Alberto Barbieri es rector de la universidad de Buenos Aires desde 2014. Fue reelecto en diciembre de 2017 y en marzo de 2018 comenzó un nuevo período. De amplia trayectoria en la gestión de estudios superiores, fue vicerrector de la UBA desde 2010 hasta 2014 y decano de la Facultad de Ciencias Económicas entre 2006 y 2014.

En esta entrevista, realizada para el sitio El Historiador en el marco del 70 aniversario del decreto 29.337, que en noviembre de 1949 estableció la gratuidad de la educación universitaria, Barbieri se declara defensor a ultranza de la gratuidad y del ingreso directo. En su libro La gestión como clave en la integración Iberoamericana destaca la necesidad de que el modelo educativo “repare el daño causado por el mecanismo de reproducción de desigualdades, representado por la existencia de circuitos educativos diferenciales para distintas clases sociales”.[1]

A lo largo de este extenso cuestionario, el rector de la UBA resaltó algunos de los más destacados logros de la institución en los últimos tiempos, como el hecho de haber mejorado de la posición 209º en 2014 a ubicarse en el puesto 73º del Ranking QS Global 2018, convirtiéndose en la mejor universidad iberoamericana. En este sentido, puntualizó: “Si se considera que en el mundo hay más de 26.000 universidades, la posición actual implica que la UBA forma parte del 1% que se encuentran en la élite mundial”. Destacó también que la educación “es un bien público y un derecho” y aseguró que “la gratuidad universitaria es uno de los baluartes de la Universidad Pública argentina y es uno de los motivos por los cuales nuestra universidad es un referente tanto en el país como en el exterior”.

Además de abordar algunos hitos de la educación superior de nuestro pasado, como la Reforma Universitaria de 1918, Barbieri recorrió varios aspectos clave de su presente y futuro, como las políticas para facilitar el ingreso, permanencia y egreso de estudiantes, las becas, la modernización en los programas y modalidades de cursada, los vínculos con el sistema productivo, las titulaciones intermedias, lo sistemas de créditos y equivalencias con otras instituciones nacionales e internacionales y el protocolo de acción institucional implementado para la prevención e intervención ante situaciones de violencia o discriminación de género u orientación sexual.

“El saber no es barato –sostiene en su libro–. Todos los países desarrollados gastan una parte sustancial de su Producto Bruto en su producción y difusión. Pero si el saber no es barato, no intentemos probar con la ignorancia. Es infinitamente cara.”[2]

Autores: Felipe Pigna y Mariana Pacheco

¿Qué nos legó la Reforma Universitaria de 1918?

La Reforma Universitaria de 1918 es, sin duda, uno de los hechos más relevantes de la historia de las universidades de nuestra región. Es así que para algunos historiadores este acontecimiento marcó la fecha del ingreso de América Latina al siglo XX. Los jóvenes reformistas que gestaron este movimiento identificaban que las universidades se encontraban –en palabras del doctor Carlos Tünnermann[3]– “encasilladas en el molde profesionalista napoleónico y arrastrando en su enseñanza el pesado lastre colonial (y) estaban lejos de responder a lo que América Latina necesitaba para ingresar decorosamente en el siglo XX y hacer frente a la nueva problemática planteada por los cambios experimentados en su composición social”[4].

Muchos de los aspectos que fueron incluidos en el Programa de la Reforma dotaron de un carácter singular a las universidades latinoamericanas: autonomía universitaria y autarquía financiera, cogobierno tripartito, función social de la universidad y extensión, concursos de oposición y periodicidad de las cátedras, docencia libre (cátedras libres y paralelas), asistencia libre de los estudiantes y métodos de enseñanza activos (seminarios, coloquios, mesas redondas) y la extensión cultural por fuera de la estructura universitaria.

Estos principios que guiaron el movimiento también encontraron ciertas limitaciones. Algunos especialistas, como Orlando Albornoz, Inés Recca o Tomás Vasconi, entienden que la Reforma no consiguió la transformación de la Universidad en el grado que se exigía, pero dio algunos pasos positivos en ese sentido. Por ejemplo, es posible observar que la acción de la Reforma Universitaria fue más efectiva en la reforma de la organización jurídica o formal de la Universidad (autonomía y cogobierno), y tuvo menos impacto en lo relativo a la estructura académica (continuidad del patrón napoleónico de facultades profesionales separadas). Además, la proclama de la “asistencia libre” se tornó contradictoria con la del “método de enseñanza activa” y la incorporación de la extensión como función de la universidad no siempre logró que el contenido de tales políticas reflejaran el ideario inicial.

¿Cuál es su opinión sobre el alcance histórico del Decreto 29337 de noviembre de 1949, que estableció la gratuidad de la educación universitaria?

El tema de la gratuidad y el ingreso aparecieron en las discusiones de los universitarios del ’18 pero no fueron el centro de los debates de la Reforma. La Reforma del ’18, y esto es una apreciación netamente personal acerca de la caracterización de la universidad pública argentina, termina en el ’49 con la gratuidad de la enseñanza universitaria durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón. Hay dos proyectos nacionales de país, uno a partir del ’18 con Hipólito Yrigoyen y otro a partir del ’49 con Juan D. Perón, que llevaron hacia una universidad diferente. Claro que la vigencia de esta norma fue acotada en el tiempo. Fue recién con el gobierno de Raúl Alfonsín que en 1984 se consagró el ingreso directo de los graduados secundarios a las aulas universitarias, y sobre este derecho ya no se retrocedió. Estas características hacen que podamos destacar nuestro trabajo como universidad de excelencia y de referencia a nivel internacional de la que salieron nuestros Premios Nobel, y científicos y profesores de resonancia a nivel mundial, al tiempo que tenemos nuestra puertas abiertas y sin restricciones a los futuros estudiantes.

¿Cuáles son las cuentas pendientes de la educación superior a la luz de las necesidades del siglo XXI?

