Albert Einstein, del apoyo al desarrollo de la bomba atómica a la prédica por la erradicación total de la guerra


Albert Einstein, el genio que revolucionó la ciencia, nació el 14 de marzo de 1879 al sur de Alemania. Brillante y precoz autodidacta, consideraba que la educación era “todo lo que queda cuando uno se olvida de todo lo que aprende en la escuela”.

Nació en el seno de una familia judía, de ingenio y emprendimiento empresarial. Interesado de niño en la física a raíz de una brújula que recibió como regalo, el joven Albert llegó a Suiza para iniciar estudios técnicos, a pesar de no haber terminado el bachillerato. Luego de denodados esfuerzos, logró finalizar los estudios secundarios e ingresar así al Politécnico de Zurich, donde además se sumergió en lecturas filosóficas y se acercó a los clubes socialistas.

Recibido de profesor, sin trabajo en la universidad y ya considerado un mal padre y peor esposo, Einstein consiguió empleo en la Oficina Federal de la Propiedad Intelectual en Berna. Allí estuvo hasta los 29 años, cuando finalmente consiguió ingresar al mundo académico, viajando de Berna a Praga.

Entretanto, en 1905, durante su estancia en la ciudad de Berna, las investigaciones científicas y filosóficas personales le habían permitido publicar un pequeño tratado llamado “La teoría especial de la relatividad”.

Poco después plantearía la equivalencia entre gravedad y aceleración. Estos avances le permitirían, ahora sí, en 1916, ya en Praga, publicar su “Teoría general de la relatividad”, donde postulaba el principio de equivalencia de las leyes científicas en cualquier experimento y el carácter absoluto de la velocidad de la luz, el único factor que no se rendía a la relatividad. La fórmula derivada de ello E=m.C2, que expresaba la relación entre la masa y la energía de un cuerpo, se convertiría en una de las más famosas de la ciencia.

Un año más tarde, Einstein afirmaría que el universo se encontraba en expansión y en 1919 revelaría el origen de la fuerza de la gravedad, consagrándose ya ante el público mundial y recibiendo el premio Nobel en 1921. Con posterioridad, Einstein debería exiliarse en Estados Unidos, perseguido por el nazismo, donde sería contratado por la Universidad de Princeton.

En 1939 con la convicción de que los nazis trabajaban en la fabricación de armas de destrucción masiva, Einstein escribió una carta a Franklin Roosevelt, entonces presidente de Estados Unidos, recomendando la participación del gobierno en el desarrollo de una bomba atómica. Seis años más tarde, en agosto de 1945, la aviación norteamericana arrojó la bomba atómica sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Albert Camus dirá: “La civilización mecánica acaba de alcanzar su último grado de salvajismo. Ya se respiraba con dificultad en un mundo torturado. Y he aquí que se nos ofrece una nueva angustia…”.

El propio Einstein no tardará en pasar a engrosar las filas de los partidarios del desarme y de la erradicación de la guerra. Dedicado desde entonces al pacifismo y al sionismo, el 18 de abril de 1955, moriría a causa de un derrame cerebral, luego de cumplir 76 años.

Compartimos en esta oportunidad la carta donde recomendaba al presidente Roosevelt el apoyo a la construcción de la bomba y un artículo publicado en septiembre de 1952 en la revista japonesa Kaizo, donde propugnaba “la erradicación total de las guerras y de la amenaza de guerra”.

Fuente: Mario Alfaro Campos y Celso Vargas Elizondo (Comp.), Energía y tecnología nuclear. Consideraciones éticas, sociales y ambientales, Costa Rica, Editorial Tecnológica de Costa Rica, 2005, págs. 46-47, traducción de El historiador.

2 de agosto de 1939
F. R. Roosevelt
Presidente de los Estados Unidos
Casa Blanca
Washington, D.C.

Señor:

Algunos trabajos recientes de E. Fermi y L. Szilard, comunicados mediante manuscritos, me llevan a considerar que, en el futuro inmediato, el uranio puede convertirse en una nueva e importante fuente de energía. Algunos aspectos parecen requerir mucha atención y, si fuera necesario, inmediata acción por parte del gobierno. Por ello creo que es mi deber señalar los siguientes hechos y recomendaciones.

En el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable -a través del trabajo de Joiot en Francia así como también de Fermi y Szilard en Estados Unidos- que podría ser posible iniciar una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generarían enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio. Según parece, esto podría  lograrse casi con seguridad en el futuro inmediato.

Este nuevo descubrimiento podría también conducir a la construcción de bombas, y es concebible -pienso que inevitable- que pueden fabricarse bombas de un nuevo tipo extremadamente poderosas. Una sola bomba de ese tipo, llevada por un barco y detonada en un puerto, podría destruir el puerto por completo, junto con el territorio que lo rodea. (…) Los Estados Unidos tienen muy pocas minas de uranio, con vetas de poco valor y en cantidades moderadas. Hay muy buenas vetas en Canadá y en la ex-Checoslovaquia, mientras que la fuente más importante de uranio está en el Congo Belga.

En vista de esta situación, puede que usted desee que haya algún tipo de contacto permanente entre el gobierno y el grupo de físicos que están trabajando en reacciones en cadena en los Estados Unidos. Una forma posible de lograrlo podría ser mediante la designación de una persona de su entera confianza para esta función, que podría tal vez servir de manera extraoficial. Sus funciones serían las siguientes:

a) Estar en contacto con el Gobierno, manteniéndolo informado de los sucesivos desarrollos, y recomendar acciones de gobierno, poniendo particular atención en asegurar el suministro de mineral de uranio para los Estados Unidos.
b) Acelerar el trabajo experimental, que en estos momentos se efectúa con los presupuestos limitados de los laboratorios de las universidades, con el suministro de fondos. (…)

Tengo entendido que Alemania actualmente ha detenido la venta de uranio de las minas de Checoslovaquia, las cuales han sido tomadas. Puede pensarse que Alemania ha hecho tan claras acciones, porque el hijo del subsecretario de Estado Alemán, von Weizacker, está asignado al Instituto Kaiser Wilheln de Berlín, donde algunos de los trabajos americanos están siendo duplicados.
Su seguro servidor,

A. Einstein

Sobre mi participación en el proyecto de la bomba atómica

Mi participación en la construcción de la bomba atómica se limitó a un único hecho: firmé la carta dirigida al presidente Roosevelt. En ella el énfasis se ponía en la necesidad de preparar experimentos a gran escala para estudiar la posibilidad de realizar una bomba atómica.

Era bien consciente del horrendo peligro para la humanidad que significaba que esos experimentos se realizaran con éxito. Sin embargo, la posibilidad de que los alemanes estuvieran trabajando en lo mismo con altas posibilidades de éxito me empujó a dar ese paso. No tuve otra alternativa que actuar como lo hice, pese a que siempre he sido un pacifista convencido.

Creo que el asesinato de seres humanos en la guerra no es mejor que el asesinato común, pero mientras las naciones no tengan la determinación de abolir la guerra mediante la acción conjunta y de encontrar medios de resolver sus disputas y proteger sus intereses mediante arreglos pacíficos que se adapten a las leyes existentes, seguirán considerando necesario prepararse para la guerra. Seguirán convencidas de la necesidad de embarcarse en la fabricación de las armas más detestables por la amenaza de quedar rezagadas en la carrera armamentista. Tal actitud sólo puede conducir a la guerra, y la guerra hoy significaría la aniquilación universal de los seres humanos.

Hoy no tiene sentido protestar contra los armamentos. Solo puede ayudarnos la erradicación total de las guerras y de la amenaza de guerra. Para esto debemos trabajar…

Gandhi, el más grande genio político de nuestro tiempo, nos ha enseñado el camino, y ha demostrado los sacrificios que un hombre puede hacer si encuentra el modo correcto. Su lucha por la liberación de la India es un ejemplo vivo de que la voluntad del hombre, sostenida por una convicción irrefrenable, es más fuerte que un aparentemente invencible poder material.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar