Juan Manuel de Rosas asume como gobernador de Buenos Aires


Una vez fusilado Dorrego, el general Juan Lavalle se vio en el difícil problema de desactivar una bomba de tiempo que podría estallarle en cualquier momento. Debía buscar una fórmula que contuviera la delegación del poder. El entonces gobernador de Santa Fe, Estanislao López, y el comandante y gran hacendado, Juan Manuel de Rosas, pusieron sitio a Lavalle, obligándolo a una reconciliación y a poner bajo el mando de Rosas todo el poder disciplinador de la campaña bonaerense.

Este primer acuerdo, llamada “Convención de Cañuelas”, establecía fecha de nuevas elecciones de representantes, que debían tácitamente ser favorables a los deseos de Rosas, pero lejos de ello, las fuerzas unitarias porteñas resultaron amplias ganadoras, viéndose Lavalle expuesto a la furia del nuevo hombre fuerte de la campaña, debiendo así desarmar su gobierno y convenir nuevos acuerdos.

Fue a fines de agosto que se volvieron a reunir Lavalle y Rosas, en una quinta cerca del río Barracas, acordando el definitivo retiro del asesino de Dorrego de la escena política. El designado para reemplazarlo no fue el mismo Rosas, sino el general Juan José Viamonte, quien debía de inmediato convocar a nuevas elecciones legislativas. Tres meses y medio duró su gestión, hasta que la nueva legislatura finalmente nombró a Rosas gobernador, otorgándole las facultades extraordinarias y el título de Restaurador de las Leyes.

En su discurso inaugural decía el flamante “Restaurador”:

Fuente: Felipe Pigna, Los Mitos de la historia argentina 2, Buenos Aires, Editorial Planeta, 2005, pág. 191.

“Ya estoy en el asiento que siempre he mirado con distancia. He tenido que vencerme a mí mismo, que imponer silencio a sentimientos que me son muy caros y  motivos cuyo poder me parecía irresistible. Las circunstancias son las que ha podido someterme a hacer un sacrificio que consagro a la provincia, admitiendo su primer destino.

Compatriotas: el camino de la ley se ha abierto; los representantes de la provincia me han nombrado gobernador y capitán general: procuraré serlo sin olvidar un solo momento que son hombres a los que voy a presidir, que la provincia tiene leyes, y que algún día debo descender. No se recuerde el tiempo funesto que ya pasó, sino para reproducir los juramentos de ser fieles a las instituciones patrias, y de que no vuelva a sentirse entre nosotros el soplo maléfico de la discordia. Ved, mis amigos, la expresión de mis deseos: ser vuestro, y que los días de mi mando sean paternales. La salud de la provincia es mi única aspiración, y el bien, el reposo y la seguridad de todos, mi principal desvelo».

 

Juan Manuel de Rosas

Fuente: www.elhistoriador.com.ar