“Es voluntad de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España”


Desde la conformación del primer gobierno patrio, sin injerencia de España, se había desatado una larga guerra independentista, de la cual muy pocos se animaban a vaticinar de forma explícita cómo terminaría. No sólo por las dificultades económicas y la tenaz resistencia que podrían poner los ejércitos realistas; también porque no eran pocas y mucho menos desdeñables las diferencias internas en cuanto a cómo organizar el nuevo país, todavía inexistente, sin desestimar las formas en que se dirimían estos desacuerdos: golpes de mando, encarcelamientos, campañas militares, etc.

Aun así, sin consensos definidos y con grandes turbulencias, el proceso independentista avanzaba. En 1815 comenzaron a ser electos en las provincias los diputados que se reunirían en Tucumán para inaugurar un nuevo congreso constituyente, luego de la Asamblea del año XIII que había también permitido avances importantes. Entre las instrucciones que las provincias -no todas- daban a sus diputados, se encontraba la de “declarar la absoluta independencia de España y de sus reyes”.

El 24 de marzo de 1816 fue finalmente inaugurado el Congreso en Tucumán. El porteño Pedro Medrano fue su presidente provisional y los diputados presentes juraron defender la religión católica y la integridad territorial de las Provincias Unidas. Entre otros diputados, se encontraban Paso, Pueyrredón -quien sería pronto electo como nuevo Director Supremo-, Godoy Cruz, Laprida, Bulnes, Serrano y Malabia. Entretanto, el gobierno no podía resolver los problemas planteados: la propuesta alternativa de Artigas, los planes de San Martín para reconquistar Chile, los conflictos con Güemes y la invasión portuguesa a la Banda Oriental, entre otros.

Finalmente, cuando San Martín llamaba a terminar definitivamente con el vínculo colonial, una comisión de diputados propuso un amplio temario para su tratamiento. El 9 de julio de 1816 tocaba deliberar sobre la libertad e independencia del país. Se leyó el texto del acta y se preguntó a los presentes si querían que las provincias se declararan en libertad, escuchándose una a una las respuestas afirmativas y, más tarde, el coro unánime del “Nos, los representantes  de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General…”.

Para difundir la noticia de la independencia, el Congreso envió por medio de chasquis, en carreta y a caballo, copias del Acta, de la cual se habían impreso 1500 en español y 1500 en quechua y aymara. Diez días más tarde, a propuesta de Medrano, se agregó a la liberación de España la referente a “toda dominación extranjera”, y el 25 se adoptó oficialmente la bandera celeste y blanca.

Para celebrar la fecha de la independencia, recordamos las palabras elegidas por el diputado por Charcas, José María Serrano, encargado de redacta el Acta, para que el Congreso consagrara la ruptura definitiva del yugo colonial español.

FuenteEl Redactor del Congreso Nacional, Nº 6, pág. 4, 23 de septiembre de 1816, en Emilio Ravignani, Asambleas Constituyentes Argentinas, Tomo I, Buenos Aires, 1937, págs. 216-217.

«Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia, que regla nuestros votos, declaramos solemnemente a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación, y en obsequio del respeto que se debe a la naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración.»

 

Acta de independencia, Congreso de Tucumán

Fuente: www.elhistoriador.com.ar