1820 es el año del fin del proyecto artiguista. Durante casi una década, el hombre de la Banda Oriental había puesto sus esfuerzos en las guerras contra los ejércitos realistas, pero también en construir un país diferente al que intentaba organizar gran parte de la elite porteña, al tiempo que sobre las ruinas del antiguo virreinato del Río de la Plata también se balanceaban los intereses de la corona portuguesa y la elite del Brasil.
Enfrentado a los portugueses, a los realistas, a la elite montevideana y al centralismo porteño, el proyecto de José Gervasio Artigas proponía construir una federación de pueblos, apoyado principalmente por los gobernadores de las provincias del litoral, Estanislao López en Santa Fe y Francisco Ramírez en Entre Ríos. Sin embargo, derrotado en Tacuarembó y obligado al retroceso sobre las provincias aliadas, encontró Artigas una noticia que poco podía agradarle.
Los caudillos del litoral, López y Ramírez, tras vencer a las tropas unitarias en Cepeda, en febrero de 1820, habían firmado el Tratado de Pilar, que acordaba, entre otras disposiciones, la unidad nacional y adopción del sistema federal para las provincias. Se acordaba además anoticiar a Artigas de lo acontecido e invitarlo a formar parte del acuerdo. Pero el caudillo oriental se encontraba en retroceso y precisaba de una ayuda contra la invasión luso-portuguesa que nunca llegó. López y Ramírez ya no creían necesario afrontar los peligros de defender el territorio conquistado por el ahora Imperio del Brasil.
Esta realidad llevó a Artigas a exigir obediencia de Ramírez, la cual una vez denegada llevó a la guerra del litoral: luego de un éxito inicial que le permitió a Artigas avanzar hacia Concepción del Uruguay, los ejércitos oriental y entrerriano se enfrentaron cerca de la localidad de Las Guachas el 13 de junio de 1820. Ramírez debió retroceder en un comienzo, pero consiguió de inmediato el auxilio de tropas porteñas, con las cuales pudo dispersar hacia fines de junio a los ejércitos artiguistas, compuestos por misioneros, correntinos, indígenas y orientales. Artigas debió exiliarse en el Paraguay y ya no volvería a participar activamente de las luchas en el Río de la Plata.
Reproducimos en esta oportunidad las palabras que dirigiera Artigas a su ex aliado Ramírez en abril de 1820, acusando al caudillo entrerriano de traición y entrega a las fuerzas directoriales.
Fuente: Carta de Artigas a Ramírez, de abril de 1820, Editorial Marcha, Montevideo, pág. 185-186; en Norberto Galasso, Artigas y las masas populares en la Revolución, Cuadernos para la otra historia, 2000, Centro Cultural “Enrique Santos Discépolo”.
“El objeto y los fines de la Convención del Pilar celebrada por vuestra señoría sin mi autorización ni conocimiento, no han sido otros que confabularse con los enemigos de los pueblos libres para destruir su obra y atacar al jefe supremo que ellos se han dado para que los protegiese; y esto es sin hacer mérito de muchos otros pormenores maliciosos que contienen las cláusulas de esa inicua convención y que prueban la apostasía y la traición de vuestra señoría.
Al ver este atentado no he podido vacilar y he corrido a salvar al provincia entrerriana de la influencia ominosa de vuestra señoría y de la facción directorial entronizada en Buenos Aires, que ya la destinan a entregarla también al yugo portugués; y yo lo he hecho no sólo porque así me lo imponen los altos deberes del puesto que me han dado los pueblos, sino en resguardo de la Banda Oriental, cuya ruina quedaría consumada si yo permitiese que vuestra señoría y aquella infame facción de legistas entregaran al enemigo la costa entrerriana.Vuestra señoría no puede negarme las pruebas de su arrepentimiento por haberse mostrado tan indigno de la confianza que le hicieron los pueblos libres y tan ingrato de los beneficios que ha recibido de su protector… Vuestra señoría debe ver que con su conducta audaz e imprudente provoca mi justicia y la autoridad que ejerzo como jefe supremo y protector; pues por mis antecedentes y la amplísima confianza que los pueblos han depositado en mí, no puedo excusarme de pedirle cuentas, y de prevenirle que si no retrocede en el camino criminal que ha tomado, me veré obligado a usar de la fuerza, pues yo también tengo que arrepentirme de haber elegido a vuestra señoría y de haberlo propuesto el amor de los pueblos libres para que hoy tanga los medios de traicionarnos. Estando íntimamente interesado en que estos pueblos no se anarquicen y caigan en manos del portugués, resolví pasarme a Entre Ríos… Vuestra señoría ha tenido la insolente altivez de detener en la Bajada los fusiles que remití a Corrientes. Este acto injustificable es propio solamente de aquel que habiéndose entregado en cuerpo y alma a la facción de los pueyrredonistas, procura ahora privar de sus armas a los pueblos libres para que no puedan defenderse del portugués. Esta es una de las pruebas más claras de la traición de vuestra señoría y de la perversidad que se ocultaba en la Convención del Pilar; y no es menor crimen haber hecho ese vil tratado sin haber obligado a Buenos Aires a que declarase la guerra a Portugal y entregase fuerzas suficientes para que el jefe supremo y Protector de los Pueblos Libres pudiese llevar a cabo esa guerra y arrojar del país al enemigo aborrecido que trata de conquistarlo. Esa es la peor y más horrorosa de las traiciones de vuestra señoría.»
José Gervasio Artigas
Fuente: www.elhistoriador.com.ar