Nuestro tiempo se encuentra atravesado por debates, transformaciones y problemas, a los que la universidad no puede eludir y promete contribuir a su superación, dada la singularidad que la caracteriza, porque mientras muchas instituciones se definen por la homogeneidad y simplicidad de sus condiciones de existencia, la universidad, al menos en su versión pública, se caracteriza esencialmente por su heterogeneidad y complejidad. En este sentido, nuestras funciones son: formar profesionales, producir saber científico y tecnológico, propiciar el desarrollo intelectual, atesorar y transmitir tradiciones, transferir y brindar servicios específicos a los diferentes sectores de la sociedad y generar las condiciones de participación activa en la vida política. Un profundo compromiso con nuestra historia y con el futuro de nuestra sociedad.

LA UNIVERSIDAD Y LOS ESTUDIANTES

¿Cuáles son los programas de articulación para ayudar al pase de los alumnos de los últimos años del secundario a la universidad? ¿Cómo evalúa su resultado? ¿Hay otras políticas diseñadas para resolver este problema?

Una de las tendencias que caracterizó el sistema de educación superior durante las últimas tres décadas es la masificación de la matrícula, acompañada de la feminización de la misma y de la diversidad de alumnos con trayectos muy heterogéneos previos a ingresar a la universidad.

Desde la Universidad de Buenos Aires se desarrollan diferentes políticas de inclusión para facilitar el acceso y sobre todo la permanencia y el egreso de los alumnos en las carreras universitarias. Desde el Ciclo Básico Común y el Programa a Distancia UBA XXI se brindan cursos preuniversitarios de comprensión lectora y de contenidos matemáticos para que los estudiantes puedan realizar antes de comenzar la cursada de las asignaturas del primer año de la carrera universitaria. También hay programas de estudiantes avanzados que ofician de tutores para alumnos de la escuela secundaria que van a ingresar a la universidad, además de las becas de ayuda económica. Por último, incluimos prácticas sociales educativas en los planes de estudio de todas las carreras. Esto es,  espacios curriculares obligatorios de enseñanza y aprendizaje cuyo desarrollo permite la articulación de contenidos curriculares con necesidades y demandas de la comunidad extrauniversitaria. El propósito general es que los estudiantes desarrollen habilidades y valores de ciudadanía, adquieran diversas visiones del mundo y alcancen una posición reflexiva frente a la realidad, a través de la participación en la vida social, de nuevas y variadas formas.

Con ello se quiere enfatizar que nuestra tarea de inclusión no se agota en las acciones hacia el interior de la universidad, sino que también se trabaja con grupos vulnerables fuera de la institución.

Una universidad de calidad es una universidad que garantiza la equidad, hacia adentro y hacia afuera, porque también debe generar modelos de intervención que sean replicables por el Estado en general, para enriquecer las políticas públicas, para ayudar a todos los sectores para que estén más incluidos y más cuidados.

¿Existen mecanismos para facilitar la adaptación de los estudiantes a la vida universitaria?

La UBA tiene un Programa de Orientación al Estudiante cuyo objetivo es brindar herramientas para la orientación y desarrollo de las trayectorias educativo-profesionales de las nuevas generaciones, a los fines de ampliar la igualdad de oportunidades para el acceso a los estudios superiores. Ofrece diferentes talleres y actividades, tanto virtuales como presenciales, para conocer la oferta educativa de nivel superior de todo el país, los planes de estudios y campos ocupacionales de la UBA y toda la información necesaria para facilitar el traspaso del estudio medio al superior y al mundo del trabajo, a cargo de psicólogos especializados en orientación. Además, desarrolla programas de formación y asesoría en orientación para profesores y profesionales que se desempeñan en el ámbito educativo, y actividades junto a municipios, instituciones y ONG’s. Todos los años se realiza la Guía del Estudiante con la actualización de datos de la oferta académica de la Universidad e interactúa con las distintas áreas de la UBA a través de diferentes actividades.

Además, desde la Secretaría de Asuntos Académicos se ofrece un curso propedéutico destinado a los aspirantes a ingresar a la universidad y quienes cursan el CBC, que consiste en un recorrido virtual de cuatro estaciones a través de las que pueden conocer aspectos de la extensa historia y de la intensa actualidad de la UBA. Esta propuesta para entrar en “el mundo UBA” comienza con claves para orientar a los ingresantes, qué seguir estudiando, cómo anotarse en el CBC, si cursar de forma presencial o a distancia, etcétera. Para quienes ya están cursando alguna carrera, averiguarán cómo se organiza nuestra Universidad y cómo fue su devenir institucional a lo largo de sus 200 años de historia. Se detallan las actividades que se llevan adelante con la comunidad y las jornadas académicas abiertas para todo público, entre muchas otras propuestas. Finalmente, se presentan los beneficios a los que se puede acceder por formar parte de la UBA: descuentos en libros, acceso a actividades culturales, deportivas, turísticas y cursos extracurriculares.

¿Hay algún proyecto para facilitar el acceso a los estudios superiores a estudiantes que trabajan tiempo completo?

Nuestros estudiantes son, en general, trabajadores “full-time”. En el último censo de estudiantes de la UBA (año 2011), el 62,7% de los alumnos declaró estar trabajando. De los que lo hacen en puestos remunerados, el 57,6% trabaja con una carga horaria de más de 36 horas semanales. Por esta razón, en la mayoría de las carreras se ofrece una amplia franja horaria de cursada lo que permite que puedan continuar sus estudios. También se ofrece el cursado de asignaturas los días sábados.

Asimismo, cada vez más se están incorporando modalidades combinadas en la enseñanza que permiten formatos más flexibles en el cursado, asignaturas semipresenciales y a distancia.

INSERCION LABORAL DE LOS ESTUDIANTES

¿Cree que podrían implementarse en la UBA programas para que los estudiantes y recién graduados realicen prácticas en empresas y otras instituciones?

