Autor: Felipe Pigna
En Argentina gobernaba el Dr. Arturo Illia de la Unión Cívica Radical del Pueblo que había obtenido el 25% de los votos en elecciones en las que el peronismo fue proscripto. A pesar de aparecer en las caricaturas de algunas revistas como Primera Plana o Tía Vicenta, dibujado como una tortuga o portando palomas en la cabeza, este hombre de 63 años, dinamizó la economía, aumentó exponencialmente el presupuesto educativo, enfrentó poderosísimos intereses como los petroleros, al anular tal como lo había prometido en su campaña, los contratos firmados por Frondizi con compañías estadounidense. También se le animó a uno de los mayores poderes del mundo, los laboratorios medicinales multinacionales, con la sanción de la Ley de Medicamentos que reguló su producción, distribución y precio. A pesar de los pronósticos agoreros y de las expresiones de deseo de los eternos “gurúes” de la economía, Illia logró que en aquel año la economía creciera un 10%.
En 1964 América Latina se sacudía con dos golpes de Estado impulsados por los Estados Unidos: en Brasil era derrocado el presidente João Goulart y en Bolivia, su colega Víctor Paz Estenssoro, que había asumido hacía apenas tres meses.
En Colombia nacían las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) lideradas por Manuel Marulanda, más conocido como Tirofijo. Fidel Castro llegaba a Moscú en visita oficial mientras el “Che” Guevara asistía a la Conferencia de Comercio y Desarrollo convocada por las Naciones Unidas en Ginebra y visitaba Moscú por el 47º aniversario de la Revolución Rusa. En diciembre habló en la Asamblea de las Naciones Unidas, en Nueva York, y visitó Argelia.
Detrás de la “cortina de hierro”, sorprendía al mundo el desplazamiento en la URSS del reformista Kruschev en el secretariado general del Partido Comunista de la Unión Soviética por el ortodoxo Alexei Kosiguin.
En Medio Oriente, bajo el impulso del presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, se fundaba la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), presidida por Ahmed Shukeiri. Los antediluvianos racistas sudafricanos condenaban a cadena perpetua al querido luchador Nelson Mandela, mientras que su compañero de lucha antidiscriminatoria, el estadounidense Martin Luther King, recibía en Oslo (Noruega) el Premio Nobel de la Paz.
La palabra “escalada” se ponía tristemente de moda en Estados Unidos. Era utilizada para referirse al aumento de la agresión de sus fuerzas armadas contra Vietnam y el comienzo de sus salvajes bombardeos sobre la población civil, con bombas de fósforo que queman hasta el hueso. Aldeas, hospitales y escuelas eran arrasadas, mientras crecían las protestas en los Estados Unidos y en Europa, protagonizadas sobre todo por los jóvenes.
En Londres, la diseñadora Mary Quant revolucionaba el mundo de la moda y escandalizaba a los “moralistas” de toda laya presentando en su desfile de verano la minifalda.
Una de las fans locales de Los Beatles, Mafalda, podía ahora reflexionar cotidianamente desde la contratapa deldiario El Mundo que disputaba con Clarín el segmento de lectores de clase media, mientras que los sectores populares preferían Crónica, que comenzó a editar una edición matutina.
Andy Warhol sorprendió con su “Marilyn”, que como en la mayoría de las obras del período 62-70, utilizó la técnica de la serigrafía fotográfica. Warhol más que pintar, parecía maquillar las fotos. Captaba la esencia del personaje y la reproducía con la misma frialdad con la que pintaba una lata de sopa. A pesar de la repetición compulsiva, referencia clara a la repetición de imágenes y mensajes por los medios masivos, cada foto de Marilyn tenía un detalle distinto. Warhol entendía que el arte no es sino lo que consumen los espectadores, como un objeto más de la sociedad de consumo. “Un artista es aquel que produce cosas que la gente no necesita, pero que él –por alguna razón– cree que es una buena idea ofrecérselas. Es mucho mejor hacer arte comercial que arte por el arte, porque el arte por el arte no aporta nada al espacio que ocupa, mientras que el arte comercial sí. Porque si el arte comercial no aporta nada a su propio espacio no tiene mercado. De modo que, por un lado, creo en los espacios vacíos, pero, por otro, debido a que aún estoy haciendo un poco de arte, sigo fabricando basura para que la gente la coloque en sus espacios que creo deberían estar vacíos.”
Por el lado del jazz, descollaba el saxofonista John Coltrane con su disco A Love Supreme.
Los chicos jugaban al patrón de la vereda, al cuarto oscuro, a las bolitas, a la rayuela y al tinenti; las chicas compartían estos juegos y sumaban los suyos, como el elástico, y, las más creciditas, verdad o consecuencia. A la hora de los juegos de mesa hacían furor El mago Chan, El cerebro mágico, El Estanciero y El Bucanero.
Era la época de la colección Robin Hood, con sus libros de cubiertas amarillas, de Anteojito –que empezó a publicarse este año– y de las revistas mexicanas con personajes como Susy para las no tan niñas y los superhéroes de Marvell, Superman y Batman, para los varones.
Desde la pantalla de Canal 13 arrasaban El Club del Clan, Pepe Biondi, el Show de Carlitos Balá y la novela de Nené Cascallar, El amor tiene cara de mujer.
Era un gran éxito el disco La Misa Criolla, con música de Ariel Ramírez y letra de Félix Luna, grabado por el propio Ariel junto a Los Fronterizos, La Cantoría de la Iglesia del Socorro, dirigida por el padre Segade, Jaime Torres en charango, Raúl Barboza en acordeón, Luis Amaya en guitarra y el Chango Farías Gomez en percusión. El éxito iría más allá de las fronteras y la obra se presentaría después en decenas de países.
De los Juegos Olímpicos de Tokio, donde el boxeador norteamericano y campeón mundial de los pesos pesados Cassius Clay obtenía la medalla de oro, solo trajimos una de bronce en equitación, lograda por el capitán Carlos Alberto Moratorio; pero la Selección argentina ganaba en Brasil la Copa de las Naciones al derrotar a los locales de Pelé por 3 a 0. En cambio, fue trágico el saldo del partido entre Argentina y Perú jugado en Lima, cuando un gol peruano anulado por el árbitro llevó a miles de simpatizantes locales a invadir el campo de juego. Al ser dispersados por la policía, intentaron salir del estadio con un saldo de 320 muertos y más de 800 heridos.
Al vencer en la final a Nacional de Montevideo por uno a cero con un gol de Rodríguez, Independiente de Avellaneda obtuvo la Copa de Campeones de América, actual Libertadores de América. Boca ganó el campeonato local, con Rattin, Marzolini y Roma, mientras que los hermanos Dante y Torcuato Emiliozi obtuvieron el primer puesto en el campeonato de Turismo Carretera.
Dos grandes pérdidas para el tango: se iban Juan de Dios Filiberto y “el varón del tango”, Julio Sosa. Por su velatorio en el Luna Park pasaron unas cien mil personas.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar