militar independentista de la primera hora, se había probado el traje de gobernador de la provincia de Buenos Aires durante unos meses en 1820, pero ya en agosto de 1827, tras la renuncia de Rivadavia a la presidencia y la desintegración del efímero poder central, había reasumido para orientar los designios de un país desintegrado y derrotado en la guerra contra el Imperio de Brasil. 

Como encargado de las relaciones exteriores del país, Dorrego selló la paz con Brasil y reconoció la independencia absoluta de la Banda Oriental. Pero para entonces, ya tenía un amplio espectro de adversarios. En primer lugar, aquellos simpatizantes del disuelto gobierno nacional: los unitarios. En segundo lugar, numerosos grupos del ejército que, al finalizar la guerra, se verían relegados de la principal escena política. 

Su primera derrota tuvo lugar en las elecciones legislativas de finales de 1827. Un año más tarde, el 1º de diciembre de 1928, debió enfrentar una amplia conspiración. Juan Lavalle fue quien la encabezó, secundado por Salvador María del Carril, Juan Cruz Varela, Valentín Alsina, Ignacio Álvarez Thomas y José María Paz, entre otros.

Tras el alzamiento del 1º de diciembre, Dorrego se refugió en las afueras de la ciudad, más precisamente en Cañuelas. El 9 de diciembre, se encontraron en Navarro, 100 kilómetros al sudoeste de la capital, las tropas de Dorrego y las de Lavalle. El triunfo fue para estas últimas y el líder federal fue tomado prisionero.

En esas circunstancias, Dorrego solicitó el destierro a los Estados Unidos, propuesta que no desagradaba a muchos de los líderes rebeldes y que reclamaron diplomáticos ingleses y franceses. El mismo general y terrateniente Díaz Vélez había considerado en carta a Lavalle: “...estoy persuadido de que Dorrego no debe morir. Los males que ha causado son grandes, pero la dignidad del país, a mi ver, así lo exige”. 

Pero hombres como Juan Cruz Varela y Salvador María del Carril empujaban en otra dirección. Este último escribió sin eufemismos a Lavalle un día antes de que el “león de Riobamba” decidiera la ejecución: "La prisión del general Dorrego es una circunstancia desagradable; ella lo pone a usted en un conflicto difícil. La disimulación en este caso después de ser injuriosa será perfectamente inútil al objeto que me propongo. Hablo del fusilamiento de Dorrego. Hemos estado de acuerdo en ella antes de ahora. Ha llegado el momento de ejecutarla. Prescindamos del corazón en este caso. La Ley es que una revolución es un juego de azar, en la que se gana la vida de los vencidos. Si usted, general, la aborda así, a sangre fría, la decide; si no, yo habré importunado a usted; habré escrito inútilmente, y lo que es más sensible, habrá usted perdido la ocasión de cortar la primera cabeza de la hidra, y no cortará usted las restantes. Nada queda en la República para un hombre de corazón".

Con un poco más de sutileza, aunque con la misma claridad, escribía Juan Cruz Varela a Lavalle, contribuyendo a hacer irreconciliables las diferencias que iban sumiendo a estas tierras en una guerra fratricida: “Después de la sangre que se ha derramado en Navarro, el proceso del que la ha hecho correr está formado: ésta es la opinión de todos los amigos de usted… (…) Este pueblo espera todo de usted y usted debe darle todo. Cartas como esta se rompen”.

Lavalle, como se lamentaba en el fragmento que a continuación reproducimos, se vio fuertemente influenciado por “los hombres de casaca negra”: “ellos, con sus luces y su experiencia, me precipitaron en ese camino, haciéndome entender que la anarquía que devoraba a la gran República, presa del caudillaje bárbaro, era obra exclusiva de Dorrego. Más tarde, cuando varió mi fortuna, se encogieron de hombros...”.

Adolfo Saldías sentenciará en su Historia de la Confederación Argentina: “El general Lavalle apeló al juicio de la posteridad… Este juicio no le alcanzó en vida. La pasión política o lo lapidó quince años consecutivos, o lo levantó a la altura de las personalidades heroicas. Él llevó hasta la tumba el remordimiento de ese extravío de su patriotismo exacerbado por quienes tan incapaces fueron para fundar nada estable en lo sucesivo… Hechos como el fusilamiento del gobernador Dorrego no se discuten: se condenan en nombre de la libertad, a la que insultan, y en homenaje a la patria, a quien enlutan”.

Fuente: Ángel Justiniano Carranza, El general Lavalle ante la justicia póstuma, Buenos Aires, Igon Hermanos Editores, 1909, págs. 75-85.

La ejecución de Dorrego ha sido el acto más vituperado de la vida pública de Lavalle. Es evidente que exasperado este general por las pasiones de un combate fratricida e inducido por instigaciones poderosas, que suponía emanadas del patriotismo y de la previsión política, pensó que era de su deber, como jefe del Estado, eliminar aquella entidad peligrosa para reorganizar la nación desquiciada. (…)

Lavalle, educado en medio del sacudimiento de la América, y alumno de las batallas, no puede estar sujeto a medida igual a la de un estadista contemplativo, que encerrado en su gabinete atraviesa una tranquila existencia. Si a esto se agregan los incentivos del espíritu de partido, (…) nos explicaremos el vértigo que se apoderó de su cabeza al asumir con osadía y aceptar sin reserva una responsabilidad que en verdad, está muy dividida, declarando noblemente que mandó ejecutar al coronel Dorrego, porque lo creyó indispensable a la salud pública, y que se entregaba al fallo de la historia…
 
Pero el año 40, Lavalle (…) [repitió] a los que le rodeaban que su anhelo, al volver a la vida pública, era colmar de beneficios a la familia de Dorrego, y hacer la más ejemplar expiación de un extravío irreparable. “...A fines de 1839, dice otro testigo fidedigno, mientras el ejército se organizaba en la provincia de Corrientes para abrir la cruzada libertadora, una siesta en que Lavalle se paseaba agitado, delante de los que componíamos el cuartel general, deteniéndose de pronto, exclamó con aire arrogante: ‘Señores: ¿saben ustedes qué día es hoy?’ Varios contestaron que ignoraban, pues no tenían almanaque. ‘No, señores’, añadió, ‘pregunto la fecha del mes’. Como todos quedamos en silencio, prosiguió: ‘Hoy es 13 de diciembre, aniversario del fusilamiento del gobernador Dorrego por mi orden’.

Al pronunciar estas palabras, levantó la voz y llevó la mano al pecho: ‘sí, por mi orden’, repitió, paseando la mirada sobre todos los presentes. ‘Señores, ¿qué significa este «por mi orden», de un mozo valiente de treinta años, que por disponer de 500 landas, atropella las instituciones para quitar del medio al primer magistrado, al Capitán General de una provincia?... Dorrego debió morir o Juan Lavalle; no había remedio; la anarquía se entronizaba. Yo fui más feliz, lo vencí; ¡qué digo! más desgraciado... ¿acaso no había formalidades que llenar, no había leyes? ¡Ah! Señores, yo he sido el que abrió la puerta a Rosas, para su despotismo y arbitrariedades sin ejemplo. Los hombres de casaca negra, ellos, ellos, con sus luces y su experiencia me precipitaron en ese camino, haciéndome entender que la anarquía que devoraba a la gran República, presa del caudillaje bárbaro, era obra exclusiva de Dorrego. Más tarde, cuando varió mi fortuna, se encogieron de hombros... Pero ellos al engañarme, se engañaban también, porque no era así. Dorrego sólo explotó en su beneficio, el mal que estaba arraigado en el país, como se ha visto después’. Y haciendo una pausa, continuo: ‘Si algún día volvemos a Buenos Aires, juro sobre mi espada y por mi honor de soldado que haré un acto de expiación como nunca se ha visto; sí, de suprema y verdadera expiación…’. Y bajando la cabeza quedo taciturno y siguió paseándose”.

En el mes de agosto de 1840, pasando Lavalle por el partido de Navarro al frente del ejército en su marcha sobre esta ciudad, pernoctó en la estancia de Almeira, donde había acampado en otro tiempo.

“Esa tarde — consigna el general Iriarte en unas Notas— yo le acompañaba y no bien nos apeamos, reconoció el general, entre los curiosos que se juntaron de las inmediaciones, al encargado o mayordomo del establecimiento, que hacía doce años no le veía. Poco después, al entrar en la habitación, donde en 1828 firmó la orden contra Dorrego, enmudeció y meditó amargamente, diciéndome luego: ‘amigo mío, ¿cuándo llegaremos a Buenos Aires, para rodear de respeto y consideración a la viuda y a las huérfanas del coronel Dorrego? Más tarde se trajeron dos catres, pero el general no pegó los ojos en toda esa noche, sintiéndolo yo fumar o revolverse en la cama y suspirar de continuo. Al siguiente día de madrugada, continuamos la marcha, y guardó silencio por largo rato.”

Lea la nota completa

Pueyrredón se defiende de las acusaciones

Juan Martín de Pueyrredón fue uno de los hombres clave del período revolucionario. Masón y liberal, ilustrado y unitario, nació el 18 de diciembre de 1777, hijo de un adinerado vasco francés y de una austera irlandesa. Como tantos otros patriotas del período, estudió en el Colegio San Carlos, antes de seguir su destino por Europa, Cádiz y París, estudiando el arte y la filosofía de la ilustración.

Más tarde volvió a Buenos Aires, donde asumió los negocios familiares y se transformó en un próspero comerciante.  Contrajo su primer y frustrado matrimonio con una prima que, al poco tiempo de casados, fue tomada por loca y, posteriormente, falleció.

Durante las invasiones inglesas, Pueyrredón participó activamente en la defensa de Buenos Aires, y pronto fue nombrado comandante del regimiento de Húsares. No tardó en ser enviado en una misión a España para informar sobre la derrota inglesa y pedir ayuda. Fue entonces cuando observó la decadencia de la monarquía española y le sobrevino la idea de que un cambio radical era inevitable.

Hacia 1810, Pueyrredón participó de los acontecimientos de Mayo, siendo pronto encargado de la gobernación de la gran Córdoba y, tras el avance del ejército patriota hacia el Alto Perú, de la intendencia de Charcas (hoy Sucre). En 1812, cuando se entretejían las mayores intrigas en torno a la conducción del proceso revolucionario, Pueyrredón dejó el mando del Ejército del Norte a cargo de Manuel Belgrano y viajó a Buenos Aires para reemplazar a Juan José Paso en el Triunvirato. Pero duró poco esta etapa, al ser disuelto el Triunvirato y él detenido.

Sin embargo, al poco tiempo había retomado la actividad en las provincias del Cuyo. En mayo de 1816, el Congreso de Tucumán lo designó Director Supremo de las Provincias Unidas y no tardó en declarar la independencia.

Desde aquel cargo, que conservó durante tres años, Pueyrredón apoyó la campaña a Chile de San Martín, pero también combatió al proyecto artiguista y otros líderes federales. Entre 1816 y 1819, su carácter aristocratizante, unitario y porteño se fue acentuando lentamente.

El 25 de mayo de 1819, mientras todavía ejercía como Director Supremo, se juró la Constitución, de carácter centralista, ya que no respetaba las autonomías provinciales, y monárquico, por cuanto dejaba espacio para la instalación de una monarquía. Esto aceleró el surgimiento de un grupo heterogéneo de caudillos, de ideas republicanas y federales, enfrentadas a los intereses porteños.

Pueyrredón, blanco de las más inflamadas críticas, presentó su renuncia, que le fue aceptada en junio de 1819. Al descender de su cargo, las denuncias se profundizaron. Reproducimos en esta oportunidad un fragmento del manifiesto que dirigiera el propio Pueyrredón en 1820 respondiendo a las acusaciones de las que había sido objeto.

Pueyrredón se despacha amargamente contra sus detractores, especialmente contra Manuel de Sarratea, quien por exigencia de los caudillos federales, lo había hecho arrestar por traición a la patria por sus invasiones a las provincias y por el apoyo a la invasión portuguesa y lo había acusado de ladrón, de tirano, y de haber encendido la mecha de la guerra civil contra Entre Ríos y Santa Fe. A todo responde Pueyrredón en este documento y se lamenta: “¡Qué lección! y ¡qué cara me ha costado! ella me ha hecho perder a un tiempo mi patria y mi fortuna, mi quietud y la mejor esperanza de mis días en un retiro apacible, que creía debido a mis fatigas”.

El general Pueyrredón a los pueblos de las Provincias Unidas en Sud América
Fuente: Documentos de Archivo de Pueyrredón, Tomo IV, Buenos Aires, Museo Mitre, 1912, págs. 181-199.

Cuando la impostura reina, la verdad es criminal y odiosa. Tal es el caso, en que yo me encuentro hoy, para presentar a mis compatriotas un cuadro fiel de mis acciones públicas que desmienta el falso, el horrible retrato, con que mis enemigos pretenden desfigurar mi administración. Pero no importa que aumenten sus enconos y venganzas; que multipliquen sus calumnias injuriosas: mi objeto es hablar la verdad. Y, cuando el examen más severo de mi conducta pública en el mando me ha dado la conciencia de que no he merecido mi desgracia, me siento con aquella fuerza robusta que hace soportar con rostro sereno el infortunio y la maldad de los hombres.

Para no dar al mundo, que nos observa, un testimonio más de nuestras disensiones, y de la inconsistencia del orden interior de nuestro país, me había propuesto guardar silencio sobre los últimos acaecimientos, que motivaron mi separación del territorio del estado, el 31 de enero del presente año, y sofocar dentro de mi pecho el natural dolor que me causaban las ofensas que se hacían a mi persona y a mi reputación; porque me había persuadido de que mis enemigos habrían satisfecho sus venganzas con las calumnias, que esparcían por las calles y lugares públicos de la capital; y que, contentos con verse dueños del campo de sus aspiraciones, habrían a lo menos economizado el crédito de la patria, obrando de modo que nuestras debilidades no atravesasen las aguas del Río de la Plata en documentos públicos y permanentes. Pero, cuando he visto que el furor de la venganza es la única regla de política que sigue hoy el nuevo gobierno provincial de Buenos Aires; que sin consideración, ni aun a las leyes de la decencia, publica por la prensa sarcasmos e improperios contra mí y contra todos los que supone pertenecientes a la administración depuesta; y que un gacetero sin educación, atribuyéndose indebidamente el título de ministerial, para mayor descrédito nuestro, llena sus papeles con ridículas invenciones, con versos y cuentos inmundos, y con las más descaradas e injustas imputaciones; olvidando la dignidad de mi país y la que se debe al mundo entero, a quien habla; no hay ya causa bastante que me contenga ni razón alguna para que mi silencio dé a mis ofensores ese aire victorioso que afectan sobre un campo profanado por sus vicios, y ensangrentado con víctimas inocentes de su descrédito, y de su impotencia. Cuando he visto, pues, que el sacrificio voluntario de mi buena opinión sería estéril; que mi voz no puede aumentar los conflictos en que se encuentra la patria; y que el descrédito actual del estado no se remedia uniéndole el mío, me he creído autorizado por la causa pública, y obligado por la propia, a manifestar verdades dolorosas pero verdades necesarias.

No es mi intento ahora hacer ostentación de las ventajas que ha reportado el estado en los años que ejercí el poder supremo; porque tampoco es mi ánimo, compatriotas, presentaros la suma de mis servicios para comprar con ellos vuestra indulgencia. Sabéis muy bien que la discordia y la anarquía despedazaban a las provincias; que ejércitos enemigos amenazaban por distintos puntos nuestra destrucción; que los nuestros estaban casi disueltos por desgracias anteriores y por los funestos efectos de la insubordinación, constante compañera del desorden; que la pobreza pública nos afligía; que no se encontraban elementos para nuestra defensa; y que aun los más animosos desconfiaban de todo remedio, cuando el voto unánime del congreso nacional me encargó del mando supremo el 3 de mayo de 1816.

Habéis también visto que al dejarlo, el 10 de junio de 1819, os he restituido el estado en un orden y armonía admirable; dos ejércitos enemigos destruidos en totalidad del otro lado de los Andes, y prisioneros en nuestro poder los generales y soldados, que con su rendimiento desarmaron vuestro noble esfuerzo; otro repulsado repetidas veces, y siempre bien escarmentado en las gargantas del Perú por sólo la gloriosa provincia de Salta; un reino entero conquistado por vuestro valor, y restituido a nuestros hermanos de Chile: tropas numerosas disciplinadas y aguerridas; táctica establecida: un parque ricamente abastecido; armas y municiones abundantes para muchos años; establecimientos literarios; cuarteles de elegancia y comodidad para alojamiento de las tropas de la capital; la deuda pública interior minorada extraordinariamente; y en suma, os he devuelto un estado con importancia interior y con crédito exterior superior a nuestro mismo concepto.

Mi objeto sólo es desmentir las groseras calumnias con que he visto atacada mi reputación en estos últimos días de congoja, de sobresalto, y de luto para las provincias; y él me ha forzado a presentaros un bosquejo inexacto, pero aproximado al cuadro que ha formado el tiempo de mi administración, como un antecedente eficaz para ilustrar vuestro juicio. Me es doloroso, compatriotas, tener que nombrar algunas personas con desprecio, porque no es propio de los principios de mi educación, ni del respeto que os debo; pero así lo exige la calidad de la causa que defiendo, y, sin tocar sus defectos o vicios personales, me contraeré únicamente a los hechos públicos, que dicen a mi intento.

(…)

Don Manuel de Sarratea es el primero que me pone en esta amarga necesidad. (…)

Fatigado de haber sostenido todo el peso del estado por el espacio de treinta y ocho meses, persuadido de que ya estaba afirmado el orden interior y la seguridad exterior del país sólo con seguir la senda que había dejado tan trillada, y deseoso de librarme de la nota de ambicioso, que algunos descontentos me atribuían por mi permanencia en el gobierno, solicité del congreso nacional en repetidas y obstinadas renuncias mi exoneración del mando supremo, y la obtuve en 10 de junio del año pasado.

He aquí, compatriotas, la ocasión que don Manuel Sarratea creyó con razón la oportuna para ejercitar sus venganzas. Pocos días se habían pasado cuando tuve avisos de que don Anacleto Martínez, don José María Somalo, don Javier Igarzábal y algunos otros del círculo y sociedad de Sarratea decían con publicidad y descaro que yo era un tirano, un malvado, un ladrón. Creí que debía despreciar estos desahogos de la malignidad, pero ellos crecían con mi silencio, y al fin tomé el partido de instruir a mi sucesor para que contuviese insultos licenciosos, cuyo objeto no era sólo herir mi reputación sino también destruir el orden de la administración. Tuve la desgracia de que el resultado no fuese conforme a las ofertas que se me hicieron, y desde entonces se alentaron mis enemigos, redoblaron sus insultos y contaron como suyo el triunfo que les aseguraba su impunidad.

Ocho meses iban corridos desde mi separación del directorio y en este tiempo, retirado a mi casa de campo, tal vez no llegaron a seis las veces que visité al jefe supremo como un deber de mi respeto. Diga el señor general Rondeau si me oyó repetir segunda vez mis quejas; diga si mis consejos, cuando alguna vez me los pidió, no fueron conformes al honor, a la justicia y al santo interés del mejor crédito del país, y si jamás tomé la más pequeña intervención en la marcha del gobierno.

Sin embargo de este retiro y de esta distancia de los negocios públicos, nada había de malo, nada se hacía o se mandaba de desagradable, nada sucedía de adverso, que no se atribuyese a mi influjo, por los agentes de Sarratea. Han llegado a suponer que el señor general Rondeau al partir para campaña había dicho que se iba a tomar el mando del ejército por separarse de mí y librarse de mis violencias, ¡atroz calumnia! con que se ofende la verdad del señor Rondeau. Entre vosotros está, compatriotas, preguntádselo y oiréis mi justificación.

Yo lamentaba en silencio las heridas que se hacían a mi opinión, como un gaje consiguiente al elevado puesto que había ocupado, pero nunca llegué a temer ni por mi persona, porque como hombre tenía brazos y bríos para defenderla y como ciudadano magistrados y leyes que la protegiesen; ni por el orden interior, porque no había más elementos en su contra que los que movía don Manuel de Sarratea y que por su impotencia, su ninguna importancia y su descrédito eran fáciles de sofocar. ¡Ah! yo me engañé, yo no tuve presente que el mérito y los beneficios son los medios más seguros para atraerse el odio envenenado de ciertas gentes, que tienen establecido por principio que el que pone límites a su ambición y contraría sus proyectos es un enemigo del estado: yo encontré enemigos donde no debía esperarlos. ¡Qué lección! y ¡qué cara me ha costado! ella me ha hecho perder a un tiempo mi patria y mi fortuna, mi quietud y la mejor esperanza de mis días en un retiro apacible, que creía debido a mis fatigas.

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La navidad, origen y proyección de la mayor fiesta cristiana

La Navidad, una de las festividades más importante del cristianismo, conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret. Si bien en la Iglesia católica, en la anglicana y en otras protestantes, así como en la Iglesia ortodoxa rumana, se celebra el 25 de diciembre, la festividad tiene lugar el 7 de enero en otras iglesias ortodoxas que no aceptaron la reforma al calendario juliano, reemplazado por el papa Gregorio XIII en 1582.

Reproducimos en esta oportunidad un artículo sobre la celebración navideña; quién la instituyó; el primero y el último de los países europeos que abandonaronel paganismo; el pesebre como símbolo, el muérdago, las siemprevivas; el acebo; los orígenes del villancico y sobre quién era realmente Papá Noel, aunque en este punto disentimos, como ya hemos publicado en otro artículo de nuestra página.

La navidad como una de las bellas tradiciones
Fuente: Revista Siete Días, Nº 344, 17 al 23 de diciembre de 1973.

Si nadie se preocupó demasiado por corregir ciertas contradicciones de la festividad navideña en Latinoamérica, es seguramente porque los símbolos del homenaje brotaron casi a la par del Cristianismo, se pierden en la inmensidad de los tiempos. Esa es la causa que volvió admisible al abrigado Papá Noel, en su trineo y al vertiginoso consumo de frutas secas en regiones en donde la Navidad, por celebrarse en verano, no es una fiesta recoleta, que obligue al encierro en torno a leños ardientes y a la ingestión de alimentos archicalóricos. La fe, la esperanza que entraña el nacimiento de Cristo y la tradición han preservado ecuménicamente la uniformidad de los símbolos, tal vez como un paralelo emblema de confraternidad. Sobre datos obtenidos en fuentes de la Unesco, a continuación se vierten algunas referencias poco conocidas sobre el origen de esas costumbres, de común geográficamente remotas, a veces emparentadas con la mitología y ciertos ritos paganos, decantados y espiritualizados por la Iglesia.

