Suipacha, la primera victoria patriota


El 7 de noviembre de 1810 el general Antonio González Balcarce venció a las tropas realistas en la batalla de Suipacha, la primera victoria de la Revolución. Este triunfo permitiría avanzar hacia la rica zona minera de Potosí, en el actual territorio de Bolivia, ocuparla e instalar un gobierno revolucionario dirigido por Juan José Castelli. Los revolucionarios de Mayo comenzaban a dar sus primeros pasos en un camino que conduciría más tarde a la independencia de la región. Para recordar esta fecha, hemos seleccionado unos fragmentos sobre la batalla de Vicente Sierra.

Fuente: Vicente D. Sierra, Historia de la Argentina – Los primeros Gobiernos Patrios (1810-1813), Ediciones Garriga Argentinas, Buenos Aires, 1973.

Antonio González Balcarce consideró conveniente dirigirse a Suipacha para no dejar que esta población cayera en manos del enemigo. El 6 de noviembre al atardecer, acampó en el pueblo de Nazareno, río por medio con la villa de Suipacha. (…) En la misma fecha Castelli escribía a Salta: «Chiclana mío: seré inoportuno hasta el extremo mientras no vea volar las tropas, mulas, mulas, mulas, víveres, víveres, dinero, artillería y cuanto hace falta para hacer tronar al Perú en este mes o tronar yo el primero».

Por su parte, José de Córdova (al mando de las tropas realistas)…recibió a Vicente Nieto con doscientos veteranos de Chuquisaca… (…) Córdova estaba convencido de que el enemigo se encontraba desmoralizado por encontrarse dividido en opiniones encontradas. Enarboló entonces el estandarte del terror, pero no sin prometer recibir con benevolencia a los que resolvieran jurar acatamiento al Consejo de Regencia. La mala opinión que Córdova se había formado sobre el estado espiritual de la vanguardia patriota se debió a una estratagema de González Balcarce. Para engañar al enemigo envió a Tupiza a un indio bien aleccionado, con la misión de difundir falsas informaciones sobre la moral de la tropa a su cargo. Llamado por Córdova, el indio hizo a éste creer que los patriotas marchaban descontentos y mal armados.

A orillas del río Suipacha…, el 7 de noviembre apareció la vanguardia de Córdova… González Balcarce había ocultado gran parte de su infantería y artillería entre los cerros y quebradas vecinas. Largo rato permanecieron ambas fuerzas sin decidirse a entrar en acción, lo que determinó a Antonio González Balcarce a adelantar doscientos hombres con dos cañones, para provocar la lucha. El enemigo adelantó algunas guerrillas, ante  las cuales los patriotas iniciaron una retirada en aparente desorden, al punto que hizo creer a Córdova que huían sin presentar lucha. Imprudentemente dio orden de perseguirlos, avanzando con toda su fuerza hasta las proximidades de la quebrada de Choroya. En este punto los patriotas volvieran la cara, a tiempo que las fuerzas ocultas salían de su escondite para atacar inesperadamente. En el parte del encuentro enviado a la Junta por Castelli se lee que la infantería cargó «con tanto esfuerzo, valor, firmeza y gallardía»que desordenó completamente al enemigo, y que éste se dio a la fuga por cerros y caminos excusados, arrojando banderas, armas y municiones. Media hora duró la batalla de Suipacha. (…)

El triunfo de Suipacha encontró a Castelli en Yavi, desde donde (8 de noviembre) despachó la primera información para la Junta, que amplió dos días más tarde desde Tupiza, mediante un parte completo de la batalla que fue conducido a Buenos Aires por el mayor de Patricios Roque Tollo. El parte se dio a conocer en Buenos Aires por una edición extraordinaria de La Gazeta del 3 de diciembre. Se vio, decía, «que el americano nacido para vegetar y vivir en la oscuridad», excedía a los militares de España, «donde por virtud del nuevo gobierno, se ha enseñado la táctica de fugar, manchando la memoria de nuestros abuelos y héroes de la milicia que ahora nosotros queremos renacer». Después de detallar el desarrollo de la batalla y la «vergonzosa y precipitada fuga» del enemigo, informaba que se le habían tomado dos banderas y ciento cincuenta prisioneros… (…) Una de las banderas tomadas fue enviada a Buenos Aires por Castelli, con una nota que decía: «A fin de que V. E. la destine a la sala del rey D. Fernando, con las que adornan su retrato”.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar