Rockefeller y la permanencia de Perón en el poder


Las relaciones diplomáticas entre la Argentina y Estados Unidos llegaron a su nivel más álgido en un siglo y medio durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. La histórica tensión se había profundizado desde que en junio de 1943, un grupo de oficiales, entre los que se encontraba Juan Domingo Perón, decidió cambiar el rumbo del país, tomando el poder. Los jefes militares que depusieron al presidente Ramón Castillo se negaron a plegarse a la posición de Estados Unidos y los aliados -como lo hicieron el resto de las repúblicas americanas- desistiendo incluso de tomar represalias contra las actividades del régimen nazi en el país.

Estados Unidos, por su parte, acusaba al gobierno argentino de encubrir actividades nazis en el territorio. El secretario de Estado Cordell Hull y quienes lo sucedieron en el cargo desde 1944 emplearon todos los métodos, excepto la fuerza abierta, para poner a los argentinos en su línea: cancelación de las ayudas militares, sanciones económicas, persuasión moral, ataques verbales, ruptura de relaciones, entre otras acciones.

En enero de 1944, bajo intensas presiones, Argentina rompía relaciones con Alemania y Japón. No fue suficiente. Un año más tarde el gobierno estadounidense ofrecía al gobierno argentino el reconcimiento diplomático del régimen militar y la reanudación de las relaciones comerciales a condición de que se transfiriera el poder a un gobierno civil que debía convocar a elecciones; se declarara la guerra al Eje y se erradicaran las influencias totalitarias.

Si bien el gobierno de facto argentino rechazó estas exigencias, no tardó en mostrar signos de aveniencia con Estados Unidos: intervino empresas alemanas, clausuró diarios considerados pro nazis, anunció un pronto retorno a la normalidad institucional y el 27 de marzo de 1945 declaró la guerra a Japón y a Alemania.  Poco después, el 9 de abril, las repúblicas americanas en conjunto reanudaban sus relaciones diplomáticas con la Argentina.

Recordamos la fecha del restablecimiento de relaciones entre Argentina y las repúblicas americanas con las confesiones de Nelson Rockefeller, magnate nortamericano que fuera secretario asistente de Asuntos Latinoamericanos en su país, sobre la inexistencia de pruebas contra el gobierno argentino respecto a su vinculación con el régimen nazi.

Fuente: Alejandro M. Bendaña, “La segunda muerte de Ramón Castillo”, Revista Todo es Historia, Nº 119, abril de 1977.

«Al arribar a México encontré hirviendo el asunto argentino. Los argentinos parecen dispuestos a desertar del Eje e incorporarse a la Buena Vecindad. Gozan de un apoyo considerable entre los delegados pero hasta ahora los hemos mantenido en línea. He revisado cuidadosamente con el FBI nuestras acusaciones contra la Argentina y puedo concluir con seguridad que si bien es cierto que hasta hace un año hubo indicios sustantivos de ligazones con el Eje, tal situación ya no existe. Nuestro antagonismo actual se basa más bien en un sentimiento emocional, presente en nuestro pueblo y gobierno. Nos guste o no, Perón permanecerá en el poder….»

 

Telegrama enviado por Nelson Rockefeller a Franklin Roosevelt, redactado por Edward Stettinius

Fuente: www.elhistoriador.com.ar