
Por Mariano Fain
Hermila Galindo Acosta (1886-1954) fue una de las figuras más destacadas del feminismo mexicano y pionera en la lucha por los derechos políticos de las mujeres durante la Revolución Mexicana.
Nacida en Villa de San Fernando (hoy Ciudad Lerdo, Durango), su infancia estuvo marcada por la temprana pérdida de su madre y posteriormente de su padre cuando tenía 16 años. A pesar de estas adversidades, su padre, reconociendo su brillante capacidad intelectual, había planeado enviarla a estudiar Química a Estados Unidos, un proyecto que quedó truncado con su fallecimiento en 1902.
Las circunstancias la obligaron a forjarse su propio camino. Sus hermanos le negaron el acceso a la herencia que legalmente le correspondía, lo que la llevó a trabajar como profesora de taquigrafía en diversas escuelas. Sus estudios en la Escuela Industrial de Señoritas le habían proporcionado una formación integral que incluía teneduría de libros, taquigrafía, telegrafía, mecanografía e inglés.
Su ingreso a la vida política fue tan audaz como significativo. En 1909, desafiando a las autoridades municipales, tomó taquigrafía de un discurso antiporfirista pronunciado durante la conmemoración del natalicio de Benito Juárez, y lo distribuyó por Durango y Coahuila. Este acto de rebeldía marcaría el inicio de su trayectoria revolucionaria.
El destino la llevó a la Ciudad de México en 1911, donde se convirtió en secretaria del general Eduardo Hay. Tras el asesinato de Madero, su vida dio un giro decisivo al conocer a Venustiano Carranza, quien la nombró su secretaria particular. Desde esta posición, Galindo se convirtió en una incansable promotora del carrancismo y de los derechos de las mujeres.
En 1915 fundó el semanario La Mujer Moderna, una publicación revolucionaria que se mantuvo vigente durante cuatro años. A través de sus páginas, Hermila defendió ideas que para la época resultaban escandalosas: la educación laica, la educación sexual y la igualdad entre géneros. Su participación en el Primer Congreso Feminista de Yucatán en 1916 causó revuelo al presentar su ponencia «La mujer en el porvenir», donde abordó temas tabú como los derechos sexuales femeninos.
Su lucha por el sufragio femenino alcanzó un punto culminante cuando en 1916 envió al Congreso Constituyente un documento exigiendo derechos políticos para las mujeres. Aunque su petición fue rechazada, Galindo no se detuvo. En 1918 dio un paso sin precedentes al postularse como candidata a diputada federal por el V distrito electoral del Distrito Federal, convirtiéndose en la primera mujer mexicana en buscar un cargo de elección popular.
Tras el asesinato de Carranza en 1920, Hermila se retiró de la vida pública. Se casó en 1923 con Miguel Enríquez Topete y pasó a ser conocida como Hermila Galindo de Topete. Durante sus últimos años mantuvo una estrecha amistad con Adolfo Ruiz Cortines, quien siendo presidente aprobaría finalmente el sufragio femenino en 1953, permitiéndole ver realizado su mayor anhelo poco antes de su muerte.
Falleció el 18 de agosto de 1954 en la Ciudad de México, víctima de un infarto agudo de miocardio. Su legado perdura como el de una mujer que se adelantó a su tiempo, que luchó incansablemente por la emancipación femenina y que sentó las bases para la participación política de las mujeres en México.
¿Sabías que Hermila Galindo sostenía que la mujer mexicana necesitaba lograr tres emancipaciones fundamentales: liberarse del clero, de los prejuicios sociales y del dominio masculino?
¿Sabías que fue la primera mujer en México en dar conferencias sobre educación sexual, argumentando que la ignorancia en estos temas era resultado del oscurantismo religioso?