Autor: Felipe Pigna
Hacia fines del siglo XV, la Europa renacentista en plena expansión inició la conquista y explotación del continente americano. Las sociedades americanas sufrirán en carne propia el impacto de la invasión y ya nada sería como hasta entonces.
España había logrado su unidad nacional con los reyes católicos, derrotando a los musulmanes y recuperado su territorio en 1492. Fue precisamente en ese año que Cristóbal Colón logró firmar su acuerdo comercial con la corona y lanzarse a su aventura que consistía en llegar al Oriente por la ruta de Occidente, partiendo de la idea muy difundida ya entonces de que la Tierra era redonda. Colón llegó a tierra un 12 de octubre de 1492*, pero nunca se enteró de que no había llegado a la China, como él creía, sino a un continente desconocido para los europeos al que tiempo después llamarían América.
Portugal y España se disputaban la propiedad del continente «descubierto» por Colón. Llegó a tal punto la discusión que tuvo que intervenir el Papa Alejandro VI Borgia quien a través de la Bula Intercaetera, de mayo de 1493, dividía los dominios españoles y portugueses a través de una línea imaginaria trazada de Norte a Sur a 100 leguas al Oeste de las Islas Azores y de Cabo Verde. Las tierras al Oeste de esa línea serían de España y las ubicadas hacia el Este, de Portugal. Pero Portugal no se quedó conforme y hubo que firmar un nuevo acuerdo, el Tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494 por el cual la línea se corrió a favor de Portugal a 370 leguas al Oeste de las islas del Cabo Verde. Esto les dio derecho a los portugueses para establecerse en América y ocupar un extenso territorio que con el tiempo se llamaría Brasil.
El contacto con los europeos les trajo en lo inmediato graves consecuencias a las poblaciones nativas. Muchos morían a causa del contagio de enfermedades que portaban los europeos y para las que ellos no tenían defensas. Pero la mayoría de la población de las Antillas se extinguió en apenas 20 años de contacto con los europeos, a causa de los malos tratos, los trabajos forzados y el cambio de vida, de cultura y de religión que les impusieron los conquistadores.
«La pura verdad»
«Pienso estuvo el yerro en no hacer estas averiguaciones más que con los españoles y las averiguaron con los indios, que también les tocaba mucha parte de ellas y aun del todo, pues fueron el blanco donde todas las cosas de la conquista se asestaron, y son los que muy bien las supieron y las pusieron en historia algunos curiosos de ellos las escribieron. La tengo en mi poder y tengo tanta envidia al lenguaje y estilo con que están escritas que me holgare saberlas traducir en castellano con la elegancia y gracia que en su lengua mexicana se dicen. Y por ser historia pura y verdadera, la sigo en todo; y si a los que las leyeran parecieran novedades, digo que no lo son, sino la pura verdad sucedida, pero que no se ha escrito hasta ahora, porque los pocos que han escrito los sucesos de las Indias, no las supieron, ni hubo quien se las dijese.» (Fray Juan de Torquemada, sacerdote e historiador español residente en México, Monarquía Indiana, Sevilla, 1615.)
Gente indómita
«Pues la gente que había seguido al Almirante en la primera navegación, en su mayor parte gente indómita, vaga y que, como no era de valer, no quería más que la libertad para sí de cualquier modo que fuera, no podía abstenerse de atropellos, cometiendo raptos de mujeres insulares a la vista de sus padres, hermanos y esposos; dados a estupros y rapiñas.» (Pedro Mártir de Anglería, humanista español de origen italiano, Décadas de Orbe Novo, Libro IV, Cap. I págs. 43-44.)
«Cuando los señores blancos llegaron han enseñado el miedo y han venido a mancillar las flores. Para que viviese su flor, han hundido y agotado la flor de los otros. ¡Asaltantes de la vida, ofensores de la noche, verdugos del mundo! No hay verdad en las palabras de los extranjeros.» (Del Chilam Balam, libro sagrado de los mayas.)
*Investigaciones recientes afirman que el grito del llamado Rodrigo de Triana se produjo el 13 de octubre, momento en que Colón llegó al islote de Guanahaní (actuales Bahamas), al que llamó San Salvador. Regresó a España creyendo que estas islas formaban parte del Asia y se les dio el nombre de Indias Occidentales.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar