Entrevista a Jorge Nielsen, por Felipe Pigna y Roberto Martínez.

Jorge Nielsen es autor de La Magia de la Televisión, una historia de la TV argentina que tiene siete tomos. En esta entrevista revela algunos de los más destacados momentos de la TV argentina.

Felipe Pigna: ¿Cómo surge la televisión en el mundo y cuándo llega a la Argentina?

Hay tres fechas importantes. Las primeras transmisiones televisivas, obviamente muy experimentales, se dan en el mundo en 1928 y 1929. Después hay un hecho evidente que corta en dos la historia de la televisión, que es la Segunda Guerra Mundial, que atrasa todos los procesos.

A partir de 1946 se puede hablar de una televisión moderna, comercial en el mundo. En Estados Unidos en ese momento había tres canales en y uno en Gran Bretaña. Y en la Argentina empieza en 1951. Fue el cuarto país en América Latina en inaugurarla poco tiempo después de que se instalara en San Pablo, Cuba y México en 1950. 

En la Argentina se inaugura el 17 de octubre de 1951 con la transmisión del acto del Día de la Lealtad, que justamente coincidía con un acontecimiento que sucedería 20 días después, que es el acto electoral donde se reelige por absoluto mayoría la fórmula Perón-Quijano sobre Balbín-Frondizi.

Felipe Pigna: ¿Y Por qué Yankelevich tiene este interés en la televisión? ¿Cómo son los trámites para instalar la televisión en la argentina?

Todo comenzó en 1924 en Radio Nacional. ¿Qué pasó en 1924?

Jaime Yankelevich, nacido en territorio búlgaro, se había radicado en Entre Ríos. Él tenía 2 años de edad cuando llegó al país. Cuando tenía 15 años, viene a Buenos Aires con su familia y empieza a trabajar en cine de proyectorista. También comienza con el negocio de la venta de productos radiales, como comerciante.

En 1924 compra una emisora radial que se llamaba Radio Nacional.  Por cuestiones legales no pudo continuar con el nombre “nacional”, porque era una radio absolutamente privada y el nombre “nacional” implicaba que era estatal. Entonces, le pusieron Radio Belgrano.

Felipe Pigna: ¿Y cómo fue ese pasaje de la radio a la televisión?

La televisión en todos los países del mundo está íntimamente ligada al desarrollo de la radio. En Estados Unidos en 1946 ya hay tres canales, dos con antecedentes radiales. La BBC de Londres es radial. En Francia, en  Italia, y en casi todos los países hay una relación estrecha entre la radio y la televisión.

En la Argentina hay un hecho sorprendente. Yo casi me caigo de la silla en la Biblioteca Nacional revisando la Revista Antena, que era una revista radial, tamaño sábana, de papel bien berreta. En su doble página de 1931, en página central había una nota con fotos de todos los programas de radio de 1931, pero el título era: “Mientras llega la televisión”. Era una revista masiva, dirigida a la radio. Entonces ya desde 1931 empezaban a especular que venía la televisión a la Argentina. Era un delirio…

Felipe Pigna: Bueno, pero no tanto, porque acá las cosas llegaban bastante rápido. El cine llegó rápido… ¿Cómo siguió la historia?

Yankelevich viajó en 1935 a Gran Bretaña a estudiar el fenómeno televisivo. Y en la Revista Sintonía, aparecen sus declaraciones diciendo: “En seis meses va a haber televisión en la Argentina”. Se entusiasmó el hombre, pero no estaban las condiciones. Sin embargo, es evidente que ya se empezaba a instalar el tema.

Felipe Pigna: ¿Y cómo siguió en la Argentina?

Pero además nunca falta en estas familias el hijo nerd. Y el hijo nerd de Jaime Yankelevich se llamaba Miguel. Miguelito venía hinchando desde la segunda mitad de la década de 1940 para que su padre trajera la televisión. Pero Miguelito murió de una peritonitis fulminante en el año 1948. Era veinteañero. Fue un desastre familiar, pero quedó como una especie de legado familiar la instalación de la TV, en honor a Miguelito.

Felipe Pigna: ¿Y qué pasó después?

Entonces a fines del año 1950 una camada de gente de Radio Belgrano viajó a Estados Unidos a estudiar todo el negocio. Fueron Yankelevich con Raúl Rosales hijo, que es a su vez el padre de Alejandro Doria.

En ese viaje firmaron los precontratos para traer toda la maquinaria. Y bueno, tomaron conocimiento in situ, inclusive subiéndose a las antenas.

