En 1967 apareció el álbum Sergeant Pepper’s Lonely Hearts, una de sus mejores obras y uno de los discos más influyentes del siglo XX. Compartimos aquí un artículo que rescata los detalles de su creación.
Fuente: Revista Rock en Blanco y Negro, mayo de 1993.
La edición de un disco como tal se puede separar en un antes y un después del Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band, que los Beatles lanzaran el 1° de junio de 1967. La obra conceptual, la psicodelia, la música clásica, el arte pop, el kitsch, la vanguardia, la experimentación… Todo junto y en un solo disco. Pero mejor, adentrémonos en su realización.
A lo largo de cuatro meses, hubo momentos en los que George Martin se preguntaba si los Beatles no habrían ido demasiado lejos esta vez. Por ejemplo, cuando le pidieron que les procurara sonidos de una granja, incluida una jauría de perros de caza a pleno ladrido. O el asunto de los organillos a vapor victoriano, la orquesta de 41 profesores sin partitura que tocan y las horas consumidas en busca de una nota que sólo los perros alcanzaban a escuchar. En tales ocasiones, el productor de los Beatles temía que este nuevo álbum terminase, si es que terminaba algún día, simplemente desconcertando a sus oyentes.
Desde un principio la idea había sido grabar un todo unificado y continuo, una especie de novela o de película –un cuaderno más bien– puesto que el tema era la infancia de los Beatles en Liverpool. Este proyecto se vino abajo con el prematuro lanzamiento del single que contenía Strawberry Fields y Penny Lane. De modo que siguieron grabando canciones sin tema específico sobre las cosas que hacían normalmente, los periódicos que casualmente cayeron en sus manos o el Londres de cuya moda y lenguaje eran árbitros y reflejo. La nueva locura que apasionaba a Londres eran las antigüedades militares victorianas, vendidas en tiendas de nombres rimbombantes como I was Lord kitchener’s valet. Y así, una noche los Beatles se reunieron para ensayar una canción, en esa misma línea de bigotuda fantasía, titulada Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band. “Era de Paul”, cuenta George Martin. “Una canción corriente, nada especial como composición. Cuando la terminamos, Paul dijo: ‘¿Por qué no hacemos todo el álbum como si la banda existiera, como si fuera el Sargento Pepper el que grabara el disco?’ A partir de aquel momento fue como si Pepper adquiriese vida propia”. Esa vida nació al principio por pura y simple diversión. Les regocijaba la idea de que los cuatro artistas pop más famosos del mundo creasen a unos músicos de banda como alter ego, presentaran su música en forma de espectáculo ininterrumpido, salpicado de los “oohs” de las visitas infantiles al circo y las marionetas. Luego, a medida que las sesiones progresaban, nació en los cuatro músicos y en su productor esa vida especial, esa sensación sólo comparable al andar sobre las aguas, originada por la certeza de estar creando una obra maestra. Su fuerza procedía del hecho de que, para los cuatro Beatles, la visión era la misma. (…) Se recordaría como su mejor disco e indiscutiblemente como su mejor interpretación. (…)
La canción que creaba el ambiente de circo era Being for the benefit of Mr. Kite, una composición de John Lennon sugerida por frases de un viejo cartel de teatro que había comprado en un anticuario.
La grabación se realizó en un ambiente de cordialidad que ningún otro álbum de los Beatles volvería a conocer. (…)
Ringo grabó With a Little help of my Friends, su única intervención vocal, colocada en lugar de honor, a continuación de la obertura de Sergeant Pepper. La canción “india” de George Harrison, Within you without you abría la segunda cara, seguida, cuando los sitaras dejaban de tocar, por un burlón ataque de risa al que George también unía sus carcajadas. Irónicamente, la canción por la que el álbum sería más ensalzado y condenado, era una típica colaboración de Lennon-McCartney. Se llamaba A day in the life.
John la había comenzado un tanto ociosamente, ojeando diarios, pensando un poco en Tara Browne, el heredero de la familia Guinness, amigo de los Beatles y los Rolling Stones, que había muerto recientemente en un accidente de automóvil. Incapaz de terminar la letra, le pidió a Paul cualquier cosa para el “ocho y medio”. Paul le entregó unas frases sueltas de una canción suya que empezaban: “Woke up, fell out of bed, dragged a comb across my head…”. Como el final no tenía nada que ver con un circo, se la utilizó como epílogo de la segunda cara. La portada del álbum, igual que su contenido musical, evocaba fielmente el momento de su lanzamiento, diseñada por el artista pop Peter Blake. Los Beatles, sosteniendo instrumentos típicos de banda de música y vestidos con uniformes de raso de color rosa, azul, amarillo y rojo, aparecían de pie, con fingida solemnidad detrás de su propio nombre escrito con flores, rodeados de un collage de figuras representando a numerosos héroes. El grupo incluía a Bob Dylan, Karl Marx, Stan Laurel y Oliver Hardy, Aleister Crowley, Marlon Brando, Diana Dors, William Burroughs, W. C. Fields, estatuas de cera de los propios Beatles, un Buda aislado y una muñeca con un rótulo que decía “Bienvenidos Rolling Stones”.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar