Justo José de Urquiza sobre su propósito al enfrentar y triunfar sobre Rosas


Meses antes de la batalla de Cepeda de octubre de 1859, que puso fin a la segregación de la provincia de Buenos Aires y dio comienzo al proceso de reincorporación de esta provincia a la Confederación Argentina, el general Justo José de Urquiza, entonces presidente de la Confederación, proclamaba a los pueblos y ejércitos de las provincias sus intenciones de poner fin al separatismo porteño. Entonces, daba cuenta de su abnegada lucha por «la idea federal», que definía como «la aspiración legítima de los pueblos argentinos». Este general de origen entrerriano, vencedor de Rosas en 1852, había nacido el 18 de octubre de 1801. La actividad comercial y estanciera le habían dado buen rédito y permitido ganar importantes espacios políticos y militares. De oficial del cuerpo de cívicos de Concepción del Uruguay, pasó por la legislatura entrerriana, hasta llegar en 1841 a presidir los destinos de la provincia. Urquiza luchó y venció a los unitarios, pero de inmediato se enfrentó a Rosas, esencialmente por intereses económicos y los derechos de las provincias a comerciar a través de los ríos del litoral. Más allá de las auto-alabanzas, su lucha contra el caudillo bonaerense y sus alianzas con el imperio del Brasil le valieron feroces críticas. Hay quienes han procurado defenderlo, elevándolo al rango del mayor luchador por la libertad contra el «despotismo rosista». También los hay quienes han dicho de él que «ni es ni ha sido federal ni unitario, sino mercader de sangre humana», «prostituido» al gobierno brasileño. Tras la batalla de Cepeda, Urquiza fue derrotado por las fuerzas porteñas en Pavón, en 1861, tras una dudosa retirada. Años más tarde, se congració con Domingo F. Sarmiento, responsable de la muerte del líder federal Chacho Peñaloza. Para muchos de sus ex compañeros fue otro paso imperdonable. El 11 de abril de 1870, un grupo armado que respondía al caudillo montonero Ricardo López Jordán irrumpió en el Palacio San José, al grito de «¡muera el traidor Urquiza!». Fue el final de este controvertido protagonista de la reorganización nacional.

FuenteEl Nacional Argentino, 2 de junio de 1859, año VIII, Nº 48; en Beatriz Bosch, Urquiza y su tiempo: La Organización Nacional, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984.

Mi pensamiento entonces fue alcanzar para mi país los beneficios de la libertad, devolviendo a la Nación sus derechos e invitándola a constituirse definitivamente de una manera regular y permanente. Fui impulsado por un sentimiento purísimo de patriotismo y sin trepidar puse en la balanza los sucesos, con mi espada, la alta posición que debía al pueblo entrerriano, y mi cabeza; no podía hacer a la patria mayor ofrenda. Sacrifiqué en sus aras todo interés personal y me consagré a la grande obra de la nacionalidad argentina, abriendo la campaña gloriosa del Ejército Grande, con el concurso de lo más sano, ilustrado y valiente, que lucía en las filas de los viejos partidos, que habían dividido la República.

 

Justo José de Urquiza

Fuente: www.elhistoriador.com.ar