La UBA ya cuenta con espacios de pasantías en el ámbito de las Facultades que coordinan diferentes actividades en empresas, organismos públicos, organizaciones no gubernamentales, etc. Son actividades formativas relacionadas con la carrera y perciben una asignación estímulo. Las características de cada programa es diferente según la unidad académica, algunas han desarrollado más esta función dado el corte profesional o disciplinar de sus carreras y mayor tradición en este tipo de actividades.

¿Existen programas de seguimiento de los egresados para detectar la calidad o pertinencia de su formación?

Teniendo en cuenta los cambios del sistema universitario en lo relativo a la dinámica de las trayectorias estudiantiles y profesionales de los graduados, resulta necesario relevar información para poder contar con una caracterización más amplia y completa de los estudiantes y graduados de nuestra universidad.

Desde la universidad se detectó esta necesidad, ya que si bien existían diferentes mecanismos de relevamiento de información sobre graduados en las unidades académicas, no se contaba con uno de carácter central. Es por ello que en el año 2018 se aprobó por resolución del Consejo Superior el establecimiento de una encuesta para graduados de carreras de pregrado y grado de la Universidad que será administrada en soporte electrónico desde la Secretaría de Asuntos Académicos. Esto nos permitirá unificar los esfuerzos de las distintas Facultades y a partir de esta información, se podrán desarrollar políticas institucionales centralizadas de seguimiento de graduados, que podrán contribuir en el diseño de acciones de formación permanente de los mismos y de políticas curriculares para una educación de calidad. 

LA UNIVERSIDAD DENTRO DEL SISTEMA PRODUCTIVO

¿Qué titulaciones considera importante incentivar?

La creación de nuevas carreras de grado, así como el incentivo a la inscripción en algunas que ya existen pero cuentan con una matrícula baja debería relacionarse, en general, con el desarrollo y especialización del conocimiento en las diferentes áreas disciplinares y también con las necesidades productivas del país.

Por ejemplo, desde la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo se está trabajando en la creación de Tecnicaturas relacionadas con Imagen y Sonido. Asimismo, en la Facultad de Ingeniería se creó hace relativamente poco tiempo la carrera de Ingeniería en Petróleo con el objetivo de generar la formación de profesionales en temas vinculados con la industria del petróleo y el gas. Y actualmente se está trabajando sobre la creación de la carrera de Bioingeniería.

Por otro lado, a partir de la iniciativa que el entonces Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva había lanzado a través del Programa Pampa Azul, que promueve innovaciones tecnológicas aplicables a la explotación sustentable de los recursos naturales y al desarrollo de las industrias vinculadas al mar, respaldando con información y presencia científica la soberanía de nuestro país en el área del Atlántico Sur, se actualizaron los planes de estudio de la Licenciatura en Oceanografía y de la Licenciatura en Ciencias de la Atmósfera, además de la concreción de la nueva carrera de Tecnicatura en Meteorología.

¿Cuáles son los focos de incertidumbre más apremiantes en el ámbito universitario? ¿Y cuáles las mejores estrategias y herramientas que pueden diseñarse para hacerles frente?

La incertidumbre en la universidad no escapa a los cambios sociales que acontecen teniendo en cuenta que habitamos sociedades del conocimiento. Esto significa que los saberes mutan constantemente, aparecen nuevos desarrollos, cambian las prácticas profesionales, algunos trabajos se vuelven obsoletos y habrá muchos otros en el futuro próximo que serán necesarios para los que todavía no existen ofertas de formación sistemáticas o institucionalizadas.

Es importante tanto el “saber qué” como el “saber cómo”; es necesario que los estudiantes adquieran competencias que les posibilitan ser mejores trabajadores pero también mejores ciudadanos. Y como el conocimiento se vuelvo obsoleto rápidamente el estudiante debe desarrollar competencias para seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida.

Este contexto hace que los futuros estudiantes universitarios lleguen a la universidad con otras preguntas, con dudas sobre su vocación, por ejemplo. Las decisiones acerca de la carrera a seguir, la profesión, el trabajo, el futuro, tienden a estar, por cuestiones naturales, íntimamente relacionadas, pero no siempre la valoración de cada una de las respuestas es similar a lo largo de la vida de una persona.

Los jóvenes valoran por lo menos cuatro cuestiones al momento de elegir su carrera: aquello que les gusta, lo que piensan que tienen capacidad para hacer –que no siempre coincide con lo que les gusta–, el trabajo que imaginan que pueden conseguir en el futuro y lo redituable que esa profesión será.

Para “orientarse” los jóvenes necesitan, por un lado, reflexionar en sus expectativas y metas para su vida y en el significado que tiene para ellos la educación superior y la formación para el trabajo futuro, así como identificar fortalezas y obstáculos para elaborar sus proyectos y estrategias para implementarlos. Por otro lado, necesitan buscar información y explorar las oportunidades laborales y de estudio, dirigido a ampliar su horizonte de posibilidades cuando definen sus proyectos y las estrategias para llevarlos a cabo.

En numerosas oportunidades, las decisiones acerca de las carreras se toman con poca información, y los estudiantes optan por las carreras más tradicionales justamente por ello. Una vez dentro de la universidad pueden ir conociendo otras ofertas académicas que produzcan un viraje respecto de la decisión primera.

Además, también las expectativas generadas sobre determinada área de conocimiento pueden no tener un correlato directo con lo que el área es efectivamente. Y esto también lleva a cuestionarse el rumbo de la decisión tomada. Por ello son sumamente importantes las acciones que se despliegan desde los dispositivos de orientación vocacional, puesto que ayudan a los potenciales estudiantes a indagar sobre ellos mismos y tomar decisiones más conscientes.

La tarea de formar ciudadanos del mundo con estos valores es una labor que involucra a todos los educadores, pero que además, nos exige pensar en una educación que incluya a todos.

Sin duda, las universidades tienen un rol estratégico en esta tarea, ya que los estudios superiores son un espacio de apertura personal, intelectual y ética al mundo del conocimiento. El estudiante no sólo se prepara como profesional, sino que adquiere responsabilidades como la de elegir por sí mismo y la de asociarse con otros en proyectos comunes.

ARTICULACION ENTRE DIFERENTES UNIVERSIDADES DEL PAIS O DEL EXTERIOR

¿Cuáles son las fortalezas de nuestro sistema universitario?

La principal fortaleza de nuestro sistema universitario es la apertura que tenemos en las universidades públicas. Esto se expresa principalmente en que es gratuita y de acceso directo, sin examen de ingreso y sin cupo. Estas características son cuestiones distintivas de nuestro sistema que lo diferencian de los de otros países, y esto se suma para el caso de la UBA y la reconocida calidad académica de sus graduados.

La tradición de la Universidad Pública Latinoamericana se caracteriza por el ejercicio de la autonomía universitaria. Los diversos modos en que se hizo efectivo este ejercicio varían de acuerdo a las relaciones de poder cambiante en la sociedad que –desde el punto de vista externo a las instituciones universitarias– remiten a los poderes constituidos que las regulan, y a las luchas por la conquista y ampliación de su autonomía.

¿Cree que la titulación intermedia puede implementarse en otras facultades, como ocurre con Derecho?

En relación con esta pregunta hay que diferenciar algunos términos, ya que existen diferentes niveles de titulaciones. Los títulos de grado corresponden a trayectos formativos de carácter terminal y habilitante para el ejercicio profesional, y suponen el desempeño de tareas o funciones profesionales complejas realizadas en una gran variedad de contextos, que exigen alto grado de autonomía y gran responsabilidad. En nuestro país estas carreras tienen una duración mínima de cuatro años. También existen ciclos de complementación curricular, carreras de aproximadamente dos a tres años de duración que exigen condiciones especiales de ingreso destinadas mayormente a postulantes con títulos terciarios o de pregrado. La Universidad de Buenos Aires cuenta con carreras de este tipo, entre las que se encuentran, la Licenciatura en Enfermería, la Licenciatura en Producción de Bioimágenes y la Licenciatura en Gestión Universitaria.

Por otro lado, existe otro tipo de títulos que son de pregrado, los que a su vez pueden dividirse en dos subtipos: títulos de pregrado independientes y títulos de pregrado dependientes. Mientras los primeros poseen un carácter terminal y habilitante para el ejercicio profesional dentro de su especialidad, es decir, que la carrera ofrece una formación profesional completa dentro de su nivel, por ejemplo, los títulos de técnico universitario; los segundos son los comúnmente llamados “títulos intermedios”, que surgen de la necesidad de reconocer un cierto trayecto aprobado por el estudiante en el marco de una carrera de grado de la que forman parte (es decir, de una propuesta formativa de mayor extensión). Este tipo de título supone una formación general dentro de algún campo o rama cuyo corte dentro de la carrera suele ser arbitrario.

La UBA tiene diversas titulaciones intermedias en diferentes carreras, por ejemplo, Analista de Investigación en Física es un título intermedio de la Licenciatura en Física; el Analista en Relaciones del Trabajo corresponde a la Licenciatura en Relaciones del Trabajo; el Analista Universitario en Economía y Administración Agrarias en el caso de la Licenciatura en Economía y Administración Agrarias. Son titulaciones intermedias que, al igual que el Bachiller Universitario en Derecho, de carreras, no son comunes a la Facultad. 

Esta es una decisión que obedece a tradiciones disciplinares, decisiones de política académica y demandas del mercado laboral. Resulta difícil de pensar en un planteo idéntico y general para todas las carreras por igual.

Las lógicas en materia de titulaciones universitarias incluyen la iniciativa de las instituciones universitarias, las demandas socioproductivas, los avances científicos y tecnológicos de los campos disciplinares y los mecanismos adecuados para certificar los conocimientos adquiridos en los diversos tramos de formación. 

¿Cree necesario unificar la estructura general de las carreras de grado en todas las instituciones?

Como mencioné anteriormente, hay diversas lógicas que confluyen en las estructuras de las titulaciones. Y estas estructuras también recogen las tradiciones de los países de origen y responden al marco general de sus sistemas educativos. Por ejemplo, en Argentina, el nivel secundario tiene una duración mayor que en otros países, por lo que los jóvenes culminan la educación obligatoria con más edad que en otros lugares. Por otro lado, en muchos países los títulos de grado tienen sólo carácter académico, es decir, no habilitan para el ejercicio profesional y esta cuestión queda reservada a formaciones de posgrado; mientras que en Argentina los títulos de grado habilitan profesionalmente al mismo tiempo que certifican académicamente.

Por lo tanto, cuando analizamos las estructuras de titulaciones tenemos que entender que el nivel universitario dialoga con los niveles de formación que lo anteceden y lo suceden, y su sentido debería analizarse en ese marco. Esa relación también supone mirar lo que pasa fuera del sistema educativo, las demandas socioproductivas y del mercado laboral, los avances científicos y tecnológicos de los campos disciplinares.

No es casual que haya llevado tanto tiempo la consolidación del Espacio Europeo de Educación Superior, por ejemplo, ya que unificar estructuras de titulaciones es complejo pues tiene efectos en múltiples espacios, en las concepciones y expectativas de la población, así como en las tradiciones de los países. 

¿Es el sistema de créditos adecuado para nuestro país? ¿Cuáles son las ventajas o desventajas?

Los sistemas de créditos cuentan con diferentes características según el alcance territorial que se propuso para su desarrollo. La  primera referencia al concepto de créditos académicos data de fines del siglo XIX y fue implementado en la Universidad de Harvard mediante un sistema de hora-crédito que estuvo orientado a permitir el acceso a nuevos campos de saber y a la ruptura de la tradición de rigidez curricular[5]. No obstante,  fue a fines del siglo XX y en Europa donde dicha experiencia asumió un significativo desarrollo. Precisamente en 1989 se implementa el Sistema Europeo de Transferencia y Acumulación de Créditos (ECTS) enmarcado en el programa Erasmus. Asimismo y en el marco de un proceso de internacionalización de la enseñanza del nivel superior, en 1998 se realizó una reunión donde participaron los ministros de Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido que tuvo como resultado la Declaración de Sorbona que sentó las bases para la creación de un Espacio Europeo de Educación Superior que permitió la movilidad y cooperación entre las instituciones que sería desarrollada, entre otros aspectos ligados a las estructuras curriculares de las universidades europeas, a través de los ECTS. Al año siguiente, se logra una declaración conjunta de los ministros europeos de educación (Declaración de Bolonia) donde se adoptó un sistema basado en dos ciclos fundamentales que facilitó la comparabilidad de los diseños curriculares europeos y la expansión de los sistemas de créditos académicos.

En América Latina también se han desarrollado diversas experiencias de sistemas de créditos académicos en los ámbitos regional, nacional e institucional. Las primeras experiencias regionales se configuraron durante la década del ´60 en el marco del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA), el cual promovió la adopción de un sistema de créditos orientados a homologar los programas académicos de las universidades de la región. Sin embargo, según los resultados de un relevamiento realizado en el año 2011, se constató que en la mayor parte de los países latinoamericanos no existe un sistema de créditos académicos aplicados de manera generalizada y uniforme. A su vez, se indicaba que en los países donde existen sistemas de créditos, los criterios para cuantificarlos son muy diversos y generalmente la valoración de las prácticas  pre-profesionales y actividades independientes como generadoras de créditos académicos es baja o nula.

En Argentina, más allá de las experiencias institucionales particulares o del Sistema Argentino de Transferencia de Créditos que se emplea en carreras de ingeniería, desde el año 2016 el entonces Ministerio de Educación y Deportes de la Nación creó el Sistema Nacional de Reconocimiento Académico de Educación Superior (SNRA), cuya unidad se llama “Reconocimiento de Trayecto Formativo” (RTF), y estima en horas el trabajo total del estudiante para el cumplimiento de los requisitos de aprobación.

La implementación del SNRA se realiza a través de tres niveles de trabajo. Primero a nivel macro, la Secretaría de Políticas Universitarias dictó una normativa marco para invitar a las instituciones a formar parte del sistema. Luego, se realizarán convocatorias a carreras y/o familias de carreras, para trabajar en los acuerdos curriculares. A nivel intermedio, coordinadas por la SPU, las universidades de manera paulatina irán realizando un trabajo de sintonización de sus planes de estudio, comenzando por diversos grupos o familias de carreras. Y finalmente, a nivel institucional, las universidades avanzarán en el reconocimiento académico entre sus propias carreras y en el fortalecimiento de sus áreas de gestión curricular.

La UBA no adhirió al Convenio marco, pero sí celebró convenios particulares con instituciones, como la Universidad Nacional de Córdoba, a fin de establecer acciones de cooperación e intercambio en diversos ámbitos, entre ellos los planes de estudio y el reconocimiento mutuo de las actividades académicas de los estudiantes de ambas Casas de estudios.

Hay críticas importantes a los sistemas de créditos en aquellos sistemas universitarios arancelados, principalmente en la formación de posgrado, porque los aranceles se calculan con base en la cantidad de créditos y de esta manera se genera un mercado internacional entre todas las instituciones participantes donde el crédito funciona como patrón de intercambio.

La experiencia en Argentina aún es muy incipiente como para aseverar efectos no deseados o distorsivos, pero por nuestra parte queremos garantizar condiciones equivalentes de formación entre los estudiantes, por lo que consideramos adecuado avanzar en acuerdo particulares, no en un convenio general en el que participan instituciones diversas con distintos niveles de calidad académica.

¿Cuál es su opinión respecto a los acuerdos de Bolonia?

El proceso de Bolonia es el antecedente inmediato de la creación del Espacio Europeo de Educación Superior, un ámbito al que se incorporaron países y que serviría de marco de referencia a las reformas educativas que muchos países habrían de iniciar en los primeros años del siglo XXI. Teniendo en cuenta este horizonte en América Latina también hubo intentos de armar un proyecto semejante, el Espacio de Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior (ENLACES), sin embargo ha tenido limitaciones relacionadas con diversas cuestiones, entre las que se destaca los alcances diferentes de las titulaciones universitarias, esto es, que en algunos países como el nuestro el título es académico y habilita para el ejercicio profesional, mientras que en la mayoría de los países las universidades otorgan títulos académicos y la habilitación profesional se realiza a través de otros organismos, estatales o colegios profesionales, por ejemplo. Esto pone en condiciones de desigualdad a los graduados en términos de generar un espacio común de formación, pero también de trabajo para los profesionales graduados. Recientemente se estuvo  discutiendo un Convenio Regional de Reconocimiento de Estudios, Títulos y Diplomas de Educación Superior en Américo Latina y el Caribe. Tendremos que esperar un poco más para ver qué propuestas se abren y cómo intervienen los gobiernos y las universidades en este proceso. 

Más allá de estas acciones, hay una cuestión clara y es que la internacionalización es un rasgo fundamental en el campo universitario, una tendencia que si bien comenzó hace mucho tiempo, hoy ha cobrado una visibilidad notoria y no es posible quedarse afuera de esta función. Desde la UBA permanentemente fortalecemos la relación con los principales centros académicos del mundo. Existen más de 600 convenios, que tratan cuestiones como movilidad de docentes, investigadores y profesores en todas las áreas del conocimiento. Incluso para el personal nodocente de la Universidad tiene un programa de intercambio que se focaliza en que los trabajadores de diferentes universidades puedan conocer diversos modelos de gestión de universidades públicas latinoamericanas. Generamos alianzas estratégicas con las principales universidades latinoamericanas, como la de Sao Paulo, la Autónoma de México. También tenemos un vínculo estrecho con la Universidad de Barcelona, la Complutense de Madrid. Potenciamos la  relación con la República Popular China a través del Centro Confucio y con la Universidad de Fudan. La Universidad tiene a cargo centros de cooperación internacional como el Centro Israel-América Latina, el Centro Franco Argentino, el Centro Germano Argentino, el Centro Ruso Argentino o el Centro Italiano Argentino.

También en esta línea cabe destacar que la Universidad de Buenos Aires ha constituido recientemente la Alianza Académica Latinoamericana, en acuerdo tripartito con la Universidad Autónoma de México y la Universidad de São Paulo. La denominación del mismo, “Hacia la conformación de la carretera Latinoamericana del conocimiento” expresa claramente los nuevos desafíos, junto a recuperar la visión histórica regional latinoamericana de los principales idearios democráticos en nuestros países. Asimismo, la UBA participa activamente en la Red de Macrouniversidades Públicas de América Latina y El Caribe.

En la línea de nuestras políticas de internacionalización de la Universidad, avanzamos en el año 2015 en la firma de un convenio para integrar un consorcio de instituciones universitarias que desarrollan el Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE). Junto con el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, participamos en la elaboración de un nuevo examen del grado de dominio del español. El SIELE certifica el grado de dominio del español a través de medios electrónicos dirigido a estudiantes y profesionales de los cinco continentes. El desarrollo conjunto con instituciones de gran prestigio garantiza estándares de calidad y de buenas prácticas en la elaboración de las pruebas, y el uso de distintas variedades lingüísticas del mundo hispánico. Entre las actividades desarrolladas se destacan: el MOOC para candidatos, el examen de nivel para nivelar candidatos para experimentación, la experimentación de los modelos del SIELE, que consiste en la toma del examen y la calificación de las pruebas de la experimentación y juicio de expertos para evaluar los ítems.

Por otra parte, modificamos el Programa UBA – Study Abroad, que se había creado en el año 2011 con un alcance más acotado y desde el año pasado ampliamos sus actividades. El Programa tiene la finalidad de brindar a estudiantes internacionales la posibilidad de realizar actividades académicas, de extensión y culturales en el ámbito de la UBA. Para ello se proponen actividades que permitan conocer la cultura argentina y latinoamericana; adquirir conocimientos generales del idioma español; desarrollar actividades académicas y de extensión universitaria; realizar actividades de campo en áreas específicas y desarrollar actividades culturales.

PROTOCOLO DE GÉNERO EN LA UNIVERSIDAD

¿Cuál es la experiencia en la UBA? ¿Cómo evalúa los resultados?

La Universidad tiene un compromiso activo con la formación y el desarrollo integral de las personas que integran la comunidad universitaria. Para ello, generamos espacios de trabajo y de estudio respetuosos con la dignidad de las personas y sus derechos fundamentales. Para que esto se produzca, la condición necesaria es que la Universidad sea un espacio libre de violencia –física o psíquica– contra las personas y exento de discriminación. Institucionalmente se tomó la decisión de cristalizar esta intensión en la aprobación de un Protocolo de acción institucional para la prevención e intervención ante situaciones de violencia o discriminación de género u orientación sexual. Esta norma nos hace sentir orgullosos de estar a la vanguardia estableciendo que no se tolerarán acciones de violencia o discriminación y reconociendo la necesidad de prevenir estas situaciones y erradicarlas, de forma que se preserve la dignidad y los derechos fundamentales de las personas que integran la comunidad universitaria. En este caso, los estudiantes fueron los principales impulsores del proyecto, a los que agradecemos y acompañamos desde el primer momento. De hecho, continuamos promoviendo su aplicación tanto en las diferentes unidades académicas como en los establecimientos de enseñanza secundaria que dependen de la Universidad.

Asimismo, la Secretaría de Asuntos Académicos diseñó una propuesta de capacitación de sensibilización y formación sobre la temática de Género destinada a toda la comunidad universitaria, tanto a docentes como a nodocentes. El curso propone el abordaje de los aspectos y temas vinculados con el orden de los géneros y las sexualidades que atraviesan nuestra sociedad. Su propósito es reflexionar sobre situaciones de desigualdad, subordinación, discriminación y/o violencia y que permita visibilizar estas problemáticas y sus efectos sobre las subjetividades, además de sus dimensiones sociales, institucionales, laborales y educativas.

LA UNIVERSIDAD COMO INSTRUMENTO DE EQUIDAD Y MOVILIDAD SOCIAL

¿En qué medida está la universidad actual comprometida con el desarrollo y la equidad?

Como mencioné anteriormente, una universidad de calidad debe garantizar la equidad hacia adentro y hacia afuera, generando modelos de intervención que sean replicables por el Estado en general, para enriquecer las políticas públicas, favoreciendo la inclusión de todos los sectores. Asimismo, y también lo mencioné antes, como Universidad Pública debemos estar comprometidos con el desarrollo de cada país.

Estoy convencido de que la universidad pública debe ser una institución donde la calidad académica sea un eje rector de la misma, acorde con los tiempos que nos tocan vivir, en donde la investigación y la generación del conocimiento sean el nodo central de su desarrollo. Como consideramos que esta universidad debe estar íntimamente relacionada con el contexto social que le da sustento, es que a través de la transferencia del conocimiento que se genera en los claustros nos vinculamos con organizaciones sociales que tienen un fuerte impacto en las necesidades de la población.

¿Cuál es la responsabilidad social de la universidad pública?

Según la conceptualización de la UNESCO, “la educación superior tiene la responsabilidad social de incrementar nuestro entendimiento en distintas dimensiones como son lo social, económico, científico y cultural; así como nuestra capacidad de respuesta frente a ellas, para el beneficio del conjunto de la sociedad”.[6]

Desde la Universidad de Buenos Aires realizamos actividades orientadas a la formación de estudiantes y futuros profesionales comprometidos con los aspectos socioculturales integrando la institución a la sociedad, a través de proyectos sociocomunitarios. De ese modo, nuestra Universidad intenta devolver a la sociedad lo que de ella recibe.

Asimismo, como mencioné más arriba, hemos incorporado prácticas sociales educativas en los planes de estudio de todas las carreras. Esto es, espacios curriculares obligatorios de enseñanza y aprendizaje cuyo desarrollo permite la articulación de contenidos curriculares con necesidades y demandas de la comunidad extrauniversitaria. El propósito general es que los estudiantes desarrollen habilidades y valores de ciudadanía, adquieran diversas visiones del mundo y alcancen una posición reflexiva frente a la realidad, a través de la participación en la vida social, de nuevas y variadas formas.

Los universitarios no debemos vivir en una torre de marfil, ya que debemos relacionarnos fuertemente con el tejido social que nos da sustento. Por lo tanto, tenemos que seguir generando programas, proyectos, planes y sistemas que interactúen con los sectores más vulnerables de la población, tratando de solucionar sus carencias pero, sobre todo, nutriéndonos de esas necesidades para realimentar –en un círculo virtuoso- nuestros objetivos académicos y de investigación.

¿En qué medida la universidad sirve como instrumento de movilidad social?

Como ya me referí anteriormente, nuestro deber es garantizar una universidad de excelencia, gratuita y sin exclusiones, abierta para todos, que permita generar conocimiento de calidad que se vuelque a la sociedad que la sustenta y que mejore la calidad de vida de todos.

En mi caso, provengo de una familia trabajadora, donde fui el primero en graduarme, por lo que considero que es un claro ejemplo de la importancia de la diversidad social en la educación superior y de su carácter inclusivo, que destaca a la UBA en su función de integrar a la sociedad.

Nuestros graduados no solo poseen conocimientos científicos, técnicos, profesionales y académicos, sino que además son ciudadanos críticos, comprometidos con el desarrollo social, político, económico y cultural del país, y que se forman en un marco de pluralidad democrática, de respeto a las instituciones y a los derechos humanos.

¿Cuál es su opinión respecto al arancelamiento?

Soy un defensor acérrimo de la gratuidad. Desde el punto de vista económico, el arancelamiento es regresivo, mientras que la gratuidad es totalmente progresiva. El que más tiene, más paga. Yo con mis impuestos colaboro muchísimo más que una persona que tiene menos ingresos al sostenimiento de la educación superior, porque porcentualmente mi contribución impositiva es mayor. Si arancelamos la universidad lo que vamos a lograr es que tengan menor posibilidad de acceso aquellos que están en situaciones de vulnerabilidad. Le pondríamos otro freno más a su ingreso, porque una familia que tiene que mandar a sus hijos a la universidad con el sólo hecho de tener que considerar sacar una beca y demostrar su situación, ya le complicamos el acceso. Sobre todo a aquellos que quizás no identifican la necesidad de que los jóvenes vayan a la universidad.

Además de la gratuidad, ¿qué otras políticas sirven para estimular que personas con pocos recursos tengan acceso a la universidad?

La Universidad de Buenos Aires ofrece becas de ayuda económica, a la vez que realiza otras acciones para garantizar el acceso, la permanencia y el egreso de los estudiantes universitarios. Algunas acciones que podemos señalar, y que aún no mencioné en mis otras respuestas, son el Programa de Atención Sanitaria para Estudiantes sin cobertura de Salud que coordina la derivación a los servicios de salud con la red hospitalaria de la UBA y el Programa Integral de Acción Comunitaria en Barrios Vulnerables.

Otro ejemplo que podemos destacar es la creación de la Escuela Técnica de Villa Lugano, que con la colaboración de los curas villeros, se estableció en una zona altamente vulnerable para que poblaciones que no poseen posibilidades de satisfacer sus necesidades más básicas, puedan acceder a una educación de calidad con un modelo pedagógico y académico inclusivo de máximo nivel.

¿Qué opina sobre las restricciones?

Como mencioné anteriormente, soy un defensor a ultranza de la gratuidad en la universidad y del ingreso directo. Desde la Universidad de Buenos Aires trabajamos por una educación inclusiva y por el alto compromiso en proponer soluciones a los principales problemas que enfrenta nuestra sociedad.

Entendemos a la educación como un bien público y un derecho. La gratuidad universitaria es uno de los baluartes de la Universidad Pública argentina y es uno de los motivos por los cuales nuestra universidad es un referente tanto en el país como en el exterior.

En la UBA no sólo generamos excelencia académica, sino también conocimiento, donde representamos el 30% de la investigación del país. Estamos involucrados en asistencias a zonas vulnerables, poseemos cinco hospitales universitarios y otros tantos premios Nobel. Esta es una demostración clara de lo que representa en la transferencia del conocimiento y de los mecanismos de complementación que genera el sistema de universidad autónoma, gratuita, pública, laica y cogobernada. Un modelo que nos enorgullece y que nos indica que vamos por el camino correcto.

¿Cómo se puede lograr una sociedad más justa e inclusiva?

Tal como respondí sobre las cuentas pendientes de la educación superior a la luz de las necesidades del siglo XXI, desde la Universidad de Buenos Aires tenemos un fuerte compromiso democrático, y de defensa de la educación pública. En consonancia con las Declaraciones Finales de las Conferencias Regionales de Educación Superior, consideramos “a la Educación Superior como un bien público y una estrategia imperativa para todos los niveles de educación y fundamento de la investigación, la innovación y la creatividad, por lo tanto, debe ser un tema de responsabilidad y apoyo económico para todos los gobiernos” y destacamos, como lo hicieron los representantes de la comunidad universitaria mundial en París que “la Educación Superior debe no sólo dar herramientas sólidas para el mundo presente y futuro, sino contribuir a la educación de ciudadanos éticos, comprometidos con la construcción de la paz, la defensa de los derechos humanos y los valores de la democracia”. (Comunicado Final de la Conferencia Mundial de Educación Superior 2009, UNESCO).

PLANTEL DOCENTE

¿Existen políticas orientadas a mejorar las condiciones del plantel docente tanto desde el punto de vista salarial como de la capacitación y las condiciones de trabajo?

Uno de los postulados de los jóvenes reformistas fue la introducción de la selección por méritos académicos a través de concursos periódicos de los profesores. Como expresa el Manifiesto Liminar: “Los métodos docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener la universidad apartada de la ciencia y las disciplinas modernas. Las lecciones, encerradas en la repetición de viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener en clausura a la juventud, creyendo que la conspiración del silencio puede ser ejecutada en contra de la ciencia”.

Por tal motivo, desde el Rectorado de la Universidad de Buenos Aires proponemos a las diferentes unidades académicas que se lleven adelante los concursos con la mayor celeridad posible y que todos los cargos rentados estén concursados. Además, con el fin de sistematizar y normalizar derechos y obligaciones, sistemas de licencias, promociones y acciones académicos de los docentes de las escuelas secundarias y de las unidades académicas, se aprobaron dos Convenios Colectivos Docentes, entre los años 2015 y 2017.

PRESENTE Y FUTURO DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

¿Cómo evalúa el nivel de la UBA actualmente?

La UBA viene teniendo un crecimiento sostenido en el ranking QS Latinoamericano desde 2014, cuando se ubicó en el puesto 19° hasta el 7° en 2018. Y en el Ranking QS Global, la UBA pasó de la posición 209° en el año 2014, al actual puesto 73° en el 2018, convirtiéndose en la mejor universidad iberoamericana. Esto representa la consolidación de una política educativa sobre la base de cuatro pilares fundamentales: la actualización de los planes de estudio, la inclusión de nuevas tecnologías al proceso de aprendizaje-enseñanza, el fortalecimiento de las capacidades de investigación, principalmente en aquellas áreas estratégicas para el país y, también, el desarrollo de la inserción internacional de la Universidad.

Si se considera que en el mundo hay más de 26.000 universidades, la posición actual implica que la UBA forma parte del 1% que se encuentran en la élite mundial, según el nuevo ranking de la consultora QS. Es la única institución de altos estudios pública, masiva y gratuita en lograr esta posición.

La tendencia de mejora continua que muestra en esta evaluación es consistente con lo que se observa en las demás evaluaciones internacionales en las que participa.

¿Cuáles son los principales desafíos que tiene la universidad para el futuro?

Ya he mencionado que estamos en tiempos de cambios vertiginosos, no es ninguna novedad. Algunos filósofos caracterizan este período contemporáneo como posmodernidad, hipermodernidad, o simplemente como crisis de la modernidad. Ronald Barnett, filósofo inglés especialista en educación superior, señala que más allá del término que se utilice para definirlo, vivimos en la era de la supercomplejidad, que es una forma superior de complejidad donde no sólo las instituciones, los conocimientos y las teorías se cuestionan, sino también nuestras metateorías, nuestros marcos de interpretación más generales y básicos. El mundo es radicalmente, de raíz, no conocible, por cuanto nuestros conocimientos se dirigen a cambiarlo, y por tanto cuanto más conocimientos desarrollamos más se modifica y más se expande el nuevo territorio por conocer.

Por eso, desde la UBA, se ha puesto foco en la innovación en la enseñanza y en la formación docente como dos pilares para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

Como afirma Pierre Legendre, profesor de Derecho en la Universidad de París con una abundante obra sobre los fundamentos del derecho, debemos revalorizar el deseo de aprender en esta época. “¿Qué significa desear saber? (…) Sería bueno que releyéramos a Montesquieu que en sus Discursos sobre los motivos que deben alentarnos para las ciencias escribía especialmente: ‘El primero es la satisfacción interior que se siente al ver uno incrementarse la excelencia de su ser, y al ver aumentar su inteligencia’ (…) Precisamente sobre esto me propongo atraer en forma prioritaria vuestra atención: la curiosidad en la búsqueda del saber, hipotecada por la reivindicación de una ciencia totalizadora, siempre a un paso de expandirse en forma de efectos totalitarios”.[7]

En este sentido, es necesario repensar la universidad en función de lo que esta sociedad del conocimiento y avance tecnológico requiere de ella. Este amplio replanteo de la UBA debe darse desde todas las áreas, teniendo en cuenta nuestro pasado virtuoso y nuestro origen, que dio la posibilidad a esta universidad de ser una referencia en el campo de la ciencia, la investigación y la tecnología.

Nuestra prioridad es que la UBA siga siendo reconsiderada a nivel internacional, y que esté a la altura de las necesidades de nuestra sociedad, para garantizar una educación de calidad, que es un derecho, un bien público y una obligación del Estado; y vamos a velar por el desarrollo en ese sentido de las futuras generaciones, para el desarrollo científico del país y para que todos juntos hagamos de esta sociedad una más justa y más inclusiva.


Referencias

[1] Alberto Barbieri, La gestión como clave en la integración iberoamericana, Buenos Aires, EUDEBA, 2008, pág. 86

[2] Ibídem, pág. 92.

[3] Carlos Tünnermann es abogado y educador nicaragüense. En uno de los últimos libros que ha publicado organiza y resume las ideas básicas de lo que podría definirse -dice él- como el Programa de la Reforma Universitaria.

[4] Tünnermann, 1998: 110.

[5] Restrepo, 2005.

[6] UNESCO, 2009.

[7] Pierre Legendre, 2008:10-11.