Autor: Felipe Pigna.
El 20 de marzo de 1814, tuvo lugar la batalla de Arcis-sur-Aube, una derrota de Napoleón ante las tropas aliadas, que pronto forzarían al militar francés a abdicar el trono y partir rumbo al exilio en la isla de Elba. Sorpresivamente, Napoleón logró evadir su custodia a principios de 1815 y emprendió un glorioso retorno a su patria. Todos los que lo habían criticado durante su exilio, modificaron su opinión a medida que Napoleón se acercaba a la capital. Incluso la prensa mutó la categorización de “monstruo” a la de “su Majestad el Emperador” para referirse obviamente a la misma persona.l general supo expresar: “Yo he querido el imperio del mundo, y para conseguirlo necesitaba un poder sin límites. (…) He deseado el imperio del mundo, ¿y quién, en mi lugar, no lo habría deseado? El mundo me invitaba a regirlo; soberanos y vasallos se precipitaban a porfía bajo mi cetro”.
Cumplió su sueño y logró tener a su merced a casi toda Europa, hasta que una de las tantas coaliciones, la sexta para ser más exactos logró derrotarlo aliándose con el frío y el hambre. En la campaña de Rusia, en la que Napoleón marchó con 400.000 hombres hacia el país enemigo, los franceses lograron penetrar en la ciudad capital, a la que hallaron devastada por sus propios pobladores, por lo que con temperaturas en promedio menores a los 30° C bajo cero, los franceses debieron retroceder habiendo sufrido una merma considerable en la cantidad de efectivos. Corría el año 1812. A partir de allí comenzó una serie de derrotas que culminaría con la ocupación de París por parte de los aliados (20 de marzo de 1814). Quince días después el Emperador abdicó y fue condenado al destierro en la isla italiana de Elba, de la que se esperaba que no retornaría.
Pero inesperadamente (para algunos) Napoleón logró evadir su custodia (hacia fines de febrero de 1815) y previo estudio y confirmación de que se encontraban dadas las condiciones emprendió un glorioso retorno a su patria. A mediados de marzo ingresó a París; en el periplo no debió realizar un solo disparo; las tropas realistas que debían enfrentarle fueron sumándose a sus fuerzas, hasta el absurdo de que en las calles de Paris pudo leerse una frase que rezaba: “Ya tengo suficientes hombres, Luis, no me envíes más”. Firmado Napoleón.
Todos aquellos que habían defeccionado de Napoleón y durante su exilio lo habían criticado abiertamente a medida que éste se acercaba a la capital iban modificando gradualmente su opinión, el mejor de los ejemplos lo representan los medios de comunicación, que en menos de 15 días, mutaron de la categorización de “monstruo” a la de su Majestad el Emperador para referirse obviamente a la misma persona.
Estos eran (traducidos del francés) los titulares aparecidos en el periódico francés El Monitor, en marzo de 1815:
9 de marzo: El Monstruo se escapó de su destierro.
10 de marzo: El Ogro corso ha desembarcado en Cabo Juan.
11 de marzo: El Tigre se ha mostrado en el terreno. Las tropas avanzan para detener por todos lados su progreso. Así concluirá su aventura miserable llegando a ser un vagabundo entre las montañas.
12 de marzo: El Monstruo actualmente ha avanzado por Grenoble.
13 de marzo: El Tirano está ahora en Lyon. Cunde el temor en las calles por su aparición.
18 de marzo: El Usurpador se ha aventurado a acercarse. Está a 60 horas de marcha de la capital.
19 de marzo: Bonaparte avanza con marcha forzada, pero es imposible que él pueda alcanzar París.
20 de marzo: Napoleón llegará a los muros de París mañana.
21 de marzo: El Emperador Napoleón está en Fontainebleau.
22 de Marzo: La tarde de ayer Su Majestad El Emperador hizo su entrada pública y llegó a las Tullerias. Nada puede exceder la alegría universal. ¡Viva el Imperio!