YPF: 100 años impulsando la historia

Fuente: Felipe Pigna, YPF: 100 años impulsando la historia, Buenos Aires, Planeta/YPF, 2022, págs. 26-36 

El presidente Roque Sáenz Peña se preocupó por la “cuestión petrolera y, si bien no creía en el monopolio estatal, entendía que en aquel contexto mundial razones elementales de previsión y prudencia, aconsejan mantener bajo la dirección del Estado la explotación de las riquezas descubiertas en Comodoro Rivadavia”. [1]

Creó entonces la Dirección General de Hidrocarburos, en la que se destacará el ingeniero Luis Huergo, quien, tras meses de gestión, hacía este balance visionario: “Los poderes públicos, con una lentitud increíble y una mezquindad inconcebible, han tardado seis años en poner en claro y en hacer conocer al pueblo las inmensas riquezas que representan los grandes yacimientos de petróleo de Comodoro Rivadavia. Entre tanto, han llegado los hulanos de descubierta, ‘los syndicating operators’, que han acaparado la tierra de promisión (más de ochenta mil hectáreas en un solo sindicato), que han reclutado una falange de prosélitos, pocos de ellos conscientes y la inmensa mayoría inconscientes, haciendo accionistas a ministros, legisladores, abogados, jefes de divisiones y secciones administrativas, miembros de la Armada y del Ejército y de redacción de periódicos, directores de Imprenta del Estado, ministros de la religión, etc. Los preliminares de la conquista son: la creación de hombres científicos de insignificancia recocida a falta de partido científico; la prédica incesante e insensata para formar atmósfera del descrédito del poder ejecutivo y de las finanzas de la nación; la negación audaz, desvergonzada e insistente hasta la imbecilidad, de que se hayan hecho en Comodoro Rivadavia trabajos suficientes durante los dos años de la presente administración para demostrar que al fin el país podrá disponer no sólo de un combustible propio y aceptable, sino del mejor conocido hasta hoy; la prédica de que las cosas y propiedades de mayor valor de la nación deben entregarse a manos mercenarias porque los gobiernos son malos administradores; teoría desmentida en todo el mundo. Los gobiernos de todas las naciones del mundo administran sus finanzas, sus rentas, sus aduanas, sus bancos de crédito principales y sin necesidad de mencionar más, sus ejércitos, sus escuadras y sus arsenales. No hay ejemplo de nación alguna de este mundo que haya vendido o entregado voluntariamente a la administración extranjera su arsenal de guerra, a no ser en el caso extremo de haber sido vencida o conquistada: jamás por plata o por ignorancia supina”. [2]

A poco de asumir la presidencia en 1916, Hipólito Yrigoyen envió un proyecto al Congreso solicitando que se autorizara la emisión de un empréstito de 100 millones de pesos para crear un Banco Agrícola Nacional, la Marina Mercante e intensificar la explotación del petróleo en el sur. El 23 de septiembre de 1919 presentó otro proyecto de ley fijando un régimen legal, técnico, económico y financiero del petróleo y adelantaba el concepto del monopolio estatal de la explotación petrolera. En él, concluía: “El Estado como encarnación permanente de la colectividad tiene el derecho de obtener un beneficio directo sobre el descubrimiento de estas riquezas” [3]. No está de más decir que ninguna de estas iniciativas progresistas fue ni siquiera considerada por el Senado que estaba en manos de los liberales-conservadores. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) y el auge del automóvil habían terminado de imponer al petróleo como la gran fuente de combustible. Se desataría entonces la competencia entre las potencias por el dominio de las zonas petroleras del mundo. En 1919, una comisión senatorial norteamericana hacía el siguiente análisis de la cuestión: “En vista del futuro decrecimiento de la producción del petróleo, aconsejamos excitar a los petroleros americanos a explotar la producción de países extranjeros que poseen yacimientos petrolíferos útiles para suministrar aceite; y que a tales empresas se les proporcione todo el apoyo diplomático posible para obtener la propiedad de esos campos petrolíferos y explotarlos”. [4]

Yrigoyen tomó coraje y el 3 de junio de 1922, creó por decreto la Dirección Nacional de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Fue la primera empresa petrolera estatal del mundo (la segunda se fundó en Francia en 1924). A cuatro días de asumir la presidencia, el 16 de octubre de 1922, su sucesor, Marcelo Torcuato de Alvear, designará al frente de la flamante empresa al general e ingeniero graduado en la UBA Enrique Mosconi (1877-1940), quien le dará a la empresa un extraordinario dinamismo.

Referencias:

[1] Cárcano, Miguel Ángel, Sáenz Peña, la revolución por los comicios, pág. 203-204.
[2] Huergo, Luis en Guevara Labal, Carlos. La mística petrolera argentina y el espíritu de YPF, edición de autor, Buenos Aires, 1964.
[3] Claps, Manuel A. Yrigoyen.
[4] Vedoya, Juan Carlos. «Mosconi, el petróleo y los trusts». Todo es Historia, nro. 68.