El 16 de septiembre de 1955 se produjo la sublevación autodenominada “Revolución Libertadora”, un golpe cívico militar encabezado por el general Eduardo Lonardi, que derrocó al gobierno constitucional del general Juan Domingo Perón, quien partiría al exilio. Gran parte de los partidos políticos y empresarios apoyaron el golpe. La embajada de Estados Unidos aseguraba que el nuevo gobierno era el “más amistoso” que había tenido en años. Incluso la cúpula de la CGT se mostraba ahora prescindente.
El 13 de noviembre de 1955, Lonardi fue reemplazado por el general Pedro Eugenio Aramburu, quien endurecería las medidas contra el peronismo. Durante su gobierno se intervino la CGT, se persiguió a los peronistas, y hasta se prohibió todo tipo de mención de términos o frases vinculadas al peronismo.
Pronto vendrían los fusilamientos y la proscripción de peronistas. El odio era tal que el contraalmirante Arturo Rial dijo a trabajadores municipales: “Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que eneste bendito país el hijo del barrendero muera barrendero”. Compartimos aquí una carta que envió Perón en respuesta a una entrevista al presidente de facto Aramburu, quien había dicho: “Perón huyó tan pronto como se lo permitieron sus piernas. Es un cobarde; esa es la razón de que haya huido y que haya caído tan pronto”[1].
Fuente: Juan Domingo Perón, Correspondencia I, Buenos Aires, Editorial Corregidor, 1983, pág. 29-30.
República de Panamá, 8 de marzo de 1956.
Al General Aramburu. Buenos Aires
He leído en un reportaje, que Ud. se ha permitido decir que soy un cobarde porque ordené la suspensión de una lucha en la que tenía todas las probabilidades de vencer. Usted no podrá comprender jamás cuánto carácter y cuánto valor hay que tener para producir gestos semejantes. Para usted, hacer matar a los demás, en defensa de la propia persona y de las propias ambiciones, es una acción distinguida de valor.
Para mí, el valor no consiste —ni consistirá nunca— en hacer matar a los otros. Esa idea sólo puede pertenecer a los egoístas y a los ignorantes como usted. Tampoco el valor está en hacer asesinar aobreros inocentes o indefensos, como lo han hecho ustedes en Buenos Aires, Rosario, Avellaneda, Berisso, etc. Esa clase de valor pertenece a los asesinos y a los bandidos cuando cuentan con la impunidad. No es valor atropellar los hogares humildes argentinos, vejando mujeres y humillando ancianos, escudados en una banda de asaltantes y sicarios asalariados, detrás de la cual ustedes esconden su propio miedo.
Si tiene dudas sobre mi valor personal, que no consiste como usted supone en hacer que se maten los demás, el País tiene muchas fronteras; lo esperaré en cualquiera de ellas para que me demuestre que usted es más valiente que yo. Lleve sus armas, porque el valor a que me refiero, sólo se demuestra frente a otro hombre y no utilizando las armas de la Patria para hacer asesinar asus hermanos. Y sepa para siempre que el valor se demuestra personalmente y que, por ser una virtud, no puede delegarse. Hágalo, sólo así me podría probar que no es la gallina que siempre conocí.
Si usted no lo hace y el pueblo no lo cuelga, como merece y espero, por salvaje, por bruto y por ignorante, algún día nos encontraremos. Allí, le haré tragar su lengua de irresponsable.
Juan Perón, General.
Comando Nacional del Partido Peronista.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar