Revista Gente, 1972.
«Diálogo con un condenado a muerte»
¿Por qué dice que su vida es una desgracia?
Es una desgracia por las responsabilidades, por los problemas, por la falta de solución a esos problemas. ¿Le parece poco?
¿Le preocupa que lo hayan amenazado de muerte?
Sería una tontería decir que no me preocupa. Pero de ahí no pasa. Yo tengo una obligación que me impide poder detenerme. Tengo que seguir adelante. Lo importante es que nadie hace nada sin motivos. Algún motivo deben tener los que quieren matarme.
¿Cuáles son esos motivos?
Uno de ellos es que el secretario general de la CGT es peronista y consecuente con Perón. El otro es que se acerca la reelección de Rucci y, al no haber otro medio para que ello no pueda llevarse a cabo, les queda como única posibilidad eliminarlo físicamente.
¿Qué piensa de la muerte?
Quiero mucho a la vida. No creo que exista alguien a quien no le preocupe la muerte. Pero uno es consciente de responsabilidades y sabe que esas responsabilidades le pueden deparar la muerte.
¿Puede dormir tranquilo?
Dormir, duermo bien. Si las amenazas de quitarme la vida fueran una preocupación permanente, yo tendría que irme de la CGT y desaparecer del país. Claro que a medida que uno va teniendo más vejez, va durmiendo menos. Estoy prevenido.
¿Prevenido en qué sentido?
En que he tomado un cierto grado de garantía. Y quiero decir algo más. No creo que exista un solo argentino que no aborrezca la indignidad que simbolizan los que asesinan para hacer valer sus razones.
¿Qué siente usted hacia sus presuntos matadores?
Yo no me considero un valiente. Tampoco he sacado diploma de cobarde. Pero tengo un solo temor: no ver las caras de los asesinos.
¿Usted es realmente un condenado a muerte?
Mire… este… mire… eso me causa repulsión. Y diría que no creo que existan individuos de tan baja calidad que quieran matar a otro…
Fuente: www.elhistoriador.com.ar