Carta de Rosas a la viuda de Urquiza


El 11 de abril de 1870 murió en el Palacio San José, Entre Ríos, el general Justo José de Urquiza, asesinado por el sargento mayor Simón Luengo. Reproducimos a continuación una carta de condolencias que Juan Manuel de Rosas escribió desde Inglaterra a la viuda de Urquiza.

Fuente: Original en Archivo General de la Nación, sección Urquiza, legajo 66. Fotocopia en mi poder; en Gras, Mario César, Rosas y Urquiza, sus relaciones después de Caseros, Buenos Aires, [s.n.], 1948, págs. 380-381.

Noviembre 28 / 1870

Señora Doña Dolores de Urquiza.

Señora de mi estimación y respeto.

Antes no he dirigido a usted esta mi dolorida carta, considerando que las aflicciones de su noble corazón traspasado, no le permitirían, en muchos días, ocuparse, en el todo, de multitud de condolencias fúnebres.

Lo hago hoy, pensando no ser ya prudente demorar más tiempo este deber de mi amistad agradecida.

Cuando también he sufrido la angustia fatal de perder a mi buena compañera Encarnación, conozco el largo tiempo que necesita usted para encontrar algún calmante a su amargura; tanto más, cuando ha pasado por el tormento cruel de presenciar el desgraciado fin del suyo, tan querido.

Sigo compadecido y acompañando a V en los penosos días de su alma desolada.

Cuando, en casos semejantes, es posible respetar y cumplir los preconceptos de la Ley Divina, no lo es la conformidad inmediata.

Ese resultado es obra del tiempo, con los años; a el contribuyen la concurrencia de la filosofía, y la religión; y por el trabaja el llanto continuado, concedido por dios a las personas mayores, y a los niños, para suplir la energía de la edad viril.

Así debe ser para usted, en sus tristes días, algún calmante, para atenuar, en la parte posible sus dolores, la seguridad, que no tenemos por qué dudar de que nuestro noble amigo, el excelentísimo Señor Capitán General Don Justo José de Urquiza, ha pasado a mejor vida, en las delicias eternas, donde ruega a Dios por usted sus queridos hijos, por todos sus amigos, sus enemigos y el bien de su patria.

Disponga usted del íntimo afecto, y mejores deseos con que soy de usted.

Señora, agradecido amigo,

Juan M. de Rosas.