A todo esto, en 1948, Radio Belgrano había sido de hecho expropiada por el gobierno peronista, pero Yankelevich había quedado al frente como una especie de súper gerente del manejo operativo. Entonces, le pidió plata a Perón para que lo ayudara, porque era una inversión económica brava, pero no consiguió financiamiento.

Sin embargo, la trajeron. Ahí hubo una figura que fue fundamental en la historia: Eva Perón, que era, como todos sabemos, actriz de radioteatro y lo conocía a Yankelevich de la época de la radio. Y entonces Eva Perón dijo una cosa sencilla: “Bueno, pibe, hacé como te parezca  pero el 17 de octubre que se televise el acto porque nos sirve  para la campaña electoral”. Dicho y hecho.  El 17 de octubre se televisó el acto y así surgió el primer canal de la Argentina, el cuarto en Latinoamérica, y lamentablemente, el único canal argentino durante casi una década hasta que surgió el segundo en 1960.

Felipe Pigna: ¿Canal 9?

En realidad, el segundo canal surgió de manera trucha en Córdoba. Pero el segundo canal porteño surgió el 9 de junio de 1960, que es Canal 9, y poquitos meses después se creó el Canal 13.

Felipe Pigna: ¿Cuánta gente pudo ver la transmisión de 1951?

Se habla de que pudo haber 2000 televisores, pero ¿qué pasaba? Cada televisor tenía una multitud de espectadores. Por un lado porque estaban en la casa de electrodomésticos. Entonces se congregaban multitudes, hasta donde se pudiera ver. Si uno era el feliz propietario de un televisor, también tenía su contrapartida. Porque caían todos los plomazos. También se juntaba mucha gente en los bares, un poco como el fútbol codificado de ahora…

Felipe Pigna: ¿Qué impacto tuvo la introducción de la TV?

Tuvo mucha penetración y fue un factor importante de popularización de actores y actrices. Hay una anécdota muy buena que cuenta Ana María Campoy. Ella y Pepe Cibrián venían de México. En realidad venían de una gira teatral por toda América Latina, pero habían visto la Televisión en México y en los Estados Unidos. Tenían conocimiento de primera mano. Entonces Néstor Villegas Vigila les ofreció hacer un teleteatro policial en 1951. Ana María contaba: “Nos pagaban menos del equivalente a un pancho y una coca”. Pero Pepe le decía: “No te hagas problema, Ana, que esto es el futuro”. Ellos habían llegado a la Argentina en 1950 y eran poco conocidos acá. Entonces a partir de su presencia en la tele, empezaron a ser un boom teatral. Lo que no cobraban en la tele, lo cobraban en el teatro.

Roberto Martínez: También se usó mucho para los deportes. Se empezaron televisar actividades deportivas, como las carreras y el boxeo.

Exactamente. En estados Unidos el primer gran boom televisivo fue la transmisión de béisbol. Acá en la Argentina, en el año 1951, se televisó desde exteriores, en San Isidro, el Gran Premio Carlos Pellegrini. En el año 1952, transmitieron la carrera inaugural del autódromo “17 de octubre” de Lugano colgando cámaras que eran pesadísimas en torres.

Felipe Pigna: Además, todo era en vivo, porque no había videotape.

Claro, el videotape llega en 1960. Solo hay fotos en revistas y radios. Quizás los dos únicos deportes que no se televisaron durante 15 años fueron el básquet y el tenis. Pero hasta se televisó el polo.

Felipe Pigna: ¿Cuáles fueron los primeros estudios más allá de la instalación de la TV, que estaba en el canal 7 de la calle Posadas?

Había dos estudios, el primero era el Palais de Glace en Ayacucho y Posadas, donde tenía las oficinas LR3 Radio Belgrano Televisión. Y a dos cuadras, en el Teatro íntimo del Hotel Alvear, armaron un nuevo estudio, que era una sala teatral con 200 butacas, transformada en set televisivo. Y ahí, como se hacía también en los grandes programas de radio, iba público. Los recibían hasta con champagne.

Felipe Pigna: ¿Y quiénes eran las estrellas del momento?

De Radio Belgrano provenían los locutores. Hay tres nombres que al día de hoy se recuerdan: Nelly Prince, a quien entrevisté para el libro, Guillermo Brizuela Méndez, que trabajó mucho con Nelly, y Adolfo Fito Salinas.

