Fuente: Revista De Frente Nº 87, 14 de noviembre de 1955, pág. 4-5.
Como regalo de Navidad el plan Prebisch trae el aumento de precios
La prensa diaria recogió la semana pasada la primera consecuencia sismográfica del Plan Prebisch 1955: el alza astronómica del café antes de la imponga el reordenamiento económico. El pueblo gritó “¡Largaron!”, pero no con el tono expectante y jubiloso del hipódromo, pues hubo miles de víctimas antes de que el gobierno parara las partidas de los competidores. Fue así como la masa popular tuvo una sensación vívida de “Lo que vendrá”, sin esperar el año 2000.
El sueño desvanecido
Después de aquel primer ejercicio de ataque fulmíneo a los bolsillos del pueblo, quedaron flotando amenazadores nubarrones. En tales circunstancias el secretario de la revista nos mandó a realizar una compulsa de emergencia, mas no apelando al talento de los doctos en fenómenos económicos, pues la experiencia aconseja orillarlos, sino directamente a los consumidores y a los sectores comerciales minoristas, sobre cuyas espaldas caen siempre los palos. La consigna era “entrar sin elegir”, y así caímos en una ferretería de la Plaza de los Dos Congresos. Preguntamos qué artículos habían aumentado en ese ramo.
—¿Por qué no preguntan cuáles no aumentarán? —nos contestaron.
—¡Ah!, ¡ah!… ¿El señor es peronista?
—No; ferretero. Además, jefe de familia, como tantos. ¡Vea!, hace una semana los proveedores nos avisaron que quedaban suspendidas las remisiones de pedidos. El síntoma es infalible: detrás viene un aumento. Poco sabemos aún acerca del alza inminente, pero se nos anticipa que uno de los artículos que sufrirán la presión de la nueva economía serán los de cobre. Y hay miles de artículos de cobre que son imprescindibles. El encarecimiento de artículos de ferretería desvanecerá el sueño de la casita propia y planteará nuevas causas de angustia entre las familias de recursos limitados, además de perjudicar al gremio, porque venderá menos y recibirá todas las quejas.
También la madera
Como el café, también la madera brasileña ha experimentado un alza antes de que lleguen las importaciones comprendidas en el reordenamiento del Plan Mister Prebisch. El pino acusa un aumento del 60%. Tal vez lo paren, como corresponde, pero se tendrá un punto de referencia acerca de su valor real una vez aplicado el reordenamiento, a breve plazo.
—Tendremos que aumentar el precio de venta de las puertas, ventanas, muebles, y hasta los cajones fúnebres —nos dijeron en una carpintería—. La madera es materia de primera línea en la construcción y en el hogar. Como ustedes ven, hasta morirse costará más caro.
Aumentó el maíz
Una extraña paradoja del Plan Prebisch para los legos en economía, relaciónase con el maíz. Según el plan se tiende a favorecer excluyentemente a los chacareros y a los ganaderos, quienes a su vez, se convierten en una especie de agiotistas, porque sus mercancías llegan al pueblo con alzas angustiantes.
Una señora de bolso calado que encontramos en la calle Pueyrredón, y que venía de la feria, nos expresó:
—En la feria me han dicho que la próxima semana aumentará dos pesos el kilo de gallina. El maíz ya aumentó de 0.80 a un peso el kilo. Y como del maíz vive la gallina, quienes crían y quienes la comercializan convierten esos 0.20 centavos en una ganancia inesperada… Por supuesto que asimismo aumentarán los huevos y los productos derivados.
Por otra parte, conviene recordar que la Asociación de Criadores de Cerdos publicó hace poco que si no se le daba precio preferencial al maíz para esa industria, se perdería definitivamente una fuente de divisas; Gran Bretaña fue sostenido comprador de tales productos manufacturados. También lo fuimos nosotros. Pero en adelante un trozo de lechón será un bocado inalcanzable.
Más artículos en alza
En nuestra recorrida entramos en una óptica, en una farmacia y en una despensa. En todos esos lugares se nos dijo que “todavía no llegaron los precios nuevos”. En buen romance ello significa que se vienen no más, como los gorilas.
En Buenos Aires hay 377 pizzerías. Se han venido multiplicando a medida que el crecimiento de la urbe y del Gran Buenos Aires imponía nuevas necesidades premiosas al ajetreado hombre de la calle.
La pizzería es la posta del ciudadano en trance de elemental y económico yantar. Pero hasta en ese rebusque que le permitía comer por tres pesos en vez de los 15 de un restaurante, ha de perseguirlo el plan Mister Prebisch.
Cuando entramos en una pizzería de Plaza Once, el dueño nos miró con reserva. No era que temía que fuésemos del Agio. Bien sabía él que el cálculo de posibilidades —suponiendo que fuese infractor— iba a favorecerlo, pues la actividad de ese tentacular organismo se refleja diariamente en cinco invariables centímetros de columnas, donde aparecen veinte pequeños agiotistas. Es una actividad represiva como para decir “Respiro: ergo, existo”.
El pizzero en realidad, temía que fuésemos de un diario liberado de la tiranía.
Terminó llevándonos a un rincón confidencial para decirnos:
—A ustedes les puedo hablar con confianza, porque son un órgano de “la resistencia”. Ya nos avisaron que aumentará la muzzarella —producto lácteo— y el tomate. Seguramente también la harina y demás artículos que usamos en la pizza, empanadas, etc. Nos dijeron que se trata del dólar… ¡No sé!
Fuente: www.elhistoriador.com.ar