Ramón J. Cárcano sobre las dos fuerzas que se enfrentaron en la Batalla de Pavón


El 7 de junio de 1861, la legislatura de Buenos Aires autorizó al gobernador Mitre para que “removiese los obstáculos” que bloqueaban el ingreso de la provincia al resto de la república. Días más tarde, se le autorizó a movilizar milicia y se le encomendó el mando de las fuerzas provinciales. Cerca de 15 mil hombres fueron armados con fusiles de tiro rápido contra los 17 mil del ejército de la Confederación, al mando del General Urquiza. López Jordán, Juan Saá, José María Francia y Manuel Galarza, eran otros de los generales confederados. Luego de iniciado el combate, Urquiza inició la retirada. Casi toda su artillería estaba en poder del adversario y su infantería había sido desorganizada. El ejército porteño perdió sólo 13 oficiales y 162 soldados. Fue entones que Sarmiento le sugirió a Mitre “no economizar sangre de gauchos”. El gobernador de Buenos Aires estaba en pleno apogeo y avanzó hacia Rosario, para enfrentar al presidente confederado, Santiago Derqui. Luego de Pavón, sólo un gobernador  federal  quedó al frente de su provincia. Fue Urquiza, quien sustrajo a Entre Ríos de la guerra, dejando libre el camino a Buenos Aires y a sus simpatizantes liberales en las provincias, para reorganizar la república. Derqui renunció a la presidencia en diciembre y días después se encomendó a Mitre a proceder a la convocatoria de un Congreso Legislativo Nacional. Entonces, con la primacía de Buenos Aires, se abrió la etapa de la formación del Estado Nacional, que culminaría veinte años más tarde. Recordamos este suceso con las palabras del historiador y político cordobés, Ramón José Cárcano. Liberal y conservador a la vez, su visión es propia del espíritu de la Generación del 80, cuya mayor expresión fue la del presidente Julio Argentino Roca.

Fuente: Ramón J. Cárcano, Urquiza y Alberdi, intimidades de una política, Editorial La Facultad, Buenos Aires, 1938.

«No son dos rivales que se excluyen por ambiciones personales, sino dos exponentes de fuerzas colectivas, que luchan por constituir la propia asociación y fundar el solar definitivo. Ambos buscan alcanzar sus designios por distintos medios, y por eso el encuentro fatal del camino levanta polvo y gime el dolor de la contienda. No representan la disputa de dos hombres. Encarnan en realidad el choque de dos tendencias ancestrales dentro de del hogar común, que la presión de los intereses y la exaltación de sentimientos convierten en masas impulsivas, hasta que la confianza reciproca, creada por el mismo choque, las desarma y unifica en la concordia.«

 

Ramón J. Cárcano

Fuente: www.elhistoriador.com.ar