Autor: Felipe Pigna.
Poco antes de la derrota definitiva de Napoleón, las principales potencias europeas se reunieron en septiembre de 1814 en el Congreso de Viena. La principal preocupación de los delegados de Austria, Rusia, Prusia e Inglaterra era volver al sistema social y político anterior a la Revolución Francesa y «restaurar» lo que ellos llamaban el viejo orden, pero las cosas estaban cambiando, los pueblos estaban más politizados y la tarea no les resultaría tan fácil.
¿Qué pasó en el Congreso de Viena?
Se fijaron las nuevas fronteras europeas y se discutió cómo volver todo para atrás, como si la Revolución Francesa nunca hubiese ocurrido. El Congreso sesionó hasta junio de 1815 y fue interrumpido poco antes de la batalla de Waterloo. Entre los «congresales» más importantes estaban: el emperador austríaco, Francisco I y su canciller, el príncipe Clemente de Metternich, que sería el conductor político del congreso; el zar de Rusia, Alejandro I; el rey de Prusia, Federico Guillermo III; el primer ministro británico, Castlereagh, y el duque de Wellington; y el príncipe de Talleyrand, ex colaborador de Napoleón y ahora representante de los borbones franceses.
Los poderosos de Europa repartían territorios sin tener en cuenta en lo más mínimo los intereses, la cultura y la religión de sus pobladores. Estaban sembrando nuevos conflictos.
¿Qué fue la Santa Alianza?
En septiembre de 1815 los reyes de Austria, Rusia y Prusia firmaron un pacto llamado «Santa Alianza» con el objetivo de garantizar el poder de los monarcas porque «son padres de sus súbditos y deben asegurar la religión, la paz y la justicia». A este tipo de sistema se lo llama paternalista, porque se trata a los pueblos como menores de edad y se toman resoluciones por ellos sin siquiera consultarlos. La principal preocupación de la Santa Alianza era combatir todo intento revolucionario que cuestionara el poder absoluto de los reyes. Sus miembros no simpatizaban con la democracia porque sabían que sus riquezas y su poder corrían peligro con un sistema más justo.
La Santa Alianza y las naciones hispanoamericanas
El espíritu contrarrevolucionario de la Santa Alianza no tenía fronteras. Se opuso terminantemente a las revoluciones en América Latina. El rey español Fernando VII solicitó a la Alianza el envío de tropas para derrotar a los rebeldes americanos y restablecer su dominio. Estos pedidos fracasaron por la oposición de Inglaterra que tenía poderosos intereses económicos en nuestro continente y no quería una guerra prolongada que perjudicara sus negocios.
¿A qué se llamó el sistema de Metternich?
El canciller austríaco Clemente de Metternich ideo un sistema de alianzas entre Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra para combatir todo posible resurgimiento de Francia. El sistema también servía para que estas naciones se ayudaran mutuamente en caso de revoluciones o agitaciones sociales internas. Los historiadores definieron a este sistema como una alianza de los monarcas absolutos contra los ideales revolucionarios. Las ideas de Metternich quedaron plasmadas en los Tratados de Troppau (1820) y Laybach (1821), reunidos frente a los levantamientos liberales de España e Italia.
¿Quienes se opusieron a la restauración?
Los pueblos europeos no podían permanecer tranquilos observando cómo todos sus ideales de democracia, derechos humanos y libertad eran arrasados por la alianza de los absolutistas. Surgieron nuevos movimientos como el liberalismo, el nacionalismo y el romanticismo. El movimiento liberal estaba compuesto mayoritariamente por gente de clase media y media alta: profesionales, estudiantes y pequeños empresarios y defendían las libertades públicas y lucharon por el sufragio universal y la instalación del sistema republicano.
Los nacionalistas defendían la cultura y las tradiciones de cada país, afectadas por las resoluciones del Congreso de Viena. Por toda Europa surgirán rebeliones nacionalistas y liberales contra las monarquías y por la recuperación de los derechos sociales y políticos.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar