
Autor: Mariano Fain
El 4 de junio de 1830, en la Montaña de Berruecos, Colombia, fue asesinado en una emboscada uno de los próceres más importantes de la patria grande de América: Antonio José de Sucre. Nacido en 1795 en Cumaná, Venezuela, en el seno de una familia acomodada y de tradición militar, Sucre perdió a su madre siendo aún un niño. De adolescente, su padre lo envió a Caracas para que iniciara sus estudios de ingeniería militar en la Escuela de José Mires.
A lo largo de su vida, Sucre demostró un gran valor y una habilidad estratégica excepcional. En 1810 fue nombrado subteniente de milicias regladas de infantería, y al año siguiente ascendió a comandante de ingenieros en Margarita. Pronto se unió al general republicano Santiago Mariño, y tras la muerte de tres de sus hermanos y 14 familiares más en el marco de la guerra de Independencia, fue ascendido a coronel bajo las órdenes de Simón Bolívar.
Sucre desempeñó un papel fundamental en la liberación de la Nueva Granada y la creación de la República de Colombia. Redactó las condiciones del armisticio entre Bolívar y el general español Pablo Morillo, y participó decisivamente en las batallas que llevaron a la independencia de Ecuador, Perú y Bolivia.
Lamentablemente, cuando el proceso de disgregación de la Gran Colombia comenzó, Sucre marchó a Bogotá para sofocar los disturbios, pero fue emboscado y asesinado antes de poder cumplir con su cometido. A pesar de su corta vida de solo 35 años, Antonio José de Sucre se convirtió en una pieza clave para la libertad de América, dejando un legado imborrable de logros militares y diplomáticos.
¿Sabías que Sucre redactó las condiciones del primer tratado de armisticio donde un ejército vencido fue tratado de manera humanitaria? Esto sentó un precedente importante en el derecho internacional.