Desde su segunda elección victoriosa como presidente de la Nación, en abril de 1928, cuando consiguió más del 60% de los votos, Yrigoyen enfrentó, como pocas veces se ha visto en la historia argentina, la agresiva orquestación de fuerzas opositoras, inspiradas desde el Senado, donde la oposición era mayoría, y desde la prensa nacional, como los diarios Crítica y La Fronda. Las elecciones legislativas de 1930 debieron advertir al yrigoyenismo de la crisis en puerta. Los más de 800 mil votos reunidos en 1928, se convirtieron entonces en poco más de 600 mil. A mediados de ese año, 44 diputados de diferentes tendencias, socialistas independientes, liberales, conservadores, hicieron conocer un manifiesto de crítica y reclamo al gobierno, al que pronto se sumaron los radicales antipersonalistas. Acusaban a Yrigoyen de haber violado la constitución y exigían su renuncia. Los estudiantes se sumaban a la oposición, criticando a la dictadura yrigoyenista. En tanto, al interior de las Fuerzas Armadas se había puesto en marcha la conspiración, en torno a la figura del general José Félix Uriburu, mientras grupos civiles que emulaban a los fascios italianos, ofrecían sus servicios como grupos de choque. La puesta en marcha de la conspiración parecía ser un secreto a voces. Quien intentó alertar al gobierno del hecho fue el general Luis Dellepiane, ministro de Guerra. Tras ser desoído, presentó su dimisión. Al día siguiente, la prensa publicó extractos de la carta que acompañó a su renuncia, y que acá publicamos. Dellepiane aseguró con posterioridad que había pedido permiso a Yrigoyen para desbaratar la conspiración, pero que sucumbió ante las intrigas de algunos hombres que rodeaban al presidente. Por primera vez, desde 1853 se interrumpía el orden constitucional.
Fuente: Diario La Prensa, 3 de septiembre de 1930.
«No soy político y me repugnan las intrigas que he visto a mi alrededor, obra fundamental de incapaces y ambiciosos, pero soy observador. He visto y veo alrededor de V.E. pocos leales y muchos intereses. Habría que nombrar un tribunal que analizara la vida y los recursos de algunos de los hombres que hacen oposición a V.E. y de otros que, gozando de su confianza, hacen que V.E., de cuyos ideales y propósitos tan de continuo expresados yo tengo la mejor opinión, sea presentado al juicio de sus conciudadanos en la forma despectiva, que es marea que nada detendrá, si V.E. no recapacita un instante y analiza la parte de verdad, que para mí es mucha, que puede hallarse en la airada protesta que está en todos los labios y palpita en muchos corazones.”
Luis José Dellepiane
Fuente: www.elhistoriador.com.ar