Entrevista a María Eugenia Ludueña


María Eugenia Ludueña es escritora, periodista y profesora del Postgrado en Periodismo Cultural en la Universidad Nacional de La Plata. En esta entrevista discurre sobre su libro Laura. Vida y militancia de Laura Carlotto, una biografía de Laura Carlotto, hija de Estela Barnes de Carlotto y Guido Carlotto, que recorre no solo la vida de Laura sino el contexto de época, la vida familiar en La Plata de aquellos años, una ciudad fabril y estudiantil con alto nivel de militancia, que se convirtió en blanco de los represores.

Autores: Roberto Martínez y Felipe Pigna.

FP: ¿Cómo se te ocurrió escribir este libro?

MLD: En realidad, fue una idea de Estela Carlotto, lanzada al aire en una nota que le hice a fines de 2009 sobre la restitución del nieto número 100. Yo colaboraba entonces con el diario La Nación, en la revista de los domingos. Era un momento muy álgido, porque estaba en juego la ley del banco nacional de datos genéticos, la ley de extracción de ADN y los hijos de Ernestina Herrera de Noble. Entonces, durante la  entrevista le pregunté si ella guardaba algún objeto en especial para el día que se encontrara con Guido y ella me contó que había recorrido el mundo buscando pines, trayéndose de cada lugar que visitaba en su lucha algún souvenir, y que con el tiempo eso se le había desmadrado porque nadie en su sano juicio puede pensar que va a pasar 36 años buscando a un nieto. Entonces, lo que quería era legarle a Guido la historia de Laura y visibilizar esa historia, que la había transformado a ella y a su familia. Y contar un poco esas anécdotas de algunas de sus compañeras, con las que se sigue encontrando en las calles de La Plata para Guido. Porque estaba preocupada porque había pasado tanto tiempo y todavía no lo había encontrado. Y yo entonces decidí escribirlo. Y la contacté para ver si ella tenía ganas de abrir las puertas.

FP: ¿Cuáles fueron las fuentes?

MLD: La primera fuente fue Estela, abriéndome su libretita, porque ella anota todo en una libretita de la que después se avergüenza, pero la libretita no falla. Ahí tiene las amigas de Laura del secundario, algunas con las que sigue en contacto. Me pasó algunas de esas amigas, que a su vez me pasaron los datos de otras, que me contactaron con otras personas. La primera fuente fue la familia, como manera de establecer un punto de arranque, porque además, escribiendo el libro me empecé a dar cuenta de que lo que tenía que contar no era solo la historia de Laura, porque Laura solo se entiende  en el contexto de su familia, de su ciudad en de su momento histórico. Y no solo de los ’70, sino desde el ’55, que es el año en que ella nació.

FP:¿Cómo era La Plata en los ’70?

MLD: La Plata era una ciudad tomada por la militancia. El que no militaba, perdonando la expresión, era como un pelotudo.  Y esto lo digo con todas las connotaciones que tiene el sacarle el tonito heroico a aquello.  En ese momento la gente militaba, y el aire que se respiraba era ese. Había una preocupación muy grande en Laura como en tanta gente en La Plata por empaparse de ese tiempo histórico que les toca vivir, por participar de alguna manera, poner el cuerpo, algunos en la fábrica, otros en las universidades. Ella empezó ya en la escuela. Iba a una escuela muy tradicional y un poco elitista de La Plata, la Escuela Normal N 1 Mary Graham, que es el nombre de una de las maestras que trajo Sarmiento. Era una escuela de señoritas. Ahí empezó a militar en el Movimiento de Acción Secundaria (MAS). Ella estaba en cuarto año y tuvo una profesora de Historia que la marcó mucho a ella y a sus compañeros. Después investigando para el libro, encontré que esa persona aparece en otros libros, citada en otras escuelas, por ejemplo, en la Escuela de Bellas Artes de La Plata, donde estaba María Claudia Falcone, y también hay videos en internet de gente que la recuerda, hay homenajes. Hay una nota de Osvaldo Bayer. Se llamaba Irma Zucchi y está desaparecida. Era una profesora de Historia que usaba unos zapatos rojos y una ropa muy colorida para lo que era la época. Dicen que en Bellas Artes entraba y rompía la estructura de la clase. No se sentaban en bancos, sino en ronda. Tenía métodos de enseñanza distintos. A veces les hacía debatir un tema sin que nadie supiera. Era un debate sin saber nada. Y después al final de la clase reflexionaban sobre los argumentos. Estaba muy interesada en que no memorizaban batallas, lugares, sino que los estudiantes supieran qué intereses estaban en juego.

RM: La militancia no siempre dependía de la militancia de los padres.

MLD: Claro, la familia de Laura era una familia radical. Estela era súper radical. Venía del ámbito de la educación. Había vivido paseando por los distintos pueblos de la provincia de Buenos Aires, porque su papá era empleado de correos, descendiente de ingleses, por los dos lados. Era una mujer muy interesada en la cultura, pero también más interesada en cambiar el mundo a través de la educación que a través de la militancia. Había participado de algunas cuestiones vinculadas a transformaciones educativas, pero no desde (la) militancia. Y Guido, su marido, era un tipo mucho más politizado, si bien no tenía una militancia partidaria; era italiano, descendiente de familia anarquista, de panaderos, anticlerical, antimilitarista. Era un tipo con un carácter muy fuerte, discutidor. Era el compinche de Laura; si bien no pensaba como Laura, era alguien que la entendía.

FP: Era industrial, ¿no?

MLD: Sí, él tenía una pequeña fábrica de pinturas. Había estudiado en el colegio industrial y se las había ingeniado para fabricar un barniz que tuvo mucho éxito, porque era muy accesible y de buena calidad, nacional. Era una fábrica chiquita en Berizzo, donde Laura lo ayudaba en algunos veranos. Guido quería, como buen tano, que sus hijos lo ayudaran y supieran cómo ganarse el pan. Y parece que la única que sobrevivió a la experiencia y que seguía con él era Laura.

FP: ¿Cómo estaba compuesta la familia?

MLD: Laura es la mayor de cuatro hermanos. Después viene Claudia, que tiene dos años menos; es coordinadora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI); después está Guido “Kibo” Carlotto, que fue secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires. Y Remo es el más chico, más morocho; se lleva ocho años con Laura, y era su hermanito más protegido. Kibo era el más compinche y Claudia era con la que se sacaba chispas. Esto contado muy desenfadadamente con Claudia, una persona muy entrañable, muy comprometida con su militancia.

FP: ¿Laura fue la primera en militar?

MLD: Sí, ella, por la edad, fue la primera en empezar a militar; empezó en cuarto años; Claudia empezó después. Me contó que la Masacre de Trelew la marcó mucho; estaba en su casa sola tomando la merienda y vio cómo desfilaban las caras de esas personas en la televisión, y ella dice que lloraba mirando la tele, y que fue algo que sintió en un lugar muy profundo y que a partir de ese día empezó a interesarse en estas cuestiones.

FP: Hay dos registros; el registro más cercano a lo político de los hermanos; y el registro un poco más lejano de Estela, que recién se acerca a la política cuando desgraciadamente le pasa lo que le pasa.

MLD: Laura y Claudia tuvieron en una época recorridos muy parecidos. Claudia sí militaba en la UES mientras que Laura militaba en la Juventud Universitaria Peronista, porque a partir de esta profesora de Historia que tiene, decide que quiere ser profesora de Historia. Entonces, entra a la universidad en el año 1973, un momento convulsionado. Laura estaba en la JUP en el área de prensa y comunicación. Y cuenta Estela que tanto Claudia como Laura le pedían manteles y sábanas para pintar. El papá con la pinturería le daba una mano. En principio, ellas eran militantes de las agrupaciones de superficie y Laura estaba en el frente estudiantil. Después las cuestiones fueron cambiando y también algunos rastros se han perdiendo en ese camino.

FP: ¿Cuál es la actividad de Laura en 1976?

MLD: En 1976 ella vivía con unas compañeras frente a la comisaría 9 de La Plata, cosa que parece insólita. Laura hizo todo muy rápido: a los 13 años se puso de novia con alguien que le llevaba cinco años; y le dijo a Estela, “si no te gusta, te miento”; a los 18 se separó de este novio, y empezó esa militancia fuerte en la JUP, en la facultad, donde se puso de novia, y decidió casarse rápidamente; perdió dos embarazos y se separó y ahí se fue a vivir a ese departamento frente a la Comisaría 9. Y es muy curioso porque ese departamento se había convertido en un refugio mítico de los militantes, que a esa altura estaban bastante desbandados. Había muchos chicos del interior. Ella vivía con una compañera que estudiaba Historia, otra que estudiaba Psicología. Yo tuve la suerte de entrevistarlas y me contaron algunas anécdotas de ese departamento.

FP: ¿Qué pasaba por ejemplo en esa comisaría?

MLD: Desde esa comisaría parece que se dirigió el operativo de la noche de los lápices, por ejemplo. Un dato relevante es que Claudia Carlotto era cuñada de María Claudia Falcone, la hermana de su marido, desaparecida por el reclamo de boleto estudiantil.

FP: Y dentro del departamento, ¿qué pasaba?

MLD: Ellas me contaron la alegría de militar y de estar juntos pero desde una óptica cotidiana, de compartir las encomiendas con tortas, con pollos que les llegaban a estos estudiantes… Eran momentos de mucho miedo ya para ellos. Y entonces, se juntaban alrededor de una mesa con uno que cocinaba, otro que tocaba la guitarra. Justo una de esas compañeras, que figura en el libro como “la Gordi”, porque así le decían, me dijo cuando se estrenó la película Infancia clandestina, que la parte que más la había conmovido era cuando tocan la guitarra y cantan, porque eso es algo que los ha marcado mucho. Eran momentos de mucha plenitud, en que vivían también muy aterrorizados. Ahí ellas daban refugio a gente que estaba por irse a las provincias porque ya estaban fichados, sobre todos los más jetones, como ellas decían.

FP: Los más jetones eran las personas más pesadas de la organización. Porque La Plata, además, sigue siendo un lugar donde estudian muchos chicos del interior. También era como una especie de Naciones Unidas, había de cada pueblo un paisano.

FP: ¿Cómo se produce el secuestro y desaparición de Laura?

MLD: Eso es algo que no está del todo claro; empieza con el secuestro de su papá, Guido Carlotto, el 1º de agosto de 1977, y la caída ese mismo día de Daniel Mariani, el hijo de Chicha, cuando la ayuda a ella a mudarse. A Daniel lo matan ese día; a Guido Carlotto lo secuestran y lo tienen un mes. A partir de ahí Laura se da cuenta de que la buscan y no puede volver. Porque hasta entonces Laura sentía que a ella no le iba a pasar nada; pensaba que era demasiado pequeña (en?) la estructura como para ser importante.

FP: Recordemos que lo de Guido es un secuestro extorsivo. Un rescate importante, mucha plata. Digo porque además de todo el horror de lo que era el aparato represivo también estaban estas mafias internas, que además, con total beneficio de sus jefes, hacían secuestros extorsivos, como forma de represión.

MLD: Sí, además hacían saqueos. Después de llevarse secuestradas a las personas de cualquier edad, como el caso de la familia Falcone, que también es un caso muy impactante, se llevaban todo. No dejaban nada. Arrasaban. Destruían. Las sobrevivientes cuentan que en el centro clandestino La Cacha había un lugar donde los tipos guardaban todo lo que se robaban de las casas, desde el reloj hasta el lavarropa.

FP: Entonces tenemos cabos sueltos, ¿no?

MLD: Sí, ahora es más fácil empezar a atarlos, porque cuando investigamos quién era la última pareja de Laura, la familia Carlotto tenían solo presunciones. Ellos no estaban seguros. No había una fuente directa que dijera fehacientemente: “Laura y él estuvieron de novios”. Después atando cabos, llegamos a inferir que era una persona del Sur, que le decían el petiso o chiquito, que tenía un acento particular al hablar. Estela me decía que solo se iba a saber el día en que apareciera Guido, el hijo de Laura, y que se pudiera contrastar ese ADN. Ahora sabemos que él es Montoya; se puede tener unas pistas de cómo fue el final. Yo conseguí unas pistas pero no tengo la certeza.

FP: ¿Cuándo la secuestraron?

MLD: La secuestraron el 26 de noviembre de 1977. Ese fue el último contacto que tuvo con Estela por carta y por teléfono. Ella ya no estaba viviendo en La Plata, porque después del 1º de agosto de 1977 se vino a la ciudad de Buenos Aires. En La Plata ya no podían tener una vida pública, no tenían recursos para moverse. Y ella me contaba que le tenía que rogar a algunas amigas a familiares que la dejaran pasar una noche en la casa. Hay muchos militantes que quedaron muy desenganchados, que tuvieron que pasar la noche andando en colectivo, durmiendo en una plaza, en cualquier lugar donde se sintieran un rato a salvo. Entonces, en este periplo se le pierde un poco el rastro. Y lo que se sospecha es que fue secuestrada con su compañero en la ciudad de Buenos Aires o en Avellaneda.

