Por Felipe Pigna
Finalmente llegó a la Argentina la esperada edición española de este notable libro del gran especialista en temas históricos latinoamericanos John Lynch, del que habíamos leído con gran interés su Bolívar. Lynch, profesor emérito de la Universidad de Londres, encara una muy completa biografía de San Martín, centrándose en su intensa actividad política y militar, con una mirada humana para con nuestro libertador, un personaje tan maltratado como incomprendido.
Escribe Lynch: “San Martín demostró poseer las cualidades clásicas de un líder: su claridad mental y resolución fueron reconocidas con rapidez. Sus objetivos americanos y la determinación de alcanzarlos le identificaron como un líder supremo por encima de la competencia de sus rivales y sus compañeros de armas. En capacidad de planeación y ejercicio de la voluntad de mando no tenía iguales en la revolución meridional. Con todo, los acontecimientos sometieron sus virtudes a duras pruebas de las que no siempre emergieron intactas. La calma en momentos de crisis, una cualidad de liderazgo en San Martín, podía transformarse en pasividad. Tenía la costumbre de distanciarse de situaciones difíciles de manejar: la política de Buenos Aires, los reveses en el Sur de Chile, las medidas de Monteagudo en Perú, los jefes rebeldes en su ejército, los desafíos de la autoridad. San Martín siempre sostuvo que los objetivos militares eran más fáciles de alcanzar que los políticos. Y pronunció un sombrío veredicto sobre las sociedades poscoloniales, tan válido en la actualidad como lo era en el siglo XIX, a saber, que la destrucción de la tiranía no necesariamente conduce a una utopía democrática sino, con frecuencia, a la anarquía y al regreso de los tiranos”.
Ciertamente como sabemos, San Martín estaba convencido de que el problema no era la guerra de la independencia, en la que había coincidencias amplias, policlasistas, basadas a veces en el orgullo nacional y otras veces en intereses económicos y también en la combinación de ambos elementos; sino en lo que vendría después del triunfo, en la organización de los nuevos Estados, en la defensa de la libertad y los derechos civiles, en aquella sociedad colonial tan desprovista como dice Lynch “de leyes vinculantes y de ciudadanos de educación e integridad suficientes para conducirlas al buen gobierno.”
Un libro muy recomendable, aunque no necesariamente coincidamos con el autor en el análisis del personaje y la prospectiva, a veces simplista, de las sociedades latinoamericanas.