Malbec, una uva con el aval de la historia, por Fabricio Portelli


El 17 de abril se celebró el día internacional del Malbec, una fecha instalada en 2011 por Wines of Argentina (la entidad responsable de la difusión del vino argentino en el mundo). La fecha elegida no fue al azar, ya que conmemora una atinada decisión de Domingo F. Sarmiento de 1853, cuando encargó al agrónomo francés Michel Aimé Pouget (1821-1875) la creación de un viñedo a imagen y semejanza de la ya afamada producción de la zona vitivinícola Burdeos, con el único objetivo de mejorar la industria.

Así llegó el Malbec a nuestro país, y luego con los años se fue afianzando en los viñedos por sus condiciones naturales para dar mucho y buen vino.

Hoy el Malbec argentino es reconocido como el mejor del mundo. No sólo porque ninguna otra zona se anime a implantarlo con fuerza, sino por la cantidad de vinos que aquí se producen, de todo tipo y en todos los niveles cualitativos. Pero además, porque hoy esta uva es la responsable de los mejores exponentes nacionales, que arañan los 100 puntos de la prensa especializada y compiten de igual a igual con sus pares franceses, italianos, españoles, chilenos, americanos y australianos, entre otros.

Y por más vaivenes que vivió la cepa al compás de nuestra historia, nada de lo que le sucedió fue casual. Porque si bien hubo un momento del negocio en que incluso se erradicaron 30.000 hectáreas de Malbec para implantar variedades de menor calidad pero más productivas, Sarmiento sabía bien lo que hacía.

Recordemos que él creó la Quinta Normal y una escuela de agricultura en 1853, es decir que esos plantines, que viajaron desde el Viejo Continente, eran de 1850/1851 y 1852, producidos en algún vivero bordelés. Se supone que Pouget no quiso tomar riesgos y fue a lo seguro. Por eso acá están desde aquella época todas esas variedades que en su momento se denominaban “francesas” y que eran ni más ni menos que Cabernet Sauvignon (el rey de los tintos), Merlot (protagonista del segundo vino más caro del mundo), Cabernet Franc (el tinto de moda) y Petit Verdot (una interesante apuesta), además del Malbec.

Actualmente, que el vino está en boca y en copa de todos, cada una de estas cepas tiene su razón de ser, sobre todo en su terruño de origen. Y mientras el Cabernet Sauvignon es el mejor y el Merlot el más elegante, el Cabernet Franc y el Petit Verdot son partenaires en vinos de corte. Y a lo sumo el Malbec también.

Pero muy distinta era la situación del Malbec hace 161 años, cuando el emperador Napoleón III decidió organizar losvinos franceses con motivo de la Exposición Universal de París.

Siguiendo sus órdenes, se creó la famosa Clasificación (oficial) de 1855, dos años después del nacimiento de la Quinta Normal de Sarmiento, dando origen a los Grand Cru Classe. Esto marcó un verdadero hito en la vitivinicultura mundial, ya que a partir de ahí los Grand Cru (61 establecimientos ordenados en cinco categorías en función a su reputación y precio de mercado, léase calidad de sus vinos) fueron considerados los mejores vinos del mundo. El tiempo acrecentó el mito, pero la evolución de los vinos lo justificó. Y hoy, los mejores de esa misma clasificación de 1855 son mayoría en el top ten mundial. Una performance verdaderamente envidiable y a la vez polémica, por la aparición y gran evolución de muchos otros terruños, como por ejemplo los de la Argentina.

Pero esto no sería tan importante para nosotros si no fuera porque la mayoría de los viñedos en Burdeos en 1855 estaban plantados con Malbec. Sí, con la misma uva con la cual hoy se lucen los vinos argentinos. Es decir que los mejores vinos del mundo estaban elaborados con Malbec cuando los consagraron. Pero qué le pasó al Malbec. ¿Lamentablemente? entre 1856 y 1865 proliferó una plaga llamada filoxera que casi devastó los viñedos europeos en general y de Burdeos en particular. Ante la desolación del paisaje, hubo una cepa que resistió con mayor hidalguía, mientras otras perecieron sin resistencia. Así fue como en Francia el Cabernet Sauvignon comenzó su camino a la fama y al Malbec se lo cajoneó.

Esto comprueba el origen noble de nuestra cepa emblemática y alienta, desde una postura más empírica que subjetiva, para seguir desarrollándola.

Hoy la Argentina cuenta con la mayor superficie de Malbec en el mundo (más de 30.000 hectáreas). Desde Cahors, la pequeña comarca al sudoeste francés de donde salió, vienen a ver como hicimos para lograr los vinos de hoy. Incluso, se están llevando plantines para mejorar sus viñedos.

Nadie sabe a ciencia cierta por qué se arraigó tan bien el Malbec en un terruño tan diferente al cual lo vio nacer. Ya que el pedemonte de la Cordillera de Los Andes es de clima desértico, mientras que en Burdeos la cercanía del mar y sus ríos influyen mucho en el perfil y la calidad de los vinos. Quizás la clave no estaba sobre el suelo, sin debajo del mismo. Porque la compleja composición de los suelos y subsuelos conformados por el desprendimiento de la Cordillera durante millones de años es tan o más rica que el terroir francés.

Y en esa nueva etapa está el Malbec argentino. Ya consagrado como varietal, ahora va por demostrar que puede ser también un vino de lugar, y así dar vida a etiquetas únicas. Lástima que Napoleón ya no está porque sería interesante armar una degustación entre sus vinos preferidos y nuestros mejores Malbec.

Malbec para celebrar su presente
(notas de cata de www.fabricioportelli.com)

Argento Reserva Malbec 2013
Bodega Argento, Mendoza $130
Elaborado a partir de uvas de Agrelo, San Carlos y Tupungato. De aromas expresivos y para nada exagerados. Frutas rojas con dejos herbales, muy amable y agradable. Paladar franco, fresco y vivaz, de cuerpo medio y con una muy buena fluidez. Llena la boca con gracia y frescura. Posee un carácter que sobresale a la madera. Con textura vivaz, taninos firmes, y bien equilibrado.
Puntos: 87

Altupalka Malbec-Malbec 2013
Altupalka, Salta $250
Elaborado a partir de un blend de alturas, 65% de Tacuil, y 35% de Cafayate. Este le aporta la frescura y la fruta, mientras que de Tacuil trae el color y la concentración natural. De buen volumen casi untuoso y con carácter. Hay especias frescas, buena fruta, y una frescura nada exagerada, que levanta el final de boca, en el que asoman dejos a romero marcados. Un tinto para tentarse hoy y dentro de algunos años.
Puntos: 89

Kaiken Ultra Malbec 2012
Bodega Kaiken, Mendoza $225
Para elaborar el Kaiken Ultra Malbec 2012, Aurelio Montes Jr eligió uvas propias de Vistalba, de una viña de 125 años; y lo completó con un 15% de Vista Flores, para darle más frescura. Luego de su elaboración, el vino fue criado por 12 meses en barricas (50 % nueva). Hoy, con tres años, el vino mantiene su concentración y elegancia original. De buena intensidad, con notas de fruta negra. Un carácter moderno y con estilo, con taninos finos y firmes, y con un final herbal que refresca. Y, aunque no es muy profundo, posee mucho potencial de guarda.
Puntos: 90

ViñaVida Business Class Gran Reserva Malbec 2013
Viña Vida, Vista Flores, Valle de Uco $350
Sus aromas son delicados y a la vez expresivos y combinan lo mejor de la fruta. De buena concentración y firmeza con taninos finos, que hacen a una textura delicada. A su paso por boca se siente mucho carácter, con frutos negros y hierbas, jugoso y muy largo. Es amable por texturas, carnoso y de ataque refrescante. Esos taninos le dan mucha vida por delante. Es muy moderno y con personalidad, que se notará más con la estiba. Beber entre 2016 y 2022.
Puntos: 93

Finca Piedra Infinita Malbec 2012
Zuccardi, Paraje Altamira, Mendoza, $1200
De aromas profundos e intensos, todos equilibrados manteniendo juventud. Carácter de Malbec sofisticado, con muy buen ímpetu y frescura integrada. Mineralidad, con lo mejor de la fruta roja, pulida y crujiente. Buen cuerpo con fluidez. Taninos filosos y carnosos que marcan su paso delicado por boca, y potencian su final muy limpio. Los leves dejos ahumados quedan detrás de la fruta, y prevalece la sensación refrescante. Con buen músculo y gran potencial, se abre en el final de boca y persiste refrescante. Queda su sabor por mucho tiempo, potenciado por esa textura incipiente. Bastante austero en sus aromas para ser Malbec, se abre mucho más en boca, y acaricia con tensión e intensidad; se mueve por todo el paladar con gracia. Y la textura está muy bien lograda. Es un vino con delicadeza, frescura e intensa elegancia. Sin duda, es un fiel exponente de un Malbec del Futuro, por lo que es y por lo que será.
Puntos: 95

Fuente: www.elhistoriador.com.ar