FP: ¿Y de ahí directamente a La Cacha? ¿O pasan por otros lados?

MLD: Hay indicios de que pudo haber estado en La ESMA. Buscando en los archivos encontré el nombre de Rita, el nombre de guerra de Laura, en el testimonio de alguien que mencionó haberla visto en la ESMA, pero después cuando contacté a esta persona no la recordaba… Era difícil con todos los años que transcurrieron.

FP: Es extraño es que pase de la ESMA a La Cacha…

MLD: Lo que me explicaron los militantes que consulté es que Buenos Aires estaba dividida en jurisdicciones, donde cada una de las fuerzas tenía preponderancia; se cree que ella cayó en una zona que pertenecía a la Mariana, y como estaban tan articulados después la Marina se la entrega a La Cacha, pero la Cacha es un lugar muy complejo porque intervenían muchas fuerzas.

FP: ¿Cómo era La Cacha?

MLD: La Cacha era un centro clandestino de detención que funcionaba en las afueras de La Plata a metros de la cárcel de Olmos. Está comprobado que en La Cacha funcionaba una maternidad clandestina. Me contaba una sobreviviente que estuvo un tiempo antes que Laura que era un lugar bastante equipado, un lugar muy preparado  para este tipo de cosas. No era algo improvisado.

 

FP: Era una maternidad en serio, ¿no?

MLD: También a nivel hospitalario era un lugar que estaba preparado para atender a mucha gente. Funcionaba en una vieja planta transmisora de Radio Provincia. Los testigos que sobrevivieron dicen que escuchaban de noche perros, trenes a lo lejos. No era un lugar muy grande, como la ESMA o Campo de Mayo. Tenía un chalet afuera, unas especias de cuevitas adentro, una pieza donde había varias mujeres embarazadas. Una de las mujeres embarazadas, María Laura Bretal, contaba que ella albergaba la esperanza de que los tipos la liberaran cuando vieran la panza y se dieran cuenta de que estaba embarazada, pero que cuando llegó y se encontró con una habitación donde había varias mujeres embarazadas, sintió un tremendo pavor.

FP: ¿Cómo se entera Estela de que Laura está en un campo de concentración y de que está embarazada?

MLD: Estela estaba desesperada y cuando no tuvo noticias enseguida se da cuenta. Y repite todo el camino que hizo con Guido, su marido. Lo va a ver a Bignone, paga rescate y acude a los mismos lugares, a la curia, a los hospitales; hace todo el mismo periplo. Pero no tiene ningún resultado. Recordemos que Laura estuvo casi nueve meses desaparecida. Ella nos cuenta que en navidad ponían una botella de cidra en la heladera y esperaban un gesto de compasión, pensando que podría aparecer alguien.

FP: Recordemos que no había dimensión de la barbarie. Había como una idea de que eran presos políticos. Se creía que podían largarlos para navidad. No podía tenerse dimensión de lo tremendo que era. No había antecedentes de una barbarie así… Había habido presos, que podían visitarse. Este régimen tan perverso era una absoluta novedad.

MLD: Algunos militantes supieron algo por algún compañero, pero nadie tenía la idea de la desaparición como una práctica sistemática.

JM: También estaba el armado de enfrentamientos fraguados para hacer aparecer cuerpos.

MLD: El de Laura apareció así.

FP: ¿Cómo se produjo la aparición del cuerpo de Laura?

MLD: Al tiempo, dice Estela (que?) fue a charlar con Bignone; era la segunda vez, porque la primera vez fue por Guido, y Bignone la recibió con un arma arriba de la mesa; Estela tuvo entonces la sensación de que Laura ya estaba muerta. Después se puso muy contenta porque se acercó alguien a la pinturería y le dijo que había compartido el cautiverio con Laura y que Laura estaba embarazada, que esperaba un hijo para junio; le dijo que lo buscaran en la Casa Cuna, y que Laura quería que se llamara Guido, como su papá.

FP: ¿Y qué pasó entonces?

