Olivos, 16 de enero de 1974
ES LA LEY DEL EMBUDO
Han venido muchos periodistas panameños.
Sí; señor Presidente, hemos venido muchos. Señor Presidente, ¿nos puede decir, para la televisión y prensa panameña, algo referente a los temas tratados con el General Torrijos?
Hemos hablado de todas las cuestiones y problemas latinoamericanos, porque estamos preocupados de la situación de América Latina. Conversamos largamente sobre generalidades referidas a las cuestiones latinoamericanas, que son tan importantes para nosotros. Pensamos que Latinoamérica debe tener conciencia de sus responsabilidades frente a lo futuro. Irse integrando en forma de llegar a una organización que nos permita hacer frente al destino, unidos y solidarios.
¿Usted cree que la política del nuevo diálogo anunciado por el Secretario de Estado Norteamericano, Henry Kissinger, puede representar un nuevo nivel de relaciones entre Latinoamérica y los Estados Unidos?
Dios lo quiera así. Yo no creo ni dejo de creer, pero deseo que sea así. Porque en el tren que hemos venido dialogando hasta ahora nada ha sido constructivo. Esperamos que en el futuro sea más constructivo, tanto para los americanos del Norte como los americanos del Sur.
El General Torrijos conversó, me imagino, e informó a usted sobre el estado actual de las negociaciones entre Panamá y los Estados Unidos respecto del Canal.
Hemos conversado sobre eso, y pienso que Panamá tiene toda la razón del mundo. Si no se tomaran medidas para hacer lo que Panamá quiere, sería injusto y una arbitrariedad, que algún día tendrá que enfrentar Latinoamérica como un problema de todo el continente.
Nosotros, los panameños, dada nuestra situación geográfica, consideramos que el Canal de Panamá es un recurso natural igual que es el petróleo para Venezuela, el estaño para Bolivia y el cobre para Chile. ¿Qué puede decirnos sobre esa concepción?
Es natural. El canal está en territorio panameño, y el que se haya hecho una cesión en algún momento anterior, puede ser cosa que responda al pasado histórico de Panamá. Pero las necesidades de Panamá en el presente no pueden ser las mismas que hace un siglo. De modo que Panamá tiene todo el derecho de reclamar la soberanía absoluta y total del canal y disponer de él, porque es una parte de su territorio. Ya en el mundo las Naciones Unidas han dicho que todas las colonias deben ser liberadas; ¿O no? Más todavía, porque el Canal representa un recurso natural de Panamá. Si se han liberado las demás colonias, por qué no se va a liberar el canal. Es decir, allí están haciendo la justicia del fuerte y no la justicia del honesto, que es la que hay que hacer. Hay que proceder con honestidad; si los Estados Unidos proceden con honestidad tendrán que devolver el canal sin absolutamente ninguna condición. Es un territorio que hay que descolonizar. En realidad, ese es un sector colonial. Es así como lo vemos nosotros, los latinoamericanos, el problema; creo que no habrá dudas: todos lo vemos igual.
¿Qué significación le ve usted a organizaciones como las Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos para dirimir esta clase de situaciones?
Las Naciones Unidas ya han dado su palabra, diciendo que hay que liberar todas las colonias. Ahora es cuestión de que se cumplan las decisiones de las Naciones Unidas, porque aquí está pasando una cosa curiosa: los débiles cumplen lo que dicen las Naciones Unidas, mientras los fuertes no. Es la ley del embudo. Quiere decir que los fuertes tienen que cumplir también. Inglaterra debe liberar las posesiones que no le corresponden y que tiene por allí, lo mismo que los Estados Unidos. Si ellos, porque son fuertes, resisten a la justicia y a las decisiones de las Naciones Unidas, ¿qué podríamos pensar de dicho organismo?
¿Qué significado atribuye usted a la visita del General Torrijos a la Argentina?
Todas estas visitas entre nosotros los latinoamericanos, sobre todo los que estamos en defensa del Continente, son para estrechar las relaciones y ponernos de acuerdo en muchas cosas en las que es importante que nos pongamos de acuerdo. El futuro del mundo está cambiando de una manera trascendental. Los grandes países superdesarrollados, con la crisis del petróleo, están demostrando que tienen los pies de barro. Cuidado. Ellos, que han consumido las grandes reservas ecológicas, están en condiciones de tener que recurrir a nosotros que no las hemos destruido. Este mundo cambia y es muy probable que los pobres de antes seamos los ricos del futuro, porque tenemos todas las grandes reservas que son las verdaderas riquezas de la comunidad humana. Debemos pensar que las grandes reservas están en Latinoamérica, y hay dos elementos críticos que se van a presentar como amenaza grave en un futuro inmediato, es la comida para un mundo superpoblado y la materia prima para un mundo superdesarrollado. Esos dos son los elementos críticos de los cuales tenemos grandes reservas. Todos estos países superdesarrollados han destruido totalmente estos dos elementos y ya no tienen tierra, agua potable y casi oxígeno. Porque todo eso lo han despilfarrado de la manera que han querido.
En nuestro caso parece que la providencia es la que nos ha permitido que conservemos esas grandes reservas. En consecuencia, debemos pensar cómo será el problema del futuro. La historia prueba que cuando los fuertes y poderosos han necesitado esas dos cosas, comida y materia prima, las han ido a tomar donde estén, por las buenas o por las malas. Eso es una lección que la historia nos da a nosotros y que debemos aprovechar. Hace 30 años dije que el año dos mil nos iba a encontrar unidos o dominados.
Sigo pensando que cada día eso parece más probable. Entonces ¿qué esperamos para unirnos, organizarnos, para una defensa que el futuro hará indispensable? Esa es la misión que nos cabe a nosotros. Es un mandato histórico que nos lleva a eso. Latinoamérica debe estar unida, organizada y lista para defenderse, porque si no -como digo yo- nos van a quitar todo «por teléfono».
¿Cómo definiría el momento político que vive América Latina?
América latina en este sentido está, en mi concepto muy avanzada. Ya estamos teniendo conciencia de esas necesidades. Los líderes populares de toda Latinoamérica están contentos en eso. Los dirigentes políticos importantes, como el General Torrijos que está ahora en la Argentina, estamos totalmente de acuerdo. Me he encontrado con el Presidente de México en París y estamos también, totalmente de acuerdo. He estado en Lima y allí también estuvimos de acuerdo. Es decir, que ya estamos empezando a entrar, a ponernos de acuerdo ante una amenaza que indudablemente debemos considerar para nuestro futuro. No estamos luchando para nosotros, estamos luchando para nuestros hijos, a quienes no debemos dejarle un presente griego. Y esa organización debe ser la integración continental que hay que hacer cuanto antes, porque ahora el tiempo comienza a apremiar.
Usted, en una ocasión estuvo con un grupo de periodistas hace ya muchos años en Panamá…
Ah, sí, ya me acuerdo, uno de ellos me escribió hace un tiempo.
También quiero traerle el mensaje de un muchacho muy humilde, que lo quiere mucho, y representa el saludo del pueblo panameño. Se trata del morocho Álvarez, de María Chiquita. Yo quería hacerle una pregunta. ¿Usted no piensa volver a hacernos una visita?
Yo pensaba realmente no participar en este gobierno. Han sido sólo circunstancias especiales que se han presentado las que me han obligado a asumir el gobierno; por imposición de una masa popular a la cual no se puede decir que no. Yo deseaba quedar libre para viajar por toda Latinoamérica, cumpliendo una misión de acercamiento entre nuestros países y también de acuerdos.
Las tareas de gobierno son ahora aquí muy pesadas, porque estamos reconstruyendo un país que ha sido bastante desorganizado durante muchos años. Pienso que en el año 1974 ya podré tener la suficiente libertad de acción para hacer un viaje. Entonces tendré el inmenso placer de llegar hasta Panamá, donde tengo tantos amigos y buenos recuerdos. El pueblo panameño es-maravilloso. Le tomé un cariño muy grande en el poco tiempo que estuve allí. Tan es así que allí, en reuniones con sindicalistas, conversábamos sobre sindicalismo -con la autorización del gobierno, por supuesto-. Los sindicalistas panameños -los viejos- recordarán nuestras tenidas de los viernes a la tarde en mi casa.
Les ruego que haga llegar al pueblo panameño todo ese cariño inmenso que siento por él, así como también mi agradecimiento por los días que pasé allí, que fueron días muy felices para mí.