Autora: Mariana Pacheco

A partir de las últimas décadas del siglo XIV, el ejercicio de la medicina fue controlado en España por el Protomedicato, un tribunal que tenía a su cargo la inspección de los médicos y personas que se dedicaban al arte de curar. Dos siglos más tarde, el rey Felipe II dispuso el envío de protomédicos a sus posesiones ultramarinas y creó el Protomedicato en las ciudades de México y Lima. De este último dependía la salud de los habitantes del Río de la Plata, pero debido a las grandes distancias era muy poco eficaz.

La fundación de esta institución en el Río de la Plata fue impulsada por el médico irlandés Miguel Gorman1 . Nacido en 1748 2en la costa oeste de Irlanda, desarrolló sus estudios en las Universidades de Reims y París, en Francia. En 1774 revalidó su diploma en España y fue designado “primer médico” en la expedición a Argel contra los moros. De regreso en España, estuvo a cargo de la organización sanitaria de la poderosa expedición de Pedro de Cevallos con más de 9000 hombres y veinte buques de guerra. Pero debido a disputas internas con otros integrantes de aquella tripulación, el irlandés debió quedarse en Montevideo al llegar al Río de la Plata.

No tardó en notar el precario estado de higiene y salud en que se encontraban sus habitantes y así lo reportó a diversos funcionarios. En julio de 1777 escribió a Juan Gómez, médico de cámara del rey, manifestando el desorden, impericia e ignorancia en que estaban sumidos los habitantes del Río de la Plata: “Todos visitan y recetan como médicos y ninguno tiene práctica, estudio, examen ni aprobación y por lo mismo comprendo que es muy preciso que en Buenos Aires, como capital de nuevo virreinato, se estableciese el Tribunal de Protomedicato, en los mismos términos que lo hay en Lima”.3

En Montevideo, trabó una muy fructífera amistad con Juan José Vértiz y Manuel Ignacio Fernández. Fue una providencia para el desarrollo de la medicina por estas tierras, ya que Vértiz no tardó en ser nombrado virrey y a éste recurrió el médico irlandés para proponer la instalación de un Protomedicato en Buenos Aires. Vértiz accedió a su establecimiento, que fue creado provisoriamente el 1º de febrero de 1779. Gorman juró como protomédico pocos días después, instalando el tribunal en dos piezas bajas del Colegio de San Carlos, también llamado Real Convictorio Carolino, en la Manzana de las Luces. La institución se inauguró, aunque sin aprobación del rey, el 17 de agosto de 1780, momento que quedó inmortalizado en el famoso cuadro del pintor Antonio González Moreno.

El Protomedicato procuró mejorar la higiene y organizar hospitales, proveyendo camas, medicamentos y el instrumental necesario.

El Protomedicato tenía entre sus múltiples atribuciones la revalidación de títulos; la información sobre problemas médicos; la difusión de medidas que debían tomarse para combatir epidemias, la fijación de aranceles médicos y de medicamentos, el tratamiento de denuncias por mal desempeño de la medicina, la persecución de curanderos y otras prácticas condenadas, la fiscalización de extranjeros que arribaran, el examen de esclavos y el examen de quienes pretendían ejercer la medicina, como médicos, cirujanos, boticarios, sangradores.

Existieron tres categorías de profesionales: 1) Los que podían llevar las borlas de doctor por haberse graduado con estudios completos; 2) Los que poseían autorización para ejercer una rama determinada del arte de curar (medicina o cirugía) llamados licenciados, y 3) Los médicos militares o de presidio, con títulos otorgados por los Colegios de Cirugía de Barcelona o Cádiz. Dentro de los licenciados había quienes se dedicaban especialmente al arreglo de los huesos, los algebristas. Además estaban los sangradores, hernistas, ventoseros, clistereros y sacamuelas.4

Pasados dos años de su creación, Gorman alertaba sobre la escasa preparación de los médicos examinados: “No hay uno entre todos que sea válido ni que contenga el indispensable requisito del personal examen. [Los habitantes] tienen su salud y sus vidas expuestos a la ignorancia, y a una barbarie de hombres y mujeres que se figuran médicos, alucinándolos con cuatro drogas mal dispuestas y peor administradas. Son los que verdaderamente les quitan el dinero y lastimosamente la vida… estos homicidas del género humano saben captarse la voluntad de los incautos”.5

Tras múltiples gestiones de Vértiz, El 17 de septiembre de 1783, el Consejo de Indias propuso al rey la aprobación del Protomedicato de Buenos Aires, pero la aprobación real se demoró varios años. Recién el 1º de julio de 1798 el rey Carlos IV dispuso su creación definitiva, expidiendo la Real Orden de creación del Protomedicato en Buenos Aires con fecha 19 de julio de 1798, que autorizaba además la enseñanza de cátedras de medicina.

El 21 de enero de 1799 el virrey Antonio Olaguer Feliú inauguró la Escuela de Medicina, nombrando catedrático de Medicina a Miguel Gorman y de Cirugía a Agustín Fabre. José Miguel Carballo fue designado asesor, Juan José Rocha, escribano y Miguel Mansilla, alguacil.

El Protomedicato procuró mejorar la higiene y organizar hospitales, proveyendo camas, medicamentos y el instrumental necesario. También estableció dos leprosarios para controlar la lepra y sirvió para formar a los hombres que se integrarían como médicos militares en las guerras por la independencia. Sin embargo, la institución careció de una organización definitiva, con un estatuto y una reglamentación interna. Y como lo predijo el virrey Nicolás de Arredondo en carta al rey cuando dijo “en la hora que fallezca Gorman o se dé otro destino acaba con él el Protomedicato”, la institución fue suprimida el 11 de febrero de 1822, durante el gobierno de Martín Rodríguez, tres años después de la muerte de Gorman, su incansable impulsor.

Bibliografía:

Juan Ramón Beltrán, Epistolario de Miguel Gorman, Buenos Aires, Imprenta de la Universidad, 1939.
Juan Ramón Beltrán, Historia del Protomedicato de Buenos Aires, Buenos Aires, El Ateneo, 1937.
Cignoli, Francisco, La sanidad y el cuerpo médico de los ejércitos libertadores. Guerra de independencia (1810-1828),  Rosario, Editorial Rosario, 1951.
Cosmelli Ibáñez, José Luis, Historia de la cultura de los Argentinos, Buenos Aires, Editorial Troquel, 1975.

Referencias:

1 Su apellido era en realidad O’Gorman, pero lo castellanizó firmando sus cartas como Gorman.
2 Algunos autores indican que nació en 1736 mientras que otros consignan 1749 como el año de su natalicio.
3 Juan Ramón Beltrán, Epistolario de Miguel Gorman, Buenos Aires, Imprenta de la Universidad, 1939, pág. 20.
4 Francisco Cignoli, La sanidad y el cuerpo médico de los ejércitos libertadores. Guerra de independencia (1810-1828),  Rosario, Editorial Rosario, 1951, págs. 12-13.
5 Juan Ramón Beltrán, Op. cit., págs. 31 y 32.