Si la vida te da revancha, la historia te la cuenta.
El mundo del vino puede ser tan fascinante como el consumidor quiera. Muchos ven pasar sus copas, y por más que beban el vino que hay en ellas dejan pasar su historia. Esto no tiene nada que ver con el placer, porque cada uno disfruta a su manera. Pero el vino es una bebida muy especial, la más noble. Acompaña al hombre desde hace más de 8000 años, y fue testigo de todas sus hazañas y desaciertos. Un protagonista silencioso de la evolución de las sociedades, omnipresente en los momentos de celebración. Además, es el compañero más entretenido en la mesa, y mucho tiene que ver su gran diversidad, que la diferencia de cualquier otra bebida. Los cepajes, los lugares donde crecen las vides, los distintos métodos de vinificación y crianza, la posibilidad de combinar dos o más variedades en un blend, el carácter que adquiere el mismo vino según su origen o la interpretación de su autor, la evolución de cada uno de estos vinos en la botella, etc. Y como si fuera poco, todos los años se renueva y se multiplica la propuesta con cada cosecha.
Es muy cierto que detrás de cada una de estas etiquetas hay historias, porque son muchas las manos que participan en su elaboración. Y conocerlas no es indispensable, pero seguro que lleva el disfrute más allá.
Claro que no todas las historias son tan interesantes y dignas de contar como la de Don Raúl, el padre de la enología argentina. Raúl de la Mota (1918-2009) no solo estudió con Jean Ribereau Gayón y Emile Peyneau, los más grandes enólogos franceses del siglo XX, sino que forjó con ellos una fuerte amistad basada en su gusto por los buenos vinos. Desde 1944 se desempeñó en la industria y trabajó en varias bodegas, entre ellas Orfila y Arizu. Incluso, hizo una breve pausa en su vida enológica para dedicarse a la política. Fue designado Ministro de Agricultura de La Rioja, durante el segundo gobierno de Perón. Pero luego del derrocamiento de 1955, De la Mota se dedicó exclusivamente al vino.
Además, fue pionero con sus métodos de vinificación, tanto por elaborar vinos espumantes por el método tradicional como por haber concebido el primer varietal Syrah del mercado.
Muchos viñateros recuerdan que allá por los 70,´ cuando todos ya habían levantado las uvas de los viñedos en busca de la mayor cantidad, evitando arriesgarse a perder kilos a manos del clima, Don Raúl todavía seguía esperando el momento justo, para la madurez óptima de sus uvas. Cuenta otra leyenda que fue él quien inspiró la emblemática etiqueta Caballero de la Cepa en su paso por Finca Flichman. También marcó el rumbo de la enología moderna desde Cavas de Weinert, apostando por vinos de calidad y de guarda. Hoy, muchas bodegas comienzan a fermentar y criar sus vinos en foudres (vasijas de roble de 2000 a 5000 litros), tal como él lo hacía en Cavas de Weinert a fines de los 70´. Y justamente fue un blend de esa época y con su sello el primer vino argentino en llamar la atención del crítico internacional más destacado de todos los tiempos, Robert Parker Jr. También fue asesor por muchos años de la bodega Cruz de Piedra, desde donde les ganó de mano a todos con los vinos varietales de San Telmo. En 2005, la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Vinos y Licores lo nombró Mejor Enólogo del siglo XX en la Argentina. Y falleció a fines de 2009, justo antes de cumplir 91 años.
Sus hijos Adriana y Roberto siguieron los pasos de su padre. Ella se dedicó un poco más a escribir libros de vitivinicultura. Y sin dudas, es Roberto con sus vinos el que mantiene vigente el nombre de su padre. Primero por haber dado vida a Terrazas de los Andes, una de las bodegas más importantes del país. Allí además, creó junto con los franceses de Cheval Blanc, uno de los vinos más prestigiosos del mundo, el primer grand cru mendocino; el Cheval des Andes en 1999. Hoy, ese vino es uno de los más emblemáticos de nuestro país. Y si bien ha evolucionado al ritmo de la vitivinicultura local, las bases y el concepto original de Roberto aún se respetan y se sienten al degustar la cosecha actual (2012).
En 2004 dio vida a un pequeño proyecto. Se asoció y creó los vinos de Mendel, considerada hoy una de las mejores pequeñas bodegas de la Argentina.
Si el vino que más recuerda a Don Raúl es el Malbec Estrella 1977 de Weinert, a Roberto también se lo reconoce por su mano para con el cepaje emblemático de nuestro país. Y si bien el Mendel Unus es un blend que revela su capacidad y estilo, es en el Finca Remota donde se puede imaginar el futuro del vino argentino. Un Malbec puro de Altamira, uno de los terruños con mayor potencial.