MLD: Estela se puso muy feliz y empezó a albergar muchas esperanzas de que estuviera viva y de que fuera a vivir. Y empezó a tramitar su jubilación, planeando cuidar a su nieto. Lamentablemente después se le cortaron todas las pistas; no logró saber dónde estaba Laura. Pasó junio y no tuvo noticias. Estela empezó en ese camino a vincularse con Abuelas de Plaza de Mayo, que ya existía como institución; la empezaron a acompañar y el 25 de agosto recibió un telegrama en su casa que decía que se presentara en la comisaría de Isidro Casanova a efectos que se le comunicarán.  Entonces ella fue con su marido Guido y con el padrino de Laura; fueron en la camioneta que Guido usaba para repartir pintura, albergando todo tipo de expectativas: ¿estaría Laura? ¿Les darían al bebé? ¿Les dirían lo que no querían escuchar? Cuando llegan, lamentablemente, les dicen lo que no querían escuchar y Estela cuenta que es la única vez en su vida que se sacó de quicio. En la comisaría preguntó por el bebé y le dijeron que no había ningún bebé. La autopsia determinó que además de tener ithacazos en la cabeza también le habían disparado en el vientre. Y se tienen que volver a la casa con el cuerpo. Encima, en la comisaría le preguntaron: “Ya que está, ¿no se quiere llevar al otro chico?” Y Estela le dice: “¿Cómo me voy a llevar a alguien que no sé quién es?” Era el compañero que había estado en cautiverio con Laura, Carlitos Lahite. Fue identificado posteriormente. Después hicieron el velatorio. Y al día siguiente le llega a Estela el telegrama que le informaba que le había salido la jubilación.

FP: ¿Cómo sigue todo después para Estela?

MLD: Años después una sobreviviente le cuenta a Estela que Laura tuvo un presentimiento esa noche dentro de La Cacha, cuando se despidió de una amiga. Le habían dicho que la iban a someter a lo que ellos llamaban un Consejo de Guerra, una especie de juzgamiento que le hacían los militares, y que si ella contestaba bien la iban a enviar a una granja de rehabilitación y que en muy poquitos días iba a estar con su mamá y su hijo a su casa. Este es el discurso con el que ella sale junto con este otro chico, pero tiene una sospecha de (que) las cosas no van a terminar bien y les dice a las chicas: “mi mamá nunca les va a perdonar esto a los milicos”. Y de algún modo, los hermanos Carlotto, tanto Remo como Kibo y Claudia consideran que esta frase pronunciada por Laura, le llega como una especie de mensaje a Estela, que justamente se dedica a esto por el resto de su vida, no solo por Laura sino por el resto de los compañeros.

FP: Empieza a trabajar desde Abuelas…

MLD: Sí, después se van a dar una serie de estos resquicios por donde se cuele la verdad, porque Estela en 1980 se junta en San Pablo con una serie de sobrevivientes que habían estado en La Cacha. Estela estaba ya en Abuelas y estaban haciendo un registro de mujeres que hubieran estado detenidas, secuestradas y embarazadas. Entonces, Alcira Ríos, alguien que compartió el cautiverio con Laura, le dice que en La Cacha estaba Rita, que había salido, y pidió no incluirla en los registros, porque si trascendía, después en algún momento la iban a ir molestar. Entonces Estela paró la oreja y le dijo, “cómo Rita”, y le cuenta que a Laura le decían Rita. Y Alcira le dice que debía ser otra Rita, porque esta había salido. Entonces, Estela sacó la foto de Laura de la cartera y Alcira le dice: “Esa es Rita”. Y viven un momento muy shockeante, porque Alcira le dijo que Laura les había contado que había tenido a su bebé, y que ella pensaba que estaba libre, pero entonces Estela le cuenta que no y esta historia de la que hablábamos recién. Entonces, Estela tuvo una confirmación más de que era abuela, y después tuvo otra confirmación a través de la exhumación que hizo Clyde Snow, el fundador del Equipo Argentino de Antropología Forense.

FP: ¿Cómo creés (que) impactó esta búsqueda en Estela?

MLD: Estela lo que recoge son estos valores colectivos, este saber que las grandes cosas solo se consiguen colectivamente, que es un poco la impronta que toman los organismos de Derechos Humanos de los hijos y se empieza a organizar, porque se da cuenta de que ella al principio iba sola y no le daban ni cinco de bolilla, no la dejaban entrar, y que en grupo, tenían un poder un poco mayor de impactar sobre la realidad. Lo primero que hicieron fue reconstruir quiénes eran sus hijos. Me contaba que armaban una especie de cuadernillos diciendo cómo eran sus hijos, contando que iban a la facultad… Tenían que hacer “aparecer” a sus hijos en la sociedad, contar que eran personas que tenían una vida, y bueno así empezaron a elaborar esta movilización, que es el movimiento de Abuelas, y a tener repercusión en el exterior, a lograr que la prensa y que algunas personas se interesen. Y se va transformando en otra Estela. De la Estela que les decía a sus hijas  “Chicas, ¿por qué no van a la Casa Cuna si quieren ayudar?” a ser la mujer que hoy conocemos, una referente de Derechos Humanos no solo de su hija o de su nieto, ni de los 400 nietos que falta encontrar, sino de toda una serie de causas que quizás son menos visibles en las que también trabaja Abuelas, por ejemplo, la violencia institucional.

