Las Malvinas, la justicia y la crítica

Editorial de la Revista Humor Nº 79 - 5 de abril de 1982 Sección "Nada se pierde"


El Gobierno ha recuperado las Malvinas. Algo que por derecho nos pertenece, algo que la razón no quiere que nos sea ajeno. Las ha recuperado poniendo nada más y nada menos que la justicia en su lugar y la arbitrariedad en el suyo, sitio del que ésta sale muy a menudo.
Si de algo nos preciamos en Humor, es de la independencia de opinión. Esa independencia, actitud que a veces no es fácil de manejar si no tiene la honestidad como norma, nos señala que el acto de recuperación debe ser valorado como hecho de afirmación nacional, irreprochable en su esencia.
En el reconocimiento unánime a ese acto de justicia, estaremos, en algún caso, en compañías no del todo gratas, teniendo en cuenta que el elogio vale cuando no es sistemático u obsecuente y que, libres en el momento de opinar, hemos sido críticos severos pero honestos cuando sólo se escuchaban aplausos “constructivos”.
Y tratemos de entendernos, aún en circunstancias extremas.
Nuestro tono no es habitualmente solemne. En torno a un hecho de indiscutible equidad, no podríamos –no queremos-, crear un clima de glorificación mística o de sensiblería patriotera. Si en nuestra línea hay una bien entendida defensa de lo nacional, seguramente no nos confundiremos tampoco esta vez con los excesos de nacionalismo sospechoso u oportunista que no creemos hayan sido los que inspiraron la empresa de restitución.
Que valga también una analogía vulgar. Nunca confiamos en aquel eufórico espejismo del ’78, cuando un torneo de fútbol hizo creer a muchos que algunas cosas cambiarían, para bien. Los tiempos que siguieron casi sepultan toda esperanza. ¿Qué se hará hoy para que este hecho –ahora sí algo trascendente y positivo-, contagie algo de coherencia a toda nuestra realidad?
No es éste un acontecimiento mágico. Somos los primeros en percibirlo y esperamos no ser los únicos. Por eso mismo queremos saber si la decisión con que se encaró se proyectará al resto de problemas y contradicciones que nos abruman. No quisiéramos celebrar este reencuentro con una porción de nuestra tierra, y lamentar al mismo tiempo el desencuentro constante con nuestra identidad como república civilizada, democrática y soberana de verdad.
Ha habido muertos. Gente que sabía, seguramente, que hay cosas que se pagan caro. Y aun en una revista de humor, pueden –deben- decirse ciertas cosas. Hace pocos días –el 30 de marzo- otros hechos de otra índole en los que estaban en juego otra forma válida de dignidad hicieron que nuestro espíritu crítico nos mantuviera en la vereda de enfrente de quienes hoy elogiamos.
A ella volveremos, cuando cuadre.

Editorial de la Revista Humor Nº 79 – 5 de abril de 1982
Sección «Nada se pierde«