Seguramente haya que esperar algunos años para tomar distancia y desde lejos probar esos vinos con 10 o 20 años para entender la verdadera dimensión de su aporte, y la pasión heredada de su padre. Lo mismo sucedió con los grandes vinos de Don Raúl, que al descorcharlos hoy con más de 30 años, el tiempo le dio la razón.
Pero la vida no es color de rosa, y Roberto ha tenido un percance muy importante. Por suerte y por su familia, hoy sigue adelante, y desde su silla de ruedas irradia más fuerza y optimismo que muchos otros de sus colegas. Mucho tiene que ver la historia en esto, porque la vida le dio una revancha. Tal fue así que bautizó su flamante proyecto personal con ese nombre. En Revancha, elabora tres vinos pero no está solo. El destino y el peso de la historia de su familia determinaron que fuera con su hijo mayor. Rodrigo está por recibirse de ingeniero agrónomo y, según su padre, tiene una nariz envidiable.
La historia no se repitió, porque cada sucesor de Don Raúl está siguiendo su propio camino con el vino argentino, inspirados seguramente en el nombre del padre.
5 varietales que harán historia
(notas de cata de www.fabricioportelli.com)
Colomé Torrontés 2015
Bodega Colomé, Colomé, Salta $140
Un blanco con toda la personalidad y frescura del varietal. Moderno, fragante y vivaz, con ese carácter floral único del Torrontés, y sus amargos bien contenidos sobre el final de boca. De paso consistente y profundo, se luce tanto en la buena mesa como solo. Tiene gracia y con el paso de las cosechas es uno de los pocos exponentes capaces de dominar sus ímpetus naturales sin relegar personalidad.
Puntos: 90
Decero Remolinos Vineyard Cabernet Sauvignon 2013
Bodega Decero, Agrelo, Mendoza $260
De buen ataque, no muy profundo y aromas austeros. Cuando se abre se muestra delicado y con buena frescura. Paladar jugoso y voluptuoso, con especias y frutas maduras pero vivas. Sus taninos bien finos le otorgan una delicada textura. Tanto que se puede servir refrescado. Sólo necesita más tiempo para integrar la madera, pero tiene todo. Gran potencial, con un final de grafito, suavemente ahumado, y una muy buena relación calidad precio.
Puntos: 92
Mendel Semillón 2015
Bodega Mendel, Altamira, La Consulta, Mendoza $280
Roberto de la Mota, creador y hacedor de este Semillón desde 2009, sabía que su primer (y, hasta dentro de muy poco, también único) blanco debía ser importante. Sus aromas son austeros y con buena tipicidad, también cierta elegancia, más por equilibrio. En boca se hace presente con muy buen volumen y armonía, su frescura bien integrada resalta el carácter de su final de boca. Es franco, de fruta austera, con fuerza, y final tan persistente como interesante que delata su potencial. Un vino de sabores clásicos con texturas modernas. Beber entre 2016 y 2020.
Puntos: 90
Numina Cabernet Franc 2013
Bodega Salentein, Valle de Uco, Mendoza $300
Muchas satisfacciones le está dando este vino a la bodega y a su hacedor, José Pepe Galante, quien se refugia en Numina para experimentar, ya sea con el blend o con variedades alternativas como Cabernet Franc. Sus aromas son intensos y equilibrados, de paladar franco, con fuerza y taninos firmes. Es voluptuoso y con el carácter vegetal fresco típico del cepaje, que se entremezcla en el final de boca con los tonos ahumados de la crianza. Un vino maduro y profundo, que tiene más potencial. Beber entre 2016 y 2020.
Puntos: 90
Finca La Encerrada Single Vineyard Pinot Noir 2014
Bodega Benegas, Gualtallary, Valle de Uco $450
El primer Pinot Noir de Federico Benegas no podía ser de otra manera, a imagen y semejanza de su historia y paladar. De aromas intensos y algo compactos al principio. En su entrada en boca despliega una muy buena frescura, que anticipan sus tímidas expresiones. Taninos finos y suaves dejos herbales. De cuerpo algo concentrado para ser Pinot, pero con buena fluidez. Cuando se abre en la copa demuestra su buen paso, y ser un tinto con cuerpo refrescante, y con cierta profundidad. Es un Pinot Noir de un lugar, interpretado por su autor. Además, tiene fuerza y si bien ahora se lo nota joven, seguro ganará una armonía más típica con un par de años en estiba. Beber entre 2016 y 2020.
Puntos: 90
Fuente: www.elhistoriador.com.ar