
Emiliano Zapata Salazar, conocido como el «Caudillo del Sur», nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, México, en el seno de una familia campesina con tradición de lucha. Sus antecedentes familiares marcarían su destino: su abuelo materno había combatido junto a José María Morelos durante la Independencia, mientras que sus tíos paternos lucharon en la Guerra de Reforma y contra la intervención francesa.
La injusticia social que experimentó desde niño forjó su carácter revolucionario. A los 9 años, al presenciar el despojo de tierras a campesinos por parte de hacendados, pronunció una frase que definiría su destino: «¿No se puede? Pues cuando yo sea grande, haré que las devuelvan». Esta temprana consciencia social marcaría toda su trayectoria posterior.
Su liderazgo comenzó a manifestarse en 1909, cuando fue elegido calpuleque (jefe) de la Junta de Defensa de las tierras de Anenecuilco. En este cargo, Zapata se dedicó a estudiar documentos virreinales que acreditaban los derechos de propiedad de los pueblos sobre sus tierras, las cuales habían sido arrebatadas durante el Porfiriato.
La verdadera dimensión revolucionaria de Zapata emergió cuando se unió al movimiento maderista en 1911. Sin embargo, pronto se distanció de Madero al ver que éste no cumplía con las promesas de reforma agraria. El Plan de Ayala, proclamado el 28 de noviembre de 1911, se convirtió en el documento fundamental del zapatismo, exigiendo la devolución de tierras a los pueblos y estableciendo el principio de «la tierra es de quien la trabaja».
Lo que distinguió al zapatismo de otros movimientos revolucionarios fue su profunda comprensión de la cuestión agraria. No se trataba simplemente de redistribuir la tierra, sino de reconocer y restaurar los derechos históricos de las comunidades campesinas e indígenas. En los territorios bajo su control, el movimiento zapatista implementó la restitución de tierras a las comunidades que habían sido despojadas durante el Porfiriato, respetando las formas tradicionales de propiedad comunal y defendiendo el derecho ancestral de los pueblos sobre sus territorios.
La lucha de Zapata no se limitó a la cuestión agraria. Su movimiento desarrolló una visión integral de justicia social que incluía educación, salud y derechos laborales. En los territorios bajo control zapatista se establecieron escuelas, se organizaron cooperativas y se implementaron medidas de protección laboral.
En los territorios bajo su control, Zapata estableció una imprenta revolucionaria donde se publicaba El Reconstructor, medio oficial del Ejército Libertador del Sur, fundamental para difundir las ideas del movimiento. Además, implementó un sistema educativo revolucionario que incluía escuelas nocturnas para trabajadores y programas de alfabetización en lenguas indígenas, demostrando que su visión iba más allá de la mera reforma agraria.
Durante el gobierno de Victoriano Huerta, Zapata mantuvo una posición inquebrantable, rechazando cualquier negociación con quien consideraba un usurpador y asesino. Esta intransigencia moral fue una característica definitoria de su liderazgo.
El Ejército Libertador del Sur, bajo su mando, llegó a contar con 27.000 hombres en 1914, controlando Morelos y partes significativas de estados vecinos. La alianza temporal con Francisco Villa y el gobierno de la Convención de Aguascalientes representó el momento de mayor influencia política del zapatismo.
Sin embargo, la traición acabaría con su vida. El 10 de abril de 1919, Zapata fue asesinado en una emboscada en la Hacienda de Chinameca, víctima de un engaño orquestado por el coronel Jesús Guajardo bajo órdenes de Venustiano Carranza.
Su muerte, lejos de acabar con el movimiento, lo transformó en un símbolo perdurable de la lucha por la justicia social.
La influencia de Zapata trasciende su época. Sus ideales de justicia agraria fueron parcialmente incorporados en el Artículo 27 de la Constitución de 1917, y su figura sigue siendo un referente fundamental en las luchas sociales contemporáneas. El lema «Tierra y Libertad» continúa resonando en movimientos campesinos e indígenas actuales.