Desde hacía algunas décadas, Buenos Aires había dejado de ser aquel poblado tranquilo y poco transitado. En los primeros años del siglo XIX, las invasiones inglesas y las novedades que llegaban desde España, ligadas a una realidad social y económica que se dinamizaba, habían comenzado a trastocar aquella calma. Bien entrado 1810, desatada la guerra contra el orden establecido, destacadas figuras de la elite criolla procuraron revertir la peligrosa tendencia que inclinaba a los jóvenes hacia la carrera de las armas descuidando su educación. Así lo evidencia esta resolución de la Primera Junta de Gobierno, que alertando sobre la excesiva concentración de jóvenes en las tareas de guerra, creaba la Biblioteca Pública de Buenos Aires el 13 de septiembre de 1810. Esta iniciativa estaba relacionada con otras impulsadas por Mariano Moreno, como la creación de un órgano de publicidad de la Junta –La Gazeta de Buenos Aires- y la traducción y edición de El Contrato Social, de Jacques Rousseau. La primera sede de la Biblioteca Pública, antecedente de la Biblioteca Nacional, se ubicó en las actuales calles de Moreno y Perú.
Fuente: Decreto de la creación de la Biblioteca Pública, Primera Junta de Gobierno, publicado en la Gaceta de Buenos Aires, 13 de septiembre de 1810.
“Los pueblos compran a precio muy subido la gloria de las armas; y la sangre de los ciudadanos no es el único sacrificio que acompaña los triunfos: asustadas las Musas con el horror de los combates huyen a regiones más tranquilas, e insensibles los hombres (…) descuidan aquellos establecimientos que en tiempos felices se fundaron para cultivo de las ciencias y de las artes. Si el magistrado no empeña su poder y su celo en precaver el funesto término a que progresivamente conduce tan peligroso estado, a la dulzura de las costumbres sucede la ferocidad de un pueblo bárbaro, y la rusticidad de los hijos deshonra la memoria de las grandes acciones de sus padres. (…)
“Buenos Aires se halla amenazado de tan terrible suerte; y cuatro años de glorias han minado sordamente la ilustración y virtudes que las produjeron. La necesidad hizo destinar provisionalmente el Colegio de San Carlos para cuartel de tropas; los jóvenes, empezaron a gustar una libertad tanto más peligrosa, cuanto más agradable; y atraídos por el brillo de las armas que habían producido nuestras glorias, quisieron ser militares antes de prepararse a ser hombres. (…)
”La Junta (…) llamará en su socorro a los hombres sabios y patriotas, que reglando un nuevo establecimiento de estudios, adecuado a nuestras circunstancias, formen el plantel que produzca algún día hombres que sean el honor y gloria de su patria. (…)
”Entre tanto…, ha resuelto la Junta formar una biblioteca pública, en que se facilite a los amantes de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos. (…) Toda casa de libros atrae a los literatos con una fuerza irresistible, (…) y la concurrencia de los sabios con los que desean serlo produce una manifestación recíproca de luces y conocimientos, que se aumentan con la discusión, y se afirman con el registro de los libros, que están a mano para dirimir las disputas. (…)
”Estas seguras ventajas hicieron mirar en todos tiempos las bibliotecas públicas como uno de los signos de la ilustración de los pueblos, y el medio mas seguro para su conservación y fomento. (…) Las treinta y siete que contaba Roma en los tiempos de su mayor ilustración eran la verdadera escuela de los conocimientos, que tanto distinguieron a aquella nación célebre, y las que son hoy día tan comunes en los pueblos cultos de Europa, son miradas como el mejor apoyo de las luces de nuestro siglo. (…)
”La Junta ha resuelto fomentar este establecimiento (…) y nombra por protector de dicha Biblioteca al secretario de Gobierno, doctor don Mariano Moreno.»
Primera Junta
Fuente: www.elhistoriador.com.ar