El Surrealismo


Autor: Felipe Pigna

Tanto el Surrealismo como su predecesor, el movimiento Dadá, que registra su auge desde 1918 hasta 1923, no son para nada ajenos al pesimismo, los rencores y al dolor provocados por los horrores de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Los recursos del Dadá, que serán los pilares del surrealismo, fueron la ironía, el sarcasmo, el doble sentido, el humor y el uso de las expresiones oníricas (de los sueños).

A partir de 1924, año en que se produce la aparición del »Manifiesto Surrealista», Europa quiere ser reconstruida y sobre todo Francia pone el acento en su condición de ser una de las ganadoras de la guerra, con la intención de sobreponerse al dolor y a las pérdidas. Todo esto transcurre mientras van ganando cada vez mas terreno en la mentalidad de la época los estudios de Sigmund Freud sobre la interpretación de los sueños y la estructura del inconsciente.

Los surrealistas anunciaban la búsqueda de las fuentes de la poesía en la base misma de lo inconsciente, en los sueños y en los recuerdos infantiles. A diferencia de los dadaístas, desarrollaron una cierto optimismo y se muestran muy esperanzados con respecto a las posibilidades de la expresión y la comprensión humanas. Creían ver en el sueño, en lo inconexo y en lo inconsciente el umbral de la inspiración.

Se produce entonces un estallido de la libertad creadora, que ellos consideran como un camino sin trabas hacia el reino de la imaginación. Se indaga sobre: la expresión cotidiana, la improvisación, la coincidencia, lo mágico y lo automático; y con todo esto suponían que podrían conducirse hacia un conocimiento más profundo del ser humano.

Salvador Dali: (1904 – 1989)

Poseedor de una fuerte personalidad,  excéntrico, adhiere al movimiento surrealista pero es un defensor de lo figurativo, que le permite poner en evidencia su gran destreza para el dibujo. Sus obras se instalan como sueños en paisajes vacios, y en esos amplios espacios se instalan objetos que, muchas veces, son los símbolos de sus fantasias.

La desintegración de la persistencia de la memoria. (1952-54)

Oléo sobre lienzo, 25,5 X 33 cm.

En esta obra se muestra el amplio espacio de una playa cubierta de múltiples formas rectangulares, (que podrian estar referidas al individuo anónimo y segmentado que produjo la segunda guerra mundial) y que dejan ver solo la arena en su límite con el mar. Es en esa orilla donde se divisan dos árboles: uno, mas alejado que sostiene el borde del mar, como si éste solo fuera un telón escenográfico. Y otro, mas próximoy varias veces segmentado, del cual cuelga un reloj. Otros dos relojes se agitan en fuertes convulsiones, y un tercero se desintegra, licuándose, sobre las formas geométicas.

Esta es una pintura que dialoga con otra de 1931 (La persistencia de la memoria) en la cual Dali, introduce a los relojes blandos. Es tambien en esta obra que aparece un reloj cubierto de hormigas, que connota con irónia, la idea de tiempo como algo orgánico. Este motivo irónico en la pintura que comentamos ha desaparecido, siendo reemplazado por el dramatismo de la figura de un pez que yace sobre la playa: se induce a pensar así, que morirá lo orgánico en la rectangular organización tecnicista.

Es importante ver en este diálogo las diferentes intensidades críticas del artista. En la obra de 1931, parte de variados y tristes colores, para referirse a los diferentes dolores que persisten de la guerra, mientras que en la pintura de 1952, pasa a un fragmentado color único en sus diferentes gamas, remitiendo a un olvido casi general de aquellos recuerdos.