No es por azar que elegimos una frase sobre la política exterior argentina para recordar el aniversario de la muerte de Estanislao Severo Zeballos. Este político nacido, en Rosario en 1854 y fallecido en Liverpool en 1923, fue uno de los diplomáticos argentinos más celosos de la delimitación de los territorios nacionales. Escritor, periodista y académico, Zeballos dedicó gran parte de su vida a la actividad política, desde su participación gremial como estudiante, su rol de secretario de campaña de Bartolomé Mitre durante la revolución de 1874, hasta su elección como diputado nacional y su posterior designación en tres oportunidades como ministro de Relaciones Exteriores. Tempranamente, como claro exponente de la Generación del 80, se preocupó por la cuestión de las demarcaciones fronterizas. Zeballos apoyó la expedición de Francisco Moreno al sur del país, de la cual obtuvo información para componer su investigación La conquista de quince mil leguas (1878), que permitió llevar adelante la expansión del territorio nacional, mejor conocida como la masacre militar contra las poblaciones indígenas. A fines de la década del 80 y durante la década del 90, ocupó la dirección de la política exterior del país bajo la presidencia de Miguel Juárez Celman y Carlos Pellegrini, cargo desde el cual enfrentó litigios fronterizos con Chile y con Brasil, y creo la Oficina de Límites Internacionales para investigar los antecedentes geográficos, históricos y diplomáticos del país. En 1893, viajó a Estados Unidos como representante argentino ante el conflicto con Brasil por el territorio de Misiones, de acuerdo con el tratado de arbitraje firmado en septiembre de 1889. Entonces, expuso su extenso alegato, que no está lejos de aquella idea de estrategia militar que indica que los pueblos que quieren prepararse para la paz tienen que prepararse para la guerra.
Fuente: Estanislao Zeballos, Alegato de la República Argentina sobre la cuestión de límites con el Brasil en el territorio de Misiones, sometida al presidente de EE.UU. de acuerdo con el tratado de arbitraje del 7 de septiembre de 1889, Washington, 1894.
«La República Argentina armada y fuerte, con un carácter enérgico y belicoso que la distingue en Sud América, ha dirigido siempre sus relaciones exteriores por los caminos bienhechores de la conciliación y de la buena fe. Ella ha honrado así los intereses sagrados de la civilización y de la humanidad, hasta donde esta política era conciliable con su decoro y con su integridad territorial.»
Estanislao Zeballos
Fuente: www.elhistoriador.com.ar