Joaquín Salvador Lavado –para los amigos, “Quino”– puede ver dos paisajes por su ventana; si mira hacia fuera, el de la ciudad de Milán; si observa hacia adentro, el de su mundo mágico, infinito, sorprendente, tierno y dibujado con tinta negra sobre papeles blancos. El muchacho, atrincherado detrás de un par de anteojos autoritarios y rotundos que disimulan su cálida timidez, sigue creando muñequitos y situaciones tan irreales que se parecen cada vez más a las verdaderas. Así, entre otras lecciones –como por ejemplo la de que es necesario sonreír–, nos enseña que, a veces, se pueden decir cosas agudas, profundas, divertidas o conmovedoras sin necesidad de escribir una sola palabra. Si eso no es talento, dos y dos son cinco. Ese es el mensaje en clave que interpretaron los jurados del certamen de Bordighera, quienes otorgaron a Quino el primer premio de dibujo por su original y humorístico punto de vista sobre la burocracia. En cualquier biografía del dibujante argentino es inevitable aclarar que él y su esposa Alicia no tienen hijos porque “mmmbbgggñññzcdfaherode”, pero eso es mentira porque tienen a Mafalda, que es prácticamente lo mismo, o peor. En síntesis: lo llamamos por teléfono a Milán para felicitarlo por la distinción que recibió y para fusilarlo a preguntas. Quino -¡qué raro!- tuvo especial interés en quitar importancia al premio recibido, lo que nos confirmó que se trata, en realidad, de una distinción importante. Y, por otra parte, nos autorizó a publicar nuevamente varios de los dibujos premiados en Italia. Lo de “nuevamente” está dicho con mucho orgullo: todos los trabajos de Quino elegidos por el jurado internacional que lo premió ya habían aparecido en Siete Días, como todas sus obras. O sea, que lo que intentó ser un homenaje a Quino termina siendo finalmente un homenaje a Quino y al lector.
Fuente: Revista Siete días, 18 de agosto de 1977.
¿Cómo son tu barrio y tu casa en Milán?
En este momento Milán es una ciudad abandonada; habrá dos autos en la cuadra. La calle, es una calle tranquila, muy corta y muy linda, con árboles. Con edificios nuevos, pocos edificios con jardín, parece una cuadra de Belgrano. Mi casa chiquita, simpática, limpita y acogedora.
¿Qué es lo que más te gusta de cada uno de ellos?
La tranquilidad, que para mí es el silencio.
¿Qué significó para vos el premio Bordighera?
El premio significó para mí, que luego que todo el mundo me hable de Mafalda, me premie ahora por lo otro. Me interesó por la gente que conocí, dibujantes de países como Turquía, Yugoslavia, Hungría…
¿Qué trascendencia tiene en Europa el certamen y sus premios?
El certamen es un concurso casi familiar, organizado por un señor que tiene una librería de barrio, una “Cartoleria”. Le encantan el humorismo y el dibujo, y empezó hace 30 años juntando recortes. Ahora él y sus hijas seleccionan el material que se les presenta. No vayas a pensar que estaba Steinberg en el jurado.
¿Qué es de la vida de Mafalda?
Lo último es que el año que viene el UNICEF la empleará para una campaña por los derechos del niño.
¿Qué extrañás de la Argentina?
Extraño los amigos, sobre todo. ¡Y el Tigre!
El viejo cuento de la isla solitaria en medio del océano… Estás allí con una pluma, un papel y un frasco donde quedan dos gramos de tinta china. ¿Qué dibujarías?
¿Qué dibujaría? La verdad que no lo sé.
¿Qué te gustaría preguntarte a vos mismo?
Qué va a ser de mí dentro de dos meses.
¿Y qué te contestarías?
Como la respuesta no la tengo, no sé.
¿Te hubiera gustado escribir en vez de dibujar?
Sí, mejor dicho no. Me hubiera gustado escribir además de dibujar.
¿Qué es lo que mejor cocina tu señora?
Salsas, todas las que llevan tomatitos, honguitos…
¿Qué comida te gusta más?
Muchas: La tortilla a la española, las lentejas, el jamón con ananá. ¡Ah! Y los huevos fritos, pero no los puedo comer.
¿Qué es lo mejor que encontraste en Italia?
Es difícil decirlo, lo mejor es que me siento como en mi casa, no me siento extranjero.
¿Son graciosos los italianos?
Los italianos son graciosos, bah, depende de dónde son. Los romanos, sí; los milaneses, no tanto. Los sicilianos me hacen muchísima gracia, pero no sé si se causan gracia entre ellos.
¿En cuántos diarios y revistas publicás y en cuántos países?
Todo lo que publico lo hago primero para Siete Días. ¿Cuántos diarios y revistas? No tengo la menor noticia. Habría que preguntarle a monito, que se ocupa de todos mis trámites. (Monito es el mote cariñoso que Quino da a su mujer Alicia. Le pregunta a ella y aclara). Ah, sí, en casi toda América Latina. Portugal, España, Italia, Alemania, Suecia, Dinamarca. En Estados Unidos e Inglaterra, no.
¿Qué auto tenés?
Un Renault 4.
¿Cómo sos manejándolo?
No soy de ninguna manera porque lo maneja Monito.
¿Qué le vas a decir a Vittorio Gassman cuando te encontrés con él?
Lo felicitaría mucho por su papel en El desierto de los Tártaros.
¿Cuál es el último libro que leíste?
No leo mucho. El último fue El Caballero Inexistente de Ítalo Calvino.
¿Viste King Kong?
No la vi, ni pienso verla. El último film que me gustó mucho fue Vidences, de Alain Resnais.
¿Nunca pintaste?
Mirá, sí. Pero muy mal.
¿Cuál es el cuadro que más te impresionó?
Ah, miles de cuadros que me impresionaron; me hubiera gustado pintar como Van Meer.
¿Te gusta estar con mucha gente o con pocas personas?
Con pocas. Más de seis nunca.
¿Tenés un método de trabajo?
Sí, la paciencia.
¿Viste la pelea Monzón-Valdés?
No, no la vi. Pero apenas pude, puse la TV para saber el resultado.
¿Cómo conociste a tu mujer?
Hace 22 años en la casa de una prima, en Buenos Aires.
¿Cuántos años de casados?
17 años.
¿Qué opinás de los avisos publicitarios?
Me divierten muchísimo, son graciosos a pesar de pretender ser serios y me compro todos los artículos de limpieza que publicitan.
¿Cómo te definirías síquica y físicamente?
Síquicamente, un inseguro. Físicamente, no sé… un mal construido, con arterias de mala calidad y esas cosas.
¿Alguna vez te analizaste?
Sí, durante tres años. Fue hace unos 8. El saldo fue positivo, pero con reservas.
¿Te considerás un humorista moralizante, acusador, irónico?
No, nada de eso, un humorista con ideas nuevas, pero “a poncho”. Lo que sale, sale. De lo que se me ocurre, elijo lo que más me gusta.
¿Te reconocés en alguno de los personajes de Mafalda?
Sí, en todos.
¿Qué buscás y qué encontrás en tus amigos?
Es una cuestión intuitiva, uno no la maneja, pero la amistad me importa mucho.
¿Te exigís mucho a vos mismo? ¿Los temas y el dibujo, te salen espontáneamente?
Me exijo muchísimo.
¿Qué dirías para terminar?
Para terminar diría que hace siete años que me dieron un premio por Mafalda, el mismo que ahora, y que me parece que nadie se enteró. Es lo que me pregunto: ¿Por qué ahora tanta importancia?
Fuente: www.elhistoriador.com.ar