FP: ¿Cómo fue el parto en el Hospital Militar?

MLD: Eso es algo que está en duda, sobre todo después del hallazgo de Guido, aunque no está del todo descartado, porque todo es posible. Lo que sucedió es que había un testimonio de un conscripto que había estado el 26 de junio en el Hospital Militar. Él se acordaba porque era el día de su cumpleaños, y además fue al día siguiente a la copa mundial de 1978. El caso es que describe a una chica a la que le toca custodiar antes de parir; después él es relevado para el descanso, y luego cuando vuelve la chica ya había parido, y se la llevan en silla de ruedas, sin el bebé. Él cuenta esto y coinciden muchas cosas. Pero hay personas que creen que no era Laura esa persona. Y además Laura estaba en La Cacha, que tenía la maternidad clandestina. Entonces, no se entendía por qué se iban a tomar la molestia de llevar a una secuestrada a parir al hospital militar. Entonces, por más que el testimonio dijera una cosa, la realidad hacía que despertara dudas. Pero ahora con la aparición de Guido en Olavarría se fortalece la hipótesis de que nació en La Cacha o en algún lugar muy cercano.

JM: En Quilmes también habían utilizado el hospital, y eso le costó la vida a alguna de las enfermeras que fue testigo del nacimiento de hijos de desaparecidos.

MLD: En La Cacha también pasó. Hay una enfermera desaparecida que quiso avisar a la familia acerca de un niño.

FP: ¿Cómo cambia la cosa a partir de la aparición de Guido? ¿Qué cosas nuevas sabemos? ¿Cómo va el expediente judicial?

MLD: Hay un expediente judicial iniciado en 1982, en el marco de esta lucha colectiva de Abuelas, donde está el caso de la búsqueda de Guido. Ese expediente está en el juzgado de Servini de Cubría. Tenía que ver que estuviera ahí por la hipótesis del Hospital Militar Central. En el juicio de Plan Sistemático que transcurrió en 2012,  que tuvo sentencia de Casación en 2014, quedó acreditado que Laura parió en algún lugar vinculado a un hospital militar o alguna dependencia sanitaria de las Fuerzas Armadas, pero no que fuera el Hospital Militar Central. En agosto de 2014 hubo una serie de movimientos judiciales, pidiendo que el caso fuera trasladado a La Plata, donde se juzgaban los crímenes cometidos en La Cacha. Hay una denuncia en Abuelas del 2010 que hace alguien con absoluta reserva que menciona por primera vez el nombre de alguien de la zona de Olavarría, de Carlos Francisco “Pancho” Aguilar,  al que señala como el posible entregador de Guido a dos puesteros que eran empleados de su campo.

 

FP: Era un hombre de la Sociedad Rural, ¿no?

MLD: Sí, era un hombre muy del establishment con vínculos con todas las fuerzas  vivas. Falleció en marzo de 2014. Debe de haber una cadena de complicidades bastante fuertes para llevarse a un bebé desde La Cacha a un paraje de Olavarría y hacerlo casi desaparecer ahí.

FP: Una segunda desaparición que tiene que ver (con) la supresión de la identidad.  ¿Cómo te sentiste cuando te enteraste de la aparición de Guido?

MLD: Me dio mucha emoción, porque me pasé unos años escuchando a toda la gente que conoció a Laura. Y me parecía de una injusticia tan grande, incluso que la gente dudara de algunas cuestiones que están probadas…

FP: ¡Qué nivel de crueldad! Es un horror que haya mentes dedicadas a esto, ¿no?

MLD: Eso me pasaba cuando escribía, porque mi intención era que la historia de Laura hablara por las otras, porque no es una historia sola y no es algo que tenga sentido por sí misma, sino en el conjunto. Y entonces, las preguntas a las que llegaba eran preguntas sobre la condición humana…  ¿Qué puede llevar a alguien a hacer eso? ¿Qué le tiene que pasar por la cabeza? Porque lo que se hizo fue algo muy aceitado, muy planificado, muy organizado. No fue algo de una persona. Tiene toda una cadena de complicidades. Y eso me impacta hasta el día de hoy.