Autor: Mariano Fain
En el lenguaje cotidiano, la expresión «sin escrúpulos» se utiliza para describir a alguien que carece de principios morales o que no duda en pasar por encima de los demás para conseguir sus objetivos. Pero, ¿sabías que el origen de esta palabra se remonta a la antigua Roma y a las dificultades que enfrentaban los legionarios en sus largas marchas?
Según la Real Academia Española, «escrúpulo» se refiere a una duda o recelo que atormenta la conciencia sobre si una acción es correcta o no. Pero, en realidad, esta palabra proviene del latín «scrupulus», que significa «piedrita pequeña y puntiaguda».
Para los soldados romanos, estas pequeñas piedras que se metían entre sus sandalias y la planta de los pies eran un verdadero problema. Tenían que decidir si seguir adelante a pesar de la molestia o detenerse a quitarlas, lo que ralentizaría el avance de toda la legión.
En contraste, los políticos y líderes romanos, como los tribunos, legados y senadores, no marchaban a pie, sino que viajaban a caballo o en literas. Ellos, por lo tanto, «nunca tendrían escrúpulos», pues no experimentaban esa sensación de incomodidad que agobiaba a los soldados.
Con el tiempo, la expresión «tener escrúpulos» se trasladó más allá del ámbito militar, para referirse a la duda o la vacilación que experimenta la conciencia ante una decisión. Por el contrario, «no tener escrúpulos» significaría estar libre de esa punzada moral, tal como los poderosos de la antigua Roma.