Por otra parte,  Juan Carlos Thorry tenía un programa de entretenimientos. Alberto Closas, otro gran actor, tenía otro programa también de entretenimientos. Había un programa cómico musical, aunque la denominación “programa” le queda un poco grande, en el que confluían: Antonio Tormo, que era el gran éxito en radio, Alberto Gómez, un cantante de tango que había actuado en el primer film sonoro, Tango, en 1933, el Indio Araucano, y dos cómicos, Alfredo Barbieri y Don Pelele. Hubo una actuación que fue fantástica, desde exteriores, desde la plaza principal de Lanús, ante 30.000 personas de Alberto Castillo, donde también estaban el ventrílocuo Emilio Agudiez con su muñeco Don Pánfilo, el primer muñeco con alma, la Pandilla Marilyn, que venía de la radio… Había mucha diversidad temática. Se llegaron a transmitir óperas y zarzuelas desde el Teatro Colon y Teatro Avenida. La televisión reflejaba de alguna manera u otra prácticamente todo lo que pasaba en la Argentina. Y eso –me decía Antonio Carrizo– fue fruto de la impronta y del talento de Jaime Yankelevich. La radio y la televisión tienen las virtudes y los defectos de Jaime Yankelevich.

Felipe Pigna: ¿Cómo era el tema de la propiedad de la radio? ¿Eran estatales o privadas?

En primer lugar, en todas partes del mundo la propiedad y el derecho de la transmisión son siempre propiedad del estado nacional. El estado puede después armar licitaciones.

En segundo lugar, existe una polémica sobre si con un gobierno tan fuerte como el peronista la llegada de la televisión fue un logro más del gobierno o un logro de la actividad privada, en este caso de la familia Yanquelevich. En mi hipótesis es un logro privado. En materia de medios, el gobierno peronista era un PACMAN, se comía todo. Ya se había comido Radio El Mundo, Radio Belgrano y Radio Splendid, y prácticamente todos los diarios y revistas estaban en poder de empresarios muy ligados al peronismo… Pero se puede hablar de un mix de televisión privada y estatal.

Roberto Martínez: Lo que es claro es que era un tema nuevo desde el punto de vista del derecho. Nadie le adjudica la creación de la radio o el cine al gobierno radical. Pero en cambio, con la televisión uno dice “durante el gobierno peronista”… De modo que la impronta del Estado estaba fuerte.

Es verdad, pero justamente los diarios más properonistas: El Líder, El Laborista, La Época no mencionan el hecho. O lo mencionan al pasar. La Nación, que era el único medio claramente opositor,  menciona en siete líneas: “Comenzó la televisión en la Argentina”. Y la nota siguiente es un artículo de 14 líneas sobre un Congreso de Intelectuales en la Argentina. Las revistas del espectáculo sí incluían la noticias y se mandaban grandes apologías hacia Perón y Evita…

Felipe Pigna: ¿Qué otros elementos impulsaron el desarrollo televisivo?

Otro elemento muy importante fueron las agencias de publicidad, que compraban los espacios y a su vez les pagaban los cachet, a los artistas. ¿Cuál era el negocio? Vender televisores.Había de diversas marcas, todas importadas. Y ahí un gran negocio lo hace un sector muy vinculado a los entramados económicos del gobierno peronista, que se puede expresar en la figura de Jorge Antonio. El nuevo negocio, hasta el año 1956, que empiezan a fabricarse en el país, es justamente traer televisores desde Estados Unidos.

Felipe Pigna:  Pasemos a Canal 9 y Canal 13. ¿Cómo surgen estas emisoras?

La televisión argentina arranca muy fuerte, pero ese empuje inicial decae rápidamente, ¿por qué? En los otros países, concretamente, Cuba, México y Brasil, ya en el primer lustro de los años 50, empiezan a surgir otros canales en otras ciudades. No sólo en San Pablo, La Habana, etc.  A su vez empiezan a surgir otros canales en América Latina. En la Argentina, no. Entonces, en el año 1954 venden lo que quedaba de la familia de Yanquelevich a Jorge Antonio y la familia Madanes, que eran claramente empresarios peronistas, su participación en el canal y queda una situación de stand-by.

Luego viene la Revolución de 1955. ¿Cuál fue una de las últimas medidas de la llamada “Revolución Libertadora”, una semana antes de entregar el poder a Frondizi? Licitar señales.  Tres canales en capital federal (9, 13 y 11) y tres canales en el interior del país: Córdoba, Mar del Plata, Rosario. Son licitaciones por 15 años. Pero recién se hacen efectivas varios años después: el 9 junio de 1960, Canal 9, un poco después, canal 13, y con bastante atraso, Canal 11, en 1961. Y ahí empieza la primera tanda de la tele en las provincias argentinas. Primero había llegado por coaxil a Rosario y desde Rosario se extendieron a la Cañada de Gómez. En Córdoba también hacen algo parecido. Comienza el primer canal universitario. Y la historia prácticamente se repite. ¿Cuál fue una de las últimas medidas de Guido en el año 63, antes de que asuma Illia? Darle a gente cercana ideológica y políticamente las concesiones… Ahí, recién nueve años después de sus inicios, se puede decir que la televisión argentina tuvo un primer avance importante. Los tres canales porteños tenían íntima relación con los canales privados de Estados Unidos.

Felipe Pigna: ¿Cuál era el vínculo?

Por un lado les proveían materiales, inclusive programación. Series, películas, equipos técnicos. Había una especie de sociedad pero quienes gerenciaban el negocio eran argentinos. Romay era un hombre que había llegado a Radio Libertad de la mano de su amigo Francisco Manrique durante “la Libertadora”. Y Radio Libertad se llama así justamente por la “Revolución Libertadora”. Canal 7, tras “La Libertadora” pasa a ser un canal absolutamente estatal. En 1960, comienzan las transmisiones. Los nuevos canales hacen que el negocio vaya tomando fuerza. La economía del país era bastante rica. Daba para armar un negocio… No era para tirar manteca al techo, pero era una cosa viable, razonable… pero en 1963, Canal 9 entra en crisis con sus socios estadounidenses, la NBC. Ellos lo veían más como negocio… No les interesaba tanto la programación cultural. Había algunos ciclos de teatro que eran muy caros, que ellos no aprobaban. La rentabilidad no les daba.

Mientras tanto los que vivían acá en la Argentina, el dueño del canal o los altos directivos, Ángel Díaz o Curt Lowe, tenían a sus señoras, que les pedían que les pusieran los programas mientras el socio de Estados Unidos, pedía que le mandaran dólares. Entonces salta todo… Primero rompen los yanquis  con canal 9, Ildefonso Recalde. Era gente de la burguesía nacional pero también ligada a la gente del espectáculo. Julio Korn de las revistas, Ángel Díaz de Sucesos Argentinos, Curt Lowe de la publicidad…

Entonces salta eso y se cansan todos, y Romay que siempre fue un hombre audaz, compró el canal por nada a fines del año 1963. Y él dijo entonces una frase, que quedó registrada en los diarios de la época, y pasó a ser premonitoria: “Venimos a dar una batalla contra el dólar”. No tenían plata. No podían seguir trayendo productos de afuera porque se pagaban en dólares. Y además a la gente no le pagaban. El trabajo de los camarógrafos lo hacía el personal jerárquico. Era una economía de guerra. Pero enganchó programas. Uno la pegó con todo: Sábados continuados. Era la batalla contra los Sábados circulares, que habían arrancado en el 62, 63 en el 9, pero se habían mudado en 1964 al 13. Entonces ahí tenían una programación de 6 o 7 horas, con muchísima audiencia y con muchísima facturación.

Felipe Pigna:  Un programa ómnibus, como se decía…

Sí, y ellos consiguieron una cosa extraordinaria que les afanan a Canal 13, el Club del Clan: Palito Ortega, Violeta Rivas, etc., que los ponen en los Sábados Continuados.

Y ahí empezaron a hacer una programación con mucho vivo, y mucha ficción, porque Romay era un amante de la ficción. Era un tipo apasionado. Y se va conformando una televisión argentina, entre 1961 y 1971, esa segunda década es comparativamente la más creativa de la televisión argentina, quizás con un año cúlmine que es 1969, donde se fue conformando un tipo de televisión. El canal estatal también era de muy buena calidad, inclusive hasta con el gobierno de Onganía.

El 9 era un canal popular con mucha ficción bien argentino. Año tras año, fue amentando la producción nacional. Al comienzo tenía 50% enlatados y 50% producción nacional, y al finalizar la década tenía cómodamente 90% de producción nacional.

Felipe Pigna: Además muy buenos, como Alta Comedia, por ejemplo.

Sí, Alta Comedia es de 1970.

Felipe Pigna: Y antes en los 60, en Canal 13, está todo lo que hizo Alfredo Alcón…  Los clásicos de Shakespeare

Claro… Y en los años 50 y 60 también hay mucho teatro televisado con obras de gran nivel. El 11 siempre estaba un pasito atrás… Más tarde, a partir de 1966, se incorporó un quinto canal, que es canal 2 de La Plata.

Felipe Pigna:¿Cómo fue la experiencia cubana? ¿Cómo llega Goar Mestre a Buenos Aires?