Fue el Papa Julio I quien escogió, hace alrededor de 1600 años, el día 25 de diciembre para celebrar el nacimiento de Cristo.

Jesucristo nació en el año 748 a contar desde la fundación de Roma, por entonces bajo el imperio de Augusto.

En tiempos del nacimiento de Jesús, y aún antes y después, Roma festejaba en diciembre –del 17 al 24- las llamadas Saturnales, una especie de carnaval en memoria de Saturno. Las guerras se detenían durante ese lapso, estaba prohibido trabajar e infligir castigos.

También durante diciembre los judíos celebraban la Fiesta de las Luces, y los teutones y escandinavos el solsticio de invierno. La religión mazdea de Persia rendía homenaje al “natalicio de invicto Sol” y la diosa Mitra, que cumplía años el día 25.

La península ibérica fue la primera región europea en festejar públicamente la Navidad, gracias a la acción evangelizadora del apóstol Santiago el Mayor, muerto el año 44. España fue el primero de los países de Europa rescatados del paganismo.

Noruega fue el último de los países europeos en celebrar la Navidad. La fiesta fue introducida por el rey Haakon el Bueno en el siglo X.

El pesebre, como símbolo cristiano, fue concebido por San Francisco de Asís. Por primera vez lo armó en un establo, con animales vivos, en la aldea de Greccio, vecina a Asís, en Italia. Se supone que el hecho ocurrió hacia el 1200.

En varias ciudades de Alemania y Estados Unidos se realizan actualmente concursos comunales de pesebres, costumbre extendida también a Brasil, en donde se los llama lapinhas.

Durante la Navidad, cientos de ciudades latinoamericanas organizan procesiones. La de Lima es, por tradición, la más espectacular; habitualmente coincide con la más importante corrida de toros del año.

Las procesiones navideñas de Querétaro y Celaya, en México, se caracterizan por sus desfiles de carrozas representando escenas bíblicas: la historia de Adán y Eva, Moisés dividiendo las aguas del Mar Rojo, la Anunciación.

En los países centroamericanos, el homenaje a la Navidad empieza el 16 de diciembre: grupos de cantores recorren aldeas y ciudades remedando los esfuerzos de los progenitores de Jesús por hallar albergue de Belén. Cantan esta letanía: “Por favor, dennos albergue; mi esposa está cansada y ya no puede andar más”. Desde los balcones se les responde: “¡Marchaos! Podéis ser ladrones, no nos podemos confiar”.

Según la creencia religiosa, el primer villancico (y por lo tanto el más antiguo) fue transmitido por los ángeles a los pastores de Belén. Es éste: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”.

En Chile, la Virgen del Rosario de Andacollo preside una de las principales procesiones de la Navidad. La imagen fue descubierta por un indígena leñador, Collo, quien tuvo cierto día -dice la leyenda- una visión celestial. “Anda, Collo, a la colina –le ordenó la visión-. Allí te espera la felicidad”. Encontró la estatua, tallada en madera, de un metro de alto.

La costumbre norteamericana de adornar las casas con siemprevivas y guirnaldas de acebo proviene de los antiguos sajones: el muérdago ha sido heredado de los celtas.

En épocas ya remotas, la Iglesia intentó desarraigar estos símbolos vegetales, pero vanamente. Así, el acebo pasó a representar la corona de espinas de Cristo (cuyos frutos, quiere la leyenda, eran blancos hasta que se embebieron de sangre) y las siemprevivas se identificaron con la eterna esperanza cristiana. El muérdago celta era demasiado pagano, de modo que, como emblema, apenas alcanzó las puertas de las casas, en donde todavía constituye un relegado adorno.

Muchos estudiosos de las costumbres religiosas niegan que haya sido San Bonifacio, como se creía, quien institucionalizó al arbolito de Navidad. Antes de convertir a los alemanes al cristianismo (siglo VIII), el santo destruyó la encina sagrada de Geismar, en Hesse, reemplazándola por siemprevivas, símbolo del nuevo culto.

Fue en Alemania, en el siglo XVI, donde se aderezó el árbol de Navidad tal como se lo conoce hoy. Y soldados alemanes que pelearon en la Guerra de Secesión lo introdujeron en los Estados Unidos. Aun así, Virgilio cuenta en Las geórgicas que los romanos colgaban máscaras de Baco en los pinos, una manera de augurar fertilidad.

Se supone que Papá Noel o Santa Claus (o Julenissen, en Dinamarca y Noruega; o Tomte, en Suecia) son “descendientes” de Votan, un dios nórdico que durante el crudo invierno cabalgaba un mágico caballo de ocho patas, distribuyendo alimentos a los más necesitados, y un poco de tibieza (y por eso descendía por las chimeneas).

Un obispo de Europa central, ahora San Nicolás, que vivió en el siglo IV, transformó en realidad las especies mitológicas: famoso por sus limosnas y su amor por los niños, a su muerte se convirtió en patrono de una decena de ciudades europeas y también de la isla de Manhattan, en Nueva York. Su imagen aparecía en el mascarón de proa del primer navío holandés que arribó a esas costas.

En Nueva Ámsterdam (primitivo nombre de Nueva York), San Nicolás pasó a llamarse Santa Claus y dejó de ser un viejecito ascético para convertirse en un rubicundo fumador de pipas, tripulante de un trineo henchido de juguetes y empujado por ocho renos. Nadie sabe por qué en los Estados Unidos Santa Claus coloca sus regalos en una media y no sobre los zapatos.

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Remedios, ungüentos, dolencias del ayer

Una nueva sección que intenta arrojar un poco de luz y en ocasiones alguna sonrisa sobre las creencias y prácticas en medicina de otros tiempos.

En esta oportunidad, reproducimos una carta que envió Juan Manuel de Rosas a Facundo Quiroga con consejos para tratar el reumatismo. El remedio milagroso no llegó a destino. La carta donde Rosas se lo enviaba está fechada el 25 de febrero de 1835, y Quiroga había sido asesinado nueve días antes en Barranca Yaco.

La viruela y su prevención en 1801

La viruela, una enfermedad infecciosa, muy contagiosa y epidémica, causada por el variola virus, se caracteriza por la erupción de pústulas, que deja en el cuerpo cicatrices indelebles. Fue durante siglos, una de las enfermedades más temidas y mortíferas. Alrededor de un tercio de los infectados fallecían sin remedio y, entre los que escapaban con vida, quedaban muchos con los rostros picados y numerosos casos de ceguera.

La historia de esta enfermedad se remonta a hace por lo menos 3500 años. Desde entonces, la viruela se propagó matando a reyes y campesinos. Durante el siglo XVIII las severas epidemias de viruela asolaron Europa, haciendo estragos en su población y no tardó en convertirse en la causa principal de mortalidad infantil.

Para prevenir sus feroces estragos desde el siglo XVIII se practicaba la inoculación de la enfermedad. Ésta consistía en introducir material infectado de un caso leve en un individuo sano, mediante cortes en la piel. Se procuraba que el individuo sufriera síntomas moderados a la vez que adquiría inmunidad ante el virus.

En 1796 el médico inglés Edward Jenner desarrolló la primera vacuna contra la viruela. Para combatir la enfermedad inoculó a un niño de ocho años con la viruela vacuna, cuyos síntomas eran sensiblemente más leves, y evitaba que las personas inmunizadas contrajeran el virus humano. Fue esta la primera vacuna descubierta. De hecho,  la palabra vacuna deriva de vaca, en alusión al tipo de virus que se inoculaba.

Pese a esta creación, pasarían casi dos siglos hasta que se lograra la erradicación de la viruela en 1979 mediante un programa de vacunación implementado por la Organización Mundial de la Salud.

A continuación reproducimos un fragmento de un artículo aparecido en el Telégrafo mercantil de 1801, que incluye una carta de un lector de la época preocupado por la renuencia de las madres de entonces a inocular a sus hijos. El articulista recoge el guante y se explaya tanto sobre los estragos causados por la enfermedad como sobre las ventajas de su inoculación.

Fuente: Telégrafo Mercantil, Nº 8, sábado 2 de mayo de 1801, 83-88.

Montevideo y abril 18 de 1801.

Sr. Editor del Telégrafo.

Permítame V. interrumpa por un momento su urgente y útil tarea, para suplicarle se sirva decir cuatro palabras sobre la Inoculación de la Viruela; pues no obstante que esta ciudad toda está hecha un hospital, y que todos hemos presenciado que ayer en la parroquia se enterraron 7 párvulos, y una joven de 18 años, víctimas infelices de este maligno contagio, no obstante esto, vemos la poca aceptación con que se mira el invento más feliz para la especie humana. Es menester ser insensible para callar: es menester ignorar los lentos progresos que hace nuestra especie en un país, donde por otra parte todo viviente se multiplica hasta el infinito; y es menester por último, mirar con indiferencia una de las principales causas del atraso de la población de esta provincia. Dígnese pues V. hablar algo sobre esto a estas mujeres inhumanas; y cuando no tuviere tiempo para más, bastará que diga en un tono decisivo: Madres, inoculad vuestros hijos: hacéis mal en lo contrario. Créame V. que al verlo en letra de molde, y que lo dice V. (a quien hoy tienen estas gentes como un Oráculo) se podrá conseguir mucho. Encargue la conciencia a este tímido sexo, y mucho más a los introductores de negros, si no tomasen más precauciones en adelante; de otro modo 300 nuevos colonos de los más bárbaros africanos, nos costarán 30 de los más floridos de nuestros americanos. Pero prosiga V. y créame por su apasionado.

Q.S.M.B. Pedro Juan Fernández.

La salud del Pueblo sea la primera Ley

¿Qué dificultades tan enormes no presenta la sola idea de rebatir preocupaciones envejecidas, o de lentificar nuevas verdades, aunque sean las más benéficas de la Sociedad? Sólo el nombre de innovación consterna los espíritus débiles; y cuando se les presenta el fruto de las más laboriosas tareas, he aquí que el orgullo, los celos y el interés, como otras tantas furias desatadas del abismo, salen a tropel a combatir los proyectos más bien meditados, oprimiendo al genio elevado, que no duda sacrificar sus desvelos a la felicidad de sus conciudadanos. Esta verdad demostrada por la constante experiencia, la hemos visto verificada en toda su extensión en la brillante época del descubrimiento más interesante para la humanidad afligida.

Bien se deja entender, que hablo de la Inoculación de las Viruelas, antídoto el más enérgico para destruir el más cruel, el más universal de todos los venenos que conspiran contra la destrucción de nuestra existencia. Ha! Qué sarcasmos, qué libelos, que imposturas no se publicaron contra los promotores de tan saludable, como segura práctica. Testigos hemos sido de las sangrientas y furiosas lides, en que por una y otra parte se han señalado los más valerosos campeones. Pero ¡oh, verdad, verdad santa! Después de medio siglo de combates violentos has triunfado de los enemigos del género humano, sofocando totalmente sus intrigas y maledicencias…

Mas, ¿quién se había de imaginar que cuando esta verdad luminosa ha llegado a sublimarse hasta el grado de demostración hay no obstante algunas almas pusilánimes, que no se atreven a abrir sus senos para recibirla? ¿Quién diría que Montevideo, ese pueblo activo que pretende ser émulo de la capital, había de cerrar sus puertas a la feliz conservación de su posteridad? Si así es: en medio de una cruel epidemia, que cual rabiosa Hidra devora cuantas víctimas se le inmolan, se hallan muy raras madres, que procuren de los Ministros del arte salutífero el preservativo de una muerte tan cierta como horrorosa. Animado de sentimientos de humanidad no puedo menos que dirigirme a vosotras, ¡Oh, madres! Madres despiadadas. ¿Qué espíritu de vértigo tiene trastornadas vuestras ideas? ¿Quién ha podido sofocar en almas sensibles el deseo innato de conservar a todo precio el fruto de la unión más sagrada? ¡Qué! La ignorancia, la supersticiosa ignorancia, ese vil monstruo, que con los ojos vendados procura destruir todos los establecimientos que medita la sabiduría! No, amantes madres: prestad vuestra atención a las razones que esta me sugiere y no dudéis, que la felicidad volverá a residir en vuestros hogares.

Yo supongo que ignoráis la enorme desproporción que hay entre los que mueren de viruelas inoculadas, y los que perecen a violencia de las naturales. (…) Según las tablas necrológicas de las primeras ciudades de Europa, formadas en el dilatado espacio de más de treinta años consecutivos, se viene en conocimiento que reunidas las epidemias benignas con las que no lo son, de cien enfermos de viruelas naturales mueren veinte. (…) En esta capital en las diferentes epidemias que se han observado en el curso de quince años, se sabe de positivo, que de cien virolentos naturales mueren veinte y cinco; a pesar del método más arreglado a la práctica de los más célebres autores de nuestros días.

Pero cuán distintos efectos ha producido la inoculación en todos los países en donde ha sido recibida. Londres en sus registros nos anuncia que, al célebre Sutto, autor del nuevo método, que hoy se sigue, de veinte mil inoculados sólo se le desgraciaron dos. (…) Y aún entre nosotros, ¿cuán benéfica no ha sido la inoculación? Chile, Mendoza, y otros pueblos comarcanos serán perpetuos panegiristas de sus resultados. Desde los primeros ensayos que se hicieron en esta capital, las personas sensatas se han manifestado tan aficionadas a esta práctica, que al presentarse aun desde muy lejos el enemigo devastador, se ven ya correr a tropel las temerosas madres a poner bajo la égida de la Diosa de la Sabiduría las inocentes prendas de su amor. 

Así hemos visto que los pueblos guaraníes antes desolados por la epidemia exterminadora, se hallan ya reanimados por la introducción del método saludable, que de orden superior ha plantificado un profesor de instrucción, quien en sus partes a esta Superioridad confirmados por los Administradores de aquellos departamentos asegura: que en el Departamento de Concepción de 742 indios inoculados sólo perecieron 10; y que de estos probablemente habría salvado algunos si hubiese tenido los precisos medicamentos de que absolutamente carecía. Lo propio se ha experimentado en los demás departamentos. ¡Ah! ¡Qué aumento de población no podríamos esperar una vez que se haga general esta saludable práctica! ¡Qué felicidades tan desmedidas no aparecerán en estas inmensas provincias, que nada más necesitan, que robustos y laboriosos brazos para tributar los preciosos dones que encierra su fertilísimo suelo!

