Llega a la ciudad el tranvía eléctrico


El 22 de abril de 1897 el Tranvía Eléctrico de Buenos Ayres, construido por el ingeniero norteamericano Charles Bright, inauguró un primer tramo recorriendo a 30 kilómetros por hora la avenida Las Heras, desde Canning (hoy Scalabrini Ortiz) hasta Plaza Italia.  Llevaba 36 pasajeros a bordo.

Compartimos un artículo aparecido en el diario La Nación al día siguiente de aquel revolucionario avance.

Fuente: Diario La Nación 23 de abril de 1897.

Aquel que dijo que “el mundo marcha” reconocería, si volviera a la vida, que en los días que alcanzamos, de admirables progresos de todo género, sería más apropiado decir que “el mundo vuela”.

Nos referimos a la introducción en Buenos Aires del sistema eléctrico de tranvías en sustitución del de sangre, o fuerza animal, existente hasta ahora, cuyo acto inicial ha llevado a cabo el ingeniero electricista norteamericano, Sr. Carlos Bright, conocido ya entre nosotros por otras valiosas empresas del ramo, que funcionan en el día regularmente.

Saben ya los lectores de La Nación en qué consiste dicho primer acto de la reforma de que se trata la construcción del “Tranvía eléctrico de Buenos Aires”, cuya línea una vez terminada recorrerá el trayecto siguiente: punto de partida, esquina de Piedras y Paseo de Julio; siguiendo por ésta, el Retiro, la Recoleta y Centro América hasta tomar el bulevar Las Heras, por el cual continuará hasta los portones del Parque 3 de febrero. Por esta vía, en su prolongación, buscará luego la dirección de Belgrano pasando por la avenida Vértiz, frente al Hipódromo Argentino y el Tiro Federal; y llegando al término fijado por ahora al trayecto, recorrerá una buena parte de la población de Belgrano. 

Lo hecho hasta ahora es solamente un trozo de línea, entre Canning y Palermo, por Las Heras, a guisa de ensayo tranquilizador de los ánimos municipales, sobre los cuales no ejerció suficiente influencia el hecho de estar tan generalizado en el mundo el sistema en cuestión, para liberarlos de desconfianzas y temores. 

A pedido, pues, de la honorable corporación se hizo el tal trozo de línea, largo como de un kilómetro. 

En tres meses prometió Mr. Brigth, ¡yankee al fin! tener todo listo para la demostración práctica y antes de los noventa días, como buen yankee, anunció que está pronto. Nada faltaba para mostrar, en pequeño, lo que será en grande la instalación, completa en toda sus partes.

Pero si la municipalidad tenía sus dudas, Bright y los suyos sabían perfectamente de dónde veníanc a dónde iban y qué era lo que tenían entre manos, por lo que no dudaron un instante del éxito. 

Solamente los interesados directa o indirectamente en el asunto, conocían su marcha rápida y segura, teniéndolo al público casi olvidado y, sin embargo, al mismo tiempo que avanzaban por entre los arriales de Las Heras los rieles y los alambres de Bright, rumbo a los verdes prados de Palermo, se resolvía prácticamente la larga y trascendental cuestión del establecimiento de los tranvías eléctricos en todas las direcciones del municipio. Ya a Flores le tarda ver llegar los lindos coches de la línea que hacia allí se encamina; la vieja empresa del tranvía a Belgrano, que no sabía, por lo general, de mejoras de ninguna clase, se electriza, ante el poderoso rival que de improviso ha surgido a su lado, potente y luminoso, al punto de que la impacienta no poder reemplazar inmediatamente sus caballos; y así, todos y por todas partes, veteranos del oficio y nuevos en él, como si súbitamente se hubiera hecho la luz, relegando al pasado lo que hasta ayer se tenía por lo mejor. 

Es que, efectivamente, se había hecho la luz, y ya no era cuestión lo que lo fue por tanto tiempo entre nosotros, mientras en todo el mundo, siguiendo el movimiento norteamericano, se extendía una red de tranvías del nuevo sistema. 

Las causas de esta rápida propagación son varias: mayor economía del sostenimiento y, por consiguiente, de los pasajes: marcha tan rápida como se quiere, según las exigencias del uso; aumento del tamaño y consiguientemente de la comodidad de los vehículos; aseo de los mismos y del trayecto que recorren; profusión de la mejor luz conocida; reducción del transporte, para las clases trabajadoras, a menos de la mitad de los precios que actualmente se pagan; facilidad en detener la marcha casi instantáneamente; riesgos de accidentes, iguales o menores que la tracción a sangre; suavidad del movimiento; supresión de los sacudimientos bruscos, en los arranques y paradas, y del temible “completo”, calefacción o refrescamiento de la atmósfera, en el interior del vehículo, según las estaciones, por medio de aparatos eléctricos. 

Los coches de la clase traída por la empresa del Tranvía Eléctrico de Buenos Aires, tienen un motor de 23 caballos anexo a cada eje, cuyo poder combinado es más que suficiente para cualquier exigencia del servicio regular. 

El sistema es conocido con el nombre inglés de Trolley, derivado del de la rueda o roldana del extremo superior de la percha destinada a establecer la comunicación entre el hilo conductor de la corriente eléctrica y los motores del fondo del vehículo. 

En cuanto a los postes destinados a sostener el alambre conductor; la experiencia ha demostrado que la colocación en el centro es la mejor para las avenidas y calles anchas y el de doble fila, a los lados de la vía, con alambre de suspensión, al que más bien consulta las conveniencias generales en las calles angostas. 

Así, siendo unánime el reconocimiento de la superioridad de la tracción eléctrica, unos opinan que el Trolley no sería práctico en calles como las de Buenos Aires, generalmente angostas, no precisamente por lo peligroso, sino por lo incómodo y de mal efecto estético. 

Por nuestra parte, deseando que siga tan provechosa discusión, deseamos más todavía que siga el establecimiento de tranvías eléctricos, cualesquiera que sean sus aparatos o mecanismos especiales, mientras no obstaculicen el tránsito o comprometan la seguridad pública.

Porque la verdad sea dicha; Buenos Aires que ha estado siempre atento a los progresos del mundo y dispuesto a adoptarlos permitiéndolo las circunstancias, ha dado algo remiso en esto de la locomoción eléctrica, olvidando que “la ciudad de los tranvías”, como se le ha llamado, estaba obligada por tan merecido como honroso título, a ser de las primeras de América en implantar la reforma. 

Habiendo los inspectores municipales informado favorablemente, y confirmando este informe por la observación personal del intendente, se ha autorizado a la empresa Bright para hacer andar los coches en el trayecto inaugurado, cobrando diez centavos por pasaje, más para evitar la aglomeración de gente que por otro interés. También han sido autorizados los trabajos de prolongación, esperando el Sr. Bright tener lista la línea desde Paseo de Julio y Piedad hasta el Hipódromo Argentino y el Tiro Federal, para octubre próximo.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar