El asesinato del Che


Fuente: Testimonios extraídos del libro Lo pasado pensado, de Felipe Pigna, Editorial Planeta, 2005, págs. 136-140, 470, 471.

l 9 de octubre de 1967, un día después de ser capturado por el ejército boliviano, el Che Guevara fue ejecutado en la localidad de La Higuera, Bolivia. Lo que sigue son fragmentos del libro Lo pasado pensado, entrevistas con la historia argentina (1955-1983)), de Felipe Pigna, adaptado para El historiador.

¿Qué sintió cuando capturó al Che en la quebrada del Churo?
Gary Prado 1 : A mí no me causó ninguna impresión especial porque no era el mito lo que tenía delante. Cuando me avisan el cabo Balboa y los soldados Encina y Choque que lo habían capturado, lo que vi era un hombre sucio y derrotado. No era el mito, que ustedes contribuyeron a alimentar; era el hombre.

¿Quién era para usted el Che?
Gary Prado: Era un combatiente. Si ve las fotos de cuando fue capturado le da pena: no inspira ni respeto, ni temor, ni admiración. Pena es lo que inspiraba ese ser humano en condiciones de hambre, de harapos.

¿Fue una ejecución o un asesinato?
Gary Prado: Una ejecución, una ejecución sumaria.

¿Legítima?
Gary Prado: No. Una ejecución no es legítima. Es una ejecución. Es una decisión que toman los estamentos políticos. Tendrían sus razones.

¿Usted ayudó al Che a subir desde la quebrada y llegar hasta la escuelita de La Higuera?
Jorge Quiroga 2: Guevara estaba muy mal. Estaba herido y respiraba con dificultad. Todo el tiempo me agradecía la ayuda. Era un hombre de mucho coraje. Piense que tuvimos que caminar dos kilómetros y él todo el tiempo me preguntaba por su compañero, el Willy.

A las seis de la mañana del 9 de octubre de 1967 con sus 19 años Julia Cortez llegó cautiva por derecho propio a la escuelita donde el Che permanecía. Después de todo, ella era la maestra de esa escuelita dejada de la mano de Dios. Quiso conocer a ese hombre del que todos hablaban.

Julia Cortez 3: Quedé muy impresionada con él y le pregunté qué hacía un hombre tan lindo y tan importante como él ahí. Él me contestó: “¿Qué hace una mujer tan linda y tan importante como usted aquí? No se equivoque, los dos queremos lo mismo, mejorarle la vida a la gente, estamos acá por nuestros ideales”. Tenía la mirada de Jesús.

Mientras Julia y el Che conversaban, en La Paz el presidente René Barrientos, “asesorado” por la CÍA, tomó la decisión de asesinar al Che.

¿Quién da la orden?
Miguel Ayoroa 4: Nosotros estábamos saliendo cuando escuchamos por nuestra radio. “mi coronel –le dicen a Zenteno-, lo llaman de su comando, de Vallegrande”. Él entra, charla, y cuando sale, dice: “Orden del Comando Superior ha llegado a Vallegrande y me la están retransmitiendo: que no quieren sapos vivos”. Es decir, era la clave. Entonces, dice: “Éste es un problema porque acá los únicos vivos que hay son Guevara y Willy”. Cuando volvió ya nos dieron parte que lo habían matado.

Gary Prado: Yo no tomé ninguna decisión. Es problema de los generales que toman la decisión y la ejecutan. Yo era un capitán que entregó un prisionero; me fui con mi tropa a buscar más guerrilleros y cuando regreso encuentro un cadáver, ¿qué voy a hacer? La decisión la tomó el gobierno boliviano y los asesores norteamericanos sobre la base de cuatro argumentos: 1) Mostrarle a la opinión pública internacional que el Che fue derrotado en combate y muerto en acción. Era mejor que tenerlo prisionero. 2) El juicio a Regis Debray se estaba complicando por sus impresionantes repercusiones internacionales. Se imagina las repercusiones que provocaría un hipotético juicio al Che. 3) Sería imposible garantizar la seguridad del Che durante un eventual juicio y se corría el riesgo permanente de operaciones para liberarlo. 4) La ejecución del Che sería un duro golpe a Fidel Castro y su estrategia de extensión de la guerrilla en América latina. Esto fue lo que ellos evaluaron y por eso decidieron su muerte. Cuando me enteré, ya no podía opinar si estaba de acuerdo o no. Mi impresión posterior es que se cometió un error. Fue una decisión del gobierno boliviano. Por radio le dan la orden al coronel Zenteno, que organiza la ejecución simple; no hay ceremonia de despedida, no hay discursos. Cuando se hace una ejecución se acabó, ¿no?

¿La CIA fue determinante a la hora de decidir la muerte del Che?
Miguel Ayoroa: Sí. Claramente. Uno de los hombres de la CIA era Félix Rodríguez, un cubano exiliado, que entró en la escuelita al grito de “¿Tú sabes quién soy yo?”. El Che lo miró con asco y le contestó: “Sí, un traidor”, y le escupió la cara.

¿Usted vio el cadáver del Che?
Miguel Ayora: Lo vi ahí en La Higuera. “Hay que mandarlo al helicóptero”, me dicen.

¿El Che estaba tirado en el piso de la escuela?
Miguel Ayoroa: El Che estaba tirado en el piso. No en la escuela, sino cerca del helicóptero. Ya lo habían sacado. Tuvimos que embarcarlo con camillas, muerto, hasta Vallegrande en helicóptero. El piloto, Niño de Guzmán, en cada vuelo se llevaba dos muertos, uno amarrado en cada patín.

Por eso quedó con los ojos abiertos, por el viento del helicóptero.
Miguel Ayoroa: Sí. E incluso a Guevara, cuando estaba ahí muerto, se lo amarró con un trapo antes de amarrarlo al patín por la cabeza para que no abriera la boca. Y así debe haber llegado a Vallegrande.

El cadáver del Che fue trasladado en el patín de un helicóptero desde La Higuera a Vallegrande, el viento le abrió los ojos para siempre. El cadáver fue depositado sobre el piletón de la lavandería del hospital donde trabajaba Susana. Todo Vallegrande visitó el lugar. El cuerpo del Che yacía en medio de oficiales bolivianos y periodistas extranjeros.

¿Usted fue la encargada de preparar el cadáver del Che para exhibirlo?

Susana Osinagas 5: Yo no sabía quién era. Me llamó la atención que me pidieran que lo lavara, nosotros nunca lavábamos los cadáveres. Estaba muy sucio y tenía siete heridas de bala. Lo lavamos con agua y jabón y el doctor José Martínez Caso le aplicó una inyección de formol en la aorta para que no se descomponga. Él tenía los ojos abiertos y me miraba todo el tiempo, me corría para un lado y me miraba, me corría para el otro y me seguía mirando. Cada tanto lo sueño que me mira.

Referencias:

1 Gary Prado: General del Ejército Boliviano. El 8 de octubre de 1967 capturó al Che en la quebrada del Churo. Actualmente milita en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Bolivia.
2 Jorge Quiroga: Baquiano de la zona. Sigue viviendo en La Higuera del Che.
3 Julia Cortez: Maestra primaria. En octubre de 1967 estaba a cargo de la escuelita primaria adonde fue alojado el Che como prisionero. Fue una de las últimas personas que vio al Che con vida.
4 Miguel Ayoroa: Coronel del ejército Boliviano. Participó en la campaña contra el Che y estuvo a cargo de él hasta que fue desplazado por los agentes de la CIA que tomaron el control de la situación.
5 Susana Osinagas: En octubre de 1967 era enfermera en el Hospital Señor de Malta. Vive en Vallegrande.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar