«Ya la misión del periodista no se ve, como antaño, ardua y gloriosa. Los que aman su carrera y su pluma, los que se consagran con decisión a ese oficio, que es un sacerdocio, tienen que ver con vergüenza cómo se convierte la tinta en lodo y la pluma en puñal, cómo hay quienes no ven lo alto de su misión y sean fáciles al halago, al interés.”