La CGT sobre la independencia de la central obrera


El movimiento obrero argentino tuvo un rápido crecimiento a finales del siglo XIX. Pero este crecimiento estuvo también signado por la conformación de diferentes corrientes políticas e ideológicas que guiaron su desarrollo. Socialistas, sindicalistas y anarquistas se disputaron las formas de organización, acción y los tipos de demanda que levantarían los trabajadores. Por entonces, millares de hombres y mujeres llegaban a los puertos de Buenos Aires con diferentes experiencias políticas, sociales y sindicales, engrosando las filas del proletariado argentino. La corriente anarquista predominó hasta 1910, año en que sufrió la dura represión de las fuerzas del régimen oligárquico. Esta situación y la elección en 1916 del primer gobierno de masas de la historia del país permitieron que la corriente sindicalista, organizada en torno a la Federación Obrera Regional Argentina del IX Congreso, capitalizara años de experiencia y organizara una federación obrera de una dimensión sin precedentes. Sin embargo, este sindicalismo, todavía revolucionario, estaba virando a posiciones reformistas, que no cuestionaban el orden social vigente. Los años finales de la década de 1910 y primeros de la de 1920 fueron decisivos. La Semana Trágica, la matanza de La Forestal y la masacre de la Patagonia, fueron los más resonantes de los sucesos represivos, que pusieron fin a un ciclo de la historia del movimiento sindical. Los años 20 fueron años de combatividad, pero también de menor organización y claridad. Socialistas, independientes y sindicalistas buscaron nuevamente aunar esfuerzos, hacia mediados de la década, sin el concurso de las diezmadas organizaciones anarquistas y de las crecientes organizaciones comunistas. La creación de la Confederación General del Trabajo fue expresión de esta historia, tanto que su creación se aceleró con el derrocamiento de Yrigoyen, pero sin ningún tipo de compromiso con el sistema político democrático que se interrumpía por primera vez en la historia del país. En sus primeros años, la CGT no pudo establecer un programa de lucha para los trabajadores y por ello generó poco entusiasmo tanto en varios sindicatos adheridos como en los que no lo habían hecho. Su reestructuración, a mediados de la década, revirtió estos tibios primeros pasos.

Fuente: Rubén Iscaro, Historia del movimiento sindical, Tomo II, Editorial Fundamentos, Buenos Aires, 1973, página 215.

“Con el fin de mantener perennemente su unidad orgánica y la armonía entre sus miembros, la central obrera que resulte del acuerdo entre la COA y la USA será independiente de todos los partidos políticos y las agrupaciones ideológicas.

… En tal virtud, no se inmiscuirá en la forma de encarar los problemas que en sus respectivas esferas agiten a éstos y en reciprocidad reclamará para la organización y acción sindical la observancia de una conducta igualmente respetuosa. Particularmente, los trabajadores afiliados gozarán de la más completa libertad compatible con sus deberes y derechos sindicales, para desarrollar las actividades que mejor satisfagan sus aspiraciones de renovación social. Para asegurar la convivencia de todos los trabajadores en una central única de todos los sindicatos, queda establecido que es un derecho exclusivo de los trabajadores adoptar la forma de organización que mejor consulte la modalidad de la respectiva industria o responda a sus intereses o a su particular orientación sindical.»

 

Comité Nacional Sindical de la CGT

Fuente: www.elhistoriador.com.ar