Pero la numerosa población no es el único beneficio que acarrea a la humanidad la inoculación de las viruelas. ¡Ah! ¡Cuántos quedan monstruosamente desfigurados! ¡Cuál con sus miembros estropeados incapaz de ejercer trabajos útiles; cuál destituido absolutamente de otros que son necesarios para buscarse su subsistencia, precisado a servir de pesada carga a la sociedad! ¡Ah, bello sexo! Tú que siempre has sido idólatra de tu hermosura, dime, ¿cómo se han demudado aquellas delicadas facciones, aquella tez fina, aquel colorido suave que junta con las gracias de un espíritu brillante, eran el hechizo de las bellas sociedades! ¡Ah! Y cómo entiendo la lúgubre respuesta que preparas a tan dolorosa pregunta: la viruela natural fue nuestro verdugo: ella ha hecho desaparecer de nuestro rostro los dulces atractivos de la Diosa de Cyterea.

Además de todo esto, considerad, tiernas madres, la triste situación de vuestros hijos que sin haber tenido la viruela, llegan a la época de la reflexión. ¿Qué de temores, qué de sustos no atormentan su palpitante corazón al oír sólo el nombre de la parca inexorable? ¿No veis aquel joven robusto lleno de vigor y alegría que parece está desafiando al universo entero, quien al escuchar que hay viruelas en las inmediaciones, se pone pálido, baja los ojos amortiguados, se cubre de sudor frío y trémulas las rodillas se halla casi imposibilitado de sostenerse? ¡Ah! Y qué infeliz será si en circunstancias tan poco favorables lo sorprende el contagio mortífero. (…) ¿Cómo podrá ejercer los respetables cargos de la República? ¿Cómo los principales empleos de la Sociedad, viéndose en la dura alternativa o de separarse de ellos huyendo del contagio o permanecer expuesto a sus violentos insultos?  ¡Ah! ¡Cómo llenará de imprecaciones la indolencia o terquedad de una madre insensata que habiéndolo podido libertar tan fácilmente en la tierna edad, en que aun no se habían desenrollado las reflexiones; y en que la cutis suave y los humores dulces prometían una erupción benigna; con todo, lo abandonó a su suerte, haciéndolo padecer la muerte más horrible! Sí, madres: de vosotras depende: con sola una racional condescendencia, con sólo resistir a la preocupación podéis cooperar a la conservación de vuestros hijos; y por consiguiente a la sólida felicidad de la patria: ésta, al mismo tiempo que os dará las más expresivas gracias por vuestro ínclito patriotismo, no dudará poner sobre vuestras cabezas aquella corona cívica con que premiaban los virtuosos romanos la noble acción de dar la vida a un ciudadano.

D.C.A.

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Noticias

Borges acusa a Carlos Gardel de convertir el tango en un cantar "quejoso y llorón"
Rescatan del olvido cinco horas de grabaciones inéditas con las disertaciones sobre la historia del tango que Jorge Luis Borges ofreció en Palermo durante cuatro tardes allá por 1965. Borges describe allí su pasión por el tango de la vieja guardia y por la milonga, desprovistos del rasgo de tristeza y nostalgia que se popularizaría luego y descarga con ironía sobre el estilo del zorzal criollo a quien acusa de convertir el tango en un cantar “quejoso y llorón”: "Gardel tomó la letra del tango y la convirtió en una breve escena dramática, en la cual un hombre abandonado por una mujer se queja. O en la que se habla de la decadencia física de una mujer". Y dice: "Los temas de rivalidad el compadrito los resolvía al viejo estilo: duelo criollo, sin testigos, a cuchillo y muerte. Luego llegaron los tangos quejosos. Un malevo que me honró con su amistad me dijo una vez: «El hombre que piensa cinco minutos seguidos en una mujer no es un hombre, es un maricón»". Sobre la popularización del tango, Borges también desmitifica la idea de que el tango haya sido una imposición de las clases populares a la alta sociedad. "Ocurre exactamente al revés. El tango tiene esa raíz infame, en las casas malas, y luego los niños bien, los patoteros, lo llevaron a París. Y cuando el baile fue aprobado y adecentado en París, entonces el Barrio Norte lo impuso al resto de Buenos Aires."
Fuente: info
Recuperan 1500 obras de arte robadas por los nazis

Tras una investigación de dos años, la policía alemana recuperó de la vivienda de un hombre de 80 años en Munich, Alemania, unos 1.500 cuadros -entre ellos obras de Picasso, Matisse, Chagall y Nolde- que los nazis robaron y que podrían valer unos u$s 1.300 millones. El padre del anciano era un conocido coleccionista alemán llamado Hildebrand Gurlitt, que había obtenido estos cuadros que los nazis habían confiscado por ser considerados "arte degenerado". Las obras se encuentran en una cámara de seguridad del servicio de aduanas de Baviera en la localidad de Garching.

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La nieta negra del criminal nazi

“Mi abuelo me habría asesinado”, dice Jennifer Teege, la alemana que descubrió por casualidad que era nieta de Amon Göetz, el criminal nazi conocido como “el carnicero de Plaszow”, personificado por Ralph Fiennes en película La Lista de Schindler. Göetz fue apartado de su cargo por las mismas SS por el trato cruel que daba a los prisioneros del campo de concentración de Plaszow, en Polonia. Las autoridades alemanas lo iban a someter a juicio, pero los estadounidenses lo capturaron, lo procesaron y lo condenaron a muerte. Fue ahorcado en 1946. Para entonces ya hacía un año que había nacido su hija Monika, fruto de la unión del criminal nazi  y su secretaria, Ruth Irene Kalder. Monika, a su vez, tuvo una hija, fruto de un romance con un estudiante nigeriano, a quien ubicó en un hogar de niños y luego dejó a cargo de una familia de crianza de Munich. “Mi madre venía a visitarme. También lo hizo alguna vez mi abuela. Pero nunca me hablaron de la historia familiar”, dice Teege. Pero un día, en la biblioteca de Hamburgo, por azar, descubrió un libro escrito por su propia madre, titulado Debo amar a mi padre, ¿verdad?, donde encontró lo que nunca le habían contado: que era nieta de Amon Göetz. Monika cuenta en su libro que tras quedar a cargo del campo de concentración de Paszow, en Polonia, su padre se había hecho conocido por disparar a los judíos prisioneros desde su balcón. “Mi padre nazi disparó a mujeres con bebés en los brazos”, relata Monika. A su vez, Jennifer publicó recientemente su propia biografía bajo el título Amon. Mi abuelo me hubiera asesinado de un disparo.  “Es obvio que habría sido así -sostiene Teege- por el color de mi piel. No es lo que él hubiera esperado para una nieta suya.”

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Un nuevo derrumbe sacude a Pompeya

Las ruinas de Pompeya, una de las mayores joyas de la arqueología mundial, continúan en proceso de deterioro. Un trozo de estuco de un metro por 50 centímetros se cayó de una bañera de peristilo de uno de sus principales edificios, la Casa del Torello de Bronce,  característico por su particular sistema de distribución de agua. También informaron que se abrió una brecha de casi dos metros en uno de los muros y denuncian la falta de mantenimiento del sitio.   Pompeya, la antigua ciudad romana sepultada por las cenizas del volcán Vesubio en el año 79 d.C., es uno de los atractivos turísticos más importantes de Italia, la antigua ciudad romana. Sin embargo, la Unesco amenazó el pasado julio con retirarle a la ciudad su condición de patrimonio de la humanidad si el Gobierno italiano no pone en marcha un proyecto de reestructuración y conservación.

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Tutankamón habría muerto atropellado

Científicos británicos, de la Egypt Exploration Society, develan el misterio que durante milenios ha rodeado la muerte de Tutankamón. Según la investigación, el faraón egipcio más famoso del mundo pudo haber fallecido a la edad de 19 años atropellado por un carruaje. Tutankamón, de la dinastía XVIII, reinó en Egipto durante un corto periodo de la primera mitad del siglo XIV a. C. y lo más relevante de su mandato fue la devolución de la influencia y el poder a los sacerdotes de Amón, tras la experiencia monoteísta de Akenatón. Las heridas de Tutankamón han sido comparadas en un escenario simulado por ordenador con las que provocarían el impacto de un carruaje. El resultado apunta a que el vehículo chocó contra el faraón mientras se encontraba de rodillas, lo que aplastó su pelvis y empotró las costillas contra los órganos vitales. Howard Carter descubrió su tumba en 1922.

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Encuentran antepasados siberianos en los pueblos originarios de América del Norte

Según una investigación publicada en la revista Nature, a través del análisis del ADN de un joven que vivió hace 24 mil años, algunos antepasados de los pueblos originarios de América del Norte venían de la región sur de Siberia Central y no solamente del Este de Asia, como se creía hasta ahora. El estudio también sostiene que la región estaba habitada durante la última fase de la Edad de Hielo, hace unos 21.000 años.

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Difusión

Muestras

  • Muchas voces, una historia. Argentina 1810-2010, una exposición permanente de la Casa del Bicentenario, que a través de una video-instalación, recorre la historia del país con imágenes y sonidos, intentando dar cuenta de las complejidades y ambigüedades del relato histórico, expresando la pluralidad de voces y perspectivas de la sociedad. Lugar: Riobamba 985; horarios: de martes a domingo y feriados de 15.00 a 21.00 hs. Ingreso permitido hasta 30 minutos antes del cierre. Entrada libre. (info)*
  • Los porteños vuelven a jugar y a divertirse con los juguetes de ayer. Muestra de los juguetes de la colección del Museo de la Ciudad. En el museo se podrán ver desde un auto de lata, trenes eléctricos, una colección de soldaditos de plomo hasta diminutas máquinas de coser fabricadas entre 1915 y 1960. Lugar: Defensa 219 / 223; horarios: lunes a domingo y feriados de 11 a 19 hs. Sábados, domingos y feriados de 15 a 19 hs. Entrada general: $1. Miércoles, gratis. Tel. : 4343-2123 / 4331-9855 (info)*
  • Museo Histórico Nacional. El martes 9 de julio el museo inauguró la sala Tesoros de la Independencia, donde se exponen diversos objetos históricos relacionados con la época de la Revolución: una tarja que las damas de Potosí le obsequiaron, hace 200 años, al general Manuel Belgrano; el tintero utilizado para firmar el acta de la Independencia; el retrato del general José Gervasio Artigas; la llave de la ciudad de Montevideo recibida por Vicente Anastasio de Echevarría al rendirse en 1814; el sello para lacre perteneciente a Fray Justo Santa María de Oro; el bastón del coronel José Moldes; el sable del general Manuel Belgrano; el fragmento de la Gualdrapa del general Martín Miguel de Güemes; y el retrato del general Juan Martín de Pueyrredón. Como siempre, se exhiben también en las otras salas excelentes grabados, litografías, cuadros, imágenes religiosas y esculturas; banderas, estandartes, armas y uniformes de las guerras de la Independencia; muebles, relojes, partituras, instrumentos musicales y vajillas de las familias tradicionales del siglo XIX; recuerdos de la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo, relicarios y miniaturas, daguerrotipos, fotos y tarjetas postales; aperos, ponchos, objetos de plata y prendas gauchas. Entre sus colecciones pictóricas resaltan los cuadros de José Gil de Castro; las pinturas de Cándido López, un valioso testimonio de la Guerra del Paraguay (1865-1870). También cuentan con los pianos y los forte pianos de la familia Escalada, de María Sánchez de Thompson y de Eduarda Mansilla. En el Museo puede visitarse la reproducción del dormitorio de José de San Martín en Boulogne-Sur-Mer (Francia), ambientado con objetos originales de acuerdo al bosquejo enviado por su nieta Josefa Balcarce. El archivo personal de Adolfo Carranza está abierto para los investigadores. Una valiosa biblioteca de alrededor de quince mil volúmenes, dedicada principalmente a la historia argentina y americana, puede ser consultada por el público general. Horario: De miércoles a domingo, de 11 a 18 hs. Los docentes que deseen visitar el Museo con sus alumnos deben enviar un correo electrónico a educacion@mhn.gov.ar. Dirección: Defensa 1600. Informes 4307-1182. (info, info)*
  • Museo Histórico Nacional del Cabildo y de la Revolución de Mayo. El museo cuenta con modernos sistemas interactivos de comunicación que favorecen la participación del público. Se puede acceder al balcón principal del edificio y visitar todas sus salas además de ver sus históricos túneles, a través de una cámara subterránea. Cuenta con dos pantallas que les permiten a los visitantes interactuar con la imagen del famoso cuadro del 22 de mayo y con un mapa con los puntos geográficos más importantes de la ciudad en los febriles días de la Revolución de Mayo. Dirección: Bolívar 65. Tel.: 4342-6729 y 4334-1782. Visitas guiadas: Miércoles y jueves a las 15.30; Viernes a las 15.30 (gratis); Sábados, domingos y feriados a las 12.30, 14 (gratis) y 15.30. Las visitas pagas incluyen un recorrido virtual en tiempo real de las construcciones subterráneas del Patio del Museo. Los establecimientos educativos deben solicitar turno a visitascabildo@cultura.gov.ar. Informes: 4342-6729 y 4334-1782. (info)*
  • El Museo Nacional de la Historia del Traje expone un recorrido por las diversas piezas de indumentaria. En sus salas se pueden ver colecciones como  la moda desde 1850-1915;  la moda en los años 20; trajes de baño (1890-1950); los 50's "Juventud y Rebeldía"; los 80's "Extravagantes y Glamorosos"; la moda infantil desde 1860 a 1960, etc. Dirección: Chile 832. Horarios: de martes a domingo de 15 a 19 hs. Visitas guiadas: sábados y domingos a las 17:00 hs. Informes: 4343-8427. (info)*
  • Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio Saavedra, Sala Ricardo Zemboraín: Colección de platería urbana del Siglo XIX. Sala tertulias: Mobiliario, iconografía y artes decorativas correspondientes a la 1ª y 2ª mitad del Siglo XIX. Sala independencia: Testimonios del proceso que se inicia con la Invasiones Inglesas, la Revolución de Mayo y la Independencia Sudamericana. Confederación argentina: Aspectos políticos, sociales, y económicos de los gobiernos de Juan Manuel de Rosas. Lujos y vanidades femeninas del siglo XIX: Peinetones, alhajas, relojes, abanicos y otros accesorios de la moda femenina. Sala Leonie Matthis: La plaza de Mayo desde la fundación hasta el fin del Siglo XIX a través de las aguadas de la pintora francesa. Sala moda: Vestimenta masculina y femenina del Siglo XVIII y XIX. Emisiones, inflación y convertibilidad: La Economía Argentina a través de sus diferentes monedas. Sala de armas: Colección de armas de fuego y armas blancas. Sala Keen: Platería rural. Dirección: Crisólogo Larralde 6309. Horario: Martes a viernes de 9 a 18 hs. Sábados, domingos y feriados de 10 a 20 hs. Tel: 4572-0746 / 4574-1328. Visitas guiadas: sábados, domingos y feriados, 17 hs. (info)*
  • Bicentenario del Himno Nacional Argentino. Con motivo de haberse cumplido el pasado 11 de mayo el Bicentenario del Himno Nacional, el Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio Saavedra presenta una muestra de carácter anual referida a recordar dicho acontecimiento. Lugar: Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio Saavedra.  Dirección: Crisólogo Larralde 6309. Horario: Martes a viernes de 9 a 18 hs. Sábados, domingos y feriados de 10 a 20 hs. Tel: 4572-0746 / 4574-1328. (info)*
  • Manzana de las Luces. El Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces organiza visitas guiadas a: la Procuraduría de las Misiones Jesuíticas, los Túneles del Siglo XVIII, la Antigua Universidad y las Casas Virreinales, el Patio de las Misiones Jesuíticas, la Sala de Representantes, la Sala Maza. El paseo sale de Perú 272. Ver información detallada en info*
  • Museo de la Inmigración: La muestra “Para todos los hombres del mundo” se expone en uno de los antiguos dormitorio del ex Hotel de Inmigrantes, ubicado en el tercer piso. Allí se pueden apreciar fotografías, audiovisuales, maquetas, objetos, testimonios y documentos cuyo eje del relato será la historia de la inmigración en la Argentina, basado en cuatro temas: el viaje, la llegada, la inserción y el legado. Durante los próximos diez años el museo será gestionado por la Universidad de Tres de Febrero. Dirección: Av. Antártida Argentina 1355. Martes a domingo, de 12:00 a 20:00hs. Feriados cerrado. info*
  • Múltiples representaciones de Eva Perón en su paso por la imprenta. La muestra propone un recorrido que abarca desde las tapas de diarios y revistas de los años cuarenta, que la anuncian como la prometedora actriz venida de Los Toldos, a la publicística oficial peronista que la erige como la abanderada de los humildes, como así también los libros que se nutrieron de su poderosa figura y sus obras La razón de mi vida y Mi mensaje. Se presentaen tres ejes en diálogo que sugieren revisitar a la Eva Perón impresa, a través de la construcción del ícono, del surgimiento del mito y de la tradición de su culto. Curada por Daniel Santoro, el carácter estético de esta intervención apela a reconstruir las diversas imágenes impresas que evocan a Eva Perón, en interacción con la selección bibliohemerográfica realizada por Roberto Baschetti. En la Plaza Rayuela se podrá visitar una serie de fotografías que acompañan la exposición (info)*

Cine

  • Hannah Arendt y la banalidad del mal, de  Margarethe Von (minúscula) Trotta y Pam Katz. Dirigida por Margarethe Von Trotta. La periodista y filósofa alemana Hannah Arendt es enviada a Jerusalén por la revista The New Yorker, a cubrir el juicio del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann. Trabaja durante cuatro años, marcada por la controversia, y escribe un libro que provoca inmediatamente un escándalo internacional. Actúan Janet Mcteer, Axel Milberg, Barbara Sukowa, Julia Jentsch, Michael Degen, y Ulrich Noethen. Ver horarios en info.*
  • NK, de Israel Adrián Caetano. Un documento sobre el ex presidente Néstor Kirchner con guión de Luciana Piantanida, Israel Adrián Caetano, Alejandro A. Ciancio. Ver horarios en info.*

Teatro

  • Allende, la muerte de un presidente, una obra de Rodolfo Quebleen, dirigida por Norberto Gonzalo. Se trata de un monólogo que muestra las horas finales del mandatario chileno a través de una perspectiva teatral conectada con la realidad de nuestros países y con la exaltación del oficio del actor y de la creación escénica. Lugar: La Máscara; Piedras 736; tel: 4307-0566. Sábados 22:30 hs. (info)*

* Se recomienda constatar vigencia de los eventos y cambios de horario.
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Lanzamiento de Libros

El nacionalismo de derecha en la Argentina postperonista, de Valeria Galván, Prohistoria Ediciones, 260 págs. $90. El estudio del semanario Azul y Blanco (importante referente intelectual y político del nacionalismo de derecha) y el análisis de las dos generaciones de intelectuales nacionalistas que se hicieron cargo de su edición desde 1956 hasta 1969 condujeron a la descripción de un nacionalismo de derecha de un nuevo cuño, que se vio influenciado principalmente por la proscripción del peronismo, la Revolución Cubana, la nacionalización de la nueva izquierda, la promulgación de la encíclica papal Populorum Progressio y las sucesivas políticas autoritarias y liberales de las presidencias de Aramburu, Frondizi y Onganía. (info)

Mujeres, el largo camino. Breves historias de muchas de ellas, de María Sáenz Quesada, Capital Intelectual, 220 págs. $90. Una mirada sobre algunas mujeres que en diferentes geografías y épocas marcaron hitos a lo largo de la historia. (info)

1493. Una nueva historia del mundo después de Colón, de Charles C. Mann, Capital Intelectual y Katz Editores, 640 págs. $200. Charles C. Mann muestra en este libro cómo las redes de intercambio ecológico y comerciales posteriores a Colón permitieron el ascenso político y económico de Europa, devastaron la China imperial, convulsionaron África e hicieron de la ciudad de México el centro del mundo durante dos siglos en los que Asia, Europa y la nueva frontera americana interactuaban allí dinámicamente. 1493 es la historia de un planeta donde durante mucho tiempo no había más que continentes autónomos y que se convirtió rápidamente en un mundo único y global: el nuestro. (info)

Alberto Gerchunoff, el argentino más judío, el judío más argentino, de Ricardo Feierstein, Capital Intelectual,208 págs. $75. Un libro sobre Alberto Gerchunoff, cuya figura invade los terrenos de la bohemia literaria, la política, el periodismo, la vida comunitaria, su infatigable accionar contra todos los totalitarismos y, sobre todo, la construcción de una estrategia literaria que enfrenta con éxito las postulaciones xenófobas de algunas elites de la sociedad que lo cobija. (info)

La internacional justicialista. Auge y ocaso de los sueños imperiales de Perón, de Loris Zanatta, Editorial Suamericana. 448 págs. $189.Un libro sobre las razones del fracaso de la política expansionista de Perón, apenas iniciada la Guerra Fría que dividió al mundo en dos bloques y en la que quiso tallar como opción, proponiéndose como líder de una Tercera Posición que agrupara a los países de Latinoamérica, equidistantes entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Con ese plan en mente, expandió su influencia hacia los países vecinos, que lo tuvieron más como amenaza latente que como aliado. (info)

Ustashas. El ejército nazi de Perón y el Vaticano, de Ignacio Montes de Oca. 320 págs. $129. Tras la caída del Eje, el Vaticano se valió de Perón para sacar de Europa a criminales nazis, como Adolf Eichmann, Eduard Roschmann, Josef Mengele, Erik Priebke, Klaus Barbie y Gerhard Bohne. A través de la Red Odessa, fueron sacados de Europa los ustashas, ultracatólicos de Croacia aliados de Hitler y culpables del asesinato de casi un millón de personas durante la Segunda Guerra. El libro rastrea la presencia de los ustashas en la Argentina, que actuaron en varios países y participaron de la operación de contrabando de armas a Croacia durante el menemismo. (info)

Luis A. Huergo y la cuestión puerto, de Hernán Huergo, Editorial Dunken. 112 págs. $50. A cien años de la muerte de Luis A. Huergo, el primer ingeniero que se recibió en el país, el autor de este libro, uno de sus bisnietos, reconstruye la polémica Eduardo Madero-Luis A. Huergo, autores de los dos proyectos más importantes que se enfrentaron a finales del siglo XIX para dotar a Buenos Aires de un puerto. El autor da cuenta de las conexiones que existían entre Eduardo Madero y Carlos Pellegrini, que permitieron imponer un proyecto más costoso, sin respaldo de la Comisión de Técnicos de entonces, llevado a cabo en medio de irregularidades. Pese al triunfo del proyecto Madero, el tiempo daría la razón a Huergo, y el Puerto Madero dejaría de usarse como tal a principios de siglo XX. (info)
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