La televisión cubana se explica primero por su cercanía con Estados Unidos. Así como los casinos. Goar Mestre había creado el segundo canal en Cuba. Y habían hecho una televisión de excelencia, donde, por citar algunas figuras conocidas en la Argentina, trabajaban Pepe Biondi o Gaby, Fofó y Miliki.

Obviamente después de la Revolución de Cuba, el 1º de enero de 1959, al hombre lo rajan. Entonces, se va él y se va una serie de ejecutivos con mucha experiencia y crean canales en Perú y Venezuela.

Roberto Martínez: Algo de eso está contado en La tía Julia y el escribidor. Vargas Llosa habla de los cubanos en la televisión peruana…

Claro, Mestre vino a la Argentina y se casó con una argentina, que más tarde va a ser conocida como Ana María Mestre.

Felipe Pigna: ¿Qué pasó durante el gobierno de Frondizi?

Frondizi era un hombre muy inteligente y muy avispado para las cuestiones culturales. Por las leyes un extranjero no podía ser titular de ninguna licencia; entonces ¿quién gana la licencia? Un grupo comandado por un publicista, Ricardo Pueyrredón, que entre otras cosas es el papá de Banana Pueyrredón, pero ¿qué vuelta le encontraron? Se podía crear una productora de contenidos, Proartel, que era prácticamente la proveedora de del 80 o 90% de la producción de la Argentina.

Uno no podría decir que Goar Mestre fuera el dueño de Canal 13, pero de alguna manera el canal era de los cubanos. Era target ABC1, una tele de mayor calidad, con pautas publicitarias más caras, más pretensiosas. Además, ellos tenían una mejor calidad de emisión. Y encontraron una fórmula entre 1960 y 1961 que fue fantástica, que fue recurrir a grandes cómicos. En 1960, Marrone, en 1961, Pepe Biondi y Juan Verdaguer, y después fueron incorporando distintos programas.

Se fue produciendo una televisión de calidad, con un país que en los años 60 funcionaba económicamente muy bien y la tele era un gran medio donde se invertía publicitariamente.

Felipe Pigna: Biondi batió un récord de audiencia…

Sí, Biondi tenía mucha audiencia. Otro programa de Canal 9, pre Romay del año 1962, fue Titanes en el Ring. Otro que empezó en Canal 7 y causó muchísimo impacto, después pasó al 9 fue Las obras maestras del terror, de Narciso Ibáñez Menta, que todavía se recuerda. Fue emitido en 1959. El fantasma de la ópera es de 1960. Eran miniseries.

En la televisión de Estados Unidos se dio un fenómeno muy interesante. Las cadenas NBC, CBS, y ABC tenían emisoras radiales, y muchos de los programas, como Perry Mason, Súperman, el Llanero Solitario, La ley del revólver eran inicialmente programas de radio. En cambio, en la televisión argentina, aunque sí se recurrió a autores radiales, casi no se puede hablar de un programa de radio que se haya instalado con éxito en la televisión. Por ejemplo, un gran éxito en radio fue Revista dislocada y en tele no pasó nada.

Felipe Pigna: ¿Cómo era la televisión en la Argentina?

Era una televisión hecha por gente de televisión.

Felipe Pigna: ¿Cuáles fueron los programas destacados y los equipos?

En 1969, Cosa Juzgada fue quizás la cumbre la televisión. Para ya en los años 1959 y 1960 se puede hablar de un equipo dramático, con autor, director y equipo actoral, integrado por Jorge Falcón, como autor, Francisco Pancho Guerrero, como director, y entre los actores estaban Ernesto Bianco, José María Langlé, Fabio Zerpa, que hicieron obras como Distrito norte, Hombres y mujeres de blanco y Yo y un millón.

Hicieron televisión en serio. Falcón casi no tenía antecedentes. Había hecho un par de obras teatrales menores. Pero comenzó como autor televisivo. Había hecho una dupla muy buena con Pancho Guerrero y metió seis o siete programas muy poderosos en tres o cuatro años. Y tenían un gran equipo actoral: Ernesto Bianco, Javier Portales y el mismo Langlé. Y ahí se fue armado ese gran guiso teleteatral con gente del ámbito televisivo que después fue reforzada por gente del teatro independiente. Una gran dupla de los años ’50, fue la que armaron Fernando Heredia y María Aurelia Bisutti, que hicieron el teleteatro Para la hora del té, que no tenía autores fijos. Pero era gente muy joven que después se transformó en gente de primer nivel del teatro, como por ejemplo, Tito Cossa y Carlos Gorostiza. Era una televisión muy creativa y en los ’50 y ’60 reflejaba las vivencias cotidianas argentinas.