San Martín y la importancia de la ilustración del pueblo


José de San Martín ya había encabezado la fenomenal campaña de los Andes, ganando Chile para la causa independentista, sofocando los últimos reductos realistas en el país trasandino, y había emprendido un viaje al Perú, desembarcando en Pisco e ingresando triunfalmente en Lima a finales de julio de 1821, siendo designado protector del Perú, cargo que aceptó hasta tanto fueran derrotadas definitivamente las fuerzas españolas.

Su rol de gobernante ha sido notoriamente solapada. En Perú, mientras se mantenía la situación de guerra, debió tomar las primeras decisiones que enfurecerían a los sectores aristocráticos del país y a la misma Iglesia católica. El 27 de agosto de 1821, resolvió eliminar la servidumbre personal (mitas, pongos, encomiendas, yanaconazgos, etc.) y dictó la “libertad de vientres”. También abolió la Inquisición y los castigos corporales y estableció “el derecho que tienen todos los hombres de pensar, hablar y escribir (…) para la causa de la razón y de las luces”. Entre otras medidas, dictó la prioridad a la instrucción pública y a la cultura nacional, que incluyó la fundación de la Biblioteca Nacional de Lima.

Esto ocurrió el 28 de agosto, a instancias de su consejero y ministro Bernardo de Monteagudo. Meses atrás, había decidido destinar diez mil pesos que el Cabildo de Santiago de Chile le había entregado por la victoria de Chacabuco para la creación de la biblioteca de aquella ciudad. En esta ocasión, donó más de 500 libros personales a la biblioteca.

Recordamos aquí su pensamiento sobre la importancia de la ilustración del pueblo y la necesidad de que el gobierno facilite “todos los medios de acrecentar el caudal de sus luces y fomentar su civilización por medio de establecimientos útiles”. Para el gobernante del Perú, sería un “crimen” no fomentar la instrucción del pueblo.

FuenteColección de leyes, decretos y órdenes, Tomo I, Lima, Imprenta de José Masías, 1831, pág. 23.

“Convencido sin duda el gobierno español de que la ignorancia es la columna más firme del despotismo, puso las más fuertes trabas a la ilustración del americano, manteniendo su pensamiento encadenado para impedir que adquiriese el conocimiento de su dignidad. Semejante sistema era muy adecuado a su política, pero los gobiernos libres que se han erigido sobre las ruinas de la tiranía, deben adoptar otro enteramente distinto, dejando seguir a los hombres y a los pueblos su natural impulso hacia la perfectibilidad. Facilitarles todos los medios de acrecentar el caudal de sus luces, y fomentar su civilización por medio de establecimientos útiles es el deber de toda administración ilustrada. Las almas reciben entonces nuevo temple, toma vuelo el ingenio, nacen las ciencias, disípanse las preocupaciones que cual una densa atmósfera impiden a la luz penetrar, propáganse los principios conservadores de los derechos públicos y privados, triunfan las leyes y la tolerancia, y empuña el cetro la filosofía, principio de toda libertad, consoladora de todos los males, y origen de todas las acciones nobles.»

 

José de San Martín

Fuente: www.elhistoriador.com.ar