La burguesía argentina, por Silvio Frondizi


Silvio Frondizi nació en Paso de los Libres, Corrientes, el 19 enero 1907. Hijo de inmigrantes italianos, fue el antepenúltimo de los catorce hijos que tuvieron Julio Frondizi e Isabel Ercoli. Los hermanos que le siguieron fueron nada menos que Arturo Frondizi, presidente de la Argentina entre 1958 y 1962, y Risieri Frondizi, rector de la Universidad de Buenos Aires, en los años de presidencia de Arturo.

Abogado y profesor de historia, Silvio Frondizi, se instaló en la Universidad de Tucumán, desde donde elaboró sus primeros escritos sobre pensamiento político y estado.

A partir de la segunda mitad de la década de 1940, la división de la sociedad entre peronistas y antiperonistas produjo cambios en sus concepciones y asumió una postura marxista. Sus originales estudios de la realidad argentina lo ubican crítico tanto del peronismo como de la izquierda tradicional, encarnada en socialistas y comunistas, dando origen al espacio de la  Nueva Izquierda Latinoamericana. Fue fundador del Grupo Praxis, luego del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), defensor de la revolución cubana y candidato a senador por el Frente de Izquierda Popular (FIP).

Como abogado, se dedicó a la defensa de centenares de presos políticos y gremiales. En agosto de 1974, viajó a Catamarca para investigar el fusilamiento de un grupo de militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) –creado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). A su regreso, denunció en conferencia de prensa la tortura y fusilamiento de los detenidos, y responsabilizó a las fuerzas comandadas por el general Benjamín Menéndez y al entonces Jefe de Policía, comisario Alberto Villar.  Poco después, el 27 de septiembre de 1974, fue secuestrado por la Triple A. Su cuerpo apareció horas más tarde en los bosques de Ezeiza.

Recordando su trayectoria, reproducimos un fragmento de “La burguesía argentina”, una de las lecciones sobre materialismo dialéctico, que dictó en 1964, en el Departamento de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letra de la Universidad de Buenos Aires. En ellas, confrontando con las teorías del Partido Comunista y del movimiento peronista, Frondizi se refirió a la debilidad estructural de la burguesía nacional y a la potencialidad revolucionaria de la clase obrera.

Fuente: Silvio Frondizi, La burguesía argentina, Cuadernos de derecho político 1, La Plata Centro de Estudiantes Derecho, 1966, págs. 1-9.

La burguesía argentina – Sociología Argentina Contemporánea

(…)Clase dictada el 25 de agosto de 1964

Somos actores y no meros espectadores de una época caracterizada por el derrumbe de un mundo y el nacimiento de otro. Dos posturas son posibles frente a él; una, la de lamentarse de haber nacido en esta época de zozobra, de incertidumbre, de inseguridad, postura negativa de pusilánimes, de cobardes.

Peo hay otra postura. La que enfrente la situación, la que se siente partícipe de ella y sobre todo se siente responsable del mundo entero. Aclaremos más lo que deseamos significar. Los hombres que vivimos en esta época, por estar precisamente frente a un mundo que desaparece, tenemos una responsabilidad del futuro. Es decir, el mundo futuro será lo que nosotros queremos que sea; seamos los constructores de ese mundo.

(…)

Es precisamente por esta idea de participación, de responsabilidad, que iniciamos el curso de Sociología Argentina Contemporánea (La Burguesía Argentina).

(…)

Si observamos el mundo en siglos anteriores, encontramos ya perfilándose una división, que será en la época actual de decisiva importancia para la comprensión de la posición de nuestro país y de todos aquellos que constituyen el Tercer Mundo.

Por un lado, observamos aquellos países que comienzan su desarrollo económico, social, político y cultural; tales como Inglaterra primero, luego Alemania, en parte Francia, Estados Unidos y por último Japón.

La Burguesía nacional de estos países, sobre todo de los primeros, era una clase joven, nacida en la época de la desintegración de la Edad Media, plena de energía, de entusiasmo y posibilidades.

El burgués de esa época se lanza a la conquista de su persona, a la conquista de la humanidad y a la conquista del cosmos. Son para referirnos a sus comienzos, los conquistadores del Asia, África y América; son los comerciantes que se lanzan por todas las rutas a la conquista de la que hemos llamado los modernos velloncinos de oro.

Son los hombres del Renacimiento que se lanzaron en el campo filosófico, científico, artístico, a la conquista de su libertad y de su realización. Es por un lado Leonardo da Vinci, por el otro un Galileo Galilei, para tomar dos nombres ilustres.

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Como continuadores de éstos, la burguesía de fines de la Edad Moderna y comienzos de la época Contemporánea se lanza a la realización integral de su persona, pero sobre todo a la conquista de los valores económicos.

(…)

Lo que nos interesa en estos momentos es mostrar cómo la burguesía de los países que ya podemos llamar desarrollados, puede realizar su revolución democrático burguesa. Lo hace ante todo afirmando su independencia general, más aún comenzando a dominar a otros países, a los que nos referiremos de inmediato.

Realiza también su reforma agraria, es decir, quiebra el sistema feudal y lo reemplaza por el burgués. Representante conspicuos de esta transformación desde el punto de vista doctrinario es Adam Smith, cuya obra tiene precisamente como finalidad fundamental, la de demostrar el carácter parasitario de la propiedad terrateniente y su incompatibilidad con el desarrollo industrial.

Marx, continuador precisamente de Adam Smith en esta línea, termina de poner en claro el problema estableciendo la diferencia entre renta absoluta y renta diferencial.

La burguesía de los países desarrollados realiza también su revolución industrial, es decir, el desarrollo de la industria, en particular, de la industria pesada.

Por último, realiza una profunda transformación social y política. Desde el punto de vista social, la revolución francesa, para tomar un ejemplo, rompe con los estamentos de la Edad Media y los reemplaza por la moderna división en clases, basada en el poder económico. Con todas las limitaciones que esta reforma tenga, significa un gran salto adelante en relación a la división en clases de la Edad Media, en estamentos impermeables.

En lo político, la burguesía desarrolla la concepción de la democracia de tipo burgués liberal, también con todas sus limitaciones pero que implica un gran paso adelante.

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En síntesis, podemos decir que las burguesías de los países desarrollados nacieron y crecieron en su tiempo histórico, y por eso pudieron realizar la tarea que realizaron.

Pero junto a ese conjunto de países que llegarían a ser los directores del proceso mundial, y que hemos enunciado y lo repetimos ahora, Inglaterra, Alemania, Estados Unidos, Japón, se encontraba una inmensa periferia formada por países coloniales y semicoloniales, que permanecieron retrasados en su evolución y que precisamente sirvieron de carne de cañón para los otros. Los poderosos se desarrollaron precisamente a expensas de los países coloniales.

Los países atrasados, siguieron avanzando lentamente, casi vegetando a través de los tiempos, hasta llegar al presente siglo. En estos momentos, desde la primera guerra mundial, esos países coloniales y semicoloniales empiezan a pasar al primer plano del escenario mundial. Son los que, en la época actual, podemos llamar del Tercer Mundo…, y que constituyen el elemento dinámico contemporáneo. En otras palabras la historia contemporánea se desenvuelve al ritmo que le está imprimiendo el Tercer Mundo.

Pero volvamos al tema: los países puestos en marcha, deben realizar también su revolución, digamos por ahora y en forma provisoria, democrático burguesa. La pregunta que nos hemos formulado en nuestros trabajaos y que nos formulamos ahora es la siguiente: ¿Las condiciones internacionales y nacionales que deben enfrentar las burguesías de los países atrasados, son las mismas que debieron enfrentar sus mayores? En caso negativo, es necesario esclarecer las diferencias, y las consecuencias que estas puedan producir en el desarrollo de los acontecimientos.

Vemos el problema rápidamente y sigamos para ello el esquema que nos ha servido de guía para estudiar la acción de la burguesía en los países desarrollados.

La primera consideración que es necesario realizar es que las burguesías de los países desarrollados cumplieron su tarea en la época de expansión del sistema capitalista; es decir, cuando éste representaba la fuerza económico-social de progreso. Era, como ya lo hemos dicho, la fuerza histórica dominante, que conducía como directora del proceso, a otros sectores sociales, incluso la incipiente clase obrera.

Representaba el porvenir y era la dueña del futuro. Y la verdad es que realizó una tarea gigantesca en todos los órdenes de la actividad, sea esta económica, social, política o cultural.

Por el contrario la burguesía actual de los países subdesarrollados, debe actuar en la época de crisis del sistema capitalista, cuando su fuerza expansiva ha perdido todo impulso, más aún se ha transformado en una fuerza retardatoria y negativa.

Entonces, podemos decir que le faltan los caracteres históricos generales para actuar. Por eso hemos indicado en más de un trabajo que dichas burguesías nacieron viejas, sin posibilidades de realizar por sí mismas una tarea constructiva.

Sentada esta característica general, podemos pasar a examinar otros aspectos parciales.

Tenemos en primer lugar el problema de la independencia nacional. Dijimos que los países desarrollados no sólo pudieron afirmar su independencia, sino que la realizaron a expensas de la independencia de los países atrasados.

Por el contrario, los países coloniales y semi-coloniales para poder obtener su independencia, deben luchar contra la acción dominante de fuerzas monopolistas e imperialistas que le impide desarrollarse. En otras palabras las condiciones internacionales le son absolutamente adversas y esto hace precisamente que las burguesías nacionales de los países atrasados no tengan la fuerza y las energías necesarias para luchar por la independencia.

Antes, la expropiación de la propiedad terrateniente beneficiaba al desarrollo industrial, y por lo tanto dicha reforma podía realizarse sin peligro. En la época actual, frente a lo que hemos llamado comunidad de intereses entre una y otra burguesía, la expropiación de la propiedad terrateniente hiere los intereses de la clase burguesa.

Además, y esto es muy importante, cualquier expropiación de la propiedad terrateniente puede ser un mal precedente para otras expropiaciones en el campo industrial, hacia la que podría tender la clase obrera.

Es precisamente la presencia activa y poderosa de la clase obrera, lo que ha provocado un cambio fundamental de la situación. En efecto el número, la organización y combatividad de la clase obrera en la actualidad, promueve la mayor unidad de los sectores nacionales de la burguesía.

Podemos decir que las burguesías nacionales de los países subdesarrollados representan un enano al lado de dos gigantes, que son los que realmente están en lucha; por un lado, el imperialismo, y por el otro, el ascenso revolucionario de las masas populares.

El resultado final de todo esto es que las burguesías de los países atrasados no pueden otorgar al pueblo ni siquiera las instituciones, por cierto modestas, de la democracia burguesa. De aquí la aparición de los grupos de presión, incluso, aunque el término sea discutible desde el punto de vista de la ciencia política, grupos de poder.

El manejo dinámico que la burguesía realizaba para poder mantener un cierto equilibrio social, es reemplazado ahora en forma descarnada por la fuerza.

Nos faltan examinar otros dos aspectos de la situación de los países semi-coloniales. El primero se refiere a la clase media; el segundo, a la clase obrera.

Debemos ocuparnos ahora entonces de la clase media. Esta clase intermediaria entre la alta burguesía y el proletariado no tiene por su posición una situación definida. El proceso económico de concentración de la riqueza y el desarrollo de los monopolios le fueron destruyendo en un proceso que abarca al mundo entero. (…)

La clase media argentina, la de mayor jerarquía de toda Latinoamérica en su época clásica, ha ido sufriendo una lenta, pero inexorable evolución, o mejor dicho involución.

Era en su apogeo, el que podemos situar en el período de ascenso social del radicalismo al poder, una clase poderosa en lo económico, social, político y cultural. Indiquemos ahora solamente algo en relación al aspecto económico: era una clase productiva independiente, circunstancia que le otorgaba una función social de primera línea.

Pero luego, con el desarrollo de los monopolios y la concentración de la riqueza, esta clase empezó a transformarse; destacando en un sector su carácter dependiente, burocrático, parasitario, Y en otro sector comenzó a pauperizarse rápidamente.

La clase media fue destruyendo su unidad, desintegrándose y produciendo tensiones sociales, que habrían de repercutir en todos los otros aspectos de la actividad del país.

Nos resta decir dos palabras sobre la clase obrera argentina, para completar el panorama.

La clase ha ido alcanzando en el mundo entero una situación preponderante. Tal como lo indicó Carlos Marx, en su tiempo, el desarrollo industrial actuó como palanca gigantesca de la clase obrera, para su toma de conciencia, para su organización, para su combatividad.

Este proceso de carácter mundial se da también en la Argentina: su posición en el proceso productivo, su número, su organización, su jerarquía política, social, etc., la colocan en primera línea en el proceso que debe enfrentar el país.

Más aún, creemos que la clase trabajadora argentina tendrá un carácter protagónico en los futuros acontecimientos.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar